Capítulo 45 "Un pedazito"
Narrando escritora
Por las grandes escaleras del departamento, el cuerpo de Valentina descendía rodando. Mientras que unos ojos café disfrutaban el momento, y sus labios formaban una sonrisa de gozo. Por otro lado, unos ojos verdes se encontraban llenos de angustia, miedo y preocupación.
— ¡Valentina! — grita Karol al ver que el cuerpo de la rubia había dejado de rodar y a la vez intenta ir a auxiliarla pero su mejor amiga la detiene de golpe.
— Si das un paso más, te sucederá lo mismo que a ella.
— ¿Qué? — cuestiona con confusión.
Carolina no responde, solo se acerca hacia los extremos de la escalera para poder desatar la cuerda que hace unos instantes había atado. Karol al comprender todo, el dolor, decepción miedo y preocupación aumentaron más en su cuerpo. Ella no era la Carolina que conocío cuando era niña. Definitivamente ella no es su mejor amiga — tú hiciste...esto — titubea pues aún no salía del shock que le acababa de proporcionar la pelinegra — tú hiciste que Valentina caiga por las escaleras...tú eres la culpable — aún no entendía el porque de tanta maldad.
Carolina nuevamente se queda callada, solo se le acerca y le muestra la cuerda que claramente es visible de cerca, mientras que una sonrisa de malicia se formaba en sus labios y a la vez arqueaba una de sus cejas. Pareciera orgullosa de lo que acababa de hacer, en realidad lo estaba.
— Estás loca — la aparta de su camino y con rapidez baja las escaleras para poder ayudar a la rubia quien se encontraba inconsciente en el suelo — Valentina...— se pone de rodillas y cuando estaba a punto de tocarla, la voz de Carolina nuevamente impiden su acto.
— No la toques.
— ¡Por Dios Carolina! — sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas — ¿¡Qué clase de monstruo eres!? Necesitamos llevarla a un hospital...¡Llama a emergencias!
— Estás loca si piensas que haré eso — responde mientras bajaba de las escaleras toda triunfadora — porfavor Karol, se lo merece la muy estúpida.
La ojiverde muy molesta decide enfrentarla por primera vez.
— Si no lo haces tú, lo haré yo.
Carolina comienza a reír al ver la actitud de su amiga. Realmente le parecía muy graciosa.
— ¿No me digas que ahora te importa la teñida esa? ¿Después de todo el daño que le está haciendo a Michael?
— Esa no es razón para que le hagas algo así ¿Qué te pasa? — se vuelve acercar a la rubia — oh por Dios...le está saliendo sangre de la cabeza — comienza a entrar en pánico — ¡Carolina llama ya a emergencias de una buena vez!
— ¿Crees que se puede morir por caerse de las escaleras? Porque si es así, sería de las mejores noticias que reciba en mi vida — sonríe — a no, pues ¡mi regalo de navidad adelantado! — celebra.
— ¿¡Qué diablos te pasa!? — grita la ojiverde — ¿¡Cómo es posible que le desees la muerte a alguien!?
— Porfavor Karol, no te me hagas la santita ahora, que sé muy bien que quieres que la rubia esa desaparezca y así puedas estar con mi hermano — la ojiverde evita la mirada — lo sabía, tienes un poco de maldad en tu corazón — suspira — escucha, esto es lo que vamos a hacer — se le acerca — cuando llegue Mike y la encuentre toda sangrando, nosotras saldremos de nuestra habitación y haremos como si recién nos acabamos de enterar. Fingiremos estar preocupadas ¿Me entiendes? — Karol la mira mal — porfavor deja de mirarme así porque me duele mucho amiga — se burla.
— Carolina tenemos que llevarla al hospital...quizás cuando llegue Michael, puede que sea...
— ¿Demasiado tarde? — interrumpe — eso es precisamente lo que quiero que pase.
— Porfavor deja de decir eso y llama a emergencias — vuelve a insistir con la voz quebrada — Caro, está sangrando...está mal, porfavor...
— ¿Qué acaso no entiendes? Quiero que se muera — dice con firmeza y seguridad.
