🔥🌹 Capítulo 1: La rosa 🌹🔥
Tiempo después la historia de la bestia quedo en el olvido, nadie, absolutamente nadie recordaba que alguna vez tuvieron un príncipe.
Una mañana de otoño, escondida entre los árboles, encima de una pequeña colina se encontraba una pequeña y humilde casita, de ella salió una joven de belleza innegable que salía al pueblo para comprar el pan de ese día.
El pueblo, el pueblo donde vivía aquella joven podría describirse con una sola palabra, aburrido, la misma gente de siempre, con la misma rutina de siempre, metida y enfocada en las misma cosas de siempre, a veces Rei -ese era el nombre de la joven- se preguntaba como hacían para no aburrirse, pues sus vidas parecían tan monótonas y sin nada de gracia, por eso siempre se le podía ver a la joven con un libro en mano, era lo único que la sacaba de la realidad y la llevaba a mundos nuevos y maravillosos.
Rei era una joven bella, no había otra palabra para describir la, tenía largos cabellos negros que al ser tocados por los rayos del sol destellos morados aparecían en este, ojos azul profundo como la noche, piel blanca y tersa, llevaba una blusa blanca de mangas largas remangadas asta el codo, encima de esta un vestido rojo, era obvio que captaba las miradas de cualquiera que pasará a su lado.
-Buenos días monsieur -saludo al panadero, el cual como siempre parecía distraído -¿Ah olvidado algo de nuevo? -inquirió la joven.
-Eso parece, lo malo ¡es que no recuerdo que! -ante eso ambos rieron un poco y mientras tanto Rei seleccionaba el pan para llevar a casa -Bah, ya lo recordaré.
La joven le pagó y luego se despidió del hombre. A pesar de captar la mirada de muchos por su belleza, también era criticada y señalada por ser una chica "rara" o eso decía la gente.
"Mira ahí viene esa chica tan extraña, es distraída como vez".
"No es de nuestra sociedad"
"En las nubes siempre está".
"No hay duda que una chica rara es".
Si, eran varios de los comentarios indiscretos, muchos creían que no los escuchaba y la verdad es que si los escuchaba, casi todos eran hacerca de lo rara que era.
El padre de Rei, Nicolás, por su lado era un hombre respetado en la sociedad, y digo era porque hace ya más de un año el era un importante exportador y mercader de la zona en donde vivían y más allá. Desafortunadamente en una mala noche sus barcos de carga se perdieron dejándolo a el y a su familia sin un solo centavo. Para evitar las burlas y las miradas indiscretas de la gente el junto a su familia se auto exiliaron al campo, lejos de la ciudad.
A Rei jamás le importó el hecho de tener que mudarse al campo para dejar de lado su comida vida en sociedad, es más se podía decir que disfrutaba estar en el campo, rodeada de toda esa naturaleza creciendo a si alrededor. Por otro lado, sus hermanas, si hermanas, Esmeralda y Pandora. Ambas quedaron sumamente horrorizadas al saber que habían perdido todo y eso incluía a los muy acaudalados pretendientes.
Si bien como ya se a mencionado tenían muchos pretendientes ellas los rechazaban de una manera tan abrupta y mal educada, prácticamente solo jugaban con los sentimientos de los pobres hombres, ya que ellas pensaban que ninguno de ellos estaba a su "nivel".
La joven se encaminaba rumbo a la Biblioteca, donde ella podía ser ella misma. El bibliotecario que atendía aquel establecimiento era una persona muy amable, su nombre, su nombre era Shun, un chico peli verde bastante animado y bastante abierto de mente, porque si una de las cosas por la que la joven Rei era jugada y tachada de rara era porque ella sabia leer. Cosa que para la época donde se desarrolla nuestro relato esta muy mal visto.
-Bonjour monsieur -dijo después de entrar a la tienda y después de haber escuchado la campanita que suena cuando alguien entra.
-Bonjour Mademoiselle Rei ¿Qué busca el día de hoy? -hablo desde la escalera donde se encontraba acomodando libros en los estantes.
