Capítulo 52 «Una desición difícil»
Narrando escritora
Caminaba sin rumbo alguno, hasta que sus ojos llorosos captaron algo y sin dudarlo camina hasta su objetivo. Su llanto era silencioso, su corazón estaba hecho trizas...se sentía malditamente culpable.
Estaba decidido y lo haría.
Su vida ya no tenía sentido alguno, su vida era ella y ahora que la perdió para siempre...pues seguir viviendo no estaba en sus planes.
¿Qué sentido tenía vivir si ella ya no estaría a su lado?
¿Qué sentido tenía la vida si su corazón se había apagado por completo?
Él la había apartado, él era el responsable, él la mato...si tan solo él hubiese organizado mejor sus decisiones pero no, la perdió...la dejó ir y le dolía, lo mataba por dentro.
Ya se encontraba en dicho lugar, sin pensarlo sus pies caminaron a paso lento hacia el borde del suelo, aquel borde que si atravesara, pondría fin a su vida y era eso precisamente lo que él quería.
Con el viento desordenando sus cabellos castaños, y aunque sus lágrimas no las secaba, pues unas nuevas salían a cada segundo de sus ojos claros.
— ¡¡VALENTINA!!
Soltó un grito desgarrador de lo más profundo de su alma.
El eco del vacío y la gran altura, se hizo presente con lentitud en el lugar.
Cierra los ojos por un instante y aprieta sus puños con fuerza. Abre sus ojos llorosos y mira el cielo azul, igual que los ojos de su amada; para así susurrar un “perdóname”, baja la mirada y mira el vacío, la altura era realmente tremenda. Una muerte definitiva sin dudarlo.
— Las ga-nas de ser el hom-bre más feliz del mundo — titubea — las ganas de formar una familia...las ganas de casarnos — solloza con fuerza — todo se derrumbó...todo esto es mi culpa...
Su mente comenzó a recordar aquel momento que hubiese querido que jamás pasara. Aquella imágen de su rubia favorita perdiendo mucha sangre debido a una navaja que se encontraba impregnada en su vientre...su navaja.
— ¡Te mataré! ¡Morirás Ronda! ¡Morirás!
Gritaba Ruggero con ganas mientras aumentaba su fuerza y así la distancia se acortara entre el rostro de Michael y su navaja. Hace presión pero Michael con las pocas fuerzas que le quedan, logra resistir pero cada vez más se comenzaba a debilitar.
Una sonrisa macabra se formó en los labios de Ruggero al ver que ya no quedaba nada de distancia, pues la navaja estaba a punto de chocar con la piel del de ojos avellanas pero siente como unas manos toman sus brazos e intentan a la vez detener su acto.
Ruggero no lo permitió, así que empuja con fuerzas a la persona quién trataba de detenerlo. Vuelve la mirada a Michael, decidido a matarlo pero se percata que la navaja no se encontraba en su mano derecha.
Y en ese preciso momento se escucha un gemido doloroso. Ruggero al notarlo gira el rostro de inmediato y fue ahí que entendió, que cuando apartó a esa persona que trataba de detenerlo, sin querer le había clavado la navaja en su cuerpo y esa persona era nada más y nada menos, que el amor de su vida; Valentina.
— Es mi culpa — vuelve a susurrar con la voz totalmente apagada — yo la maté — su mente nuevamente le hace recordar aquel momento en que vió como la rubia cerró sus ojos para siempre, en los brazos de su enemigo. Se había ido y él lo sabe.
A un paso de quitarse la vida y justo cuando estaba a punto de hacerlo, alguien grita por detrás.
— ¡Retrocede! ¡Ahora mismo!
Era un policía apuntándole con una arma.
Ruggero sonríe con tristeza y sin mirar al policía, responde:
— Ella se ha ido...yo también lo haré.
— Escucha muchacho, las cosas no tienen que ser así...
Intenta convencerlo pero el castaño lo interrumpe.
— Yo la maté.
— Porfavor retrocede...
— Soy un asesino — admite — sé que cometí muchos errores en mi vida...pero la verdad que no me arrepiento porque todo lo hice por ella para poder tenerla conmigo...porque la amo, la amo más que a mi vida.
— Si la amas no lo hagas...
— Ella ya no está — vuelve a sonreír con tristeza — sabes...muchos decían que lo que siento por ella es solo obsesión pero ellos nisiquiera tienen la más mínima idea lo que hace en mí cada vez que la tengo cerca...ni siquiera sé cómo explicarlo.
