Capítulo 51
Narrando escritora
— ¡Suéltala!
— Siempre eh querido hacer esto — empieza a besar con lentitud el cuello de la rubia — tienes...una hermosa y deliciosa piel — le susurra en el oído para luego jalar con un suave mordisco.
— ¡Para! ¡Déjala! — gritaba entre llanto Michael — ¡Basta! ¡Déjala! — se desespera más al ver como Ruggero con una de sus manos empieza a acariciar el vientre de la rubia — ¡Maldito cabron! ¡No la toques!
Valentina no podía hacer nada, ya que sus manos y piernas se encontraban sujetadas a los extremos de la cama. Lo único que hacía era llorar, quería gritar pero ni eso podía hacer porque en su boca había una cinta que la cubría.
Los dedos de Ruggero empiezan a acariciar lentamente el no tan abultado vientre de la ojiazul.
— No tiembles mi amor — susurra — solo quiero sentir a nuestra hija — sonríe y luego empieza a dejar besos en el vientre.
— ¡No la toques! ¡Para! ¡No lo hagas!
— Hola mi amor — empieza hablar con una voz tierna — soy papá...
— ¡Basta!
— Mami y yo esperamos con muchas ganas tu llegada...
— ¡He dicho que pares!
— Ya quiero tenerte en mis brazos mi pequeñita, no tienes idea cuanto — deja de hablar y empieza a dejar besos húmedos sobre el vientre — ahora...mami y papi nos divertiremos un rato...
— ¡Hijo de puta!
— Voy a demostrarle a mamá cuanto la amo. Voy a descubrir cada rincón de su hermoso cuerpo — empieza a desabrochar los botones de su camisa.
— Ruggero...porfavor para — suplica con la voz totalmente ahogada — porfavor....porfavor te lo suplico — grita al ver como se quitaba la correa de su pantalón — no lo hagas...porfavor — los dedos de Ruggero empiezan a jugar con el cierre del pantalón de la rubia — ¡¡Mátame!!
El grito de desesperación de Michael hizo que Ruggero detuviera su acto.
— ¿Matarte?
Cuestiona y a la vez se acerca al castaño.
— Sí — responde sin dejar de llorar — haz lo que quieras, lo que quieras conmigo pero...porfavor no le hagas nada...te lo suplico.
— Hmmm no me estás convenciendo del todo.
— Hazme sufrir...hazme lo que quieras pero no la toques...porfavor no la toques — suplica.
En eso Ruggero empieza a reír con ganas.
— Si que eres estúpido — dice entre risas — un verdadero estúpido. Dime Ronda, ¿Por qué me estás pidiendo esto? ¿Por qué? Si igual lo haré — ríe con más ganas — después de presenciar mi acto de amor te mataré y luego Valentina y yo nos iremos muy lejos a un lugar donde nadie ni tu maldita alma nos pueda encontrar. Nos casaremos, tendremos muchos hijos y seremos muy felices. Por toda la vida.
— ¡¡Hijo de perra!!
Grita con furia para luego escupir sobre la cara de Ruggero.
Este de inmediato le da un puñetazo al de ojos avellanas.
— ¡Te mataré infeliz! ¡Te mataré con mis propias manos!
Grita y a la vez trata de calmarse.
Se aleja del castaño y vuelve hacia la rubia para empezar a besarla con desesperación.
— Te voy a hacer mía. ¡MÍA!
— ¡DÉJALA MALDITO! ¡SUÉLTALA!
Ruggero empieza a desabrochar los botones del pantalón de la rubia para luego bajar el cierre. Intenta adentrar una de sus manos pero no pudo ya que los movimientos desesperados de la ojiazul no lo dejaron.
Ya cansado de la situación, empieza a bajar los pantalones de Valentina.
— ¡BASTA! ¡NO LA TOQUES MALDITO INFELIZ!
— Te haré mía. ¡¡MÍA!!
— ¡¡¡NO!!! ¡PARA!
— ¡Te haré gritar mi nom...
