Capítulo 44 «Los recuerdos de Agustín»

Narrando escritora

— Agustín.

Aquel nombre removió sentimientos y emociones a una pequeña rubia, mientras que a un castaño despertó rabia y celos descontrolados.
El ambiente se tensó y se tornó silencioso luego de que Valentina haya mencionado el nombre de su primer amor. Michael sintió un extraño dolor en su corazón, mientras que los ojos azulados de la rubia, se comenzaban a llenar de lágrimas. Pues mencionar aquel nombre hizo que miles de recuerdos invadieran su mente, no por que sienta amor, sino porque ese hilo que la ata a él siempre permanecerá intacto, inquebrantable, de la misma forma como lo es con su mejor amigo, Benicio. Algo incapaz de romperse.

Los ojos avellanas de Michael miraban fijamente los pequeños ojos azulados de Valentina. Mientras que un par de ojos verdes y otro par de ojos café, observaban la escena muy atentamente. Una de ellas gozaba la discusión que se aproximaba, mientras que la otra se sentía completamente culpable.

— Mike...

Rompe el silencio con un susurro pero lo cual fue interrumpido.

— Aún no lo olvidas ¿Verdad? — estaba molesto y su rostro claramente lo reflejaba.

— Yo...

— Respóndeme Valentina — la rubia sintió ganas de llorar, uno porque sabía muy bien que él nunca la llamaba por su nombre, solo lo hacía cuando él estaba molesto con ella; y dos por qué su tono de voz sonó tan quebrado que para ella era la peor tortura de su vida.

Trata de acercarse pero él con rapidez se aleja. Los celos una vez más, lo estaban cegando. El castaño cuando está celoso puede hasta llegar a decir cosas que después se arrepentirá de haberlas dicho. Cosas que solo dicen de su boca, más no de su corazón.

— Déjame que te explique, yo...

— Aún no lo olvidas, eso es lo que pasa — nuevamente no la dejó hablar — porque eso es lo que me explica esta nota ¿Por qué aún la tienes? ¿Acaso no es pasado? — sonríe con tristeza — ya veo... aún tienes sus recuerdos.

— ¿De dónde la sacaste? — limpia sus lágrimas con sus dedos — ¿Estuviste revisando mis cosas? ¿Cómo fuiste capaz de hacer algo así?

— Eso significa que hay más que esta carta — vuelve a sonreír con tristeza — respóndeme ¿Hay más que esta nota que tengo en mis manos?

— No tienes ningún derecho de rebuscar mis cosas.

— No te lo puedo creer Valentina — lleva sus manos a su rostro — ¿Piensas que yo haría algo así?

— ¿Entonces cómo llegó esa nota a tus manos? Si no fuiste tú, alguien tuvo que entregartela...

— Te felicito eh — trata de no llorar — dime ¿Qué se siente no poder olvidar tu primer amor? ¿Qué se siente aún guardar recuerdos de él? Espera, ¿Qué se siente que te escriban una canción?

— ¿Cómo llegó esa nota a tus manos? — la rubia vuelve a insistir.

— Debes estar muy feliz verdad.

— Mike...

— ¿Quieres que la lea o mejor te la canto?

— Basta...

— Te la canto entonces — sus ojos llorosos se concentran en las letras que estaban escritas en la nota — Haces que mi sueño vuelva a tener ese azul — comienza a cantar con la voz tan apagada.

— Michael para...

— Pintas de colores, mis mañanas solo tú...

— Para porfavor — suplica.

— Navego entre las olas de tu voz y tú y tú y tú y solamente tú...

— ¡Basta! — pega un grito y a la vez intenta quitarle la nota pero él fue más rápido y no se lo permitió — ¿Por qué me haces esto? — quería romper en llanto.

Él mira con mucha intensidad aquellos ojos que tanto ama, aquellos ojitos que no les gustaba que derramen lágrimas.

— ¿Y tú porque me hiciste esto? — evita la mirada por unos instantes mientras trataba de respirar — lo que pasa es que...quisieras que él te la cante ¿Verdad? — la rubia bufa cansada — es eso, yo la canto tan mal...además, esta canción te la escribió él y de seguro te la cantó. Me lo imagino, su voz suena mejor que la mía.

— Deja de comportarte así... realmente odio cuando te comportas así.

— Y yo odio que aún no olvides a un ser que dejó de existir en años.

Eso fue la gota que derramó el vaso. Valentina sintió ganas de bofetearlo pero no lo hizo, la única respuesta ante ello, fue volver a llorar.

