Correcto

Creo que llevo años aquí, pero en realidad llevo pocos días o tal vez horas, no lo sé. En este lugar es imposible saber cuántos días han pasado, pero por las comidas deduzco que han pasado siete días.

Recuerdo que cuando me trajeron aquí, mi corazón latía diferente en respuesta al miedo que sentía. Me encuentro en una torre oscura y sucia dentro de los terrenos del palacio. El aire está cargado del hedor a humedad y el sonido de los animales corriendo resuena a través de las paredes de piedra. La vista de las condiciones inmundas hace que se me revuelva el estómago con frecuencia y no puedo evitar estremecerme al ver los gusanos arrastrándose en la escasa comida que cada día me traen.

Cada día solo me dan un pequeño vaso de agua, apenas suficiente para saciar mi sed. Mi águila, mi única compañera, la mantienen separada de mí, impidiéndole transformarse y buscar la libertad. La soledad y el aislamiento pesan mucho sobre mi espíritu. Lo único que anhelo es la libertad con la que nací.

Estaba sentado viendo hacia la puerta que me mantiene cautivo, y en ese momento una sombra apareció. Me levanté, pero no eran buenas noticias para mí, el malvado emperador apareció en la torre y su presencia provocó escalofríos que recorrían todo mi cuerpo. El brillo malicioso en sus ojos infundió una profunda sensación de temor en mi interior.

—Qué hermoso te ves, Jimin, aún estando en este inmundo lugar. Acéptame y prometo liberarte.

No, yo solo le pertenezco a Jungkook.

—Jungkook ya se olvidó de ti, incluso ha pedido al reino de la luz otro doncel, tú jamás vas a importarle.

No, no me importa. Yo seguiré fiel a él.

Veremos qué tan valiente serás después de que te ponga la mano encima. Me recuerdas tanto a ella, igual de rebelde, pero cuando la hice mía le encantó y terminó dándome un hijo —empecé a desvestirme.

¡Jungkook, Jungkook, por favor, Jungkook, sálvame! —gritaba con todas las fuerzas que tenía.

"Sí, vamos, grita Jungkook. Jungkook, puedes estar seguro de que él no va a venir a salvarte", me reí de él y lo tomé por los hombros con fuerza, hundiendo mis dedos en su piel y haciendo presión.

Forcejeaba con el emperador, a pesar de que me causaba dolor, y luego el pez en mi interior reaccionó, haciendo que mi cuerpo se llenara de escamas duras y fuertes.

"¿¡Qué demonios!? Maldito doncel, ni después de que lo mate me deja en paz. Está bien, Jimin, por hoy ganaste, pero veamos qué pasa cuando yo no deje que te den comida. Vendrás arrodillado a besarme los pies y a pedirme comida, y ese día te haré todo lo que yo quiera."

Me senté luego de que el emperador se fuera. Lo único por lo que temo es por la vida que crece en mi vientre. Sé perfectamente que para Jungkook no tenemos ningún valor, pero si el emperador ha venido hoy, significa que estoy más vulnerable.

La puerta se abrió y cuando abrí los ojos, era Jungkook con su mirada fría y su rostro serio como siempre. "¿Tienes hambre?" preguntó con su siniestra sonrisa. "Sí", respondí débil.

—Entonces ven y come lo que te he traído.

Me paré sintiendo las piernas temblar por el hambre y empecé a comer desesperado. La carne era blanda y suave, el jugo dulce. Comía rápidamente y sin hacer uso de la etiqueta que tanto me habían enseñado.

—¿Te gustó la comida?

"Sí, me ha gustado, gracias".

—Qué bueno que te gustó, porque lo que te traje fue una carne especial de águila.

"¿¡DE QUÉ!?" pregunté con miedo.

—¡Ah! No especifiqué, carne de tu águila.

Mi corazón latía desbocado en mi pecho mientras sentía un nudo en mi estómago. El miedo se apoderaba de mí, haciéndome temblar de pies a cabeza. Las lágrimas amenazaban con escapar de mis ojos, pero me resistía a mostrarle a Jungkook mi debilidad.

A pesar de la sensación de vacío en mi vientre, el asco se apoderaba de mis sentidos. Sentía el sabor metálico en mi boca, como si hubiera tragado algo repugnante. La culpa me arrastraba hacia abajo, recordándo que no solo había comido carne de águila, sino que había disfrutado de ella sin importar el origen.

La tristeza inundaba mi ser, haciéndome sentir impotente y vulnerable. Mis piernas temblaban no solo por el hambre, sino también por la angustia que me embargaba. Me sentí atrapado en un juego retorcido, donde las emociones se mezclaban y se entrelazan en un torbellino de confusión.

Jungkook seguía observándome con su mirada fría, disfrutando de mi tormento. Su sonrisa maliciosa me hacía sentir aún más pequeño, como si fuera un insecto bajo su control.

—Dime, Jimin. ¿Dónde está tu amante? Lo escondiste muy bien. Si me lo entregas, tal vez sea más "suave" contigo.

No podía permitir que me viera derrotado, así que reuní todas mis fuerzas para responderle con determinación.

"No tengo amante", le dije con voz débil pero firme. Sabía que negarlo podría tener consecuencias, pero no podía ceder ante sus amenazas. Mi vida podía estar en peligro, pero no iba a traicionar a aquellos que me importaban.

—¡Eres un maldito mentiroso! ¿No decías amarme? Mira cómo lo cuidas.

