Capítulo 23

Michael

Hice lo que ella me dijo, le coloqué un paño mojado en la frente. Podía ver como le costaba abrir los ojos, así que le sugerí que duerma y lo hizo. Su respiración era acelerada, su cuerpo transpiraba más y más a cada segundo. Mierda esto me está preocupando! No estoy del todo seguro de que un paño mojado solucione todo y que tal si no lo hace?

No podía dejar de observarla, realmente Valentina es hermosa y mucho por cierto.

Pasaban segundos, minutos y horas...decidí tocar sus mejillas que estaban rojas...Mierda! Aún está quemando! Esto no está funcionando! No se como la rubia puede dormir tranquilamente.

Una de la madrugada, su respiración se estaba calmando, ya no sudaba, ya no tenía las mejillas encendidas de color rojo, decidí tocar su rostro y un alivio inundo mi ser al sentir que la maldita fiebre había bajado...eso significa que la rubia esta bien y eso me alegraba. Pero aún no puedo bajar la guardia, me quedaré despierto toda la noche cuidándola, que tal si la fiebre regresa? Oh no! Ni piense que se lo voy a permitir. Me quedaré despierto por ella, aunque el sueño me esté matando.

...

Valentina

Abrí lentamente mis ojos, sentí un peso en mis piernas, me fijo y era Mike. Acaso se desveló por cuidarme? Que hacía él aquí?

Se veía muy tierno, quizás se desveló por mi culpa y el sueño lo terminó venciendo. No quería despertarlo pero tenía que hacerlo ya que su cuerpo pesaba mucho y mis piernas no lo soportaban.

— Mike — susurré bajo pero al parecer no escucho, entonces decidí moverlo suavemente con mis piernas — Despierta dormilón — hable un poco fuerte.

Él comenzó a abrir sus ojitos, no se que me pasa cuando los veo y más aun cuando me ven.

— Valentina! — se sentó de golpe en la cama — Mierda! Me quedé dormido, por favor dime que funcionó — me miro a los ojos, estaba preocupado y mucho, que tierno.

— Funcionó — le sonreí — Ya no tengo nadita de fiebre — tome su mano y la apegue en mi frente.

— Tienes razón — sonrió, que bonita sonrisa que tiene y más aun que es contagiosa — Bonita no sabes lo mucho que me preocupaste anoche.

Bonita, desde ayer me llama así, me encanta como suena esa palabra en sus labios.

— No dormiste por mi culpa verdad?

— Eso no importa — claro que importa, te preocupaste por mí y eso es muy importante — Ahora vengo — se paró de la cama.

— A dónde vas? — pregunte confundida.

— Te trairé algo, solo esperame tantito — me dijo sonriendo.

¿Qué estás tramando Michael Ronda?

...

Bueno aquí estoy sentada en mi cama esperando a Mike, por cierto dijo tantito pero ya lleva como media hora desde que se fue y aún no regresa...y que tal si se quedó dormido? Digo quizás el sueño le terminó ganando ya que toda la noche se quedó despierto por mí.

— Ya estoy aquí — lo miré entrar por la puerta, traía una bandeja en sus manos.

— Y eso? — señale la bandeja.

Él se sentó en la cama y ahí pude ver que en la bandeja había una taza de sopa.

— Valu...te preparé esto, es sopa de pollo, mi mamá me las hacía cuando me enfermaba.

— Tú la hiciste — él asintió — pero como? Si apenas llevas una lección de cocina — lección que le enseñe yo.

— Te digo que no fue fácil...me ayudó mucho una receta y pos así lo hice, aunque me demoré más para encender la maldita cocina — reí ante eso.

— Hey! No te rías... Casi me quemo los pelos por culpa de la cocinita.

— Bien, entonces vamos a
probar — le dije sonriendo.

Comí una cuchara, la neta que estaba riquísimo pero quería molestarlo, así que se me ocurrió hacer una mueca no tan agradable.

— No te gusto verdad? — pregunto frustrado.

— Sonreí — Me encanto, Mike es la primera sopa que haces y te salió de rechupete.

— Naa! Vamos Valentina no me enojare, dime que es un asco.

— Esta delicioso Mike.

— Neta?

— Neta, aunque las mías son mejores — alce las cejas y el sonrió.

— Pues le podría decir algo señorita?

— Claro digame noble caballero.

— Me podrías enseñar a mejorar mi talento en la cocina — sonreí.

— Claro que sí — le dije con una sonrisa.

— Y ahora usted señorito puede hacerme un favor.

— La escucho.

— Me podría cocinar cuando yo se lo pida.

— Por el momento te cocinaría sopa por que otra cosa
nose — ambos reímos ante lo que dijo.

— Prueba — le acerqué a la boca la cuchara.

— Bien, lo haré — sonrió pero luego su mirada cambió — Valu que te paso en el brazo?

Mierda mi brazo! Lo escondí abajo de las sabanas.

