Capítulo 9
La miré una y mil veces más para sacarle lo que tuviera en su cabeza. Quería poder leerle el pensamiento y no simplemente olerla. Quería que me dijera si realmente mi Sara era esa hermana cruel de la que el sirviente de Aaron siente rencor.
Aaron...
Miro a mi amigo para buscar cualquier explicación posible sobre esto, pero solo se encogió de hombros y me hizo señas para que volviera mi atención a la pelirroja.
—Entonces, Ayla. ¿Cuéntame sobre tu mala hermana? —muy dentro de mí, quería que me dijera que ella estaba viva, pero también quería que me dijera que mi Sara, no era esa mujer cruel que me describieron.
—No es una mala hermana, solo le ha tocado una vida difícil —suspira—. No es como Parker lo dice, él suele exagerar todo.
—Tienes que estar jugando, Ayla —mira a la pelirroja molesto—. ¿Hasta cuándo tú vas a continuar defiendo lo indefendible? Estas personas no saben quién eres. Deja el miedo por una vez en tu vida cuando de la familia disfuncional que tenemos, se trata.
—Parker, no hables así —veo a la pelirroja palidecer, me acerco a ella y la tomo por su brazo—. Todo lo estás viendo mal, hay cosas que Sara hizo bien y muchas cosas más, que yo hice mal.
—¿Cómo qué exactamente? —la señala—. Lo único que sabes hacer es defender y ser la sumisa de nuestra familia, pero a las personas de afuera si les sacas las garras, si les dices que valen mierda —la mira con molestia—. ¿Dime a qué estás jugando? Sé la bestia que enamora cuando haces ballet, sé esa mujer empoderada y hermosa que encanta con su presencia, sé la hermana que se desvive por mí y sale adelante con el trabajo de mierda que tiene, para poder pagar las deudas.
La veo presionar sus labios y sus ojos cristalizarse.
—No lo entenderías aunque te lo explique muchas veces —responde con voz ronca—. No es tan fácil ser así cuando tu familia desconfía de lo que harás. Cuando tu familia te tiene miedo y no sabes el motivo. Cuando al parecer hiciste algo muy grave, pero nadie te lo dice y porque simplemente hubiese sido mejor, seguir en una cama sin conocimiento alguno, que la vida que me tocó vivir después de despertar.
La pelirroja camina hacia una de las ventanas de la sala y suspira cuando la abre, recibiendo la brisa fría que había hoy.
—Sara es mala, tú no tuviste elección sobre tu vida, ella si —frunzo el ceño y veo a Aarón—. Ayla, perdiste la memoria y te hablaron sobre recuerdos que para ti no tienen ningún significado. En tu momento de encontrarte mal, tu hermana hizo todo lo posible para que la atención volviera a estar de parte de ella.
—¿Qué mal hizo Sara, Parker? Ella no eligió ser una persona enferma. Puedo asegurarte que tampoco eligió que mamá esté de su lado siempre y mucho menos eligió, dejarnos solos con papá —le sonríe sin ganas.
—Tú no recuerdas, pero yo si —el chico se levanta y con manos temblorosas señala su pecho—. Aquí duele, Ayla, y tú no ves las cosas porque estás cegada como todos.
—¿Por qué te duele? —se acerca a su hermano preocupada y lo toca, él se suelta de su agarre—. ¿Te llevo a un médico?
—Admite lo que te hizo Sara —le ordena, la voz del chico suena diabólica, miro a Aaron que sonríe con maldad—. ¡Admite las cosas de una maldita vez y sácate esa cruz ya!
Ella da dos pasos hacia atrás y se empieza a reír.
—¿Quieres que admita qué, Parker? —los ojos de la pelirroja se vuelven oscuros—. ¡¿Quieres que admita que siento celos de mi hermana mayor porque siempre se lleva la atención de todos?! O no, mejor dicho, ¡¿por qué es hermosa y se lleva todo lo bueno y a mí me tocan las sobras y todo lo malo?! No, Parker, no voy a admitir eso. Porque aunque el mundo esté de cabezas y a mí no me toque nada, jamás le haría daño a ella. Porque sé muy bien que la vida le sonríe a todos menos a mí.
—¡Ayla, por el amor de Dios! Tú le entregarías el alma al demonio más mierda, con tal de que Sara sea feliz y tú no —algunas bombillas de luz, explotaron en el departamento, dejándolo más sombrío de lo que es.
