Capítulo 20 «El destierro»

Michael

— Bien, ya tengo los resultados en mi mano — maldito infeliz! Nunca me caíste bien! — Su majestad, antes de saber la verdad no desea contarnosla usted?

— Porque no simplemente cierra su boca y abre esos malditos papeles — le digo molesto.

Rubén frunce el ceño.

— Que vocabulario príncipe — idiota! — Bueno, usted tiene razón, dejaré de hablar y veré los resultados.

— Rubén — interrumpe mi padre — Por favor no lo hagas, te lo suplico.

— Padre! — me da mucha tristeza que mi padre suplique a ese idiota.

— Lo siento tanto su majestad pero órdenes son órdenes — le sonríe para luego empezar a abrir ese maldito sobre.

Veía su rostro pero no podía descifrar nada.

— Lo sabía — maldicion — 0% de compatibilidad, ustedes no tienen la misma sangre — mierda! — Como pudieron engañarnos así, majestad usted sabe que manda la ley ante estos casos, verdad? Porque déjeme decirle que usted no ha sido el primero en falsificar a alguien como hijo de la realeza.

Podía ver como mi padre derramaba varias lágrimas de sus ojos. Me duele verlo así.

— Michael es mi hijo...no me importa lo que dicen esos papeles, tal vez se equivocaron — papá — Eso es Rubén, es una equivocación — decía con la voz quebrada.

— Claro que no — saca de su maleta un folder — Michael Ronda Escobosa, ese no es tu nombre real, tu nombre y apellido completo seria: Michael Kopeliof Rodrigues, hijo de Julieta Rodrigues Mendoza y Eduardo Kopeliof de la Torre, quien por cierto murió hace diecisiete años.

— Basta Rubén! Por favor no sigas! — implora mi padre.

— De la madre no tenemos información alguna, lo único que sabemos es que estuvo en la cárcel pero de ahí no más — deja el folder en una mesa — Bueno, ya se sabe la verdad, así que creo que llego el momento de cumplir las leyes.

— No! — mi padre toma de las manos a Rubén — Por favor te lo pido Rubén! Yo soy el culpable de todo, él no! — no pude evitar llorar en ese momento — Es a mí quien debería caerle todo el castigo, te lo suplico Rubén no lo hagas! Por favor! No!

— Mi padre no tiene la culpa de nada! — grité — Aquí el culpable, el único culpable soy yo! Él no tiene nada que ver en esto!

— Michael — me dice mi padre con la voz quebrada.

— Explicate jovencito — dice Rubén.

Me le acerque.

— Yo ya sabia de todo esto, yo me enteré hace unos días que realmente no era hijo de el rey David...

— Michael no! — interrumpe mi padre pero yo lo ignoro.

— Mi madre, mi verdadera madre me contactó hace unos días — trataba de que mi voz saliera firme — Entonces decidí ir a verla, ella estaba enferma — empecé con la mentira — Su muerte se aproximaba y ahí me confesó que yo era su hijo...al principio no le creí pero luego nos hicieron pruebas y resultó verdad, ella me dijo que antes era enfermera y fue ella quien atendió el parto de la reina, por un descuido suyo el príncipe murió, ella tenia mucho miedo de lo que le pudieran hacer...entonces decidió ponerme a mí en el lugar del bebé ya que yo solamente tenía días de nacido...ella intercambio los bebés, ella es la culpable de todo esto! El rey David no tiene la culpa de nada! El al igual que yo no sabíamos nada! Él no sabía que yo no era su hijo verdaderamente!

— Así, pues no te creo — que?! — En los papeles dice claramente que tú fuiste adoptado por los reyes de Tamaulipas, eso quiere decir que el rey sabía de todo esto — que mentiroso.

— No! Esos papeles no pertenecen a los Ronda! En esos papeles no dicen quienes me adoptan, así que no venga a decir mentiras!

— Entonces como diablos tienes el apellido de los reyes!

— Eres imbécil o que! — si ya no era príncipe no tenia que portarme educado con este infeliz — Acaso no comprendes que mi maldita madre fué quien intercambio los bebés! Los reyes creyeron que era su hijo es por eso que me dieron su apellido!

— Pero en los malditos papeles tienes el apellido de la realeza! Así que no vengas con mentiras!

