La Estrella Del Evento (177Kg//390Lb)
La grasa corría a través de sus poros. Todos la miraban. Tenía un Pay aún en la mesa, y lo comía de manera agresiva, embarrándose todo en el cuerpo y en la cara. Su ventaja era clara. Solo le faltaban un par de gigantescas cucharadas para terminar, y tal vez se llevaría el premio por tercera vez en un año. La gente gritaba emocionada. Los gritos de sus amigos se sentían cada vez más intensos y energéticos. Todos la miraban con atención. Uno de los tipos gordos que estaba sentado junto a ella, comenzaba a alcanzarla. Fue inútil. Estaba por dar el último bocado. Comenzaba a tronar la boca y a tomar de su malteada de fresa para bajarlo. Pude ver el bocado deslizando a través de lo que podría ser su cuello. Fue rápido. Dio un gigantesco eructo, y declaro su victoria.
Su gorda hermana la veía desde el público. Sonreía y gritaba, mientras comía tacos. Yo estaba confundido. Esa hermana me era bastante familiar. Creí haberla visto en otro lado, pero no estaba muy seguro de dónde. Ese día me habían enviado a Brooklyn. Debía de hacer un reportaje sobre este concurso. No estaba orgulloso, pero sabía lo que debía de hacer. Llevaba poco tiempo de haber comenzado a trabajar en este nuevo periódico. No era mi plan trabajar de esto, pero aún no encontraba un trabajo como asistente o editor. Pero podría lograrlo. Era un chico guapo e inteligente. El resto de los chicos en el periódico eran fracasados. Estábamos recién graduados, y yo ya tenía más idea del campo de trabajo. No me sentía tan inseguro acerca de lo que estaba haciendo. Esta era una nota que no muchos se creían capaces de poder tomar, ya que no era del todo seria. Pero yo tenía la esperanza de hacer de algo tan estúpido y absurdo, algo poético, crítico e inteligente. No era un periodista. Pero era un escritor. Sabía lo que estaba haciendo. No por algo fui a una de las mejores casas universitarias del país. Soy alguien que sabe lo que hace. De todos modos me resultaba curioso ver a la hermana de esa chica gorda en el escenario. Estaba consciente de que era su hermana porque unos campesinos junto a mi estaban hablando de ellas. La hermana tenía cierta fama de tener sexo con cualquier persona que disfrutara de su gordura. Era raro. Pero no soy nadie para juzgar. Estoy aquí para analizar.
La chica gorda se levantó orgullosa. Lo había logrado. Había ganado por tercera vez en un año. Había ganado. El reloj sonó. El concurso había terminado. Era la campeona en comer Pay. Un grupo de personas gordas y con tintes campesinos comenzaron a gritar de alegría. Sus amigos gritaban a lo lejos. Su hermana reía y saltaba a lo lejos, su gordo cuerpo se balanceaba y dejo ver como su panza rebotaba. Se podía ver el orgullo en su rostro. Pareciera ser menor a ella, pero la veía como si fuera su creación. Mire a la campeona, aplaudí y ella me volteo a ver. Sus ojos. Me eran aún más familiares que su hermana. Todos le aplaudían y le tomaban sus gigantescos y colgantes brazos. Con cuidado, y haciendo tronar la madera, bajo del escenario. Ya no se le notaba tan feliz. Se acercó a su hermana y la abrazo. Le susurró algo al oído. Me voltearon a ver. Ambos rostros me eran extremadamente familiares, pero no recordaba conocerlas. Era obvio que no olvidaría a dos chicas tan gordas, ya que su apariencia no era algo tan fácil de ignorar. Lentamente me acerque con mis anotes en mano. Me hice de entre la gente. La campeona se me acercó a mí. Se veía aún más gorda de cerca.
- ¿La Gran D? – le pregunte. No sabía su nombre completo, así que le llame por el sobrenombre que las personas en el concurso le habían puesto. Recargó su brazo en su cadera. Ese rostro me era muy familiar. La forma de su cara. Conocí a muchas chicas asiáticas en mi vida, y de hecho estuve en una relación con un par de ellas, pero esta... no recuerdo haber salido con una mujer con este tipo de físico – Estuvo bastante impresionante ahí arriba – me dio una sonrisa tímida. La sonrisa me era aún más familiar. La mire profundamente a sus ojos. Sus rasgados ojos. Tenía un rostro bastante lindo, pero su cuerpo era una cosa repugnante e impresionante de ver. Me miraba con ilusión. Se acercó más, y pude sentir que creyó que quería algo - ¿Puedo hacerle unas preguntas? Son para el Brooklyn Novelty – su rostro se mostraba confundido, pero asintió con la cabeza.
Su hermana se acercó, se dijeron algo en el oído y luego se alejó. Su hermana se me acercó y me miró de manera penetrante. Su mismo aroma me resultaba familiar. A lo lejos vi un sillón, y una silla al lado. El peso de la chica tal vez no soportaría estar parada. Señale el sillón y caminamos hacía este. Tan solo haber dados unos diez pasos causaron que la chica sudara y comenzara a tener una respiración pesada. Acomode mis apuntes, y encendí la grabadora de mi celular. La chica me miraba de una manera extraña. Esa mirada me era familiar, pero no pude identificarla. La gordura en ese rostro me impedía realmente reconocer lo que estaba debajo. Tal vez solo era un rostro familiar. O tal vez mi ignorancia me hacía creer que era una chica asiática que ya conocía. Giré mi cabeza y vi que la hermana se encontraba con un joven. Era un chico atractivo, pero con una panza colgando de sus pantalones, era pequeña pero no era muy fácil de ocultar. Recuerdo haber estado un poco gordo tras empezar la universidad. La falta de contacto con la chica con la que supuestamente tenía una relación era deprimente, y comencé a comer bastante. No llegue a engordar mucho, pero si crecieron ciertas estrías en mí. Afortunadamente había recuperado mi forma. Era otra vez el mismo. Le entregue mi papel con mi nombre a la chica. Alzó la mirada. Me miró confundida. La familiaridad cada vez era más grande, pero no lograba recordar realmente de donde conocía ese rostro.
