Capítulo 5
Benicio
— Perdóname Agustín, perdóname por...
— Basta Benicio! — la escuche gritar, estaba llorando y no me gusta verla así — Tú no tienes la culpa de nada! — Me tomo del
brazo — No voy a permitir que te sigas culpando!
— Me siento culpable
pequeña! — grito con la voz entrecortada — Siento que en parte yo tuve la culpa por dejarlos...si yo no me hubiera ido...Agustín estaría vivo!
— Tú no tienes la culpa de
nada!! Benicio por favor deja de hablar tonterías! No me hagas sufrir...te lo pido.
— Pequeña perdóname — tomo sus mejillas — Perdonenme los dos — miro la lápida de
mi queridícimo carnal — Yo no me quería ir y mucho menos sin despedirme, solo que...
— Porque te fuiste Benicio? — interrumpió — Porque desapareciste de la noche a la mañana sin nisiquiera
despedirte...Agus y yo parecíamos par de locos buscándote por Tamaulipas entero, hasta incluso escapamos de casa para ir a Cuernavaca para ver si estabas en la casa de tu abuela pero no, nunca más supimos de tí...todas las noches en el campo que solíamos ir, Agus y yo pedíamos con todas nuestras fuerzas a las estrellas que aparecieras algún día...dejábamos que las cartas que escribíamos para tí, se las lleven el viento, pensábamos que tal vez el aire llevaría nuestras cartas a tus manos...que llegarían hacia tí...cuándo tú te fuiste nuestras vidas ya no fueron como antes, te extrañabamos un montón y también te necesitábamos.
Me siento culpable por haberlos hecho sufrir, ellos no se merecían eso o tal ves no se merecían a alguien como yo.
— Pequeña yo no me quería
ir...
* Flashback *
— Empaca tus cosas Benicio, tenemos que irnos ya.
— Irnos? Pero porque? Jefe yo no me quiero ir.
— No te estoy preguntando — se acercó a mí — Hijo tenemos que irnos, no podemos estar más en este pueblo, por favor hazme caso y empaca lo necesario.
— Lo siento jefe pero yo no me pienso ir — tomo la manga de su camisa — Papá yo no me quiero ir, aquí están mis amigos, este es mi lugar, es nuestro lugar.
— Tienes dieciséis años, aún eres menor de edad, además no pienso separarme de tí — decía mientras llevaba rápidamente ropa a una maleta.
— Jefe simplemente no me quiero ir, además porque tenemos que hacerlo, lo siento pero no me puedes obligar a irme.
No decía nada y saco ropa de mi armario para así colocarla en una mochila.
— Papá yo no me quiero ir, no me quiero separar de Agus y de mi pequeña.
— Allá tendrás nuevos amigos.
— Es que tú no lo entiendes, ellos son más que amigos.
— Basta Benicio! Tú te vienes conmigo y punto, soy tu padre así que tienes que respetar las decisiones que tome.
— No iré.
— Irás — me miro serio — Aunque tenga que llevarte a rrastras jovencito — me lanzó la mochila — Andando.
Salimos de la casa y un carro negro nos esperaba afuera.
— Papá! — gritaba detrás de él pero parecía no hacerme
caso — Jefe te estoy hablando!
— Y ahora que quieres hijo!
— Solo esperame unos minutos, tengo que ir a despedirme de mis amigos.
— No hay tiempo Benicio, sube al auto ahora mismo — Que!
— No lo haré, primero iré a despedirme de mis amigos.
— Ya te dije que no hay tiempo, así que subete al auto de una vez!
— Y yo ya te dije que no lo haré hasta despedirme de Agustín y Valentina! — lo reté.
Estaba a punto de responderme pero un hombre de traje negro se le acercó y le dijo algo que no pude escuchar. Mierda!
Derrepente me toma del brazo y me obliga a entrar al auto.
— Jefe que haces! — le
reproche, mientras cerraba la puerta del auto con seguro — Papá abre la maldita puerta!
— Nos tenemos que ir hijo — respondió rápidamente para luego subir al auto, encerderlo y así partir a quien sabe donde.