— Yo no estoy mintiendo! Sí, en esos papeles tengo el apellido de los Ronda pero ese papel indica mi adopción a alguien, alguien me adoptó cuando yo ya tenia el apellido de rey! Mi madre fué quien realizo esos papeles de adopción con alguien.

— Entonces fuiste adoptado con el apellido de la realeza — por fin entendió el imbécil ese — Y quienes fueron que te adoptaron?

— Y eso a usted que le importa, es mi vida!

— Michael deja de decir mentiras, las cosas no fueron así...no te heches la culpa, sabemos que los dos tenemos la culpa aquí — papá por favor.

— No entiendo, quien de los dos dice la verdad? — pregunta Rubén.

— YO soy el que está diciendo la verdad, el rey solo se comporta así porque...porque la noticia le ha chocado, recuerden que se acaba de enterar que no soy...su hijo.

— Michael — se acerca mi padre pero Rubén lo aparta.

— Bueno, sabiendo los hechos, porque ya calculé todo y tiene sentido lo que dice el jovencito este — infeliz — Llego el momento de cumplir con las leyes — saca su espada.

Llego la hora.

— No! Por favor te lo pido Rubén! No lo hagas! — lo toma de las manos a Rubén pero el las quita — Por favor Rubén, no lo hagas! — gritaba entre sollozos.

— Padre por favor...sabemos que las cosas tienen que ser así — le dije con la voz quebrada.

— Ya basta — dice Rubén — Ponte el posición — me ordena y decido arrodillarme — «Tamaulipas no tendrá un nuevo rey, porque el verdadero rey murió hace casi diecinueve
años, aquí el joven que se encuentra arrodillado no es hijo legitimo de la realeza, no lleva su sangre — cerré los ojos pero no pude evitar que lágrimas aún así salieran de ellos — Y por lo tanto debe recibir lo que otorga la ley, así que por el poder que me otorgo el Rey de México ante ser comandante general de Tamaulipas, declaro a Michael Ronda Escobosa desterrado» — siento como la espada roza mi cabeza, las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos.

— No! — escuché con la voz quebrada a mi padre — No! No! Esto no puede estar pasando! 

Me levanté lentamente, miré a mi padre, quien me miraba con tristeza mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. Se acerca a mí y me abraza, no pude evitar llorar en ese instante.

— Porque lo hiciste — me susurra con la voz apagada.

— Por favor su majestad, retirese — habla Rubén — Aún tengo que dictar lo que las leyes mandan — mi padre me vuelve a abrazar con fuerza para luego separarse lentamente se mi
lado — Usted Michael Ronda Escobosa, acaba de ser apartado, ante la posición de príncipe de Tamaulipas, en pocas palabras, acaba de ser desterrado. No tiene ningún poder absoluto como persona de la realeza, usted ha partir de ahora pasa a ser como cualquier persona ordinaria, así que debe dejar el castillo...

— Eso no! Mi hijo no dejará mi castillo! — interrumpe mi padre.

— Por favor majestad, estoy dictando las leyes — le dice Rubén — Continuando, usted por tomar el cargo de príncipe cuando no tenía que hacerlo porque usted no es hijo legítimo de la realeza, esto le lleva a cumplir con la siguiente ley: Tiene dos horas para dejar
México — que?! — Usted no volverá a pisar tierras Mexicanas — esto no me puede estar pasando — Es decir, queda prohibido absolutamente que Michael Ronda Escobosa ingrese al país de México.

— Eso no puede ser cierto! Mi hijo no se irá de mi castillo, ni mucho menos de México! Que acaso me esta diciendo que nunca más va a volver!

Mi bonita...

— Majestad, usted conoce las leyes — responde Rubén.

— Sí pero en Roma ocurrió la misma situación y el príncipe pudo volver a su país natal!  Así que Michael no se irá por toda la vida!

— Eso es cierto pero sabe cuanto le tomó a los reyes de Roma hacer eso? Nueve años su majestad — eso es mucho tiempo.

— No me importa si fueron nueve o diez años, mi hijo volverá a México, lo hará! Aunque sea la última cosa que haga en mi vida! Michael podrá volver a México! A el lugar donde nació!!