— Gracias por recordármelo — responde fríamente que el castaño se sintió morir poco a poco — y tenías mucha razón, aún no lo he olvidado — Michael sintió un fuerte dolor en su corazón, pareciera como si una estaca lo hubiera atravesado — Agustín fué, es y será una persona importante en mi vida y lo sabes muy bien. El hecho de que sea importante en mi vida y que jamás podré olvidarlo, no significa que aún lo siga amando. Yo lo amé en su momento pero ese amor se transformó en un querer, el mismo que siento por Benicio. Y nada podrá cambiarlo, ni siquiera tú Michael — le da la espalda y comienza a buscar algo en su armario.

— Si ya no lo amas, entonces porque sigues teniendo recuerdos de él — la rubia solo se dedicaba a encontrar algo en su armario — ¿Por qué aún mantienes esta nota?

Valentina logró encontrar aquella caja azul donde guardaba los recuerdos de Agustín, aquel baúl de los recuerdos vividos junto a esa persona, aunque en su corazón ya se encontraban grabados. Ya teniendo en sus manos la caja del mismo color de sus ojos, decide girarse y capturar la mirada de su amado, quién por cierto las lágrimas habían descendido por sus mejillas. Le dolía y  se sentía culpable por eso.

— Quizás mi error fue no decirte nada sobre el contenido de esta caja — titubea con miedo — pero quiero que sepas algo Michael — se le acerca lentamente — esta caja dejó de abrirse en el momento en que te conocí.

— ¿Qué hay ahí dentro?

Valentina suspira por unos segundos para luego volver abrir aquella caja azul que había dejado de abrir hace un par de años. La ojiazul no se dignó a mirar el contenido, no se sentía capaz de hacerlo pero los ojos avellanas de Michael si lo hicieron. Y una ola de celos lo invadieron de cuerpo y alma. ¿Cómo podría seguir guardando cosas de su ex?, se preguntó. Pero lo que más le dolió, es saber que aquella caja de recuerdos había estado con ella durante todo el tiempo que lleva de novio con Valentina, durante toda la época en el que él era una bestia...¿Por qué nunca le contó sobre la existencia de esa caja? Y lo peor es que ¿Por qué nunca se deshizo de ella? ¿Por qué aún lo conservaba? El castaño está completamente seguro sobre los sentimientos de Valentina hacia su persona pero no podía entender porque su rubia mantiene recuerdos de su primer amor. Eso lo sacaba de quicio, le molestaba y aumentaba cada vez más sus celos.

— Mike...

— ¿Fotos? ¿Peluches? ¿Más cartas? ¿Un móvil?...qué...no entiendo porque tienes todo esto contigo.

— Tú no tienes idea lo mucho que sufrí al perder a Agustín — ese fue el momento en que Michael sintió por unos segundos que la hiba a perder — y todos estos recuerdos los guardé en esta caja azul...cada noche la abría y no podía evitar llorar, no podía evitar recordarlo, yo lo extrañaba un buen...me era díficil seguir sin él pero te conocí y...

— ¿Por qué nunca me lo dijiste? — interrumpe — me duele mucho Valentina.

— Créeme que a mí más, yo nunca quise hacerte daño Michael...yo te amo, te he demostrado que quiero estar a tu lado por el resto de mi vida, hasta incluso después de la muerte...nunca debí ocultarte sobre la existencia de esta caja, debí decírtelo pero créeme que hasta yo misma olvidé por completo que la caja estaba en el armario.

— Quiero que seas completamente sincera conmigo Valentina — conecta su mirada con la de ella — tú...¿Aún lo recuerdas?

— Ya te lo dije Michael, Agustín es y será parte de mí vida. Porfavor entiéndelo.

— Dime...¿Qué pasaría si él nunca hubiera muerto? ¿Ustedes dos continuarían juntos?

Valentina lo piensa por unos instantes, pues nunca se lo había preguntado.

— Mike...

— Quiero escuchar tu respuesta — insiste — porfavor responde.

— Pues...lo más probable es que nunca te hubiera conocido — fue sincera y le dolió un poco al castaño.

— ¿Entonces tú y yo no estuviéramos juntos?

— Mike...

— Y serías feliz al lado él ¿Verdad?

— No sigas sí...porfavor...

— Él sería el amor de tu vida.

— Para...

— Él sería la persona con la que pasarías el resto de tu vida.

— ¡Basta! — grita al borde del llanto — dame la nota — exige.