— Muchacho, eres muy joven y tienes una vida por delante...
— No se acerque — dice al notar que el hombre intentaba acercarse a él — quisiera preguntarle algo...
— Responderé tu pregunta pero primero tienes que alejart...
— ¿Alguna vez se ha enamorado? Y...y ¿Ese amor ha sido correspondido?
— Responderé tu pregunta cuando retrocedas...
— Yo sabía muy bien que ella no sentía lo mismo que yo, siempre lo supe pero aún así... seguí luchando. Mi padre siempre decía que luchara, que no me diera por vencido...que luchara por la cosa más mínima que fuera. Mi lucha inició desde que era un niño, era extraño pero no era el mismo Ruggero a lo que soy ahora. De niño traté de entrar en su corazón con ternura y dulzura, y creo que lo hice pero de forma amistosa — suspira — conforme iba creciendo, mi conducta hacia ella cambió totalmente...me acercaba a ella con piropos totalmente pervertidos. La verdad no sé porque cambié tanto, o quizás sí lo sé. Cambié porque ella solo me veía con ojos de amiga y no me veía como yo la veía a ella y duele...hasta ahora duele en lo más profundo de mi ser — trata de secar sus lágrimas pero unas nuevas volvían a salir y mojar nuevamente sus mejillas — duele ver cómo la niña que amas se convierte en mujer amando a alguien que no seas tu. No entiendo porque nunca me pudo ver con ojos de amor y nunca lo sabré porque ella ya no está más. Yo la maté, al igual que maté a mi mejor amigo y qué casualidad que tendré la misma muerte que él — vuelve a sonreír pero esta vez mirando al vacío — también maté a mi hermano. Soy un asesino, yo escogí este camino y no me arrepiento.
— Muchacho porfavor, retroceda...
— Me quedé solo, el único ser que tenía se acaba de ir hace unos instantes...quizás no la vuelva a ver más — cierra los ojos con fuerza — pero mi amor hacia ella nunca acabará, no importa en dónde esté...lo que siento es para siempre — mira la pulsera que se encontraba atada en su muñeca izquierda, aquella pulsera con la inicial “V”, aquella pulsera que le robó a su rubia favorita, años atrás — perdóname...por todo el daño que te hice porque sé que lo hice y deseo con todo el corazón que por lo menos llegues a sentir un poco de mi amor — sonríe sin dejar de mirar la pulsera — nunca te tuve pero aunque sea, me llevo algo de ti conmigo — deposita un cálido beso sobre la inicial de la pulsera — te amé,te amo y te amaré por siempre.
Susurra lo último para luego dejarse caer al vacío.
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— ¿Q-ué? — apenas podía hablar Michael — ¿Qué...qué es lo que quiere decir?
El doctor respira hondo antes de dar la respuesta.
— Que solo una de ellas sobrevivirá. Usted como es el esposo de la paciente y padre de la bebé...tiene que escoger entre una de ellas.
Su corazón se congeló por completo al escuchar las palabras del doctor.
“Solo una de ellas sobrevivirá”
“Tiene que escoger entre una de ellas”
Aquellas dos oraciones hacían eco en su cabeza.
— Sé que es difícil pero necesito que tome una desición lo más antes posible. No tenemos mucho tiempo...
— Está mintiendo — interrumpe el castaño en un hilo de voz — dígame qué es mentira.
El doctor suspira con tristeza.
— Lo siento pero...
— ¡Es una maldita mentira!
Grita en llanto.
Carolina intenta calmarlo pero él no la deja.
— No mentiría con algo así. Señor porfavor usted tiene que...
— No pienso escoger entre las dos...¿¡Usted tiene idea lo que me está pidiendo!?
— Sé que es difícil pero...
— ¡¡SON MI VIDA!! — grita — usted me está pidiendo que salve a una y deje morir a la otra pero dígame...dígame cómo hacerlo ¡¡Cómo mierda hacerlo!! Si las dos son mi vida...usted no me puede hacer esto...porfavor no me haga esto...yo las necesito a las dos, las quiero a las dos conmigo...
— Escuche — coloca una mano en el hombro del muchacho, brindándole apoyo al ver lo destrozado que estaba — son en momentos como estos que no desearía ser doctor pero igual tengo que hacerlo. Lo único que le puedo decir es que no se arriesgue...podría perderlas a ambas.