Sentía amargura mientras la angustia se había convertido en una pesada losa sobre mis hombros, y me preguntaba cuánto más podría soportar antes de quebrarme por completo. —Te juro, Jungkook, que él no es mi amante. ¿Cómo te atreviste a hacerle daño a mi águila?

—Ya deja el drama, no es carne de tu águila, pero quiero que me digas la verdad. ¿Dónde se esconde Yoongi?

Jungkook, no lo sé, ya te lo he dicho.

—Entonces me marcharé, pero te juro que cuando lo consiga, lo mataré frente a ti.

Jungkook, antes de que te vayas, tu padre ha venido aquí y ha intentado abusarme. Sé que no me crees, pero te suplico que pongas alguna seguridad.

—Yo no te protegeré, lo que sea que hagan contigo me da igual.

Viéndolo partir, me arrodillé derrotado y me pregunté: ¿Qué es esto? ¿Yo que he hecho para pagar de este modo? ¿Por qué debo ser humillado, hostigado y juzgado como un cruel criminal encerrado en estas paredes de piedra? Trato de mantener la cordura, trato de no dejar que el mal triunfe sobre mi espíritu, pero me siento tan vacío que creo que me romperé y la maldad se apoderará de mí.

Mi estómago ruge como león hambriento. He perdido la percepción del paso del tiempo, no sé cuántos días han pasado desde que Jungkook se fue. Tal como lo dijo el emperador, no recibiría comida ni agua. Realmente él sabe cómo debilitar mi espíritu. Lo que más temo es por la vida que crece en mi vientre. Por favor, bebé, aférrate con fuerza a mí y no me dejes solo en la lucha contra el mal. Últimamente siento más deseos de dormir. Ahora las ratas e insectos no me molestan, supongo que ellos están expectantes de poder alimentarse de mi cuerpo el día que yo perezca. Hoy algo de agua se filtra por el techo. Por cómo cae el agua, deduzco que son de esas lluvias torrenciales. Me acerqué a la gotera más grande, lavé mi rostro y dejé que el agua cayera sobre mí. Extrañaba tanto darme un baño y poder saciar mi sed...

La puerta se abrió, dejando ver al hombre al que más le temo: "El emperador", con su mirada fija en mí y su sonrisa maliciosa.

¿Aún tienes fuerza, Jimin, o ya estás listo para ceder ante mí?

Veía cómo no dejaba de esbozar una sonrisa y el miedo invadió de nuevo mi ser, haciéndome escuchar los latidos de mi corazón como tambores. —Váyase y déjeme en paz, ya le dije que soy fiel a Jungkook.

Eres terco, Jimin, pero ya no te puedo esperar más, hoy serás mío.

—Jungkook, ¿a dónde vas?

Me volteé y vi a Victoria, quien me había hablado con nerviosismo. ¿Desde cuándo debo decirte a dónde iré?

—Sí, perdón, príncipe, es que yo... yo... yo quisiera que tomáramos té juntos.

No soy idiota y algo me ocultas. ¿Es sobre Jimin?

—Jimin, Jimin, Jimin, es todo lo que ahora dices. No sé por qué lo has puesto en un calabozo si no paras de hablar de él.

¡Slap!

Le di una bofetada haciendo que Victoria cayera a mis pies. "Tú no eres nadie para venirme a hablar así. Lárgate de mi presencia", me sentía inquieto, por eso fui a ver a Jimin.

—¡No, suéltame, suéltame, déjame, Jungkook, Jungkook, ayúdame, Jungkook!

Tomé a Jimin por el cuello, elevándolo. "Tú eres más resistente que ella, y si no estás dispuesto a estar conmigo, entonces te mataré aquí y ahora".

Con mis manos trataba de soltarme, mientras que con mis pies pateaba lo más fuerte que podía. La luz en mis ojos se apagaba y el aire no circulaba.

—¿Qué haces? ¡Suelta a Jimin! —empujé a mi padre.

El emperador me soltó y caí desesperado, dando grandes bocanadas de aire, tratando de conseguir que el aire fluyera nuevamente y que los latidos de mi corazón se normalizaran.

Me quedé mirando a Jungkook en una guerra de miradas.

—¿Qué se supone que querías hacerle a Jimin?

—¡Matarlo! ¿No es evidente?

—Tú matas a Jimin y yo te mataré a ti.

—Eso quisiera verlo, pero todos sabemos, Jungkook, que eres como un gato asustado. Cuando se trata de mí, no tienes lo necesario para matarme, y menos cuando no sientes amor por este doncel. Si tuvieras amor por él, entenderías que por amor se hace cualquier cosa, así como yo lo hice por tu madre.

Te equivocas, emperador. Lo suyo no era amor, era una obsesión enfermiza con la mujer de su hermano, una mujer que jamás lo amó, pero que sí amaba a Jungkook. Tú, sintiendo celos de tu propio hijo, la condenaste a la muerte porque si no era tuya, no sería de nadie —hablé poniéndome de pie.

Bueno, ya que lo mencionas, sí, Jungkook, tu madre te amó y yo la maté, tirándola de la torre. Sus últimas palabras fueron que te amaban. ¿Estás satisfecho, Jimin?

—No, no lo estoy, porque has dañado el corazón de Jungkook y de todos.

Jajaja, ¡qué patético eres, Jimin! ¿O deberíamos decir "el defensor de la verdad"? Dime, Jungkook, ¿algo cambia en ti? ¿Qué harás, hijo?

¡Nada, no haré nada!

—¡Jungkook!

Jajaja, te lo dije, Jimin, pero los dejo para que hablen.

Vi al emperador irse y volteé a ver a Jungkook: ¡Debes hacer lo que es correcto!

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