— ¿Si tienes muchas para qué quieres otra?

— Michael dámela.

— Claro, lo que pasa es que esta es muy importante.

— Dame la nota.

— Y si no quiero ¿Qué?

— ¡Es mía! — vuelve a gritar.

— Lo sé — suspira con tristeza — total, él la escribió pensando en ti — le entrega la carta.

Y cuando apenas se la devolvió, Valentina salió de inmediato del departamento junto a su pequeña caja azul. Ambos al borde de las lágrimas, ambos sintiendo como una parte de ellos se quedaba en la otra persona, pues así era, ya que ellos dos solo eran uno. Michael sintió un frío tremendo cuando su novia desapareció detrás de la puerta de la habitación, sintió como la mitad de él se la llevaba aquella rubia sin niciquiera pedir permiso alguno. Mientras la rubia sintió la misma forma, que una parte de ella se quedó en aquel chico de ojos avellanas que tanto ama. Sintió culpa, porque si ella le hubiese contado sobre la existencia de aquella caja, no habría ningún problema, ninguna discusión, ningún sufrimiento, ningún dolor.

La ojiazul caminaba por las calles mientras las lágrimas no dejaban de caer de sus hermosos ojos. Sus brazos abrazaban contra su pecho la pequeña caja azul dónde albergaban los recuerdos de Agustín. Tenía en mente ir donde su mejor amigo pero prefirió ir a otro lugar, tenía que hacer algo, algo que debió hacer hace mucho tiempo.

Por otra parte el castaño reaccionó y salió en busca de ella pero fue demasiado tarde porque cuando pisó la calle no encontró rastros de su novia y eso le comenzó a angustiar y preocupar porque ya la oscuridad de la noche se había apoderado de la Argentina. El miedo de que algo malo le pase a la mujer de su vida invadió profundamente su cuerpo. Y más todavía si ella no conocía del todo la ciudad. Se desesperó pero en su mente atravesó la idea de que ella puede que esté con Benicio... tenía que estar con él, no habría que pensarlo más. Así que rápidamente comenzó a correr hacia el edificio donde se hospedaba el chico, lo cual por cierto no quedaba muy lejos de su departamento.

— Michael que...

— ¿Dónde está Valentina? — no lo deja terminar.

— ¿Qué? — frunce el ceño confundido.

— Ella está aquí ¿Verdad?

— Se supone que mi pequeña debe estar en vuestro departamento.

— Yo sé que ella esta aquí, así que dile que la quiero ver...

— Michael, ella no esta aquí...¿Qué pasó? ¿Dónde está mi pequeña?

— Ella tiene que estar aquí Benicio ¡Valentina! — la llama en un grito.

— Te digo que ella no esta aquí — se comienza a preocupar — ¿Dónde está mi pequeña? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Se supone que debería estar contigo? — lo interrogó pero el castaño lo único que hizo fue salir de ahí, ignorando por completo los llamados de Benicio.

Michael comenzó a desesperarse pues si algo malo le sucedía a su rubia por su culpa, él no podría seguir con vida. Eso es seguro.

Mientras el de ojos avellanas correteaba por las calles argentinas buscando a su amada, ella se encontraba sentada bajo un árbol, apretando contra su pecho la pequeña caja de recuerdos, como si de un peluche se tratara. Sus ojos azules se encontraban perdidos en una laguna cristalina donde claramente el reflejo de la luna se hizo presente en ella. De un momento a otro baja la mirada hacia la caja y sin pensarlo decide abrirla. Y fue en ese preciso momento, cuando abrió la caja...miles de recuerdos atravesaron como estrellas fugaces en su mente.





[...]

La pequeña Valentina entraba lentamente a una panadería pero eran tan torpes sus pies que tropezaron con un saco lo cual la hizo caer en otro saco de harina.

— Aiii — se queja cuando cayó sentada sobre el saco, totalmente cubierta de harina — ¡Auxilio! ¡Ayuda! — sus pequeños ojos se encontraban cerrados, con sus manos trataba de buscar algo para poder levantarse pero lo que sintió fue unas cálidas y suaves manos sujetando las de ella. Al principio se tensó pero luego se relajó totalmente — ayúdame porfavor...no puedo abrir los ojos, yo no quiero quedarme ciega...soy muy niña para quedarme ciega.

El pequeño niño que se encontraba sujetando sus manos, comenzó a sonreír con dulzura, como jamás lo hubiera hecho un su corta vida. Realmente aquella niña, si que era exagerada.

