EPÍLOGO
Una hora antes.
Esteban aguardaba por lo inminente, y cada minuto que transcurría echaba un vistazo a su reloj y le robaba un trago a su botella.
El dueño del local había cerrado temprano en un favor desinteresado incentivado por una cuantiosa suma de dinero que no solo compraba la íntima exclusividad del lugar sino el silencio de su dueño.
Pasaron largos minutos que se convirtieron en golpes de ron, vueltas a su cabeza y subidas de tempo a su ya desbocado corazón. Esteban ya no tenía control sobre su pulso, y ella seguía sin aparecer.
Cuando al fin ella atravesó el portal, él estaba tan mareado que casi no se percató. La tuvo varios segundos sentada al frente y solo fue consciente de su presencia cuando el hedor de la humedad le golpeó las fosas nasales adormecidas por los grados de alcohol.
—Aquí estás, bruja sucia —saludó arrastrando las palabras. Pese a la connotación ofensiva de las mismas, las pronunció con una amplia sonrisa—. ¡Mesero! Los cafés que te ordené, por favor. Los vamos a necesitar.
Esteban no dijo ni una palabra más hasta que ambas tazas de porcelana estuvieron exhumando humo sobre la mesa. Él ni siquiera tocó la suya, pero instó a su invitada a probarla antes de proseguir.
—¿Qué quieres para que me dejes en paz, primor? —preguntó al fin a la anciana del vestido negro empapado, la cara arrugada, enrojecida por el fuego y con costras de cera seca sobre su frente, entre sus párpados y nariz.
Era la representación física del monstruo que el pueblo se había inventado.
—Te he dejado en más paz de la que te mereces —musitó la bruja con la voz cansada.
—Basura es lo que te sale de la boca, no me superas. Nunca me vas a superar.
—Es un buen argumento, perfecto para inculpar a cualquiera, sobre todo a una anciana repudiada con más motivos para matar que razones para vivir.
—No entieendoo nada de lo que dices, primor —canturreó Esteban con una sonrisa más amplia que antes.
—Dudo que alguna vez hayas entendido algo en tu vida. Solo dime una cosa, ¿qué le dijiste a tu mujer?
—La verdad. Que no me superas.
La anciana asintió, la respiración se le comenzó a acelerar por la impotencia. Llevaba años con su dolor en coma, demasiado tiempo sin llorar como para hacerlo de nuevo entonces en presencia de ese maldito.
—Por una vez dices la verdad —declaró al fin—. Podrán pasar ochenta años y nunca superaré lo que me hiciste.
—¿Pero lastimar a mi esposa y a mi hija por eso? Ni tú caerías tan bajo.
—Tienes razón, por eso no lo he hecho. Tú no sabes lo que es conocer el verdadero rostro de un monstruo, y ver cómo forma una familia, cómo es amado y aplaudido; cómo la vida le sonríe mientras a ti te tiran piedras, te obligan a vivir en el aislamiento, te llaman bruja, monstruo, Maléfica.
Esteban abrió la boca para replicar, pero la mujer lo calló con un gesto de su mano.
—No aparecí en tu boda, pero cuando supe que habías engendrado una niña… Me cansé de esperar por Dios. Si él permitía que tú trajeras un ser inocente de tu maldad a este mundo entonces estaba muerto para mí. Y fui a verte. —La anciana empezó a toser de forma imprevista, un ataque intenso que menguó de pronto y la dejó continuar—. Te amenacé no porque quisiera hacerle daño a ellas, sino por robarte el sueño, por alejar a esa criatura de ti.
—Eres una maldita bruja. Nos traumaste a todos, esas muñecas ensangrentadas en una fiesta para un bebé...
—Oh, ¿eso te traumó? Si ya habías visto a alguien sangrar por sus alas. A mí.
—¿De qué alas me hablas? —Todo efecto visible del ron desapareció de Esteban como si nunca hubiese estado ahí.
—Mis alas. Las que me quitaste al lastimarme.
—Te hice un favor, tú querías.
—¡NUNCA! —La anciana golpeó la mesa volcando botella, café y todo en ella. La dureza la abandonó, lloraba de nuevo después de tanto—. Jamás accedí a nada de lo que me hiciste, y todos creyeron tu historia porque tú eres el hombre amable que contribuía al pueblo con una radiante sonrisa mientras yo…
De nuevo ese ataque de tos, pero esa vez unas gotas de sangre mancharon la mesa y sus manos.
—Me... —Maléfica se pasó la mano por los labios, regando su sangre hasta la mejilla—. Me envenenaste.
—¡¿Qué?! —Estaban se levantó alarmado—. Yo no te he hecho nada, dime qué le pasó a mi hija y…
—El café sabía extraño... como... a almendras. ¿Cianuro, en serio? Qué bás... —Volvió a toser—. Básico.
—Yo no he hecho nada, bruja, dime de una vez qué le hiciste a mi hija.
—Yo ni la he tocado. Las huellas halladas en su cuerpo son tuyas, al igual que el bebé en su vientre.
—¡¿QUÉ?! Ahora sí perdiste la razón.
Se lanzó sobre la mesa y la agarró por el cuello del vestido. La anciana le tosió sangre en la cara, sonriendo.
—Tu hija despertará en unos días, pero tú te pudrirás en la cárcel si es que no te mata el pueblo primero.
—Pero… ¿Qué? Yo no la he tocado. ¡No la he visto en meses!
—Eso no importa, los informes de mi amiga Rosa dicen que sí. Al final, con una sola persona que te crea basta, ¿no?
—Ella… no podría falsificar algo así, es… inhumano. ¿Y cómo hará cuando su barriga no crezca?
—Tu esposa no lo dejará crecer, descuida. Justo en este momento debe estar firmando un aborto privado, nadie se enterará de nada, pero tú recibirás tu castigo. —La anciana mostró todos sus dientes ensangrentados—. Yo voy a morir, pero tú irás a la cárcel por mi asesinato.
—¡Y por violación! ¡¿Cómo puedes hacerme esto?! ¡Eres un maldito monstruo! ¡Yo no lo hice!
—A mí… —Tosió todavía más fuerte, el rojo cada vez más intenso entre su saliva. El fin era inminente y exigía su lugar—. A mí, sí. A mí sí.
Cuando empezó este relato prometí que ella moriría al final, y si bien suelo escoger cómo decir las verdades en las historias que decido relatar para no revelar los más grandes secretos, jamás miento.
Con un último y sonoro ataque de tos, Maléfica se desvaneció entre los brazos de Esteban; él cubierto de su sangre y su saliva, sentado sobre el café envenenado que se derramó por la mesa, y ella con una sonrisa eterna.
•••••
Nota:
¿Acertaron, detectives?
¿Cómo les fue en este caso? ¿Cuáles eran sus sospechas?
¿Qué puntuación le dan al final?
¿Les gustó la historia? ¿La recomendarían?
¿Qué personaje les gustó más?
¿Escena favorita?
¿De qué historia les gustaría que hiciera otro retelling?
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