ANTHRAX (I)
Bajo el cobijo de la oscuridad, Anthrax se había convertido en un campo de batalla donde toda la calaña de la Bahía había decidido intentar tomar el control y saquear los pequeños establecimientos que había en el puerto. Algunos habían alcanzado el éxito de sus propósitos y, otros, arañazos, cortes e incluso una bala. De cualquier manera, aquello no era ni por asomo lo más preocupante de la situación.
La partida de Drea y el posterior descubrimiento de su verdadera identidad había hecho que muchos de los miembros del Clan Naz se marcharan, abandonando la lealtad hacia Tasia, mientras que aquellos que defendían a la vieja sanitaria recibían los desplantes de sus antiguos compañeros y asociados de otros clanes.
Pero la peor parte se la estaba llevando la líder Naz que durante 30 años había colaborado en la mejora de la Bahía, había conseguido traer electricidad al maltrecho puerto y se había convertido en una condenada de pies a cabeza. Después de todo lo que había dado no merecía un trato como aquel, pero poco o nada importaba lo que había hecho en beneficio de Anthrax frente al agravio de sus últimos actos.
Aguardaba con el mentón muy alto en una sala del Hangar que habían convertido en una improvisada habitación de interrogatorios. Si esperaban que fuera a decir algo, se equivocaban. Sobre todo Sloan Aster. Mas no era la mujer la que estaba ahora en su compañía y Tasia apreció que sus últimos momentos no fueran viendo el rostro de aquella arpía.
—¿Vienes a despedirte, querido Zaide? —sonrió la exlíder Naz.
—No me gustan las despedidas. —El viejo se sentó frente a Tasia y depositó una botella de licor deslucida, junto con dos vasos pequeños—. Vengo a tomar una copa con una vieja amiga.
Zaide Ramé llenó sendos vasos y después sostuvo uno de ellos entre sus retorcidos dedos de pescador. Brindaron silenciosamente y se bebieron de un trago el contenido como si fuera agua y no el licor más fuerte de toda la bahía.
Evitaron hablar de lo que pasaría, de aquellos que como ella acabarían pendiendo de una soga en unas horas. Recordaron momentos del pasado, rieron y bebieron hasta que comenzaron a sentir que el alcohol les hacía un mínimo efecto.
—Hasta el último aliento, Tasia Halz —murmuró el hombre efectuando, de manera muy poco respetuosa, el consabido saludo militar.
—Hasta el último aliento, mi querido Zaide.
La estancia volvió a quedarse silenciosa cuando el líder Ramé se marchó, pero a Tasia no le importaba. Tampoco le preocupaba su destino, en su cabeza sólo había hueco para pensar en Drea y Lethe. Esperaba que las dos estuvieran bien, que ninguna hubiese cometido la insensatez de intentar volver a por ella. Pero suponía que se marcharía a la tumba sin saber el desenlace de una historia que había comenzado muchos años atrás.
No esperó que la puerta volviera abrirse una vez más antes de que sus carceleros decidieran llevarla frente a su verdugo, pero un nuevo rostro apareció delante suyo.
Guardó silencio durante los primeros instantes, observando con profundo pesar las marcadas ojeras de un hombre que no había sido capaz de conciliar el sueño. Y no lo culpaba por verse más como un fantasma que como una persona. Entendía, de alguna manera, cómo se sentía Holden, el dolor que debía de estar llevando en ese momento con él y el esfuerzo que estaba poniendo por mantener sus emociones a raya.
Holden se sentó en la misma silla que antes había ocupado Zaide y clavó su mirada en Tasia, con la fiereza de alguien capaz de leer la mente de otros de sólo un vistazo.
—¿Dónde está? —La pregunta no le sorprendió ni un poco a Tasia, pero con todo el dolor de su corazón no podía darle a Holden lo que en ese momento más anhelaba.
—Está a salvo —respondió, en cambio—. Y tú también.
—¿Por qué no me lo dijo nunca? —masculló airado—. Confiaba en ella más que en nadie.
Tasia soltó un suspiro. Conocía a Holden desde que era un bebé, lo vio crecer y convertirse en el hombre que era ahora; algo que no había podido hacer con su propia nieta. Y cuando seis meses atrás él llamó a su puerta para decirle que se quería casar con Drea y quería su bendición, se alegró por ellos, pero temió por el futuro. Desgraciadamente su cuento de hadas se había roto antes de lo que ella había esperado, mucho antes de lo que hubiese deseado para ninguno de los dos.
—Para protegerte —pronunció con mucha suavidad—. Porque no quería ser perseguida por su pasado, ni que la juzgaras por un apellido. Y porque si te lo hubiese dicho, los dos estaríamos de este lado de la mesa y eso es lo último que ella querría. —Tasia sonrió y se estiró para tocar una de las manos de Holden—. Tampoco me lo dijo a mí hasta que vio a...
—Su hermana —terminó Holden la frase por ella—. Por eso querías ocultárselo. —Tasia asintió brevemente—. ¿Fue Drea el motivo por el que no estabas de acuerdo con el secuestro?
—En parte sí. No quería hacerla sufrir, ni que tuviera que tomar decisiones que la pusieran en peligro. —Algo que, al final, no había podido evitar y ahora todos estaban pagando las consecuencias de sus actos—. Pero sobre todo porque Eireann es una chiquilla inocente, a la que llevan toda la vida intentando moldear a su gusto.
