Capítulo 23 «Maldita realidad»

Michael

Mi corazón estaba hecho añicos, pareciera como si miles de cuchillos lo hubiesen atravesado con fuerza, lo cual hizo que sangrara y al mismo tiempo  doliera.

¿Como voy a sobrevivir sin ella?

¿Que haré en un país en lo cual no pertenezco?

Quisiera que todo esto sea una maldita pesadilla, quisiera despertar! Despierta Michael! Maldicion abre los ojos!

— Mike, tranquilo — siento como su mano se une a la mía.

No es una pesadilla, es la maldita realidad! Mierda! Porque me tiene que pasar esto a mí! Que hice para merecer esto!? Maldicion que hice!

— Ya no llores, por favor me mata verte así — siento como sus dedos secan mis lágrimas, lo cual fué en vano porque cada lágrima que secaba una nueva salía y volvía a mojar mis mejillas.

No respondí nada, nisiquiera tenía fuerzas para articular palabra.

Derrepente siento como el avión comienza a moverse. No por favor! Por favor no!
Eso significaba una cosa, ya hiba a despegar y lo primero que hice fué colocar ambas manos en la ventanilla del avión.

— Por favor detente — le susurraba al avión, como si realmente me escuchara e hiciera lo que pedía — Por favor pára...pára!

— Michael que haces!? — escucho a mi hermana.

No puedo! No podré estar sin ella!

Así que desabroche el cinturón de seguridad y me paré del asiento, quería dirigirme hacia el piloto para que así pare el maldito avión pero no podía ya que Carolina me toma del brazo.

— Sueltame...por favor
Caro — fuerzas ya no habían, nisiquiera puedo soltarme de su agarre.

Siento que el cualquier momento me dejaré caer, me sentía débil.

— Michael por favor...

— Joven tiene que sentarse, estamos a punto de despegar — aparece una azafata.

— Paren el avión! Quiero bajar! Por favor paren el maldito avión! Digale al piloto que paré!

— Que? Joven lamento decirle pero no podemos detener el avión, vuelva a su asiento y pongase el cinturón — joder!

— Hermano por favor...

— NO ENTIENDES! — grito con fuerza, las lágrimas parecían quemar mi rostro — Nadie entiende nada! Por favor señorita digale al piloto que pare...necesito bajar! Por favor se lo suplico...

— Joven por favor...

— No! — miro a Carolina quien aún tenía su mano puesta en mi brazo — No voy a poder Carolina, no podré sin ella...han pasado apenas minutos y ya la extraño, me hace falta! Dime como podré soportar todo este tiempo sin ella! No podré! Estoy muriendo al no tenerla...

— Joven — me toma del brazo y yo inmediatamente la quito.

— PARÉ! PARÉ EL MALDITO AVIÓN! QUIERO BAJAR! TENGO QUE BAJAR! — siento como varias manos me sujetan el cuerpo — SUELTENME! PORFAVOR QUIERO BAJAR!! SUELTENME! — de un momento a otro siento como algo me hinca, la vista se me nublaba, mis pies parecieran querer quebrarse...que...

Aún podía ver en partes algunas imágenes claras pero poco a poco se volvían borrosas, siento que me hacen sentar en el asiento, veo como mi hermana me ponía el cinturón, escuchaba voces pero no con claridad. Giro lentamente mi cabeza y veo en la ventanilla como mi México querido se hacía cada vez más pequeño.

— Valentina — susurré y luego todo se volvió negro.

...

Valentina

Sentía que en cualquier momento me hiba a derrumbar en mis rodillas, las lágrimas no dejaban de rodar mis mejillas. Comencé a correr, detrás del avión de mi bestia.

— Por favor no te vayas! — grité con todas mis
fuerzas — Amor!! — no me dí cuenta y tropecé con una maldita piedra.

Caí al suelo y rodé un poco por la tierra, pero más dolía verlo partir que la caída que me había dado. Levanto mi rostro y veo como el avión se hacía cada vez más pequeño para luego perderse en las nubes.

— Michael...regresa — susurré con la voz apagada mientras estiraba mi brazo como si lo pudiera alcanzar — No...no! — comencé a llorar con fuerza.

Mi corazón, mi alma, todo de mí pedía a gritos que mi bestia regresara...no podré con esto...no podré sin él...lo necesito!

Dolía con mucha fuerza mi corazón, sé que se hizo trizas cuando apenas me enteré de que tenía que dejar el país...ahora estará hecho partículas que no se puedan ver a simple vista.

No podré estar sin él, tengo que ir a Argentina pero como! Maldita edad!

...