—Le entregaría mi alma al demonio más mierda por ti —admite, su voz es triste—, pero no puedo ser cruel con Sara. No soy ella y jamás lo seré. Deja el pasado atrás Parker.
Truenos y relámpagos se escucharon y se reflejaron en la ventana cuando la voz de Parker se volvió a escuchar.
—Claro, dejaré el pasado atrás cuando Sara pague por lo que te hizo —miro nuevamente a Aaron que se encogió de hombros sin entender—. Desde que tengo uso de razón Sara siempre fue mala contigo. Te empujó por las escaleras para que no asistieras a tu primera presentación de ballet. Hizo que ninguna persona se te acercara al decir que eras sordomuda. Les decía a mis padres que eras una drogadicta. Le dijo a sus amigos que eras una prostituta, para que ninguno se te acercara porque les daba vergüenza. Hizo que mis padres se separaran una semana antes de tu accidente y te culpó a ti de las desgracias de la familia —suspiró con fuerza—, y para cerrar con broche de oro, fuiste violada antes de morir por uno de los amigos borrachos de mi papá, porque Sara les dijo que te estabas vendiendo.
Ayla cae al suelo y de la nada, una luz en el departamento lo iluminó, corro hacia ella y Aaron calló a Parker con unas palabras que poco entendí.
—No... —su murmullo fue de dolor—. Yo no...
—Oye, bonita —la tomo por sus mejillas y la hago verme—. Todo está bien, estás aquí y eso que dijo Parker es mentira.
—¿Estoy muerta? —me mira asustada—. ¿Estoy muerta y me pasan estas cosas malas porque estoy pagando algún pecado?
—Si —habla Aaron, me volteo a verlo con rabia—. Quiero decir no, pero lo primero que dije fue si —hace una mueca—. Mira, chica, yo soy medio bruto para hablar, así que cálmate que no estás muerta.
—Parker dijo... —un sollozo se le escapa—. Por eso no recuerdo nada. Todo esto es porque estoy muerta y no lo sabía. Yo no sabía que me había pasado esto, yo no sabía que había muerto. Dios mío, fui violada y viví una vida tan miserable por culpa de mi hermana.
—Oye, no estás muerta —acaricio sus mejillas haciendo pequeños círculos en ellos—. Parker está enojado, no moriste, nadie te violo, no pasó nada de eso.
—Claro, tapen el sol con un dedo y hagan que siga viviendo en una burbuja —replica el hermano.
—¡Cállate de una puta vez! ¡¿Acaso no estás viendo que tu hermana está mal por lo que le acabas de decir?! —me enfrento al enano—. ¿No te duele verla así? ¡Ella está sufriendo por lo que le dices, está sufriendo por su hermana, está sufriendo por ti y a ti te vale mierda todo! ¿Qué clase de hermano eres tú?
—¡Uno que se preocupa por ella y quiere que vea la realidad de lo que pasa! ¿Crees que ocultándole las cosas no se va a enterar más tarde? —se burla—. Eres un imbécil y un miserable asesino.
Mi respiración se aceleró y lo tomé por el cuello levantándolo del suelo, las uñas de Parker arañaban mis manos para que lo soltara, sus quejidos me aturdía y querían que acabaran.
Debía matar a quien hiciera sufrir a mi mate.
El objetivo era uno.
Parker.
—¡No, por favor! —la súplica de la pelirroja, aceleraron mi furia—. No lo mates... no puedo aceptar otra muerte más.
—¡No estás muerta! —lanzo contra una pared al imbécil de Parker y me giro a verla—. ¡No estás muerta, Ayla! Respiras, tienes signos vitales, no hueles a carne putrefacta, no hueles a cenizas. Hueles delicioso, tus mejillas tienen color rosa, tus ojos están llenos de vida y tu corazón late todos los días como si el mañana no existiera —la detengo antes de que vaya con Parker—. Tu hermano está enojado y dice cosas sin sentido, pero muerta no estás.
Abre los ojos con sorpresa y vuelve a caer de bruces en el suelo.
—Dios mío, eres un lobo —su asombro en su voz, me hace helar la sangre—. Eres un ser sobrenatural. Eres una de esas cosas que no deberían de existir.
—¿De qué estás hablando? —finjo no entender.
