Prólogo
Nadie recuerda cómo nació.
Yo recuerdo que corría, huía de sus brazos, hacia la oscuridad, alejándome de ese blanco horrendo. Corría, corría, corría, pero caía. Y entonces trataba de arrastrar mi pequeño cuerpo lejos, lejos de aquellas manos gélidas, lejos de aquella voz tan angulosa, tan ancestral.
Lejos de la belleza de un copo de nieve.
No podía hacer nada, no podía huir, porque aunque corría no era capaz de escapar de ella. Manos, manos más grandes que yo, manos frías y cálidas, manos familiares y también manos extrañas, me agarraban, tiraban de mi cuerpo, me conducían a un destino aciago al que yo no quería ir.
Creo que no quería vivir. No recuerdo eso.
Porque nadie recuerda cómo nació. Yo no recuerdo cómo nací.
Pero sí recuerdo qué sentí después.
Frío.
Hallado en los Archivos Reales.
Autor desconocido.
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