La ojiverde se le queda mirando por unos instantes, sin poder creer aún lo que su mejor amiga acababa de decir. Sin poder creer aún el nivel de maldad que una persona pueda tener en su corazón. No lo entendía, no quería aceptar que la Carolina que tenía al frente, era la verdadera. Una Carolina llena de odio, maldad y venganza.
— ¿Quién eres? — reacciona.
En eso se escuchan pasos acercarse al departamento, rápidamente la de los ojos café toma de la mano a la ojiverde y casi a rastras la hace subir a su habitación.
— No podemos dejarla ahí...
— ¡Sube! — reprocha bajito.
Suben a la habitación y se encierran en ella, mientras escuchaban como unas llaves intentaban abrir la puerta principal.
— Ya sabes, actúas de lo más natural...como si recién la estuvieras viendo — advierte la pelinegra.
Mientras tanto un castaño de ojos avellanas intentaba abrir la puerta de su departamento, sus labios formaban una hermosa sonrisa, pues así era cada vez que regresaba a casa, ya que vería y estaría con la mujer que ama. Muy apesar del cansancio, las ganas de volver a casa era una felicidad infinita para él. Era eso y más lo que provocaba Valentina Zenere en él. Tanta felicidad que en cuestión de segundos se desvanecieron por completo, pues al abrir la puerta, lo primero que sus ojos captan es a su rubia favorita tirada en el suelo totalmente inconsciente y sangrando por la cabeza. Sus pies por si solos corrieron hacia ella, poniéndose de rodillas y a la vez sintiendo como su corazón se consumía por dentro.
— ¡Bonita! — grita con con la voz totalmente quebrada — mi amor...amor, bonita — toma sus mejillas y las acaricia con la esperanza de que abra los ojos — bonita...
— ¿Qué...¡Valentina! — aparece Carolina fingiendo preocupación para luego bajar las escaleras y llegar hasta ellos — Mike, espera no la toques...
— ¡Mi amor! — comienza a llorar.
En eso aparece la ojiverde.
— ¡Karol! — grita la pelinegra — ¡Llama a emergencias! ¡Ahora! — mira a su hermano — Mike, tranquilo...
— ¿¡Tranquilo!? — reprocha — bonita...¡Amor!
— ¡No te quedes ahí paradota Karol! ¡Llama a emergencias! — vuelve a gritar la pelinegra a lo que la ojiverde reacciona e inmediatamente toma su móvil con mucho nerviosismo y llama a emergencias — maldición está sangrando...Mike...
— Ella va estar bien — mira a su hermana por unos segundos — yo no puedo esperar...tengo que llevarla al hospital ahora mismo...
— Mike espérate que la ambulancia ya está en camino, porfavor tienes que estar tranquilo.
— Cómo me pides eso...yo...— cierra los ojos con fuerzas para evitar seguir llorando pero era imposible — mi bonita tiene que despertar — toma con mucho cuidado las manos de Valentina — amor vas a estar bien, tienes que estar bien — las besa con suavidad — ¿Qué fue lo que te pasó? Qué...pasó...
Susurraba sin apartar mirada de su amada, mientras que Carolina cómo Karol solo se dedicaban a escuchar los lamentos del castaño. Una fingía angustia y preocupación mientras que otra si lo sentía realmente.
...
— ¿Qué fue lo que le pasó? — preguntó una enfermera que se interpuso en el camino de Michael, mientras transladaban a Valentina en una camilla.
— Creo que se calló por las escaleras — responde Karol, para luego recibir una mirada amenazante por parte de Carolina.
— Enfermera, ella va estar bien verdad...porfavor ella tiene que estar bien — se escucha la voz alarmante de Michael — déjeme entrar porfavor...yo tengo que estar con ella...
— Joven porfavor tranquilicese. Ahora mismo la están revisando. Le mantendré informado, con permiso — se retira.
Michael llevó las manos a su rostro para luego subirlas a su cabello y desordenarlo con total desesperación.
Si algo malo le pasaba al amor de su vida, su vida acabaría en un instante, eso es seguro.
