13-¿Hiromi?

Libra:

—¡Buenos días! —gritó una voz alegre, al mismo tiempo que un rayo de sol me pegaba directamente en la cara.

Abrí los ojos, antes de sentarme. Henry se encontraba al otro lado del cuarto, abriendo las cortinas mientras cantaba una canción en voz baja. Este, al darse cuenta de que ya estaba sentada, me saludó con un gesto de la mano mientras me sonreía con su típica sonrisa amable.

Aries fue la segunda en despertar, siendo seguida por Tauro y Leo. Me dirigí al baño, donde ya estaban posicionados ropa nueva que me iba a la perfección. Después de ducharme, cambiarme y peinarme, bajé dos en dos las escaleras, antes de entrar en la cocina, siendo seguida por Sagitario.

—Desayunen y espérenme en el salón—nos pidió Hiroshi, antes de salir por la puerta trasera.

Me senté y empecé a desayunar. La comida estaba compuesta de huevos fritos, un jugo de naranja y una manzana. Comí las dos primeras cosas, antes de agarrar mi manzana y dirigirme al salón.

Después de media hora más, la cual pasé mirando televisión, donde había un capítulo de Dora la exploradora, los demás chicos llegaron también.

—¿Dónde está Hiroshi? —preguntó Piscis, buscando con la mirada al hombre.

—Dice que en 5 minutos podemos ir—explicó Henry, antes de fijar su vista en la tele.

Al fin, después de esos 5 minutos, nos pusimos de pie, y siguiendo a los gemelos, salimos de la casa y nos dirigimos a una cabaña que estaba a unos cuantos metros. Esta parecía ser abandonada, con sus paredes sucias y su espacio reducido. Con suerte entraríamos los 15 ahí adentro, ¿Cómo haríamos entonces para pelear adentro?

Henry notó mi confusión, ya que se rio en voz baja, pero se limitó a entrar primero.

—Esto nos lleva al laboratorio de Hiroshi—explicó, abriendo una pequeña puerta que se encontraba boca abajo.

—¿Un laboratorio? —preguntó Escorpio con confusión.

—Aunque no lo crean, Hiroshi es un científico—se limitó a contestar Harry.

Henry entró primero, siendo seguido por Géminis. Al llegar mi turno, me di cuenta de que era más bien una puerta que conectaba dos espacios con una enorme escalera. Después de 5 minutos bajando, llegamos frente a otra puerta, la cual abrieron, dejándonos con la boca abierta.

Decir que el laboratorio de Hiroshi medía lo mismo que toda la ciudad sería mentir. Era incluso más grande que eso. Mires donde mires, tu vista siempre se perdía en la nada, dejándote con la curiosidad de saber que había más allá.

El suelo entero era rocoso, y en algunas partes incluso había rocas enormes saliendo del suelo, rocas que nos permitirían incluso escondernos los 13 detrás. El suelo no era plano. Al contrario, pareciera que nosotros estuviéramos en un hoyo, ya que en muchas ocasiones había paredes de piedras que median más de 20 metros, donde podríamos pararnos si quisiéramos.

—¡Wow! —gritamos todos al unísono—¿Cómo es posible que algo tan enorme existiera?

Hiroshi sonrió, antes de rascarse la cabeza con vergüenza. Tenía de nuevo ropa completamente negra, y esta vez su pelo era tapado por un gorrito negro, mientras que sus ojos estaban escondidos con unos lentes de sol.

Me daba curiosidad el joven. ¿Por qué siempre tenía algo tapándole la mitad de la cara? Lo único que llegaba a mi mente era que quizás se trataba de algo para limitar su poder. En muchos comics o animes había visto que algún personaje se tapaba los ojos para limitar su enorme y monstruoso poder, y así lograr no matar a nadie.

¿Pero Hiroshi era así de fuerte?

—El punto es que es aquí donde entrenaremos—nos informó, sacándome de mi ensimismamiento—. Habrá muchas fases de entrenamiento, que irán volviéndose más complicadas conforme mejoran.

—El primer entrenamiento es para mejorar vuestra agilidad—nos informó Henry—. El objetivo es fácil. Iremos lanzándoles proyectivos, que tendrán que evitar.

—¿Proyectiles? ¿Y si morimos? —preguntó Leo con preocupación.

—¿Acaso son tan débiles para dejar que una pequeña pelota de tenis los mate? —preguntó Hiroshi con sarcasmo. —Harry, ve a traerlo, por favor.

El chico asintió, antes de dar media vuelta y alejarse de nosotros. Nos miramos preocupados, pero no tuvimos tiempo de hablar, ya que de inmediato el chico volvió con algo muy raro en manos.

Aries:

—¿Qué es eso? —pregunté con confusión.

—No tenemos tiempo para explicar. Empezaremos ahora mismo—nos avisó.