— Tranquila...que solo es harina — la ayuda a levantarse con mucho cuidado.

— ¿Harina? ¿Tonces no me quedaré ciega? — se escucha una pequeña risita — ¿Oyeme de que te ríes? ¿Te estás burlando de mí?

— ¿Siempre eres así de exagerada?

— No puedo abrir los ojos, sabes.

— Pos déjame que te ayude.

El pequeño con sus manitos comienza a quitar la harina que había en el rostro de Valentina.

— Oyeme ¿Qué haces?

— Quitándote la harina...ya está, ábrele los ojos.

— ¿Estás seguro?

— Muy seguro, ya ábrele los ojos.

La pequeña rubia comenzó abrir lentamente sus párpados y cuando ya los tenía abiertos pudo ver el rostro del pequeño que hace unos instantes la había ayudado. Ambos niños conectaron miradas y tanta era su conexión de ambos que sus mejillas se tornaron rojizas.

— Soy Agustín — se presentó el pequeño de ojos café con la voz muy nerviosa.

...

— Y tenemos a una nueva alumna, ella acaba de mudarse al pueblo y espero que todos ustedes la hagan sentir como en casa — habló la maestra — puedes pasar mi niña.

La pequeña rubia muy nerviosa entró a su nuevo salón de clases. Todos los niños comenzaron a mirarla pero ella sintió una mirada ya conocida y de cierta forma especial. Levantó la mirada y sus ojos azules se topan con unos ojos café y fue en ese momento que sintió como miles de mariposas revoloteaban en su panza. Sintió como su corazón palpitaba con mucha fuerza. Era la primera vez que sentía algo así. ¿Me estaré enfermando?, pensó.

...

— A que no me puedes alcanzar.

— No me retes ojitos.

Valentina le saca la lengua con burla. Agustín no pudo evitar sonreír ante sus muecas. El castaño aumentó su velocidad y pudo tomarla en sus brazos pero a la vez no pudo contener su equilibrio, y ambos caen sobre el césped recién podado. Valentina encima de él, con los rostros muy cercas y con sus corazones latiendo a mil por hora. Ambos decidieron acortar distancia pero una voz hizo que se separen de golpe. Una vez más, habían sido interrumpidos de las tantas veces en que pudieron darse su primer beso.

...

— ¡Feliz cumpleaños! — gritaron ambos niños con mucha alegría.

Valentina sonrío y sintió ganas de llorar pero de felicidad.

— La idea fue del Agus — habla Benicio — y pos la torta la hizo él con sus manitas.

...

— ¿Qué es lo que más te gusta de mí?

— Tus ojos.

...

— ¿Quieres venir conmigo? — extiende su pequeña mano hacia ella.

— Siempre — responde sin dudarlo y a la vez tomando su mano.

...

— Agus tengo miedo — el castaño la rodea con sus brazos — ahora ya no tengo miedo — acurruca su cabeza en el pecho del niño — contigo mis miedos se espantan por completo.

— Yo siempre estaré para protegerte.

— ¿Por qué tú corazón late con tanta fuerza?

— Tú eres la culpable de eso.

...

Agustín quita las manos de los ojos de Valentina.

— Feliz cumpleaños ojitos, no tuve mucha lana para comprarte algo, así que por eso preferí regalarte las estrellas.

— Me encanta.

...

— Haces que mi cielo, vuelva a tener ese azul ♪♪ pintas de colores, mis mañanas solo tú ♪♪ Navego entre las olas de tu voz y tú y tú y tú y solamente tú...

...

— ¿Sabías que las estrellas tienen nombre?

— ¿Así? ¿Haber dime una?

— Valentina.

— No seas bobo, ese es mi nombre.

— Tú eres mi estrella.

...

— ¿Quieres ser mi chava?

...

— Prométeme que...no le cerrarás las puertas al amor.

— ¿Por qué me haces esto?

— Porque...te amo, prométemelo ojitos...

— Te lo prometo.

— Sé feliz Valentina, te amo y te amaré siempre.

[...]