-En realidad vengo a devolver un libro monsieur -hablo la chica extendiendo el libro al bibliotecario.
-¿Los has acabado ya? -pregunto incrédulo, porque si el libro que la joven estaba devolviendo era realmente extenso.
-Claro que si. También vengo por otro libro ¿tiene algo nuevo? -hablo la joven buscando entre los estantes.
-No desde la última vez que viniste -hablo mientras colocaba el libro que acababa de devolver la joven en su lugar.
Normalmente no había nada nuevo, pero era bueno intentar ¿no?, Rei como en todo a lo que respecta su vida; queria algo nuevo para variar, algo que la sacara de su aburrida rutina de siempre, quería algo llamado: aventura, emoción y una pizca de riesgo en su vida, pero estando ahí era claro que jamás lo encontraría.
Se decidió llevar su libro favorito, después de todo no había nada nuevo para escoger.
-Llevaré este -hablo mientras sacaba un libro de la estantería. Era de pasta dura color azul y decía con hermosas letras doradas "𝚃𝚑𝚎 𝚋𝚎𝚊𝚞𝚝𝚢 𝚊𝚗𝚍 𝚝𝚑𝚎 𝙱𝚎𝚊𝚜𝚝"
-¿Ese? ¡Pero si lo has leído 2 veces! -hablo sorprendido al ver que libro había escogido mientras bajaba.
-Es mi favorito. Hechizos mágicos ¡el príncipe! -hablo emocionada mientras abrazaba al libro.
-Si tanto te a gustado es tuyo -dijo el joven mientras la acompañaba a la salida.
-Oh, no podría.
-Insisto -se despidió de la mano antes de volver adentro de su biblioteca.
La chica salió y se encaminó directo a su casa, donde por alguna extraña razón todo estaba en silencio. Cuando entró descubrió a su padre y a sus dos hermanas sentados en círculo leyendo muy entretenidos un papel. Al definitivamente estaba mal, si bien sus hermanos sabían al igual que ella leer a la perfección no lo hacían ni aunque su vida dependiera de ello. Definitivamente debía de haber una razón para aquello.
Le explicaron que la carta era de un antiguo socio de su padre y pedía su presencia ya que había adquirido un cargamento que llegaba desde lejanas tierras y había decidido darle algo de aquel cargamento para que volviera a su anterior estatus. Obviamente esto emociono a su padre y aún más a sus hermanas. Volverían a tener la misma vida acomodada de antes. Y si bien Rei estaba contenta por su familia también estaba triste, no creía que tuviera que dejar tan pronto el pueblo. Aunque claro que era muy aburrido y monótono, la verdad a Rei le encantaba estar rodeada de toda esa naturaleza, era muy pronto para regresar a la jungla de cemento a la que coloquialmente se le llama ciudad.
Antes de partir su padre les preguntó qué querían que les trajera de su viaje a la ciudad; sus hermanas le pidieron vestidos, joyas, maquillaje, sombrillas y otras cosas mucho más costosas. Cuando llegó el turno de Rei ella solo respondió con simpleza "Una rosa roja esta bien, sabes que son mis favoritas" su padre después de esa respuesta le preguntó si no quería nada más, ella simplemente negó. Cuando su padre se alejó con su caballo sus hermanas comenzaron a burlarse de ella, pues "¿qué tenía de importarte una sola rosa roja".
Al llegar a la cuidad fue bien recibido por sus semejantes. Desgraciadamente el cargamento había sido una estafa, no sólo su antiguo amigo y socio había perdido mucho dinero, si no el se había retirado con las manos vacías y la cabeza gacha. Deambuló por horas y horas por el bosque, pronto se dio cuenta que ya no estaba en el camino, se había perdido. Trato de tranquilizarse, después de todo ¿no era la primera persona que se perfila en el bosque? ¿Cierto?.