— Nada — respondí con una sonrisa.

El la ignoró y saco mi brazo de las frazadas para luego levantar la manga de mi pijama.

— Que mierda te pasó en el
brazo! — su tono de voz volvió a preocuparse.

Maldito Lionel y ahora que se supone que le diría, mi brazo esta completamente verde.

— Estás sorda o qué! Te estoy hablando Valentina — la voz de Mike me sacó de mi trance.

— Ya déjame — saqué mi brazo de sus manos — No te permitiré que me hables así,
entendiste! — porque tenía que ser así, primero es tierno conmigo y ahora vuelve el antiguo Mike.

— Lo siento...no debí hablarte
así pero entiendeme...quien te hizo eso bonita?...fué ese tal Pasquarelli?

— No, no fue él.

— Entonces quién fué, quien fue el desgraciado que te dejo así el brazo...por favor dímelo bonita.

Michael

— Te contaré — me miro a los
ojos — Desde niña hay un chavo que siempre me molestaba, a él yo le gusto y dice que seré su esposa — ni en sus sueños — Pensé que con el tiempo hiba a dejar de molestarme pero no, hasta ahora lo sigue haciendo, él tiene su mejor amigo y se llama Ruggero, Ruggero
Pasquarelli...

— Es un apellido? — interrumpí, que yo sepa Pic me dijo que ese era su nombre.

— Si, no me digas que pensaste que su nombre era Pasquarelli — me miro con una sonrisa burlona. Se ve tan hermosa.

— Sígueme contando — le dije y ella asintió.

— Bueno él y...Lionel Ferro...

— Espera, acaso él no es el hijo del comandante? — volví a interrumpir.

— Quieres que te cuente o vas a seguir interrumpiendo — me miro seria, yo solo le sonreí y asentí, por dios hasta seria se ve hermosa — Lionel es el chico que...que hizo mucho daño en mi vida, él es el que dice que seré su esposa...él es quien me hizo
esto — me mostró su brazo que tenía un tono verde.

Una rabia me inundo.

— Máldito infeliz! — mis manos se hicieron puño — Como pudo hacerte eso Valu! Juro que me las va a pagar! — me paré de la cama y comencé a dar vueltas alrededor.

— Mike! Tranquilizate ya estoy bien, no vale la pena — la escuche hablar.

— Es que no entiendo Valentina, él hecho de ser el hijo del máximo comandante no significa que ande golpeando a las personas a su antojo — Mierda!

— No me golpeó, solo me apretó muy fuerte el brazo.

— Igual eso no le da el derecho de lastimarte — me volví a sentar en su cama.

— Hey cálmate sí — tomo mis manos y al ser contacto la calma comenzó a llegar poco a poco.

— Estás bien, no te duele
bonita? — pregunte preocupado y como no estarlo si su brazo esta verde.

— Ya no duele mucho — Mierda aún dolía — estoy bien — me sonrió — te puedo hacer una pregunta? — asentí
rápidamente — Por qué me dices bonita?

Mierda! Eso hizo que me sonrojara pero sé que gracias a los pelos que tengo en el rostro, ella no se dará cuenta de eso, ventaja de ser una bestia.

— Por que...lo eres — Maldicion ahí va otra vez los malditos nervios — Eres...mucho más que eso Valentina — así salieron solas todas esas palabras, sin
pensarlas ni analizarlas. ¿Que es lo que me estás haciendo Valentina Zenere?

Sus mejillas se tornaron en un rojo encendido, estaba sonrojada y se veía muy tierna y hermosa, Maldicion Mike! Desde cuando eres tan cursi!

— Gracias — dijo en un susurro.

— Te vez muy bonita hací de sonrojada — por que dije eso?

Ella sólo sonrió mientras jugaba con los pulgares de sus manos.
Sé que está nerviosa al igual que yo.

Agustín! Tengo que saber quién es ese tal Agustín.

— Bonita tienes hermanos? — tal vez sea su hermano.

— Nop soy hija única al igual que tú, sabes siempre quise tener uno ya sea mayor para que me cuide o menor para yo cuidarlo — dijo con una sonrisa.

— Yo también quería tener pero bueno soy solo yo — le sonreí.

Y ahora como hago para que me diga quien es Agustín, si no tiene hermanos entonces quién es?
Diablos tengo que saberlo! Quién es ese tal Agustín!
Pero como le saco la información, “Valu leí tu diario y había una foto de un chavo, ¿Quien es?”
El número! Claro el número que estaba al lado del nombre que por cierto también había un corazón.

— Bonita juguemos a algo — propuse.

— Que cosa? — siempre de curiosa.

Bien aquí voy.

— Que número sigue del
dieciséis? — ojalá funcione.

— Fácil dieci...— se callo.

Momento de silencio.

— Diecisiete — hable.

Vi que agacho la mirada, una lágrima rodó por su mejilla, Mierda que he hecho!

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