Caminaba lentamente con la mirada perdida, las lágrimas ya habían cesado pero el sufrimiento en mí, no. Ya se estaba haciendo noche y podía sentir frío pero no me importaba, los fuertes vientos hacían que mía cabellos se desordenaran más de lo que ya estaban. Podía ver como la gente me miraba, algunas con tristeza, otras con miedo y otras con asco. Podía escuchar miles de murmullos, murmullos que hicieron que mi corazón ya roto se vuelva a romper cada vez más para que así ya no quedara nada.

Que rápido corre el chisme, la mayoría de los murmullos se trataban sobre el destierro de mi bestia. Cerré los ojos con fuerza y comencé a correr hacia mi casa, no quería ir al castillo, quería ir a mi casa para así encerrarme en mi habitación y echarme a mi cama a romper en llanto, sacar mi sufrimiento al exterior, dejarme derrumbar. Sé que en mi casa a estas horas mi padre estará llevando alguna de sus cosas hacia el centro del pueblo, y Benicio estará trabajando con el señor Benito en la biblioteca central, así que no habrá nadie quien oiga mis lamentos, no habrá nadie quien tenga que sentir mi tristeza...además no quiero que papá y mi mejor amigo se preocupen.

Quiero hundirme sola en mi propio sufrimiento.

Llego a mi casa y mi sorpresa fué ver a Benicio en la sala, leyendo uno de mis libros. Maldicion!

— Hey pequeña pero que...

Su sonrisa se fué apagando poco a poco, mis ojos comenzaron a humedecerse.

No ahora por favor!

No salgan malditas lágrimas!

— Pequeña — se comenzó a acercar a mí, tenía expresión de preocupado.

El avanzaba hacia mí y yo me quedé parada como una estatua, pero reaccione a tiempo y salgo corriendo a mi habitación.

— Pequeña! Oye espera! — lo escuché gritar detrás de mí pero decidí ignorarlo.

Corro con más fuerza, llego a mi habitación y justo el venía detrás de mí, le cerré la puerta en la cara, puse pestillo a la puerta para que así no entrara.

Lo siento Benicio pero quiero estar sola.

— Pequeña! Abreme la
puerta! — golpeaba la puerta con una de sus manos mientras que con la otra trataba de
abrirla — Pequeña! Abreme!

— Vete! Quiero estar sola! — las lágrimas ya se encontraban rodando mis mejillas, mi voz se había quebrado completamente.

— Que es lo que pasa!? Porque lloras! Pequeña abreme la maldita puerta!

— Déjame en paz! Maldicion! Largate!! — en cualquier momento me hiba a derrumbar y quería que él estuviera aquí para que me sostenga, para que no me deje caer, solo mi Michael podría tomarme en sus brazos para así no dejarme caer — Esta es mi habitación! Vete!

Corro a mi cama y me dejo caer en ella, para así romper en llanto con fuerza.

— Ahora también es mi habitación! Maldicion abre la puta puerta! Que no ves que me preocupas!!! — su voz se hiba apagando poco a poco — Dejame entrar!

Tomé una almohada, la abracé con fuerza mientras continuaba con mi sufrimiento.

Derrepente siento que la puerta se abre y rápidamente Benicio entra, me paro y corro hacia él para abrazarlo y seguir sollozando en su hombro.

— Pequeña...porque lloras!? Que es lo que pasa!? — sentía que la respiración me faltaba, pero aún así seguía llorando — Por favor...responde pequeña, no me hagas esto — sus dedos acariciaban mi cabellera
rubia — Tranquilizate por favor...pequeña no llores...

— Se fué — apenas pude articular palabra — Se fué Benicio... Michael se fué!

— ¿¡Que!? Pero como si...

— Lo desterraron! Lo...— me deje caer en mis rodillas — Lo desterraron — sollozaba mientras escondía mi rostro detrás de mis rodillas.

No quería que nadie me viera llorar, quería hundirme en lo más profundo de mi sufrimiento, SOLA. Porque tiene que estar Benicio aquí! No quiero que me vea así porque sé que lo arrastraré a mi dolor y sufrimiento.

— Pequeña — susurró suavemente.

Siento como sus manos rodean mi cuerpo, se había sentado detrás de mí, me acuno en sus brazos. Lo abracé fuertemente y seguía con mi sollozo.

— Por favor no llores...verás que todo se solucionará.

— Que pasa si no — lo miro con tristeza — Que pasa si Michael no pueda regresar nunca, le prohibieron regresar a México para siempre...

— Si eso pasa, tú irás — sonríe — El hecho de que Michael no pueda regresar a México, no significa que ustedes tienen que estar distanciados.

— Pero te imaginas como se sentirá Michael al no poder regresar al país que lo vio nacer...aquí creció Benicio, aquí me encontró a mí...tú crees que le será fácil vivir en un lugar que nisiquiera conoce, un país en lo cual no pertenece...si eso pasa, no volverá a ser el mismo y lo sé!