Cayó al suelo al sentir como algo impactaba con fuerza en su cabeza.
— Pero que mierda...
Levanta la mirada con dificultad y sus ojos captan a su hermano.
Guillermo se acerca hacia Michael y lo desata con rapidez. Este al liberarse corre hacia Valentina y le quita con suavidad la cinta que cubría su boca para luego empezar a cortar los nudos de la soga que la tenían sujetada sobre la cama.
— Perdonénme...tienen que huir ahora mismo — se lamenta Guillermo.
— Si realmente quieres ayudarnos, ayúdame a sacarla de aquí ahora mismo — responde Michael sin mirarlo.
Guillermo empieza a dar pasos hacia ellos con la intención de ayudar a Michael en desatar a la rubia pero su acto fue impedido, ya que unos brazos lo sujetan del cuello para luego empezar a apretarlo con fuerza.
— Tú no irás a ningún lado maldita mierda.
Amenaza Ruggero.
Michael al darse cuenta de la situación, se apresura en liberar a Valentina pero no era muy fácil, ya que la soga era muy gruesa.
Guillermo da un codazo en el rostro de su hermano, liberándose así de su agarre.
— No lo voy a permitir Ruggero. ¡No voy a permitir que lo hagas!
Ruggero sonríe con malicia.
— ¿Acaso piensas impedirlo? ¿Realmente piensas hacerlo?
— Hermano porfavor...lo que sientes no es amor, es obsesión. Estás enfermo, al igual que yo pero en mi caso es con las drogas.
— Vaya, vaya — ríe — al fin lo admites.
Guillermo disimuladamente mira de reojo a Michael y Valentina y se da cuenta que apenas el chico había desatado una de las manos de la rubia.
— Así es — le sigue la charla — lo admito y tú también deberías hacerlo.
— Yo no tengo que admitir nada...
— Sí que lo tienes que hacer — interrumpe.
— Vete a la mierda.
Lo estaba haciendo enojar y tenía que de alguna manera calmarlo y hacerlo entrar en razón. Es su hermano pequeño y aún así lo quiere.
— ¿Recuerdas las veces en que te hacia enojar cuando eras niño? ¿Lo recuerdas? — Ruggero no dice nada — siempre te decía de cosas y lograba enojarte. Te digo algo hermano, me gustaba hacerlo y mucho porque cada vez que renegabas, hibas donde mamá y le decías “Jille me está molestando” — sonríe con tristeza — “Jille” aún no pronunciabas bien el “Gui” y eso me hacía reír mucho. Y no creas que tú niño no me hacías enojar porque también lo hacías eh — sus ojos se empiezan a humedecer — recuerdo aquella vez que querías ir a la feria de dinosaurios. Le dijiste a mamá que te llevara pero ella no podía porque tenía que trabajar. Luego le dijiste a papá y él tampoco podía porque por la noche tenía que viajar. Entonces ¿Quién llevó a ese niño tan caprichoso? ¿Quién lo hizo? — seca una lágrima que había descendido — nada más y nada menos que el hermano mayor, el cual esa noche había planeado salir con su novia pero tuvo que cancelarlo para así poder llevar a la feria a su hermanito pequeño.
— ¿Por qué me estás diciendo todo esto? ¿Acaso me estás reprochando?
— Si te reprocharía por todo lo que me hiciste pasar, no acabaría nunca.
Ruggero sonríe.
— Eres un imbécil.
— Y tú un estúpido. Un estúpido que hacía trampa cada vez que jugábamos a las cartas.
— ¿Yo hacer trampa? Porfavor, si estoy hablando con el máster de las trampas.
Ambos ríen.
— Siempre voy a estar para ti hermano. Eres mi hermano chiquito y tengo que protegerte.
— No sé si conoces la palabra “crecimiento”.
— Siempre serás mi hermano chiquito para mí.