El aparato consistía en un tubo, con un pequeño botón al costado derecho. Adentro del tubo lograba divisar una pelota de tenis, nada que nos pueda matar. Hiroshi pasó dos similares a los gemelos, antes de levantar su tubo al nivel de su pecho.

—¿Están listos? —preguntó, pero sin dejarnos el tiempo de contestar pulsó el botón, haciendo que la pelota saliese a gran velocidad y le pegara directamente en la cara a Sagitario.

—¡Oye! —se quejó el chico, agarrándose la nariz ensangrentada.

—Será mejor que eviten entrar en contacto con estas pelotas si no quieren terminar igual o peor que Sagitario.

Volví a mirar el tubo, y noté que la pelota seguía ahí. ¿Cómo era posible? Si solo tenía una munición. La opción más lógica, pero deprimente es que los chicos tenían municiones ilimitadas, que nos darán varias horas de sufrimiento.

—Hoy aprenderán al fin lo que es sufrir un ataque—susurró Hiroshi.

Al instante le dio de nuevo al botón. No pude seguir la trayectoria de la pelota por su rapidez, pero escuché como Virgo soltaba un quejido de dolor.

En menos de 2 minutos, todos habíamos sido atacados por esa pequeña pelota. Hiroshi parecía tomar muy en serio su trabajo, mientras que los gemelos solo le lanzaban una que otra mirada curiosa, antes de imitarlo.

La única que parecía cómoda en ese estado era Acuario. Gracias a su velocidad, interceptar esas pelotas era un juego de niños para ella. Hiroshi pareció darse cuenta de eso, ya que miró a los gemelos, asintiendo.

Al instante, ambos siguieron atacándonos, mientras Hiroshi concentraba sus ataques en la chica.

Me fui dando con sorpresa que poco a poco, íbamos acostumbrándonos. Nuestros ojos se habituaron a la velocidad. En vez de recibir todas las pelotas en la cara, solo 1 de cada 10 llegaba a tocar nuestro cuerpo.

—Veo que mejoran a la velocidad de la luz—observó Hiroshi—¿Y si subimos el riego?

Hiroshi sacó la pelota de su lugar, antes de agarrarla en sus manos. Al instante, esta fue tornándose oscura, pero nada preocupante. Para sorpresa de todos, se limitó a tirarla con solo su mano, sin utilizar su tubo raro.

—¡No la toquen! —gritó Henry al ver que no nos movíamos—. ¡Tienen que esquivarla!

Pero ya era muy tarde. La pelota estaba a solo un metro de Tauro cuando el chico había dicho eso. Esperándonos lo peor, nos quedamos sorprendidos al ver como Ofiuco aparecía frente a él, una espada en mano. De un solo movimiento, paró su movimiento.

Habría sido genial si eso terminaba así, pero como siempre, nosotros no teníamos suerte. En vez de caer al suelo, la pelota se pegó a la espada como si tuviera pegamento. Al instante, esta empezó a ser envuelta en un humo negro. Ofiuco soltó la espada, justo a tiempo para ver como esta se desintegraba, antes de caer al suelo en polvo.

—¿¡Querías matarnos!? —gritó Sagitario con horror, viendo los escombros de la pelota y de la espada.

—Si no pueden contra un ataque así, no merecen ir a La Sociedad de Poder—se limitó a contestar, dando media vuelta y alejándose de nosotros.

—Necesitan descansar—nos informó Henry, con una sonrisa de disculpa—. Seguirán el mismo entrenamiento en poco. Descansen mientras tanto.

Dicho eso, dio media vuelta y salió corriendo en la misma dirección que su primo, llamándolo en voz alta. Harry era el único que seguía ahí. Con su cara pálida y su ropa negra, parecía un muerto viviente. El chico se limitó a suspirar, antes de dar media vuelta y alejarse en el mismo camino.

Capricornio:

El día había pasado volando. Sentía todo mi cuerpo dolerme, y con suerte era capaz de quedarme de pie. Habíamos conseguido evitar todas las pelotitas negras de Hiroshi, pero en el fondo, todos sabíamos que era porque este se controlaba.

Nos encontrábamos en el jardín, todos acostados en el suelo, viendo las estrellas en el cielo. Los chicos conversaban animadamente con Henry, mientras que Hiroshi, a su lado, estaba enfrascado inventando algo: tenía un montón de tornillos y clavos a sus pies, mientras que sus manos trabajaban a una velocidad sorprendente en clavar un clavo en una esfera de metal.

El único callado entre nosotros era Harry. De no estar lanzándole miradas curiosas cada 10 minutos, habría creído, sin lugar a duda, que este estaba profundamente dormido.

—Aún no puedo creer que realmente hayas intentado matarme—susurró Tauro, con la mirada confusa.

—¿Tú crees que habrías trabajado mejor si no te hubiera atacado de esa manera? —cuestionó el científico.