Anduvo por esos parajes con cuidado, era la primera vez que se encontraba tan lejos de casa, jamás se adentró tan dentro del bosque. Su caballo comenzaba a asustarse por la oscuridad y los ruidos nocturnos de la noche. Con las riendas lo controlaba y seguía avanzando. Pronto comenzó a escuchar pasos apresurados a donde el se hallaba, como si alguien estuviera corriendo. Se sintió a salvó, ¿quizas sea una persona?. Pensó.
Que iluso, debió decir el destino en ese momento.
Los pasos pronto se convirtieron en sonidos de patas golpeando el suelo, de garras buscando desgarrar piel, de colmillos sedientos por probar sangre. Era lobos. Pronto el puso a sus caballo a anotar, su paso lente se convirtió en una correteada nocturna, su caballo corría tanto como el peso del hombre le permitía. De un instante a otro un lobo se lanzó al hombre y el caballo al querer esquivar al animal término botando a su dueño. Escapo.
Se levantó lo más rápido que pudo y comenzó a correr lo más rápido que le permitieran sus piernas. Era viejo, por lo que se canso muy rápido, pero no podía parar a menos que quisiera ser devorado por los lobos.
Entonces sucedió su vista se fijó en un castillo. Algo vieron y deteriorado por el tiempo, daba miedo, grandes gárgolas colgaban de los techos y algunas ventanas estaban rotas. Ningún sonido provenientes de aquella construcción, nada que dijera que estaba habitada, pero que importaba, aquel extraño castillo era su salvación. Rápidamente se acercó a las rejas temiendo de que no estuvieran abiertas, pero su suerte y su esperanza se incrementó al ver que efectivamente lo estaban.
Entró rapidamente entró y cerró la reja entes de que los lobos lo tomaran como su cena. Cuando se aseguró de que estaba a salvó se giro hacia el castillo, decidió que pasaría ahí la noche. Camino asta la puerta y tocó dos veces. "No te dejes llevar por las apariencias" decían, por lo que el decidió asegurarse de que efectivamente el castillo estaba vacío.
Al tocar tuvo que esperar solo un poco cuando las grandes puertas de mármol con algunas chapas de oro se abrieron de par en par dejándolo entrar. Cuando entró lo primero que vio fue una gran escalera dividida en dos, cada lado daba a dos lados diferentes del castillo, un enorme candelabro de cristal. En la habitación de alado podía ver un elegante piso de mármol color blanco por lo que podía ver con la poca iluminación que le brindaba la Luna y justo enmedio del Salón un gran piano de cola.
De repente la luz del recibidor se encendió y con ella una hilera de luces que lo guiaron a un comedor donde la comida ya hacia servida. Solo había un plato al acercarse la silla se corrió dejándolo sentarse en la mesa, cuando lo hizo pudo ver un pedazo de papel sobre el refinado plato de oro.
Estimado Monsieur.
Sírvanse todo lo que desee y sacie su hambre con las exquisiteces que preparó el chef.
El hombre se sintió realmente conmovido y agradecido con la hospitalidad de a quién perteneciera el castillo. "Seguramente es un hada" pensó el. Cuando comió todo lo que quiso, de nuevo las luces se apagaron y por arte de magia se encendieron otra hilera de luces que lo dirigieron a una cómoda recámara donde pasó la noche.
Al llegar el día se despertó y cuando se levantó de la cama pudo ver un traje nuevo y zapatos nuevos todos de su talla, venían dirigidos hacia su persona. Todo cortesía de a quien pertenecía el castillo. Cuando bajo al comedor de nuevo había comida servida el los platos, solo que esta vez era un desayuno. Cuando estuvo listo se paró y con una reverencia agradeció toda la hospitalidad y salió por la puerta.
Cuando salió y pudo ver los alrededores mejor, se dio cuenta que el castillo tenía un hermoso jardín de rosas. Entonces penso que si no podía darles a sus otras hijas lo que deseaban al menos le concedería su deseo a Rei, pensó que nada le pasaría al momento de arrancar una rosa, después de todo la persona a la que pertenecía el castillo fue muy amable con el.
Grave error.
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