2/Capitulo 6: Dolor y Engaño

Baje las escaleras a toda velocidad sin nisiquiera fijarme en el rostro de las personas a mi alrededor, sentía la garganta seca y las lágrimas comenzando a resbalar por mis mejillas, tan calientes que ardían en cuanto las sentía en mi piel, debido a la ansiedad me era incapaz de respirar correctamente, poco a poco comenzando a hiperventilar mientras atravesaba la reja y salía a toda prisa de la academia, sintiéndome débil, minúsculo y pequeño, miserable y vulnerable. Corri lejos, lo más lejos posible sin detenerme a pensar o a ver si todavía estaba mi Nana esperándome en la camioneta (que era los más probable); con un sentimiento indescriptible atacandome como un animal salvaje atormentando a su presa; corri sin nisiquiera pensarlo dos veces sintiendo la realidad distorsionarse a mi alrededor, lo único que lograba escuchar era la resonancia de los latidos de mi corazón y mi respiración incostante y retumbante en mi pecho.

Pase corriendo la 27, comiéndome las calles con mis pasos, sintiendo como la gente pasaba a mi lado y por poco chocaban conmigo, con sus paraguas resguardandolos de la lluvia mientras sus miradas penetrantes y juzgantes me seguían de cerca, mientras tanto, sentía la lluvia caer sobre mi, como una caricia, enjuagandome las lágrimas con sus gotas heladas, consolandome suavemente con cierta ternura mientras que parecia compadecerse de mi tristeza y agonía. Mi miedo mezclado con la frustración hacia que yo apenas y logrará distinguir mi entorno, todo a mi alrededor parecia irreal, como una mancha borrosa y distorsionada, amorfa y provocada para confundirme y perderme en las profundidades de esta ciudad que había creído que había sido en algún momento mía.

Finalmente me recosté en una pared, jadeando de tanto correr mientras pegaba mi mejilla a la humeda y fría pared de ladrillo, sentía un sinfín de emociones y no sabía ni cómo reaccionar, mire a los transeúntes por un momento, como si estuviera tratando de recobrar los sentidos, sin embargo, al final la angustia me gano y termine pegando mi  frente a la pared, sintiendo como comenzaba a ahogarme mientras poco a comenzaba a sollozar, preso de una gran incertidumbre en mi alma, sentia que el pecho me pesaba, poco a poco comenzaba a desorientarme.

Derepente, sentí un agudo dolor en la cabeza, como si me la estuvieran taladrando desde la coronilla, me apoye en la pared mientras sentía como el dolor comenzaba a provocar un sumbido extraño en mis oídos, comencé a jadear mientras perdía al equilibrio, era como si me acabarán de inyectar veneno en la cabeza, me dolían los ojos, me dolía la cabeza, tanto por dentro como por fuera, y sentía como pequeñas manchas de colores comenzaban a cobrar vida frente a mi, manchas de colores vivos las cuales parecía que se aderian a mi retina.

Comencé a desesperarme, seguí llorando mientras me agarraba la cabeza y comenzaba a gritar y a sollozar del dolor, mi cabeza parecía un infierno, cada célula me dolía, no podía pensar en nada, ya que el más sutil de mis pensamientos provocaba que sintiera la cabeza como si tuviera cerebro de plomo, era como si derepente me hubiera consumido algo, algo que comenzaba a carcomer mi mente poco a poco, taladrando y ahuceando lo mas profundo de mi cerebro.

En medio de lo que parecía ser una alucinacion, ya que no veía con claridad debido a las manchas de colores que nublaban mi vista, pude divisar una camioneta familiar, sentí que iba a desmayarme en ese momento, cuando de un momento a otro, una voz lejana se acercaba a mi corriendo.

En ese momento, sentí como si de repente, hubieran succionado todo lo que acababa de pasarme, solté un grito ahogado mientras sentía como de golpe todo aquel malestar que parecía comerme vivo se iba en cuestión de segundos, levanté la vista, y... Las manchas de colores habían desaparecido.