— Te lo prometí y cumplí con mi promesa — susurra la rubia con lágrimas en los ojos — fui muy feliz a tu lado Agustín, sabes que te amé con todo mi ser...eres y seguirás siendo una persona muy especial en mi corazón. Te prometo que nunca te olvidaré, nunca sucederá eso — sonríe y a la vez mira su anillo de compromiso que llevaba en uno de sus dedos — soy infinitamente feliz, conocí al ser que jamás creí que volvería a amar luego de amarte a ti pero Michael es el dueño de mi corazón, mi otra mitad, mi complemento, mi todo — seca las lágrimas con sus dedos mientras sus ojos se encontraban posados en una pequeña fotografía dónde se encontraba Agustín con una dulce sonrisa — la verdad es que no soy capaz de seguir viviendo sin él — vuelve a sonreír — esto debí hacerlo hace mucho tiempo...dejarte ir, tal vez yo te estuve reteniendo a que estés conmigo cuando la realidad es otra, te estuve reteniendo en este mundo cuando tú deberías estar en el cielo...y aunque me duela tanto que ya no estés en este mundo, igual tengo que hacerlo pero quiero que sepas que tus recuerdos se mantendrán intactos, aquí — toca su pecho como señal de su corazón — siempre estarán aquí Agustín, nada ni nadie podrá borrarlos — nuevamente limpia sus lágrimas — gracias por aparecer en mi vida, gracias por hacerme sonreír a cada instante, gracias por hacerme infinitamente feliz, gracias por dejarme entrar en tu corazón, gracias por todos los hermosos momentos que viví a tu lado, gracias por las veces que me dijiste “Te amo”, gracias por ser un buen novio, gracias por ser un buen amigo, gracias por ser un buen confidente, gracias por ser mi primer amor, gracias por hacerme conocer lo tan hermoso que es el amor, gracias por presentarme a la persona que hoy en día amo como un hermano, gracias por tus besos, por tus caricias, por tus canciones, por tus susurros, por protegerme, por estar siempre en los momentos en que más te necesitaba...por todo. Soy feliz Agustín, tal y como lo quisiste. Sé que tú también lo estás, lo puedo sentir — cierra sus ojos — ¿Puedes escucharme? ¿Estás aquí? Si es así quisiera verte...aunque sea por última vez — abre los ojos lentamente con la esperanza de ver aquellos ojos café que en un tiempo fueron sus favoritos pero lastimosamente no encontró nada. Baja la mirada con tristeza pero fue en ese momento que sintió como alguien le soplaba con dulzura el rostro, apartando un pequeño mechón rubio que cubría uno de sus hermosos ojos. Ella lo sabía perfectamente, no era el viento, era su Agustín. ¿Cómo saberlo? Pues el chico de ojos café, tenía esa costumbre cada vez que un pequeño mechón de su hermosa cabellera cubría una parte de su rostro. Lo sabía perfectamente — sé feliz — susurra con una cálida sonrisa que formaban sus delgados y rosados labios.

Valentina había traído de su departamento una cajita de fósforos, tomó una cerilla y la prendió en instantes. Su mirada se perdió por unos segundos en la pequeña llama de fuego que posaba en el palito de fósforo. Bajó la mirada a la pequeña caja azul dónde se encontraban los recuerdos de Agustín, y segura de sus actos, lanza la cerilla en la caja lo cual segundos después comenzó a arder en llamas. Todos los recuerdos de Agustín, las cartas, las fotografías, los pequeños regalos a excepción del móvil que minutos atrás lo lanzó a la laguna que estaba cerca de ella, todos aquellos recuerdos se encontraban consumiéndose por las llamas del fuego.

— No necesito nada de eso para recordarte porque tus recuerdos siempre los tendré bajo siete llaves en mi corazón. Siempre — susurra al borde del llanto, pues de cierta forma loe dolía haber hecho lo que acababa de hacer hace unos instantes.

Mientras tanto, unos ojos avellanas había presenciado absolutamente todo. De sus hermosos ojos no dejaban de salir lágrimas. Al fin Michael había entendido. Agustín era pasado pero eso no significa que su rubia no deje de recordarlo porque ahora lo entiende, el es y será una persona especial en su vida, tal y como lo es Benicio.
Se había comportado cruelmente ante ella y es que tiene que controlar sus celos impulsivos porque muchas veces aquellas palabras frías, dañan a las personas que más amamos en nuestras vidas.

Michael comienza a dar pasos lentos hacia ella y cuando ya no existía distancia entre ellos, el castaño se pone a la altura de su novia quien por cierto se encontraba de espaldas.
Su mano derecha se posa cálidamente en una de las mejillas de Valentina y ella al sentir ese tacto tan suave y especial, rápidamente gira la mirada y así conecta sus ojitos con los del castaño.

— Perdóname — susurra Michael de manera suave y muy arrepentido.

— Perdóname tú a mí, debí decirte sobre la existencia de esa caja, yo...

