Capítulo 6
Pensilvania - Rumania
Academia de Ballet Angel's
Días después de la muerte de Parker...
Ayla
No me considero una mala persona, he tenido más bajones que subidas durante toda mi vida. Lamentablemente tuve un accidente hace algunos años y no recuerdo absolutamente nada. Toda mi memoria es de la que he creado ahora de grande o los que me dijo mi madre, pero del resto todo es en blanco y negro.
Mamá siempre me dijo que es mejor lo que no se recuerda. Que si pudimos olvidar, es porque hicimos algo muy bueno o malo.
Espero no haber sido una mala hija.
—Ayla, debes concentrarte un poco más —me informa mi instructora de ballet—. Recuerda que las audiciones para el papel del cisne negro son en unas semanas y el jurado le gusta ver naturalidad y no tensión en sus bailarines.
—Lo siento, es que estoy preocupada por Parker —admito, pasando mis manos por mis tensas piernas—. Han pasado muchos días desde que lo vi y no sé dónde poder ir a buscarlo.
Mi instructora me ve con dolor y me invita a sentar en el suelo. Ya por la hora no hay nadie en la academia de ballet. Siempre soy la última en salir y aunque este es el único lugar donde puedo huir y desahogarme, la matrícula es costosa. Parker la paga y no me miran como bicho raro. Cosa que agradezco, pero a la vez me hace sentir culpable porque mi hermano menor este cuidando de su hermana mayor.
—¿Buscaste en la policía? —pregunta la chica, suspiro y asiento—. Ayla, si necesitas ayuda mis amigos y yo podemos prestarte apoyo.
—Katrina, gracias, pero ustedes ya hacen muchísimo por mí —admito avergonzada—. De verdad que cuando apareciste aquí y me prestaste ayuda por mi caída, fuiste el ángel que no sabía que podía tener.
—Bueno, tampoco es que me vaya muy bien —se ríe—. No te olvides que a nadie le gusta mi nombre y me tratan diferente por eso.
Nos reímos un poco. Katrina es una chica muy hermosa, varias bailarinas e instructoras la humillan y no la quieren por eso, además de que la comparan a la chica de la calavera. Dicen que ella se convierte en huesos y mata a las personas dejándolos sin una gota de carne o sangre. Tiene algo que ver con el día de los muertos en México, y aunque allá sea una tradición, aquí no es bien visto. En la academia de ballet solo les gustan los lobos y vampiros.
Pido a los cielos nunca cruzarme con alguno de ellos.
—Ayla, ¿todo bien? —me mira preocupada.
—¿Puedo confesarte algo? —ella asiente—. Tengo que buscar a una chica, pero no sé por dónde empezar —frunce el ceño—. Le prometí a un hombre que le ayudaría a buscar a su novia que lo abandonó, pero le pedí que sacara a Parker de la mala vida que lleva.
Suspira molesta.
—Vaya, me molesta ya ese hombre —me mira con dulzura—. ¿Cómo la vas a buscar? No tienes idea de quién es la chica y el motivo de la desaparición.
—Es extraño porque no soy de esas chicas que suelen tener algún tipo de conexión con alguien —Katrina sonríe—, pero este chico es diferente, es como si yo no tuviese control de mí cuando él está cerca, me acelera el corazón y aunque le tengo miedo y mucha rabia, tampoco puedo decirle que no.
—¿Quieres ayudarlo a toda costa? —pregunta, asiento avergonzada—. Bueno, entonces ayúdale a conseguir a la chica. ¿Buscaste en la data nacional? Siempre se encuentra algo de los ciudadanos. Hay que buscar en hospitales, la morgue y si es posible en la policía también.
—Katri, lo más extraño es que no hay nada sobre esa chica —me mira con confusión—. Mira, ya he buscado por todos lados, estoy desesperada para que ese hombre, que por cierto es muy guapo, me ayude con Parker.
—Todos tenemos que aparecer en la data nacional o internacional. Ni modo que no seas de este mundo —se burla, pero rápidamente se pone seria—. ¿A quién estás buscando? O mejor dicho, ¿cuál es el nombre del hombre al que decidiste ayudar?
—No recuerdo el nombre del chico, pero si está muy desesperado de que su novia regrese —juego con mis manos—. La chica se llama Sara y al parecer ella...
Katrina palidece cuando ve a un hombre alto entrar al salón de ballet, rápidamente se pone de pie y los dos se miran buscando alguna respuesta.
—¿Qué haces aquí, Katrina? —pregunta el chico con voz gruesa.
—Soy la instructora de ballet de esta academia. ¿Cómo es que puedes entrar aquí? Tengo entendido que tú no puedes pisar estos lugares.
Me levanto del suelo y miro la situación. ¿Será que son novios y están peleados? No lo creo, Katrina me dijo que el chico que ella ama la ha rechazado muchísimas veces y no le volvió a hablar después de la muerte de su amiga.
—Un pensamiento corrupto, una mirada de envidia, o un mal deseo para mí es luz verde para poder entrar —responde el chico—. La academia de ballet Angel's no está precisamente llena de ángeles, cariño.