— Si tú estás con él no cambiará nada! — me toma de las
manos — Yo sé que es poco tiempo que lo conozco y también sé que ahora ya no nos llevemos pero lo que si estoy completamente seguro es que te ama con todo su ser, lo pude ver en la forma en como te miraba, en como te hablaba — seca mis lágrimas con sus dedos — Si tú pequeña estás a su lado yo se que no le importara nada, porque tú estás con él...ambos se necesitan para completarse, para ser felices.

— Yo quiero ir ahora a Argentina Benicio, no puedo soportar estar sin él...duele — toco mi pecho — Pero a la misma vez pienso en mi padre, yo no quiero dejarlo solo...me odiaría si lo hago...yo le dije a Mike que quería ir con el pero no puedo dejar a papá solo...que pasa si me voy se me vuelve a enfermar — lo miro a sus ojos marrones que se encontraban a punto de que las lágrimas salieran — Estuve a punto de perderlo...— cierro los ojos con fuerza al recordar el momento en que lo vi retorcerse del dolor en la silla — Casi se me muere Benicio y si eso volviera a pasar creo que no lo soportaría otra vez...quiero ir pero no quiero  dejar solo a papá, soy lo único que tiene...

— No estará solo pequeña — quita un mechón que cubría mi rostro — Estará conmigo, sabes que lo quiero como un padre y lo protegeré a toda costa, no quiero que le pase nada malo.

— Neta? — lo tomo de las manos — Harías eso por mi, Benicio.

— Eso — acorta distancia — Y más mi pequeña — posa sus labios en mi frente — Por tí soy capaz de hacer cualquier cosa mi pequeña hermosa — toma mis mejillas — Quiero que seas feliz, así que tienes que ir con Michael, prefiero no verte por un tiempo que estar viéndote todos los días sufriendo, eso me mataría.

— Pero como le hago Benicio — frunce el ceño, creo que no me entendió — No puedo viajar sola por que soy menor de edad, aún.

— Y qué con eso — sonríe — No me digas que eso es un impedimento para la pequeña Zenere — nunca! — Acaso no estoy hablando con aquella chavita que a los quince años huyó de casa junto a su novio para viajar a Cuernava y  así poder encontrarme?

— Esa chavita sigue siendo la misma — suspiro cansada — No fué nada fácil para llegar a Cuernavaca, fué difícil pero igual eso no nos detuvo a Agus y a mí y aunque eramos chicos simplemente lo hicimos.

— Como?

— Escabullíendonos — le regalo una sonrisa pequeña — Pero no es lo mismo Benicio, aquella vez fué para viajar a un lugar que quedaba en el mismo país, ahora es diferente porque tendré que escabullirme en un avión o bus para poder viajar a otro país — suspiro — Pero igual yo iré a Argentina, no pienso esperar cuatro meses para poder viajar legalmente, no podré soportar todo ese tiempo, me mataría Benicio.

— Yo te llevo pequeña...

— ¿¡Que!? No.

— Soy mayor de edad, puedo hacerlo...

— Ya te dije que no Benicio.

— Solo sería cuestión de ir para dejarte y luego volver!

— No! Gastarias mucho lana y no pienso que lo hagas!

— La lana que importa, he estado ahorrando un buen tiempo, tengo suficiente dinero para poder llevarte — toma mis manos — No quiero que viajes ilegalmente a otro país, puedes tener serios problemas...

— Claro que no! — alejo mis manos de las suyas para así pararme y sentarme en una esquina de mi cama — Ya lo hecho antes y no pasó nada, que podría pasar ahora?

Se para y se acerca a mí.

— Es diferente! No paso nada porque lo hiciste para viajar a un lugar que pertenece al mismo país, esto es diferente, estás pensando viajar ilegalmente a otro país. Pueden pasar problemas pequeña y se volverían graves porque ya no falta nada para que seas mayor de edad! — se sienta a mi lado — No permitiré que vayas sola.

— Benicio...

— Valentina — aparece papá y yo seco rápidamente mis
lágrimas — Hija, estás bien?

Sonrio.

— Claro que lo estoy papá — me acerco a él — Estoy muy bien — miento. No quiero preocuparlo.

— Nunca has sabido mentir mi niña — que? En un instante un periódico permanecía en sus manos.

«Futuro rey de Tamaulipas, desterrado»

Mi corazón se volvió a comprimir en milésimas de segundos, ya no estaba segura si podría seguir evitando que las lágrimas salieran con fuerza de mis ojos. Mi padre me miraba con tristeza, sé que le duele verme así pero simplemente no lo puedo evitar.

No pensé más y corrí a los brazos de papá para así volver a romper en llanto.

Quisiera que todo esto sea un pesadilla, quisiera despertar y lo primero que vea sea a mi Mike para así abrazarlo y nunca más soltarlo pero todo esto es real, una maldita realidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top