— Y tú serás el pedazo de mierda que me acaba de traicionar — de su bolsillo saca una pequeña navaja — ¿Acaso crees que soy estúpido para no darme cuenta lo que estás haciendo? — Michael se percata de la situación y se apresura en desatar el último nudo del pie de Valentina — todo esto de los recuerdos de la niñez, todo ese discurso de palabritas cursis son únicamente para que me tengas distraído y así le des tiempo al desterrado ese en escapar junto al amor de mi vida.
— Hermano porfavor...
— ¡No soy tu maldito hermano! — lo apunta con la navaja y se acerca con lentitud hacia el.
— Ruggero baja esa navaja...
Intenta quitarle la navaja pero no pudo, Ruggero aprovecha en sujetarlo de los brazos y apunta la navaja en el cuello de su hermano.
— Hoy dejaste de ser mi hermano.
— Aunque intentes cambiarlo, aunque intentes negarlo...no lograrás nada porque tú y yo tenemos la misma sangre. Eres y siempre serás mi hermano...
— Los hermanos no traicionan.
— Si traicionar es tratar de convencer a alguien que está enfermo pues...
— ¡No estoy enfermo!
— Lo estás y lo sabes. Esto está mal, lo que estás haciendo está mal. Tú y yo estamos enfermos Ruggero pero podemos sanarnos, hermano. Juntos podemos hacerlo.
— Eres un...
— Hazlo por mamá...a ella le dolería mucho saber en lo que te has convertido...
— ¿En un asesino? — sonríe con satisfacción — pues lo lamento mucho por ella porque se enterará que soy un asesino y — le clava la navaja en las costillas — te acabo de matar — vuelve a sonreír — recuerdas la vez que me dijiste que no sabía lo que quería pues ahora te digo que yo sé muy bien lo que quiero y hago todo por conseguirlo — le susurra en el oído mientras sujetaba el cuerpo de su hermano con sus brazos — y una cosa más. Te quiero hermanito.
Termina de hablar y profundiza más la navaja en las costillas de su hermano para luego dejarlo caer al suelo.
Sonríe con satisfacción y se lame los labios al ver como Guillermo empezaba a desangrarse.
— Tú te lo buscaste — escupió sin culpa — mandas mis saludos a Lionel y también le dices que en cuestión de minutos, el desterrado de Ronda irá a hacerle compañía.
Termina de hablar y se gira para poder encontrar al mencionado pero fue su sorpresa al ver que él ya no estaba y más aún, ver que la pequeña ojiazul tampoco estaba en aquel lugar.
Frunce el ceño y aprieta los puños pero todo se desvaneció al escuchar un ruido no tan lejano. Una sonrisa macabra se apoderó de sus labios.
— ¿Así que están jugando a las escondidas?
Valentina se estremece al escuchar la voz de Ruggero, así que aprieta un poco más la mano del castaño.
Ambos trataban de buscar una salida pero la oscuridad del lugar, lo impedía.
— Tengo miedo — susurra la rubia para luego apegarse más al cuerpo de su amado.
— Yo también lo tengo pero mi miedo es a perderlas pero no dejaré que nada malo les pase. Saldremos de este lugar y...
— Nos casaremos y Abril tendrá muchos hermanos.
— ¿Muchos?
— Sí, muchos.
Y aunque no se vieran, ni mucho menos lo supieran, ambos se encontraban sonriéndose mutuamente.
Michael sin dejar de sujetar la mano de su rubia, intentaba buscar una salida. Con la mano desocupada se apoya sobre la pared y daba pasos con lentitud.
No ver nada era una dificultad tremenda.
Y sin darse cuenta su mano toca algo lo cual en cuestión de segundos, el ruido del impacto se apoderó del silencio.
— Son muy malos jugando a este juego — se escucha la voz de Ruggero — más señales porfavor — la voz se escuchaba cada vez más cerca de ellos.
Michael apresura el paso y nuevamente se escucha un ruido fuerte, esta vez había sido Valentina quien había tropezado con algo pero milagrosamente el castaño no la dejó caer.
— Oh sí...ya casi los encuentro.