Lo habían intentado con Drea, después con Gal y las dos se habían rebelado contra su padre, contra sus instrucciones y contra unos deberes que no consideraban justos. En cambio, la menor de las Meraki estaba hecha de otra pasta, su fortaleza era distinta. Tenía que serlo para aguantar los últimos diez años una presión que nunca debió ser suya.
—Escúchame Holden. —Bajó la voz y se inclinó ligeramente sobre la mesa—. Sea cual sea el plan de Sloan, la Bahía no es más que un recurso para conseguir sus propósitos. Agora puede que esté equivocado en cómo hace las cosas, que haya perdido el norte, pero Sloan Aster no va a mejorar la situación de nadie salvo la suya propia y la de su hija.
—¿Y qué quieres que haga? Estoy atado de pies y manos —suspiró—. Relevado hasta que se solucione toda esta situación y mi padre no me va a escuchar, por mucho que confíe en mí.
—Pues entonces tu padre es más necio de lo que pensaba —resumió Tasia—. Sé más listo que Wallace o caeremos todos.
Pudo ver la duda en los ojos de Holden, pero tenía fe en él de la misma forma que la tuvo Drea antes que ella. Si su querida niña había confiado tanto en aquel hombre no podía ser por nada; no cuando había estado dispuesta a perderlo todo por no hacerle daño.
—Si de verdad quieres a Drea, encuentra a Octavia —murmuró—. Ella puede ayudarte.
El sonido de la puerta abriéndose, interrumpió la conversación. Ambos guardaron silencio al ver a Wallace y los Gemini al otro lado del umbral.
—Es la hora, Tasia —pronunció el líder Skjegge con solemnidad.
La mujer cruzó una última mirada con Holden y se levantó con un leve asentimiento. Puede que su tiempo se hubiera acabado, pero no el de su nieta ni el de Holden. Sólo esperaba no estar equivocándose con el joven o todo lo que estaba sacrificando no valdría para nada.
***
En lo más alto del pilar de contenedores, Tasia observó a la multitud congregada en el Muelle de Carga. Todos los ojos estaban puestos sobre ella como la traidora que no era, pero que tanto les gustaba llamarla. Desleal por defender a su familia, a su clan y, sobre todo, a Anthrax.
El día había amanecido tan gris como su ánimo y el sol estaba tapado por una masa de nubarrones que avecinaban una larga tormenta. Tasia levantó la mirada hacia el cielo y como si hubiera llamado a la lluvia, pequeñas gotas comenzaron a descender desde las alturas.
«Así es mejor», pensó mientras daba un paso hacia el filo del contenedor.
Se giró y miró hacia los tres líderes de los clanes parados frente a ella entre la cortina de agua. Debió de haber sido Zaide Ramé quién pronunciara su sentencia, mas su viejo amigo no se movió de su sitio. Una protesta silenciosa al enjuiciamiento y, por supuesto, a la sentencia.
—Tasia Naz, se te acusa de traición a la Bahía, de ocultar a una de las herederas de Kairos y mantenerla con vida sin informar al Arcadian, además de conspirar contra la supervivencia de Anthrax y trabajar para el Gobierno de Agora. —A todos le sorprendió que la voz de Holden Skjegge se elevara por encima de la del resto de los presentes, al otro lado del contenedor. Pero a Tasia no— ¿Cómo te declaras?
—Culpable —respondió sin un atisbo de duda.
—Miembros del Arcadian, ¿cuál será el castigo de la Condenada? —Holden se dirigió entonces a Zaide, Wallace y Sloan.
—Exilio —dijo Zaide.
—Muerte —respondió Sloan.
Padre e hijo intercambiaron una breve mirada y, un segundo después, Wallace miró a Tasia. La mujer se limitó a asentir, casi dándole permiso para que diera la última palabra a su sentencia.
—Muerte —alegó Wallace tras un segundo de duda.
—El Arcadian ha hablado. —Holden se acercó hasta la mujer junto con una soga en las manos y mientras se la colocaba, prosiguió:—Tasia Naz, otrora Halz, ex Teniente del Krav y Líder del Clan Naz, tu castigo será la muerte.
—Hasta el último aliento, Holden Skjegge —murmuró Tasia con una suave sonrisa.
—La encontraré —respondió él— Hasta el último aliento —pronunció y se alejó un paso hacia atrás.
Tasia sólo tenía que dar un paso al frente y todo acabaría. Era consciente de la agonía que llevaría consigo los últimos instantes antes de que el oxígeno abandonara por entero su cuerpo, pero no importaba. Cerró los ojos y lo último que oyó antes de lanzarse al vacío fue un disparo.
NOTA DE LA AUTORA
¡Hemos sido uno de los ganadores de los Carrot Awards 2018 en la categoría de Ciencia Ficción!
Y no podría estar más contenta por ello, porque hace un año que comencé a escribir esta historia y cada día parece que somos más los que formamos la Comunidad de Kairos y nos convertimos en condenados de pies a cabeza. ¡Muchas gracias a todos por el apoyo, por seguir leyendo la Bahía de los Condenados y por darle una oportunidad a esta historia!
Nos estamos acercando a la recta final y ya os puedo adelantar que habrá una segunda parte y que a partir de este capítulo, todos los sucesos se intercalan en un mismo momento concreto hasta que lleguemos al final.
Quiero disculparme, como siempre, porque soy una escritora lenta y tardo mil años en actualizar. Me gustaría poder hacerlo con más asiduidad, pero mi trabajo y tiempo no me lo permiten. Sin embargo, os agradezco la paciencia y la constancia <3
Os espero en el próximo capítulo, que ya os adelanto que vendrá protagonizado por ERIN.
¡Hasta el último aliento, Condenados!
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