— Perdóname tú a mí, bonita — acaricia sus rosas mejillas con la yema de sus pulgares — ahora lo entiendo todo...soy muy celoso ¿Verdad?

Valentina solo sonrío para luego abrazarlo. Los labios de Michael también formaron una sonrisa mientras sus brazos acunaban a la mujer de su vida.

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Un mes había pasado en que los recuerdos de Agustín desaparecieron definitivamente pero solo de manera física porque Valentina los tenía muy bien guardados en su corazón. Cada uno de ellos.
Michael perdió un poco la confianza en su hermana, pues fue ella quién le había dicho que aquella nota había sido escrita por Valentina, fue ella quién había rebuscado las cosas de su novia y eso lo molestó un poco. Carolina debido a esto acumuló más odio y sed de venganza en su interior, ella estaba segura de que debido a la carta, su hermano y Valentina tendrían una discusión muy fuerte, discusión que ni un día duró. Por otra parte Ruggero tuvo que regresar por un tiempo a Tamaulipas, pues debía ocultar pruebas que lo declararía culpable por el asesinato de Lionel Ferro, su “disque” mejor amigo; al cuál mató sin piedad alguna.
Karol, cada vez conocía el odio de Carolina hacia Valentina, la ojiverde nunca había visto tanto odio en los ojos de la pelinegra, pues aquella vez en que Michael y la rubia discutieron, Karol pudo ver en los ojos de Carolina sensación de placer, pues disfrutaba, gozaba ver cómo su hermano hacía sufrir a Valentina, le gustaba el sufrimiento de la ojiazul y eso la comenzaba asustar un poco, pues esa no era la Carolina que ella conoció cuando era una niña.

— Ahora que Ruggero no está, es el momento preciso para aprovechar la situación — se dijo para si misma Carolina sin darse cuenta que Karol había escuchado su susurro — me voy a vengar de esa teñida maldita, esa desgraciada la pagará toditas por interponerse en mi camino. Karol — miró a su amiga quién al escuchar su nombre, fingió escribir en su cuaderno rosa.

— ¿Qué pasa? — cuestiona con miedo.

— ¿No crees que Valentina merece un castigo por todas las fechorías que ha estado haciendo?

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

— Vente — la toma de la mano y la saca de su habitación — ve a buscar a la idiota esa y dile que suba a mi habitación.

— ¿Para qué?

— Tú solo haz caso a lo que te mando — la regaña con molestia — te le inventas algo pero haces que esté un buen tiempo en mi habitación ¿Entiendes?

— ¿Para qué quieres que haga eso Carolina?

— Tú solo haz lo que te digo.

— Recuerda que Ruggero dijo que nada con hacer daño a cualquiera de los dos — advierte y eso molestó bastante a la pelinegra.

— Pero fíjate que nuestro querido aliado no está, así que ve ahora mismo a donde esa teñida y hazla subir a mi habitación ya.

Karol lo piensa por unos instantes pero ante la mirada de odio de su amiga, decide hacer caso a lo que dijo. Va en busca de Valentina y la hace subir a la habitación de Carolina para luego inventarle cualquier excusa y así entretenerla. Mientras tanto Carolina, había sujetado una pequeña cuerda, lo cual no era fácil de notar, en los extremos de las escaleras, en la parte baja. Cuando ya tenía listo su plan, se dirige a su habitación y hace señas a Karol, indicándole que haga salir a la rubia de una buena vez. Y lo hizo, Valentina confundida ante el comportamiento de Karol, decide bajar a su habitación. Caminaba en dirección a las escaleras y de pronto sintió como uno de sus pies se enredó, haciéndola caer y rodar por las grandes escaleras.

Karol nuevamente vio en los ojos de su amiga, satisfacción, placer, gozo, como sus labios formaban una sonrisa maliciosa, de burla...mientras Valentina rodaba por las escaleras.
¿Quién es ella? ¿Dónde está su verdadera mejor amiga?, pensó pero lo que no sabía era que que aquella persona que veía, era la verdadera Carolina.

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😲😲😲

El final se acerca hermosuras


~ Escenas que salen en el tráiler se aproximan ~

• La caída de Valentina por las escaleras...¿Qué consecuencias traerá? ¿Muerte?

• La venganza de Ruggero...¿Abusará sexualmente de Valentina?
“Lo hago todo para conseguirlo”

La escena final del tráiler...¿Quién es la persona que se deja caer por el precipicio?


«No todas las historias de amor tienen un final feliz...»

~ Cristivp



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