El de ojos avellanas, vuelve a unir una de sus manos con la ojiazul y está vez prácticamente corriendo en busca de una salida. Los sonidos de las pisadas no se hicieron esperar y eso hizo que Ruggero carcajeara con ganas mientras apresuraba sus pasos.
Michael ve una pequeña luz a lo lejos. Decidido, empieza a correr hacia aquella dirección pero de un momento a otro siente como sus pies tropiezan con algo duro, haciéndolo caer al suelo.
— ¡Michael! — se desespera Valentina al no sentir la cálida mano de su castaño junto a la suya — ¡Amor!
— Tranquila bonita...
— ¿¡Dónde estás!?
— Tranquila no grites...nos va a encontrar...
— No te veo...— trata de calmarse — dime dónde estás...
Agita las manos hacia su adelante y de pronto alguien atrapa una de ellas provocándole un brinco de susto.
— Amor soy yo — susurra bajo.
— Bonito...
La calma había vuelto a la rubia pero nuevamente apareció al escuchar unos pasos acercarse junto a una risa maléfica.
— Mierda...amor no te muevas, yo iré hacia ti — intenta levantarse pero sintió un dolor tremendo en uno de sus pies — joder...
— Mike...
— Yo iré hacia ti, quédate ahí.
El dolor no fue impedimento para Michael Ronda. No tenía ni idea que pasaba con uno de sus pies pero no le importó. Sin soltar el agarre de Valentina, se acerca hacia ella y la toma de la cintura, apegándola cada vez más a su cuerpo y así seguir hacia la dirección donde había una luz.
— Es una escalera — advierte antes de empezar a subir.
Cada vez más la lejanía de aquella luz se acortaba y se volvía más grande. Y cuando ya estaban lo suficientemente cerca, se percataron de que era una puerta, una puerta que conducía hacia la azotea del edificio.
Sintieron como la brisa del viento resoplaba sobre sus rostros, como la luz del sol cegaba un poco sus ojos, ya que habían estado un buen rato en la oscuridad. Les costaba abrir los ojos.
Michael busca una manera de salir de aquel edificio pero lo único que sus ojos visualizaban eran tremendas alturas.
— Tenemos que regresar, debemos hacerlo antes que...
Gira y se encuentra con el rostro de Ruggero, este de un golpe lo hace caer al suelo. Con rapidez saca la navaja de su bolsillo y decidido a impregnarla en el rostro de Michael pero este último logra reaccionar a tiempo y utiliza todas sus fuerzas para que la navaja no atravesara en el medio de la separación de ambos ojos. Luchaba con todas sus fuerzas para que la navaja no tocara su piel pero Ruggero no se quedaba atrás.
— ¡Te mataré! ¡Morirás Ronda! ¡¡Morirás!!
Grita con ganas Ruggero y aumentaba más su fuerza para que la distancia que había entre la navaja y la piel de Michael, se acortara. El castaño no podía seguir deteniendo más la navaja, las fuerzas se comenzaban a debilitar y cuando parecía que Ruggero estaba a punto de acabar con la vida de Michael, sucedió algo que los dejó con la sangre helada a ambos.
Todo había ocurrido tan rápido que tomó más de un par de segundos para que ambos reaccionaran.
Los ojos de Michael se comenzaron a llenar de lágrimas al igual que su corazón había dejado de latir, pues frente a él se encontraba Valentina; también con los ojos llorosos y con la navaja clavada al lado de su vientre.
— ¡¡¡VALENTINA!!!
Se oye un grito desgarrador por parte de Michael.
Este reacciona y saca de su encima a Ruggero para así tomar a la rubia en sus brazos pues poco a poco se empezaba a desvanecer.
— Bonita, yo estoy aquí — su voz se comenzó a quebrar — escúchame, vas a estar bien...tienes que estar bien...lo vas a estar...
— Abril...— susurra sin fuerzas la rubia.
— Nuestra hija va a estar bien — trata de sonreírle un poco para calmarla — ella está bien...es muy fuerte, igual que su madre ¿Lo recuerdas?