Mire a mi alrededor, mi nana estaba cerca, parecía preocupada, se me acercó, pero justo y cuando sentí su presencia demaciado cerca, tuve que inclinarme y apoyarme en la pared para mirar al suelo, abrir los ojos, y mirar por encima de mi cabeza, de repente una luz que al parecer procedía de algún rincón imaginario de mi  mente me había cegado por un momento, de nuevo me sentí débil, sentí vértigo y náuseas, no podía mantener el equilibrio, y justo cuando pensé que ya había acabado mi agonia, sentí como comenzaba a tener arcadas, hasta que, finalmente, comence a vomitar.

Me sentía fuera de si, ido, alucinado, por un momento parecía sentír como si me hubiera desconectado de mi cuerpo, sin sentir, sin oler, parecía mirar pero sin hacerlo realmente, como si acabará de perder todos los sentidos con respecto a la parte física, ya que, emocionalmente, me sentía débil, vulnerable, inconscientemente comencé a llorar mientras seguía vomitando, la debilidad repentina me hacía querer gritar, como si de golpe algún ente hubiera entrado en mi para despertar o más bien, adormecer algo dentro de mi.

—¡Jeremy! Mijo ¿Que paso? ¿Está bien?

Escuché la voz preocupada de mi Nana mientras notaba como se acercaba a mi, mirándome con preocupación, su voz, volvió a conectarme, sentí de golpe como todo volvía a mi, los sentimientos, las sensaciones, iba a responderle pero sentí otra arcada y me incline para vomitar otra vez mientras negaba con la cabeza, apoyandome contra la pared para no caer. Luego de eso, pasaron unos minutos, minutos que me parecieron eternos, todo hasta que finalmente vomité todo lo que tenía en el estómago, fue cuando deje de vomitar por qué no podía más.

Me reincorpore mientras miraba a mi nana, me sentía fuera de si, aún alucinado, todo me pareció un sueño, algo que estaba fuera de lugar, por un momento no reconocí nada, no sabía dónde me encontraba. A pesar de ser asquiento, me limpie la boca con el dorso de la mano mientras levantaba la mirada para ver a la encargada de cuidarme, quería disculparme con ella, pedirle perdón por salir corriendo, por preocuparla y por hacerla salir a buscarme, sin embargo, no pude hacerlo, sentía, era consciente de todo a mi alrededor, podía moverme a mi voluntad, pero, cuando hablé, fue en contra de esta misma y con una voz que yo desconoci, con una voz la cual no sentí que fuera la mía.

—Ya me quiero ir para mi casa... No quiero volver por acá nunca más...

Esas palabras... ¿Las había dicho yo? ¿Cómo? Sueno tan despectivo, tan arrogante, no, es que no ¡No!, ese no puede ser yo, nisiquiera me gustó hablar así, las palabras, saben tan amargas.

La cara de mi Nana lo decía todo en aquel momento, ella de primer momento arqueo las cejas con sorpresa, nunca en mi vida había hablado así por lo que la había tomado por sorpresa, se me acercó para mirar si estaba bien, yo quise hacer lo mismo, abrazarla y echarme a llorar en su hombro, pero en vez de eso, simplemente camine mientras pasaba de largo, ella me tomo del brazo, sin embargo, ante su toque, simplemente la aleje de manera desdeñosa, empujándole la mano levemente mientras abría la puerta de la camioneta y entraba en ella, sentandome en el puesto del copiloto mientras cerraba con brusquedad la puerta.

Me puse el cinturón mientras miraba mis manos, las cuales ante mi mirada parecían temblar ¿Que carajos me estaba pasando? Primero contestó con una voz que parece la de algún matón de mi colegio, y ahora, mis acciones, mis acciones... Carajo... No puedo creer lo que acabo de hacer... La cara de mi Nana lo dijo todo, parece molesta, parece indignada, parece ¿... Dolida?

Mis pensamientos se conectaron con mis acciones, gire la cabeza para ver cómo mi nana entraba en la camioneta y a su vez cerraba la puerta con cierta rabia, arrancando la camioneta mientras miraba hacia al frente, note como sus manos se apretaban con fuerza al volante, como sus ojos reflejaban cierta tristeza, una tristeza que se mezclaba con la indignación. Eso era mi culpa, la había herido, y como no... Actúe tan despectivo, que incluso yo mismo sentí repulsión conmigo mismo, ay, ella realmente no merece esto, tanto que me aguanta, debería disculparme con ella.