— Mike, ella va a estar bien. Ahora la están revisando, verás que todo saldrá bien — trata de consolarlo Carolina.
En eso aparece Benicio, lleno de angustia, miedo y preocupación.
— ¿¡Dónde está mi pequeña!? — cuestiona con la voz apagada — ¿Qué fue lo que le pasó? — se dirigió a Michael — quiero verla...
Ambos jóvenes cruzan miradas pero está vez no fueron miradas de odio, rabia o venganza, está vez eran miradas de compresión, tristeza, miedo y sobre todo dolor. Ambos muchachos compartían un mismo sentimiento, pues ambos amaban con todo su ser a la misma mujer, uno de forma amorosa y el otro como una hermandad. Ambos por primera vez sintieron esa necesidad de consuelo mutuo, ambos sintieron ese miedo de perderla. Ambos olvidaron por completo sus diferencias y problemas, y aunque ninguno se decía nada, pues sus rostros y miradas reflejaban miles de palabras, como si de una conversación se tratara.
...
Un par de horas habían transcurrido, un par de horas donde la angustia y miedo consumían lentamente los corazones de dos muchachos. Un par de horas en que no habían recibido noticia alguna sobre la pequeña rubia y eso los desesperaba completamente.
Mientras que por otro lado, Valentina comenzaba abrir lentamente sus párpados para así dejar ver sus hermosos ojos azulados.
— Veo que ya estás despertando — se escucha una voz en la habitación.
Valentina parpadeo un par de veces mientras miraba a su alrededor con extrañeza.
— ¿Dónde estoy? — cuestiona confundida.
— En el hospital, tuviste una caída por las escaleras y ahora que estás despierta necesito hacerte unas preguntas — se le acerca — ¿Cuál es tu nombre? ¿Lo recuerdas?
— Soy Valentina...Valentina Zenere — responde tímidamente.
— ¿Cuántos años tienes? — continúa el hombre de chaqueta blanca.
— 18...
— ¿Recuerdas lo que te pasó? ¿Recuerdas cómo te caíste?
— Solo recuerdo que mis pies se enredaron con algo...disculpe, quiero ver a mi novio...debe estar muy preocupado, lo puedo sentir.
El doctor sonríe.
— Pues digamos que no para de intentar entrar a la habitación y ni que decir de sus preguntas. Está que vuelve locas a las enfermeras.
Valentina sonríe con él.
— ¿Puede decirle que venga?
— Por supuesto, debe estar desesperado ya que no le eh informado nada desde que llegó al hospital. Por suerte el golpe que sufrió debido a la caída, no les hizo algún daño.
— ¿Les? — cuestiona confundida.
El doctor frunce el ceño.
— Sí, usted y su bebé — fue ahí que Valentina sintió como su corazón se detuvo por completo — ya le hemos hecho exámenes, ecografías y un ultrasonido para verificar que el bebé no haya sufrido ningún daño, gracias a Dios fue así. Solo tienes una leve fractura en el pie izquierdo pero no es grave al igual que la herida en la cabeza y también una ceja rota. Lo que si es recomendable es que mantengas reposo absoluto, por la salud de ambos — suspira — no te lo voy a negar pero has tenido mucha suerte que tu bebé esté a salvo porque muchas veces en estos casos, hay perdidas pero gracias a Dios no es tu caso — vuelve a sonreír.
Valentina sintió sus ojos humedecerse.
— ¿Voy a ser...ma...má? — titubea con emoción mientras su corazón latía a mil por hora.
El doctor pone rostro de confusión.
— Claro que sí jovencita — la rubia sintió como lágrimas salían de sus ojos pero no eran de tristeza sino de una felicidad infinita, mientras una sonrisa dibujaban sus labios en su rostro. El doctor al notar esa expresión, se dió cuenta que la rubia no sabía absolutamente nada — no lo sabías ¿Verdad? — pregunta y ella niega sin dejar de sonreír y sollozar — felicidades, porque vas a ser mamá de una niña muy sana y fuerte — Valentina solloza con más fuerza.