Ruggero reacciona y trata de acercarse a Valentina pero Michael se lo impide.
— ¡¡Aléjate!! ¡¡Lárgate de nuestras vidas!! ¡¡¡ALÉJATE!!! — grita Michael en llanto.
Los ojos de Ruggero se empezaron a llenar de lágrimas al ver como su navaja se encontraba clavada en el vientre de la mujer que ama.
— Yo...yo no quise hacerlo. Porfavor... perdóname Valentina, mi amor porfavor...
— ¡¡¡LARGO!!! — vuelve a gritar Michael con la voz totalmente apagada.
— Sabes que no quise hacerlo...yo la amo...
— ¡¡¡¡LÁRGATE!!!!
Aunque no quiso hacerlo, Ruggero desapareció del lugar.
Michael trata de controlar su llanto pero era imposible.
— Bonita...todo va a estar bien. Vas a estar bien, Abril va a estar bien...
— Y-yo no la siento — susurra con la voz totalmente quebrada — no...no siento a nuestra hija Mike...no la siento...
— Hey — la toma de las mejillas — nuestra hija está bien, yo sé que ella está bien...yo tengo que llevarte a un hospital...yo tengo que...— calla al recordar que sería muy peligroso bajar con ella en brazos y más aún sin poder ver absolutamente nada. La impotencia de no poder hacer nada lo comenzaba a consumir con lentitud — tengo que hacer algo...tengo que llevarte a un hospital...
— Michael...— apenas logra susurrar la rubia. Los párpados cada vez se le hacían más pesados — ne-necesito... necesito que me hagas una promesa...
— Bonita...
Ahora era la ojiazul quien apoyaba sus dedos sobre las mejillas del castaño.
— Salva a Abril antes de mi.
Esa pequeña oración hizo que el mundo de Michael se viniera abajo por completo.
La mujer de su vida le estaba pidiendo que la dejara ir y salvara a su hija. Que eligiara la vida de su hija antes que la de ella.
— ¿Qué? No hay necesidad de salvar a nadie porque ambas se van a salvar — la rubia niega con lentitud — ambas van a estar bien. Tú y yo vamos a estar juntos con nuestra hija...bonita porfavor...
— Tienes...que salvarla. Tienes que elegirla a ella primero...
— No va hacer necesario elegir...
— Perdóname — susurra de una manera destrozada — lo siento tanto...pero no puedo...
— No digas eso...
— Abril tiene...ella tiene que nacer. Ella te tiene que conocer y tú...tú conocerla a ella.
— Ambos la conoceremos.
— Yo...estaré cuidándola desde donde esté...
— ¡No! Tú no te irás a ningún lado ¡No te dejaré ir! ¡No permitiré que lo hagas!
— Quiero que...que mi pequeñita viva. Si una de las dos tiene que hacerlo, es ella... porfavor entiende...yo no podría vivir sin ella...mi vida no tendría sentido sin ella...
— ¿Y acaso piensas en mí? Yo te necesito conmigo Valentina, ¡Me muero si no te tengo a mi lado! Que acaso no ves que mi vida tampoco no tendría sentido sin ti...y que me dices de nuestra hija ¿Tampoco piensas en ella? Ella te va a necesitar mucho, le vas hacer mucha falta...
— Ella...ella te tendrá a ti.
— ¿Y yo? Yo no te voy...no te voy a tener.
— Yo...siempre estaré contigo.
— No dejaré que te vayas...— en eso se escucha la bocina de unos autos. Michael se percata que eran autos policiales — ¡Ayuda! ¡Porfavor ayuda!
— grita muy fuerte — ¿Oíste eso? Vas a estar bien, tú y Abril. Las dos van a estar bien...
— No puedo...porfavor Mike, prométeme que salvarás la vida de nuestra hija antes que la mía. Prométemelo...
— No me hagas esto Valentina, porfavor no me hagas esto...
— Ella tiene que vivir...