— Ese no es problema mio — juro que las ganas de golpearlo se hacían presente cada vez
mas en mí — Que estás esperando jovencito, tienes dos horas para dejar México, si no te apuras nosotros mismos seremos quienes te lleven a rrastras hacia al aeropuerto pero de que dejas hoy México, lo dejas.

— Pudrase maldito máximo comandante! — siempre quise decir eso.

— Que mal informado estás, aquí el que se está pudriendo es
otro — hice mis manos puños y cuando estaba a punto de golpearlo mi padre lo detiene.

Maldicion!

— Basta! Rubén no voy a permitir que le hables así a mi hijo!

— Su hijo? — sonríe con malicia — Este no es su hijo, además yo puedo hablar de él como se me de la gana porque no es nadie, ya no es un príncipe, solo es...un simple aldeano — ah no! Ahora verá!

— Michael ya! — vuelve a interrumpir mi padre.

— El tiempo está corriendo mi querido Michael, así que yo te recomendaría que vayas  empacando tus maletas, si quieres despedirte — jodete maldito infeliz!

Estaba a punto de salir de ahí pero mi padre me detiene.

— Espera hijo, te daré dinero...

— Perdoneme su majestad pero usted no puede darle nada de dinero, la ley lo manda — dice Rubén.

— Yo no pienso darle dinero de la realeza, yo le daré a mi hijo MI dinero que pertenece solo a mi persona — le dice molesto.

Bien papá! El idiota se quedó calladito.

Tomó de mi mano y me llevó a un rincón. Saco de una caja una buena cantidad de lana(dinero).

— Papá yo...yo no pienso aceptarlo.

— Nada de eso hijo — coloca el dinero en mi mano derecha — Lo necesitaras Michael — pude ver como sus ojos se volvían a humedecer — Perdoname hijo, por favor perdoname.

— Papá no tienes que pedir perdón, tú no has hecho nada malo.

— Claro que lo hice — coloca sus manos en mi mejilla — Como pude permitir que dijeras todas esas mentiras, porque lo hiciste Michael? No tenías que hacerlo.

— Lo hice por tí, que acaso no ves que no quería que esto te afectara, que salgas perjudicado, que tengas que cumplir las leyes...no papá! Tú perteneces aquí, tú eres un verdadero rey, eres el rey de Tamaulipas...no podía permitir que quiten a Tamaulipas su rey — una lágrima se deslizó por mi mejilla.

— Y si podías permitir que le quiten su príncipe? — me dice con la voz quebrada — Michael tú también perteneces a este lugar...dime hijo, que haré sin tí, que será de mí sin tí — esas palabras hicieron que mi corazón se comenzara a
quebrar — Soy un mal padre por haber permitido esto...

— No padre, no digas eso! — interrumpo — Tu eres y serás el mejor padre que Dios me pudo dar, no me importa si no llevamos la misma sangre, tú siempre serás mi jefecito (padre) por toda mi vida — me acerco y lo abrazo con todas mis fuerzas.

— Te prometo que haré todo lo posible para que vuelvas a México, lo prometo hijo, tú volverás a México y créeme que no será en mucho tiempo — sonrio — A donde piensas ir? — me pregunta con la voz quebrada y los ojos llenos de tristeza.

— Ni idea — me limpio las lágrimas — Ni siquiera eh pensado en eso.

— Sé lo que estás pensando
hijo — lo miro fijamente — En Valentina, cierto?

Asiento con la cabeza.

Como le pienso decirle a mi bonita que no podré volver a pisar México hasta que mi padre pueda solucionar ese problema.

Pero simplemente el hecho de saber que no podré verla por un tiempo me mataba y mucho.

Sé que no podría vivir sin ella, lo sé. Valentina es mi aire, ese que si te quitan simplemente te mueres.

El peor castigo no fué que me hayan desterrado, mi peor castigo fué que tenga que alejarme de ella y quien sabe por cuanto tiempo.

Holiii mis chavas hermosas, bueno sólo paso por aquí para decirles que el próximo capítulo se publicara cuando este capítulo haya obtenido 50 🌟 lo que pasa es que veo que hay varias lecturas y pocos votos, eso me hace pensar de que quizás no les esté gustando la historia.

Espero que no sea así. Ya saben 50 🌟 ustedes mismas son la llave quienes abrirán el próximo capítulo. Besos, las amo a mil♥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top