LA BESTIA...

Hubo una vez, en un tiempo muy lejano,  dos comarcas fronterizas, la de los Montes Orientales y la de la Sierra Sur, separadas por el Valle de las Orquídeas.

El invierno empezaba a tocar a su fin, sería a primeros de marzo, justo cuando los rayos solares empezaban a despertar y anunciaban radiantes la venida de la inminente primavera. Tanto era así que las primeras flores estaban brotando como por arte de magia en el sufrido sustrato después de un largo invierno de nieves…

La mañana era apacible. Viajaba entre estas lindes una partida de caza proveniente del Pueblo entre Olivos, llevaban varias horas remontando el curso del río Velillos, cuando decidieron dirigirse hacia la cornisa rocosa de Los Llanos, sabedores que grandes piezas se ocultarían en sus numerosas cavernas.

Entre la comitiva se encontraba él, Caballo Salvaje, el más fuerte y valiente de todos. Siempre ansioso de ganarse la mejor presa, y hoy, más que nunca, ya que se acababa de recuperar de una grave herida…

Buscaron por todas las grutas pero no tuvieron la suerte que esperaban, entonces Caballo Salvaje aconsejó a sus compañeros para que empezaran la vuelta al poblado antes que la noche se les echara encima, mas le pudo la ambición e inspeccionó, en solitario, la última caverna. Aguzó sus sentidos pues la vista sirve de poco en ausencia de luz… Oyó una respiración, instintivamente echó mano a su pierna, malherida a temprana edad por una horrible bestia… La curiosidad fue más fuerte y aún en tensión se adentró en la penumbra con pasos sigilosos…

Entonces vió los ojos de la bestia, ¿la bestia? Sus ojos se cruzaron con la más tierna y asustada mirada color miel,  que jamás hubiera visto. Se erizó toda su piel y el corazón le golpeó en el pecho. Era una muchacha asustada que se escondía en la cueva…

-          No temáis doncella, solo soy un cazador de la partida de caza de los Furianos, de Pueblo entre Olivos, rio abajo. Tranquila, no es usted la bestia que busco, se lo puedo asegurar – dijo Caballo Salvaje dejando escapar una sonrisa.

Entonces la muchacha salió de su escondite de sombras, el pelo largo y castaño le cubría medio rostro, miraba al suelo, aterrorizada ante la figura de tan magnífico guerrero, pero algo en su interior brincó jubiloso ante la mano tendida por él en un gesto de ayudarla a salir de la cueva. Confiada le dijo que se llamaba Orquídea Blanca y que vivía en el poblado cercano y le gustaba ir por allí a pasear y a buscar nuevas cuevas. El corazón les latía al unísono, mucho más rápido de lo habitual y desde aquel día quedaron a diario, a medio camino de sus poblados, en el Valle de las Orquídeas hasta que decidieron formalizar su amor a la antigua usanza. Quedaron encinta y su dicha se completó cuando la anciana del Consejo Mayor del Poblado les dijo que en sus sueños había visto que en el vientre de Orquídea Blanca había dos maravillosos bebés, hijo e hija.

Tan felices estaban Caballo Salvaje y Orquídea Blanca que temieron la diosa Heri les trajera desgracia alguna, así que fueron a hablar con el Consejo para que les diera una atadura de amor eterna. El anciano mayor les pidió que trajeran una pareja de animales de su agrado de la misma especie así que un tanto sorprendidos por tal petición, llevaron su propia pareja de perros, Raysha y Chev.

El miembro más joven el consejo les preguntó si los animales eran felices, si corrían rápido, si su comportamiento era normal. A lo que respondieron que sí. Entonces el consejero les pidió que los atara, uno al otro, por una pata, con tiras de cuero que les facilitó.

Los animales al verse presos intentaron correr pero solo consiguieron revolcarse en el suelo. Unos instantes después irritados por la incapacidad de moverse, empezaron a arremeter uno contra el otro a mordiscos y ladridos, si los hubieran dejado, sin duda, habrían llegado a lastimarse.

Entonces habló en consejero y con sabias palabras les dijo: “La bestia que ambos encontrásteis en la caverna fue una bestia enorme, magnífica y aterradoramente poderosa, más que cualquier otra, a la par que bella, benévola, complaciente y  necesaria. El Amor. Pero, cuidado, si se atan el uno al otro, aunque sea por Amor, no solo vivirán arrastrándose, si no que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse mutuamente. Si en verdad os amáis y queréis que el Amor perdure, caminad juntos pero jamás atados”.

Así que juntos pero no atados, volvieron, junto con Raysha y Chev, a su cabaña en el Barranco del Peral y esperaron con ilusión la llegada de sus tiernos retoños, para colmarse de alegrías, desastres, esfuerzos, llantos y sobre todo risas…

Safe Creative. Registro de la propiedad intelectual núm. 1403140355624.

Aclaración: El relato y los personajes están adaptados. Todos los lugares que aparacen son enclaves reales, excepto el Valle de las Orquídeas. La segunda parte del texto está basada en una leyenda sioux que encontré en internet.

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