— No voy a perderte...dije que saldríamos de este lugar y luego nos casaríamos y le daríamos a Abril muchos hermanitos...ese fue nuestro acuerdo y lo haremos realidad...juntos.
— Sé que serás el mejor de los padres...no pude ser más bendecida al tenerte conmigo y al poder darme una hija...es el regalo perfecto — le costaba respirar — sé que Abril estará en las mejores manos...la podrás ver crecer, al igual que yo la sentí crecer dentro de mi. Es lo más hermoso que podrás vivir...porfavor dile que mami la ama mucho y que siempre estaré a su lado aunque no me vea y quiero que seas feliz...quiero que encuentres a alguien que te ame al igual que yo y mucho más...para que así...le puedas dar...muchos hermanitos a...nuestra pequeñita. Quiero que tú y Abril sean los más felices de este mundo...Michael tienes que prometerme que salvarás a nuestra hija antes que a mí — el mencionado no responde, solo se dedicaba a llorar — prométeme que Abril vivirá, porfavor promételo ¡Promételo! — sus ojos se empezaban a cerrar — promételo...pro-me-telo....prome...
— ¡Valentina! — toca sus mejillas, tratando de despertarla — mi amor porfavor despierta...no me hagas esto Valentina...porfavor abre los ojos ¡Despierta! ¡¡AYUDAAAA!!
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— Está perdiendo mucha sangre.
— Doctor, el bebé tiene que nacer ya, o si no morirá — informa una enfermera.
— ¿Qué? ¿Cómo está el bebé en estos momentos?
— Ya se le hizo una ecografía y por suerte el objeto filudo no le hizo nada pero lamentablemente perforó el saco amniótico. Así que tenemos que operarla ya.
— Pero la paciente está perdiendo mucha sangre, una cesaria la mataría — calla por un instante y cierra los ojos con pena — son en estos momentos que no me gustaría ser doctor.
Michael se encontraba impaciente en la sala de espera. Las personas que se habían llevado a su rubia a una habitación no lo habían dejado ir con ella. Sus ojos no dejaban de derramar lágrimas, tenía mucho miedo, el peor miedo que pudo sentir en su vida pues el hecho de perderlas a los amores de su vida o a una de ellas, simplemente lo mataba.
El alma se le consumía poco a poco al no tener noticias de Valentina. Pareciese como si de una vela se tratara pero en este caso el miedo lo consumía en vez de fuego.
— ¡Michael!
Aparece Carolina. Michael al verla, lo único que hace es correr hacia ella y abrazarla con fuerza.
— ¡Valentina! — ahora el que gritaba era Benicio — ¿Dónde está? ¡Dime qué ella está bien!
Michael hiba a responderle pero al ver a un doctor salir de aquella habitación donde su bonita se encontraba, hizo que no lo hiciera.
— ¿Cómo está? Ella y mi hija están bien ¿Verdad? Doctor porfavor dígame qué las dos están bien — suplica entre lágrimas.
— Gracias a Dios la navaja no tocó a la bebé — Michael suelta un pequeño respiro al escuchar una buena noticia — pero lamentablemente perforó el saco amniótico.
— Pero mi niña está bien ¿Verdad? Eso no tiene nada que ver con qué mi hija esté bien, doctor porfavor respóndame.
— La bebé tiene que nacer ya porque la madre está perdiendo mucho líquido amniótico y si sigue así, la bebé no podrá respirar pero el detalle es que la navaja también perforó el hígado de Valentina y debido a eso está perdiendo mucha sangre. Se le tiene que hacer una cirugía para solucionar ese problema pero también una cesaria para que la bebé pueda vivir y voy a ser sincero...la paciente está muy grave y si se le haría la cesaria, lamentablemente no podrá soportarlo.
— ¿Q-ué? — apenas podía hablar Michael — ¿Qué...qué es lo que quiere decir?
El doctor respira hondo antes de dar la respuesta.
— Que solo una de ellas sobrevivirá. Usted como es el esposo de la paciente y padre de la bebé...tiene que escoger entre una de ellas.
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