Sin entender lo que pasa, decido dar dos pasos hacia atrás para irme. Está conversación no me compete y yo necesito ir a buscar a Parker o a la tal Sara. Dios mío, si mi madre se entera de que lo perdí se volverá loca y jamás confiara en mi otra vez.
—Vine a hablar contigo, chica —el hombre me toma del brazo, me suelto de su agarre porque su toque me quemó—. Lo siento, es que estaba arreglando el automóvil y las manos me quedaron muy calientes —se disculpa, pero no veo sinceridad en sus fríos ojos —. Soy Aaron Ferluci, encantado de conocerte, Ayla.
—¿Cómo sabes mi nombre? —alzo una ceja extendiendo mi mano—. ¿Para qué me estás buscando?
Él se ríe y toma mi mano, su tacto me quema, pero no me suelta. Siento como mi piel se está calentando y aunque intento apartarlo, no me deja. Con mi otra mano intento quitarlo, pero el agarre se hace más fuerte.
—Aaron, déjala —le pide Katrina intentando ayudarme.
—Oye, me estás lastimando —mis ojos se llenan de lágrimas cuando de las manos de los dos, empieza a salir humo—. ¡Chico, en serio me estás quemando, suéltame!
Miro nuevamente los ojos de fulano Aaron y están completamente negros, empiezo a sentirme desesperada y a jalar mis manos, el dolor era horrible, mis manos se estaban quemando y este hombre no quería soltarlas.
—Parker... —su voz hizo eco por el lugar y fue tan profunda y macabra que sentí escalofríos—. Escuché que estabas buscando a Parker.
Todo se volvió negro, fuego empezó a aparecer en el salón y Katrina miraba con odio al tipo que me tenía en sus manos. El cuerpo del hombre creció, alas negras y piel roja con venas en su rostro, colmillos afilados sobresalían de su boca y su lengua era igual a la de una serpiente.
—Esta noche haremos carne rostizada —miro mis manos que están prendidas en fuego y el desespero me invadió—. Tu hermano es mi sirviente, dame tu alma y te regreso con vida al enano juguete de mi perro.
—¡Por favor, suéltame! —gritaba con miedo—. ¡Me estás quemando mis manos, yo no hice nada malo! —rogaba entre lágrimas—. ¡Por favor, que alguien me ayude!
No podía apartar la vista de ese hombre, su boca se abrió más de lo que cualquier animal podría abrirla y lentamente se acercaba para morderme. No podía moverme, estaba paralizada mientras él me quemaba viva.
Por favor, por favor, por favor.
—Eres mi íncubo y nadie te salvará porque vales poco —cerré los ojos y esperé a que me devorara.
—¡Aaron, basta ya! ¡Suelta a Ayla ahora mismo! —una voz bestial se escuchó a lo lejos junto a un aullido de un lobo—. ¡Es mi mate, es mía y esa pelirroja es mi mujer!
Un ardor en mi cuello me empezó ante esas palabras.
—¡Mi íncubo, tu espera a Sara! —las llamas aparecieron alrededor de nosotros cuando abrí los ojos—. Es hora de ir a casa, mi ángel caído.
Un lobo blanco enorme lo toma por el hombro y lo lanza hacia uno de los espejos, el estruendo fue grande, pero caí al suelo de bruces al ser liberada. Miro mis manos completamente quemadas y luego mi atención fue llevada al demonio que intentó matarte y al lobo que intentó salvarme.
—Hey, Ayla —me llama Katrina cuando veo que esas bestias empezaron a pelear—. Mírame, Ayla —hago lo que me pide, me toma por mis mejillas, colocando sus dedos en mi sien—. Bien, cariño. Mientras Velkan no se decida del todo, no podrás recordar esto. Por lo menos Aaron le ayudará a recapacitar y a quitarse la frustración.
—¿De qué estás hablando, Katrina? —pregunto asustada y sollozando—. ¿Qué está pasando, por Dios?
—Hola, luna —la voz de otra chica me sobresalta, pero no puedo moverme—. Lamento que las cosas estén así, pero no tengas miedo. Estamos aquí para ti y protegerte de las locuras de nuestro alfa y los juegos sádicos de nuestro demonio.
—Katrina...
—Olvidarás esto y por ahora no te preocupes. Haremos lo que sea necesario para que vivas feliz hasta que nuestro alfa recapacite —dijo la otra chica, empezó a recitar palabras en otro idioma y mi vista la fui perdiendo.
Mi cuerpo dejó de sentir dolor, perdí mi audición y cuando volví a abrir los ojos, la risa de un chico alto estirando su mano, me estaba esperando.
—¿Todo bien, Ayla? —me pregunta Katrina, miro a mi alrededor y todo parecía estar normal.
—Lo siento, no presté atención —extiendo mi mano—. Un gusto conocerte, soy Ayla.
—Encantado, soy Aaron —mira a Katrina con diversión—. Soy parte del jurado para la obra del Cisne Negro y vine a saludar y a conocer las participantes.
Me sonríe con amabilidad.
Miro nuevamente a mi alrededor y creo que algo malo había pasado aquí, pero ahora no recuerdo que fue.
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