Aceptando el Amor.

Por la incomodidad en mi vejiga, no podía seguir durmiendo y menos aguantando el peso de la cabeza de Jungkook en mi pecho. Me moví con cuidado, dejando una almohada en su cabeza, me puse ropa y fui al baño. Aproveché para asearme, pero cuando volvía, me encontré con Victoria acompañada de otra dama y en su rostro tenía marcas de agresión. Me cohibí de preguntarle qué había pasado y seguí mi camino.

—Te crees mucho, ¿no, Jimin?

Me detuve y me di la vuelta. —¿Perdón?

—¿Qué te crees mucho teniendo a todos los hombres detrás de ti? Eres un simple doncel y no vales nada. Yo puedo hacerte lo que me plazca y nadie saldría en tu defensa.

—Cuida tus palabras, Victoria. Aunque seas la concubina de Jungkook, yo soy su esposo y su consorte. Mis hijos serán herederos y los tuyos ocuparán cargos mediocres. Siempre estaré al lado de Jungkook, llevaré la corona y tú serás solo la que reciba sus fluidos cuando a él le plazca. Pero escucha algo, tú jamás serás más que eso ni tendrás más de lo que tienes.

—Tú no tienes idea de todo lo que he tenido que aguantar y ahora no vas a venir a quitarme lo que es mío.

¿Y qué es tuyo? ¿Las noches sin amor con Jungkook? Porque hasta donde sé, no has adquirido riquezas.

Ya no quiero escucharte más, Jimin. Es hora de que te calles. Saqué un cuchillo, pero cuando me dirigía a Jimin, la voz grave de Jungkook me detuvo.

—¿Qué crees que haces, Victoria?

—Jung... Jungkook, yo... yo me defendía de todo lo que Jimin me dijo.

—Que sea la última vez que intentas agredir a Jimin. La primera vez te perdoné, pero no tendrás un segundo perdón. Él es mi doncel y si lo hieres a él, me hieres a mí y a mi reputación.

—¿Cómo dañaría tu reputación? —pregunté enojada.

—¿Qué dirán si saben que una simple concubina mató a mi consorte en mi palacio? Controlate y no me hagas actuar. ¿Y qué le pasó a tu rostro?

Esa pregunta me hizo sudar hasta la espalda y me llené de nervios. —Yo caí por las escaleras.

—Mientras estés tan deplorable, no te quiero ver. Dañas mi vista al verte así.

Apreté mis manos llenas de frustración, pero controlé mi enojo, hice una reverencia y me fui.

—Jimin, arréglate adecuadamente, vamos a salir del palacio.

Sí, príncipe, pero antes quiero agradecerle por haberme ayudado.

—No te ilusiones, como dije antes, si no dejo que te maten es para mantener mi reputación.

Me reí recordando que me había dicho "te amo". —Está bien, príncipe, como usted diga.

—¿De qué te ríes?

De nada, ya me voy.

Llegué a los aposentos y me sentía feliz. Jungkook me había defendido a su manera, pero lo había hecho. Aún así, no debo dejar que el orgullo nuble la bondad de mi corazón, y tampoco debo olvidar mi promesa. Le he dicho a Yoongi que el reino que por derecho le corresponde le será devuelto, y debo cumplir con eso.

Me arreglé rápidamente, poniéndome un vestido verde limón, mis accesorios dorados y recogí mis cabellos. Salí del palacio y caminé hasta el carruaje. "¿Y Jungkook?" pregunté al cochero.

—El príncipe ha dicho el lugar a donde debemos llevarlo, por favor, suba.

Dudé en si debía o no subir, sabiendo que el emperador y la concubina desean asesinarme, pero debo pensar con la cabeza fría, sobre todo con mi águila descansada. No debería temer. Subí y me senté, arreglando mi vestido. El camino se me hacía largo, pero estuve meditando todo el camino, alimentando mi águila con mi energía. Si necesitáramos escapar, ella estaría lista.

El carruaje se detuvo y yo abrí mis ojos. No puedo negar que mi corazón saltaba al estar a la expectativa de lo que pudiese suceder. "Consorte, ya hemos llegado", dijo el cochero abriendo la puerta. Con desconfianza, bajé y lo primero que vi fue una enorme construcción: era un templo. Estaba tan feliz que olvidé el miedo que sentía de que me quisieran hacer daño, y caminé apresurado hasta la puerta y entré.

—¡Bienvenido, consorte!

Jungkook, ¡sí cumpliste tu palabra! ¡Me hiciste el templo!

—Ya podrás confesarte todo lo que desees.

"No tengo palabras para agradecerte, pero ¿dónde está el que recibirá mi confesión?"

—Jimin el sabio pidió mantener su identidad anónima.

