Capítulo 1: La avenida 711
¡Mmm! ¡Mmm! ¡Mmm! Siento la vibración del celular y me despierto del sueño tan profundo en el que estaba. Es Karla quien me está llamando. No pasa ni un segundo y se cae la llamada. Parece que no hay mucha señal donde me encuentro. Me doy cuenta que estoy sentado en un sofá polvoriento y todo mi alrededor me parece completamente desconocido. Me encuentro sin camisa, solamente con un pantalón de mezclilla, un par de Converse negros y un dolor de cabeza atroz. Sin resistir estar en este lugar un segundo más salgo caminando con cierta prisa por la puerta que queda a unos metros de mí.
Al salir miro que es de día, el sol hace que entrecierre los ojos. Este dolor de cabeza me está matando. Me encuentro un poco apartado del pueblo, pero lo más insólito del caso es que no recuerdo nada de lo que me sucedió, ni siquiera los motivos que me trajeron a este lugar y mucho menos por qué ando desnudo de la cintura para arriba.
Entre tanto lio en mi cabeza percibo como vuelve a vibrar mi móvil. Es Karla de nuevo, mi vecina del frente. Descuelgo la llamada y lo primero que oigo son sus gritos de preocupación por mí:
-¡Jason! ¡Mira la hora que es! Quedaste en pasarme a buscar para enseñarme tus pésimas habilidades futbolísticas – Mientras ella habla mi cabeza reacciona y recuerdo que hoy era la semifinal de fútbol donde competía mi instituto y yo soy del equipo titular- ¿oye? ¿estás ahí? - vuelve a decir
-Sí. – le respondo consciente de que me desvanecí del momento
Avanzo corriendo hasta la orilla de la calle. Miro un cartel hacia mi derecha, luego volteo la mirada directo al reloj del móvil y continúo diciendo por la llamada:
Me encuentro en la Avenida 711 y date prisa que faltan 20 minutos para que comience el partido.
-¿Qué estás haciendo por allá, Jason? - pregunta Karla
-No me preguntes y mueve las ruedas del coche hacia acá lo más rápido que puedas si quieres que nuestro instituto llegue a la final.
-Espérame que busco la ubicación en el GPS y llego- dice Karla con su habitual desenfado
Se corta la llamada y espero en la orilla de la avenida 711 de mi pueblo Yourhire. Durante esos diez minutos que demora Karla no logro recordar absolutamente nada de lo que pasó ayer en la noche. Me doy una vuelta y tomo una foto de la fachada de la casa, es relativamente grande, apartado del bullicio del pueblo y parece que desde hace tiempo nadie habita en ella por lo que su abandono era evidente.
Entre ideas sueltas aparece mi nueva vecina y compañera de instituto. Karla hacía aproximadamente 5 meses que se había mudado a mi vecindario y se había hecho sentir en mi vida. Al hacer sonar el claxon de su descapotable rosado me vuelvo hacia ella y veo que lleva puesta unas gafas de sol que le quedan muy bien y los labios pintados de un color rojo suave que provoca que le mirara los labios dos segundos más de lo necesario. Respiro y digo para dentro de mí: Jason Martins Jones, calma.
De un salto ya estoy sentado a su lado en el auto y le digo:
-Olvidé entre tanto ajetreo la equipación, tenía que haberte pedido que me la alcanzaras.
-Mujer precavida, siempre le va bien en la vida- responde ella con cierto aire de autosuficiencia burlona mientras me enseña mi bolsa con lo necesario en los asientos traseros. Ambos comenzamos a reírnos por su frase.
En su corta estancia conviviendo en el vecindario nos hemos llevado bien, excepto el día en el que nos conocimos. Ese día ella estaba descargando sus artículos personales del camión de la mudanza. Traía en las manos su laptop y algunos libros que le gustaban leer, yo salía corriendo de mi casa porque llegaba tarde al insti y sin querer tuvimos un pequeño choque que acabó con los dos en el suelo y su laptop averiada, por no mencionar el charco de agua donde flotaban sus libros. Como una fiera se levantó y me gritó tantas barbaridades que imbécil fue la que menos me ofendió, le pedí disculpas y estuve un mes fregándole el carro como muestra de arrepentimiento. Después de lo que sucedió decidí que con ella no iba a intentar nada, aunque su cuerpo fuera digno de admirar, no quisiera ver esa fiera despierta por un desengaño amoroso que yo le ocasionara, creo que me mataría con sus propias manos.
-¿Jason tú no hablas? - me dice Karla molesta.
-Mejor no quieras, estaba recordando cómo nos conocimos y lo limpio que dejé este cochecito- le digo divertido
Por el camino el viento hace que disfrute como se le mueve su pelo castaño. Que quede claro, no estoy enamorado de ella, no soy fan del amor a mi edad de 18 años, solo que es una mujer físicamente atractiva y mis hormonas varoniles se remueven con la dulzura femenina. Decidí dejar de pensar en mi compañera de viaje y vino a mi mente una idea que no paró de comerme el cerebro en todo el camino: ¿qué misterios oculta mi falta de memoria y aquella casa abandonada en la avenida 711?
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