Michael cierra los ojos con fuerzas.
— No puedo hacerlo — susurra con la voz ahogada — no me obligue...si escojo a una...igual estaría perdiendo una parte de mí...y no quiero eso. Valentina es el amor de mi vida y no soportaría mi vida sin ella y mi hija...ese pedazito tanto mío como de ella...el mejor regalo que Dios y ella pudieron darme...¡No! ¡No quiero perderlas! ¡Tiene que salvarlas a las dos!
— Es complicado...
El castaño furioso toma del cuello de la camisa del doctor.
— ¡¡TIENE QUE SALVARLAS!! — esconde su rostro lloroso en el cuello del hombre — porfavor...— esta vez susurra — no las puedo perder...no quiero perderlas.
— Hermano.
Ahora es Carolina quién toma la palabra y a la vez abraza al castaño por la espalda, este al sentirla, gira de inmediato y se aferra al cuerpo de su hermana.
— No quiero perderlas, ellas son mi vida...no puedo perderlas...yo las necesito...
— Lo sé — responde la pelinegra fingiendo comprensión — pero tienes que tratar de entender — Michael al escucharla decir aquello se separa de ella y la mira con cierta pizca de confusión — no puedes arriesgarte a perderlas a ambas, en tus manos está salvar a una y yo creo que sería...
— ¡Basta! — interrumpe de un grito.
— Tienes que escoger Michael, hazlo antes de que sea demasiado tarde.
— ¡Cállate! — vuelve a gritar enfadado.
— Su hermana tiene toda la razón muchacho — interviene el doctor — el tiempo se nos está agotando y las posibilidades de que una de ellas sobreviva, cada vez se hacen menos.
— Salva a Valentina — dice Carolina fingiendo tristeza.
Michael sintió ganas de golpearla.
— ¿¡Y que deje morir a mi hija!?
— Escúchame...sé que esto te va a doler y dirás que soy cruel pero Abril nisiquiera ha nacido — el castaño hizo puño sus manos — no la conoces...además podrás tener más hijos con Valentina de aquí en un futuro, sé que será doloroso perderla pero va hacer para salvarle la vida a Valentina. Y si decides salvar a la pequeña, perderás a Valentina para siempre...simplemente soy realista.
Si las miradas mataran, ya Carolina estuviera muerta por las miradas asesinas del castaño.
— No quisiera intervenir en esto pero la señorita tiene razón — dice el doctor y capta la mirada triste de Michael — su esposa y usted podrán tener hijos más adelante pero eres tú muchacho quién debe tomar la desición.
Michael sintió ganas de derrumbarse, ya no sentía fuerzas. En cualquier momento se dejaría caer y no estarían ellas para que le impulsen a levantarse.
No quería decidir, no quería elegir...y aunque sabía que la opción de su hermana, por más dolorosa y cruel que sea...había cierta razón pero él no podía ser capaz de matar a su hija...él no tenía derecho a quitarle la vida. Él no quería.
Se apoya contra la pared, buscando consuelo y apoyo en ella. Cierra los ojos con fuerza y desordena con rabia sus cabellos castaños.
De golpe abre los ojos y...
— Salva a Abril antes de mi. Tienes...que salvarla. Tienes que elegirla a ella primero...
— No va hacer necesario elegir...
— Quiero que...que mi pequeñita viva. Si una de las dos tiene que hacerlo, es ella... porfavor entiende...yo no podría vivir sin ella...mi vida no tendría sentido sin ella...porfavor Mike, prométeme que salvarás la vida de nuestra hija antes que la mía. Prométemelo...
— No me hagas esto Valentina, porfavor no me hagas esto...
Lágrimas no dejaban de salir de los ojos de Michael.
Ella ya lo sabía, ella sabía que se iba a ir. Ella sabía que él tenía que dejarla ir. Ella siempre lo supo.
— Muchacho — la voz del doctor interrumpió sus tristes y dolorosos pensamientos — ¿Ya tiene una decisión? Porfavor, necesito saberlo...¿A cuál de las dos ha escogido?
“Salva a Abril antes de mí”
Aquella oración resonó en su mente, como si su bonita se lo hubiese susurrado en ese preciso instante.
— No te lo prometí — dice para él mismo, luego levanta el rostro y mira suplicante al hombre de bata blanca — escojo a las dos.
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