"Entiendo, no pasa nada. Iré a purificarme y regresaré a confesarme."

Vi a Jimin irse a la fuente para purificarse y entré en el confesionario. Estando aquí, Jimin no podrá verme y podré saber qué tanto tiene que confesar. Pero si me llega a decir que estuvo con Yoongi, juro que lo mataré aquí y ahora.

Regresé luego de haberme purificado y le pregunté a uno de los guardias: "¿Y Jungkook?"

"El príncipe heredero dijo que lo esperaría en el palacio", respondió el guardia.

Caminé hasta el confesionario y dije: "Sabio, mi nombre es Pa... Jeon Jimin y he venido a confesarme".

—Te escucho, ser de luz. Dime, ¿qué contamina tu mente y espíritu? —preguntó el padre.

—Padre, he dejado perturbar mi mente con pensamientos impuros.

Yo permanecía en el confesionario, ese pequeño habitáculo aislado solo para Jimin. —Háblame más de esos pensamientos, recuerda que a través de mí, te harás libre. —dije tratando de contener la risa.

— Padre, me... me siento muy atraído por mi esposo y he tenido pensamientos impuros, incluso sueños donde hago cosas que no son propias de mí.

Salí del confesionario. — ¿Y qué te impide aprovecharte de mí?

— Jung... Jungkook... ¿Dónde está el sabio?

— En el reino no hay nadie más sabio que yo. Ahora ven para que recibas mi cuerpo y me bautices con el elixir divino que sale de tu cuerpo.

Me sonrojé avergonzado. — Tú estás loco.

Claro que debo estar loco para entregarte mi cuerpo, pero cualquier sacrificio es bueno para que tengas tu espíritu y mente limpios. Pero entiendo que este lugar es sagrado para ti. Afuera está el sabio, lo haré pasar, pero esta noche Jimin, aprovéchate de mí. Empecé a caminar hacia la salida para buscar al sabio.

Bajé mi rostro avergonzado por sus palabras y me quedé en el mismo lugar esperando al sabio. Al finalizar mis confesiones, me sentía mejor, mi alma ligera y pura.

Vi a Jimin salir y me detuve a observar que sus mejillas tienen un ligero color carmín, sus labios son rojos como las fresas, pero sentí algo raro en mi pecho, una sensación que me cuesta explicar al ver sus hermosos ojos azules y su sonrisa, pero me terminé de perder cuando abrió sus labios y me dijo: "Gracias, Jungkook. Lo que has hecho lo recordaré para siempre". —No hice nada, quienes construyeron fueron otros.

Sé que tú no lo construiste, pero fuiste tú quien dio la orden, significa que me recordaste. Ahora, de antemano pido perdón por lo que solicitaré, pero hay una anciana en el pueblo, no sé si te acuerdes de ella, ella me estaba haciendo unos vestidos. ¿Crees que podemos ir por ellos?

Sí, vamos

Jungkook y yo durante todo el camino hablamos de diferentes cosas y por primera vez lo vi dar una sonrisa que no era sarcástica o maliciosa. Sus dientes blancos parecen piedras brillantes, claro también ha estado coqueteando y invitándome a hacer cosas indecentes en el carruaje, pero yo me niego rotundamente.

"Príncipes, hemos llegado", nos anunciaron deteniendo el carruaje.

Jungkook bajó primero y extendió su mano ayudándome a bajar. "Gracias."

"Sí, como sea, apresúrate."

Caminé hasta la puerta, pero esta se abrió sola. ¡Qué extraño! Vi un saco de tela naranja que decía "para Jimin". Lo tomé y abrí, viendo que estaban los vestidos. ¿Pero dónde está ella?

—¿Por qué tardas tanto?

"Es que ella no está, pero ha dejado mi pedido aquí."

—Jimin, si no está, toma el pedido y vámonos.

"Sí, vamos, pero dejaré el pago antes."

—¿Para qué pagar si ella no está?

"Se debe hacer lo correcto, tanto cuando nos ven como cuando no nos ven."

Rodeé los ojos. "Sí, como digas, lucecita."

"Tenías mucho sin llamarme así."

Regresamos al palacio y al bajar del carruaje lo primero que vemos es a la doctora real; estaba allí con un rostro serio.

—¿Qué pasó, se murió el viejo decrépito?

Príncipe, su concubina se encuentra en estado, como es mi responsabilidad le he venido a avisar.

Todo lo hermoso de este día se había esfumado con lo que había dicho la doctora. Abracé la bolsa de tela y empecé a caminar.

Jimin, ¿a dónde vas?

—A mis aposentos.

No, hoy almorzaremos juntos. Luego me haré cargo de otros asuntos, por ahora ustedes lleven la bolsa que tiene el consorte y tú te vienes conmigo

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