— ¿Una...una niña? — toca su vientre — pero como lo sabe...¿Cuántos meses tengo? Soy una irresponsable...como no me di cuenta que estaba...
— Embarazada — termina la oración sonriendo.
— Doctor...pero cómo sabe que es una niña, se supone que el sexo se sabe a partir de los cuatro meses...no lo entiendo.
— Tienes veinte semanas de gestación Valentina, a lo que equivale cinco meses con dos semanas. Supongo que eres primeriza y tu contextura es delgada, es normal que no se te note el vientre pero no creas que por eso no tendrás panzita.
— ¿Cinco meses? Yo...doctor pero mi...— sintió conmoción en sus palabras, era la primera vez que lo decía — mi pequeñita, ella está bien ¿Verdad? No le pasó nada con la caída que tuve...mi bebé está bien ¿Verdad?
— Sí Valentina — su corazón se relajó al escuchar la respuesta — como te dije, ya te hemos hecho exámenes, ecografías y ultrasonidos, tu bebé no sufrió ningún daño. Esa pequeñita tiene un corazón muy fuerte, igual que la madre.
— Doctor...yo no sabía nada, no sabía que estaba embarazada y soy muy tonta por poner en peligro a mi hija... debí fijarme bien antes de bajar las escaleras — comienza a sollozar.
— Valentina tranquilizate, no fue tu culpa. Quizás sentiste un mareo y debido a eso fue tu caída pero porfavor cálmate que tu bebé está bien, sana y salva. Eres muy joven y no eres la primera jovencita que tarda meses en descubrir su embarazo. Aquí lo que importa es que tú y tu niña estén fuera de peligro — la ojiazul le dedica una dulce sonrisa como respuesta — ahora, haré pasar al futuro padre.
— Doctor — interrumpe — porfavor, no le diga nada sobre mi embarazo...es que quisiera que sea sorpresa.
— Como tú desees, más bien quisiera saber cuál de los dos muchachos es tu novio.
— ¿Dos?
— Sí, hay dos muchachos afuera como locos preguntando por ti.
Valentina vuelve a sonreír.
— Pues creo que uno es mi mejor amigo y el otro es el amor de mi vida. Cuando salga, solo diga que quiero ver a mi bestia.
...
Michael entró a toda velocidad a la habitación donde se encontraba su rubia favorita.
— ¡Bonita! ¡Amor! — la llena de besos con mucha ternura y cuidado de no lastimarla.
— Amor...¿Puedes dejarme respirar? — bromea y recibe una mala mirada — estoy bien.
— ¿Así? — sus dedos acarician sus suaves mejillas — ¿Entonces dime porque estás llorando?
— De felicidad — susurra — soy la mujer más feliz del mundo mundial y todo gracias a ti...Mike, te amo.
— También te amo y casi me muero al sentir que te perdía. Bonita, sin ti mi vida no tiene sentido...ese susto y miedo que sentí al verte inconsciente en el suelo...yo...
No termina de hablar ya que la rubia captura con dulzura sus labios, mientras que sus lágrimas mojaban las mejillas del castaño.
— Ya no llores mi amor — vuelve a secar las lágrimas con los pulgares de sus dedos.
— Es que soy tan feliz.
— También lo soy, si estás a mi lado, lo seré siempre.
— Mike...tengo que decirte algo — toma sus manos — pero antes quiero que cierres los ojos — el castaño hizo caso, a lo que la rubia aprovechó para juntar sus frentes — eres el amor de mi vida, la persona con la que quiero estar por siempre hasta incluso después de la muerte — toma la mano izquierda y la lleva a su vientre — ábrelos — Michael abrió los ojos con lentitud y lo primero que hizo fue ver dónde se encontraba posada su mano izquierda, sintió como su corazón gritaba en salirse de su lugar; levanta la mirada y encuentra aquellos ojitos azulados que combinan perfectamente con el reflejo de la luna. Él no lo sabía pero sus ojos avellanas poco a poco comenzaron a humedecer pues sintió en lo más profundo algo inexplicable — un...un pedazito tanto tuyo como mío, está creciendo dentro de mí...vas a ser papá mi amor.
🖤
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