Levanté suavemente la mirada, abrí los labios mientras tragaba saliva y...

—...

Ni una palabra, ni una expresión ¡Maldita sea! ¿Que carajos está pasandome? No, no parezco yo, no sueno como yo, no actuó como lo hago usualmente, siento, huelo, toco, miro, pero y al parecer, no reacciono, al menos no como yo lo haría. Me mire al espejo retrovisor, tenía una mirada seria, cruda, con el ceño levemente fruncido y los labios apretados en una expresión de aparente disgusto.

El camino a mi casa fue más corto de lo que podría admitir, fue extraño, como si omitiera el hecho de estar consciente en cuanto estaba dentro de la camioneta, como si tratara de ignorar lo que acababa de pasar y como si evadiera mis pensamientos y sentimientos de culpa con respecto a lo que pasó hacia tan solo unos minutos en la calle; tan pronto como divise mi casa, me desabroché el cinturón, mi Nana se parqueo frente a la casa en silencio, tenía los labios fruncidos y las manos aún apretadas contra el volante.

—Su mamá está cerca, voy a ir a recogerla mijo. —Exclamo en voz demaciado baja para mí gusto, pudo ver que su voz se quebraba un poco al mencionarme, yo la mire mientras apretaba los puños, tratando de encontrar las palabras justas para poder disculparme con ella.

Trague saliva mientras suspiraba, me tomé un momento para pensar, mire por la ventana, abrí la boca para hablar y... Nada, simplemente no salió nada de mis labios, fue como si se me hubiera olvidado hablar, como si mi voz acabara de esconderse en lo mas profundo de mi ser; por un lado me sentí aliviado, tenia miedo de que hablara por si solo y no fuera consciente de mis palabras, sin embargo, senti una creciente desesperación al no poder articular ninguna palabra, por lo que, simplemente asenti con la cabeza mientras salia de la camioneta rápidamente y cerraba de un portazo detrás de mi.

Camine en silencio hasta mi casa, iba a sacar mis llaves para abrir la puerta de la verja pero me di cuenta que estaba abierta, aunque, sinceramente no me extraño, Efraín solia dejarlas abiertas de manera inconsciente cuando llegaba a la casa, por lo que supuse que era debido a el, por lo que simplemente entre, sin embargo, mientras guardaba mis llaves de nuevo en el bolsillo, sentí como me empujaron de golpe, haciéndome caer de espaldas mientras me pegaba en la cabeza con la reja de la verja, me levanté a ver quién podría haber sido mientras miraba a todos lados, fue cuando escuché el sonido de una motocicleta salir a toda velocidad por la calle.

Me quedé en silencio pensando, mire el suelo por unos momentos, desconcertado por lo que había pasado, como si tratara de encontrarle sentido a lo que acababa de pasar, mientras tanto, cerré la puerta y comence a caminar a través del patio, aun sumido en mis pensamientos mientras trataba de no pensar demasiado en eso; tan pronto como llegue a la puerta levanté la mirada para saludar a quien estuviese en la sala, sin embargo, al dirigir mi vista al vestíbulo, al lado de las escaleras, sentí como en cuestión de minutos, mi vida se iba abajo.

—¡Papá! ¡PAPÁ!

Grite desesperado mientras me quedaba en la puerta de la casa, inmóvil, mientras sentia que mi cuerpo comenzaba a temblar, mis ojos mirando a todos lados en busca de una explicación mientras quedaba en lo que parecía ser un estado de shock.

Ahí estaba frente a mi, tendido en el suelo, mi padre, con lo que parecía ser su ropa de trabajo, acostado de lado con los ojos entrecerrados mientras parecía agonizar entre balbuceos inentendibles, sollozando mientras se agarraba a lo que parecían ser unos papeles, estaba vuelto una nada, pareciera que lo hubieran agarrado a patadas y a puños, con el ojo morado, la ceja y los labios partidos, y también, a lo largo de su cuerpo, un sinfín de heridas abiertas, como si se hubieran desquitado con el, y junto a el, estaba un reciente charco de sangre, pero sangre de un color rojo oscuro.