Tauro se quedó en silencio, pero la respuesta era más que clara. Hiroshi se había controlado con el ejercicio, pero aun así había sido lo más complicado que había intentado hacer en mi vida.

Y era más complicado que soportar el mal humor de mi jefe los días que no lograba dormir y se tomaba cinco vasos de café en una hora...

—En La Sociedad de Poder, la gente no te avisará ni bajará enormemente su fuerza de ataque solo para no matarte—siguió Hiroshi—. Ellos harán lo que sea para terminar con ustedes lo más rápido posible.

—Y créanme, eso será en un segundo—añadió Henry.

—¿Pero qué fue eso? —pregunté, curioso—. ¿Por qué la espada desapareció? ¿No estaba hecha de metal?

—Es su poder—contestó una voz a mi derecha, haciendo que me sobresaltara al igual que todos—. Solo acuérdense, nunca dejen que algún ataque de nosotros 3 los toque.

Todos nos dimos vuelta, mirando a Harry. El chico estaba durmiendo en la hierba, con los brazos cruzados detrás de la cabeza. Sus ojos estaban cerrados, pero él estaba completamente despierto.

—Ah, pues que cool—susurró Leo, rodando los ojos—. Dejen que lo anote en mi agenda invisible.

—Harry tiene razón—asintió Henry, ignorando a mi amigo—. No les podemos decir gran cosa sobre nuestro poder, pero el mejor consejo que les podemos dar es evitar cualquier ataque nuestro.

—¿Tan fuertes son? —preguntó Sagitario con sorpresa.

—Somos igual de fuertes que la muerte—susurró Harry—. Puede que parezcamos débiles, pero si tenemos que pelear contra un ejército de malos, seguramente nosotros seremos los ganadores.

Tragué con dificultad. ¿Igual de fuerte que la muerte? Ya entendía a lo que se refería. Si un ataque puede hacer que una espada, hecha de metal, se desintegre, ¿Quién nos asegura que nosotros seguiremos vivos después de eso?

—Por el momento no se preocupan de eso—nos avisó Hiroshi, levantando en lo alto su invento, para mirarlo a la luz de la luna—El objetivo del entrenamiento de hoy fue aumentar vuestra agilidad y sexto sentido. Seguramente ahora si alguien los ataca, ustedes podrán al menos evitar sus ataques.

—Por ahora, vayan a descansar—nos pidió Henry—. Mañana será un día muy largo.

El abuelo:

Cerré los ojos, antes de dejar caer mi cabeza hacia atrás. Llevaba un día en este lugar y ya me estaba empezando a sentir enfermo. Al llegar, los oficiales me habían quitado mi reloj y objetos de valor, antes de ponerme unas esposas.

Según lo que explicaron, estas esposas permitían que no pudiese utilizar mi poder. Al principio pensé que me estaban mintiendo, pero después de tres minutos intentando crear un clavo, terminé dándome por vencido.

Me encontraba en una torre, encerrado en el cuarto más alto. A mi alrededor solo se encontraban una cama y un baño, lo que de por sí era enorme para una persona encerrada. Frente a la cama había barrotes pegados a la ventana, lo que me permitía ver por ellas, pero al mismo tiempo me daba un enorme sentimiento de claustrofobia.

Según lo que había visto al entrar, dos oficiales estaban puestos frente a mi puerta, vigilando a que no me escapara, algo que no haría, puesto a que la puerta estaba cerrada con tres candados diferentes, además de que mi fuerza de anciano no me permitía hacer gran cosa.

Si con suerte podía ponerme de pie sin marearme...

Resumiendo, lo único que podía hacer era esperar el día de mi muerte, esperando a que no le hayan hecho algo a los chicos. Nunca me lo perdonaría si algo les pasará, mucho menos Ofiuco.

Él pasó por mucho. Merece vivir feliz y tranquilo, no sufriendo de nuevo por mi culpa.

Un ruido me sacó de mi trance: la puerta se había abierto, y de ella entró un oficial, junto con otro hombre.

La persona era un joven algo alto, con pelo rubio y ojos azules. Tenía una barba de dos días y una sonrisa pegada a la cara.

El chico se avanzó y se sentó en mi cama, al mismo tiempo que el guardia se quedaba parado al lado de la puerta, espalda pegada al muro. El chico fue el primero en hablar, confundiéndome con su voz amable y cariñosa:

—Hola, Sao. Soy el décimo capitán, Hiromi.





Holaaa

Que tal?

Que les pareció el nuevo capítulo?

Que piensan del entrenamiento?

Y del poder de los tres?

Creen que les irá bien en La Sociedad de Poder?

Y quien creen que será Hiromi? Tendrá un rol importante?

Que les está pareciendo la historia por el momento?

Ya empezamos en lo bueno, así que sujétense bien que esto solo irá mejorando.

Quien es vuestro personaje favorito por el momento?

Hasta luego👋😁💖

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