—Tus ojos, tu piel, tus dedos... ¿cómo no me fijé antes? —lágrimas salían de sus ojos y al girarse a ver al hermano, le ve el pecho—. ¿Qué es eso?
—¿Qué cosa? —se ríe Aaron, señalando el pecho de Parker—. Ah, eso... bueno, tu hermano no tiene corazón, disculpa su falta de tacto. Le enseñaré a que sea más sutil con sus comentarios.
La chica se arrastra en el suelo al ver que Aaron cambia su apariencia y desaparece con su hermano.
—¿Ustedes son monstruos? Entonces, ¿lo qué me pasó en la academia de ballet? —me mira con miedo.
Su rostro lleno de lágrimas y la impotencia que yo sentía al verla así, se instalaron en mi pecho haciéndolo sentir pesado. No podía decir que era mentira lo que estaba viendo, no cuando Mara no está aquí para decirle que la haga olvidar todo. Mi lobo interior se sentía mal, yo mismo me sentía mal y culpable por tenerla en esta situación. Su vida ya era difícil y yo solo vine a estropear lo que ella sola le ha costado construir.
Primero, he condenado a mi mate a una vida de desdicha por culpa de mi falta de seguridad para tomar una decisión.
Segundo, he visto como matan a su hermano y no hice absolutamente nada para detenerlo.
Tercero, ella es mi mate y con esa dulzura que tiene por todo y su bondad, se robó mi corazón antes de que yo pudiera admitirlo.
—Ayla, no somos monstruos. Somos criaturas sobrenaturales. No le hacemos mal a nadie, así que no sé a qué te refieres con lo que respecta a la academia —respondo, su espalda choca con una mesa de centro alta.
—¿Qué son entonces? Mira la apariencia que tienen... Parker, ¿esa cosa roja se llevó a mi hermano menor? —limpia sus lágrimas, a pesar de que seguían saliendo.
—Esa cosa es dueño de Parker y nosotros somos inofensivos —intento hacerla reír—. No te haremos daño, jamás.
—Son unos monstruos —sus ojos seguían siendo igual de oscuros que la noche, su respiración era acelerada y todo su cuerpo me transmitió miedo.
—Llámalo como tú quieras, pero a ti nadie más que yo, puede volverte a tocar. Así que si desees algún tipo de cambio sobre eso, solo hablamos y ya. Tampoco es que no te escucharé y mucho menos te lo daré, pero lo importante para que te quedes tranquila es que con nosotros, estás segura y a salvo.
—¿Mi hermano es un monstruo? —sus ojos tenían cada vez más miedo—. ¿Entonces yo si estoy muerta?
Suspiro y con seriedad, la veo.
—No estás muerta, solo tienes una condición diferente al igual que tu hermano —respondo.
—¿Cuál condición es esa?
Mara, ven aquí ahora mismo...
—Parker es el sirviente del príncipe del Inframundo, y tú... —la veo abrir más sus ojos—. Eres un demonio. Ayla, eres un ángel caído.
Sus ojos se vuelven negros y se levanta del suelo con rapidez, aparece de la nada Mara, y me ve.
—¿Otra vez? —pregunta molesta.
—Solo dónde Aaron y yo aparecemos así —le ordeno, cruzándome de brazos, alza una ceja mirándome—. Por favor, Mara.
—Es la última vez. Ten en cuenta que para la próxima no podré hacer nada —toma el rostro de la pelirroja—. Estoy borrando sus memorias y no sé cómo puede perjudicarla después.
—¿A qué te refieres, Mara?
—Puede recordar todo de golpe y sufrir algún colapso por eso. Así que es la última vez que te ayudo. Tómalo en cuenta para que la próxima vez digas la verdad y asumas las consecuencias de tus actos —respondió, fríamente.
Dijo unas cuantas palabras más y Ayla se desmayó entre sus brazos. Yo me acerqué y la tomé entre los míos para llevarla nuevamente a la habitación.
—Un día más, permíteme darte un día de felicidad y prometo decirte la verdad —susurré en su oído.
—Oye, Velkan —me detengo y miro a Mara—. Su mente divagaba entre los recuerdos de su hermana mayor... ella te dirá quién es, solo toca el tema sutilmente.
—Gracias, Mara.
Un día más y asumimos nuestra realidad como venga.
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