Me eche a llorar mientras sentía como mis piernas dejaban de responder, me tire al suelo mientras comenzaba a hiperventilar, mi padre estaba en el suelo, agonizando, frente a mis ojos, eso no podia estar pasando, debe de ser una pesadilla... ¡Debe de ser una maldita pesadilla!

Mientras seguía llorando, vi como el notaba mi presencia, inmediatamente me acerque a el, arrastarndome hasta donde estaba el, sollozando mientras trataba de decir algo coherente, sin embargo, sus ojos llenos de dolor, su cuerpo herido, todo lo único que hizo fue hacerme colapsar terminando en un llanto incontrolable mientras me abrazaba a el, mirandolo a la cara mientras temblaba, incapaz de moverme de ahí.

—Mijo...

Susurró el mientras me miraba, con los ojos entrecerrados mientras parecía sonreír, tomo una de mis manos entre las suyas mientras que débilmente trataba de apretarla, se me partió el corazón verlo así, mi padre, el hombre fuerte, exitoso, vivaracho, ahora estaba ahí, tendido en el suelo, en mis brazos mientras se desangraba, viendo minuto a minuto como su vida acababa ante mis propios ojos.

—Papá... ¿Q-Que... Paso? ¡Papá!

Grite llorando mientras me agarraba a el, estaba destrozado, no podía moverme por más que quisiera, no sabía que hacer, estaba preso del pánico, quería llamar a alguien, pedir auxilio, pero mi cuerpo tembloroso no me permitía nisiquiera levantar la cabeza de mi posición.

—Ay, mijo... Tranquilo, simplemente, son cosas que a uno le cobran factura... —Susurro el entre estertores mientras notaba como poco a poco, su voz comenzaba a hacerse más débil, más pequeña, ligeramente vulnerable —No... Mijo, no llore, usted sabe que... Los machos no lloran... —Exclamo entre una risa lastimera mientras tosia levemente, la sangre mancho sus labios mientras me miraba a los ojos —Ay... Agradezco tanto a mi Dios... Por todo... —Confeso mientras cerraba los ojos y negaba ligeramente con la cabeza, como si tratara de recordar algo —Tan misericordioso... Que... Incluso en mi lecho... —Tosio nuevamente mientras se quedaba un momento en silencio, su respiración se hizo más trabajosa y comenzó a jadear mientras intentaba encontrar las palabras —Me permitió verte aquí mijo... Acompañándome...

Yo lo abrace mientras seguía llorando, negando con la cabeza mientras escondía mi rostro en su hombro, llorando como un niño pequeño y desconsolado.

—No, papá... No digas eso... Por favor no me dejes... ¡Por favor!

—Ay mijo... Los planes de Dios... Nadie los puede modificar... —Susurro mientras me alborotaba débilmente el pelo a la par que volvía a reírse débilmente —Solo quiero que recuerede una cosa mijo... De los dos... Usted es el más especial mijo... Tiene todas las capacidades... Y siempre recuerde que su padre estará orgulloso de usted... Puede que a veces yo le ande muy duro... Pero... Ay mijo... Es por su propio bien....

No, no, no, no... ¿Que podría hacer en ese momento? Mi padre, diciéndome sus últimas palabras, en mis brazos sonriéndome mientras me trata por primera vez en mucho tiempo con algo de cariño, a mí, que era la vergüenza, que era el mariquita, que era el que parecía que no quería para nada, a mí, que era al parecer su gran vergüenza, me estaba diciendo todo eso...
Ay padre, si supiera eso desde un principio, no hubiera sentido tanto dolor con sus desprecios, me hubiera comportado diferente, hubiera podido esforzarme más para lograr ser quien tu querías que fuera, sin embargo, me alegra saber que no me odiabas, saber que también me tienes afecto, que también miras cosas buenas en mi, sin embargo...
Papá, por más que trates de decirme cosas lindas, lo más que quiero es que no te mueras, no así, no en mis brazos...

—Desde el primer momento en que lo sostuve mijo... Supe que usted iba a ser mi mayor orgullo, Efraín...

Y dando su último suspiro, finalmente falleció.

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