— Papá quiero bajar! Mierda no me quiero ir! — trataba de abrir la puerta, no me importaba si el carro esté andando, tengo que bajar! — Tengo que despedirme papá!! Por favor no me hagas esto! — lágrimas comenzaron a bajar de mis ojos al ver como salíamos del pueblo — Perdonenme — susurré mirando mi reflejo por la ventana.
* Fin Flashback *
— Pocos días después me enteré que mi padre estaba metido en una banda de mafia — lágrimas no dejaban de caer de mis
ojos — Ahí fué cuando entendí el porque la ropa tan fina, el porque de los juguetes caros cuando era niño, el porque me daba seiscientos pesos solo de propina para el colegio...él era mafioso y yo no lo sabía, nisiquiera se me cruzaba la idea por la cabeza pero aún así fué un buen padre conmigo, el de los mejores — sonreí al
recuerdo — Los policías ya lo estaban buscando, es por eso que escapó de México pero no tuvo mucha suerte ya que en Rusia lo capturaron y le dieron treinta años de prisión...me llevaron a un orfanato — sentí que me toma de las manos — Cuando cumplí dieciocho salí de ese lugar pero no tenia lana para regresar aquí a México, así que trabajé hasta conseguir una buena lana para regresar a mi México querido y ya estoy aquí — decidí regalarle una pequeña sonrisa.
Ella inmediatamente me abraza. El llanto no se hizo esperar y salió con todo su fuerza. Lloré como nunca lo había hecho en mi vida. Mi mejor amigo, al que considero como un hermano está muerto, porque! Porque le tiene que pasar esto a personas buenas como Agustín. PORQUE!
No tengo a nadie prácticamente en mi vida, mi padre está encerrado en la cárcel, mi carnal del alma esta muerto, solo tengo a mi pequeña, aquella niña que quiero con todo mi corazón, aquella rubia que considero como una hermana que nunca pude tener. Ella es lo único que me queda y la protegeré a capa y espada, no permitiré que le hagan nada malo, no permitiré que me la arrebaten como ya lo hicieron con Agustín, no pienso perderla...ya la perdí una vez por haberme separado de ella y también de Agus, no pienso volverlo a hacer.
— Eres lo único que tengo pequeña y no pienso perderte.
— No me perderás y yo no pienso dejar que me abandones otra vez, entendiste — sonrió y la vuelvo a abrazar — Sabes que te amo como un hermano
mayor.
— Y yo te amo como una hermanita menor, es por eso que eres mi pequeña.
— Nunca te lo dije pero me gusta que me digas pequeña.
— Te lo digo porque te quiero y también porque eres
chaparrita — se separó de mi abrazo.
— Que dijiste Benicio Augusto Valencia Hernandez — Mierda! Sabe que no me gusta mi segundo nombre y me lo dice.
— Hey tonta! — golpeo ligeramente su frente — Sabes muy bien que no me gusta mi segundo nombre.
— Por eso lo hago — sonrió.
Tanto Agustín, Valentina y yo tenemos algo en común. Los tres no teníamos madres, nos faltaba aquel amor materno, aquel calor de una madre protectora. La madre de Agustín falleció cuando él nació, la madre de Valentina falleció debido a una enfermedad cuando ella apenas tenía tres años de edad y mi madre nos abandono a mi padre y a mí. Nunca la conocí y en realidad tampoco quiero hacerlo.
— Que te parece si vamos a la cascada? — propuso con una sonrisa — Aquella cascada que solíamos ir de niños, te va?
No tengo muchas ganas de ir a aquella cascada pero tampoco pienso decirle que no a mi pequeña. Sé que estuvo triste por Agustín pero creo que fué en su momento ya que puedo observar aquel brillo en sus ojitos azules, aquellos ojitos que volvía loco a mi amigo. No sé pero algo me dice que mi pequeña está feliz, que su corazón lo esta, que ella lo está. Y tengo que saber el porque o tal ves agradecer a la persona que la tiene así de feliz y hermosa, tal y como la conocí.
— Orale vamos — respondí sonriendo.
Narrando escritora...
Aún lado, en una esquina se ocultaba una pelinegra observando al par de amigos. Se escondía, no quería que la vieran.
— Así que una cascada — susurró para luego dibujar una sonrisa de maldad en su rostro.
Tenía una idea, tenía un plan y estaba segura de hacerlo.
♥
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