- Bueno, ya vio mi nombre, mi trabajo y mi número en la tarjeta. Se la doy porque estoy en búsqueda de trabajo como editor y uno nunca sabe que personas pueden llegar a tener contactos con el mundo editorial – reí para hacer de esto algo menos incómodo. Lanzó una pequeña risa ahogada y se cubrió la boca. Sus gordos brazos eran impresionantes de ver, y cada movimiento causaba que se movieran como gelatina – Pero bueno, estoy aquí para hacerle una entrevista exclusiva para el Brooklyn Novelty. Si no conoce el periódico, no me sorprende, ya que no somos los mejores. Pero bueno, lo intentamos – dio otra pequeña risa ahogada. Su posible gordura hacía que su risa fuera muy nasal, y resultaba algo adorable, pero también un tanto asqueroso – Quiero aclarar que no estudie periodismo, y esto solo es un trabajo temporal. Así que pido disculpas adelantas, por si hago o digo alguna estupidez – escuche que la chica estaba estudiando periodismo. Parecía ser una carrera popular, ya que era la cuarta persona que conocía que estaba o quería estudiar eso. Supongo una ventaja de su trabajo sería estar sentada todo el día o algo así. No creo que sea una persona muy activa – Ya que esta todo claro, comenzare esto – puse mi celular en un lugar más céntrico. Tome mis anotaciones y la mire directamente - Muchos en el lugar la conocen como "La Gran D", ¿Cuál es el origen y el significado de este nombre? – la chica me miraba. Estaba totalmente concentrada en mi rostro, y sus gordas y gigantes piernas temblaban.
- Bueno, como habrás notado soy una chica algo grande – comenzó a reír, y le di una pequeña sonrisa coqueta para hacer las cosas menos incomoda – y bueno, mi nombre comienza con una D... – me miró, esperaba que dijera algo, pero honestamente no tenía idea de que esperaba – Además de que es una especie de juego de palabras con la palabra "Grande" – la chica se apretó una de sus lonjas. Tenía un top muy corto. Tan corto que ya parecía un bra. Su panza se notaba por debajo de este, y esta recargaba en sus gordas y carnosas piernas.
- ¿Y cuál es tu verdadero nombre? – eso era. Tal vez así mis dudas sobre su rostro serian aclaradas. La chica me vio con tristeza, ¿Acaso dije algo que le hirió?
- Do...Do... - la chica se detuvo y me miró. Sus ojos parecían buscar una respuesta. Sudaba nerviosa – Do...Dominica – dejo de temblar y se rasco la panza – Dominica Moraki – era un nombre raro, y parecía que lo había inventado. Pero no tenía tiempo para cuestionar eso. Tal vez no estaba orgullosa de quien era y no quería que su nombre fuera público.
- Veo que tienes bastante talento en esto, y realmente creó pones mucho esfuerzo... ¿De dónde sale esto? ¿Qué haces, o hacías, para soportar tanta comida en tan poco tiempo? – la chica miró su cuerpo, y comenzó a acariciar sus piernas de manera nerviosa.
- Pues... solía hacer deporte antes. Tengo bastante resistencia en las cosas, y este cuerpo me ha ayudado a tener cierto respaldo – la chica comenzó a sudar como cerdo.
- ¿Ya no haces deporte? – pregunte un tanto inseguro. Era obvio que no lo hacía, pero no quería verme rudo simplemente asumiendo que estaba gorda por no hacerlo.
- No. Me retire por un accidente en mi rodilla – la chica seguía nerviosa. Supuse que siempre había sido gorda, y el accidente solo fue una excusa. Tal vez jugaba Futbol o algo así, la gente ancha suele ser bastante buena en estos deportes de fuerza. La chica comenzó a mover sus gordas piernas. Sus pies eran rechonchos, y honestamente se veían algo adorables debajo de sus sandalias femeninas. Tal vez debajo de esa obesidad mórbida había una chica linda, pero honestamente no me interesaba pensar en ello. No me veo saliendo con una chica gorda.
- Note que tu hermana está aquí apoyándote... ¿Qué rol juega ella en tu entrenamiento para este tipo de cosas? – su hermana me parecía más linda que ella, pero posiblemente porque su hermana no era tan obesa. Debo de admitir que el rostro de su hermana me parecía más lindo, así como su gordura se me hacía más balanceada que la de ella.
- Pues, ella es mi nutrióloga... – la chica reía tímida. Era un tipo de risa que haces cuando estas cerca de alguien que te atrae. Espere que ella no malinterpretara mis intenciones – Casi todos los días ella me da de comer, a veces me da directamente en la boca, ya que quiere que me concentre en tragar y no en pensar. Siempre vamos al supermercado juntas y comemos pollo frito, así como también me suele preparar galletas de chocolate casi todo el tiempo – su hermana la trataba de matar. No creo que hubiera otra conclusión. Su hermana la estaba asesinando.
- ¿Y... no te preocupa tu peso? – lo dije. Era una pregunta ruda, pero supuse que eso hace un verdadero periodista. Cuestionar todo y analizar bien las cosas. La chica puso una cara furiosa.
- ¿Qué tiene mi peso? ¿Te molesta? – su voz se me hizo familiar, pero seguí sin ubicarla. Trate de tranquilizarla pero se levantó del sillón. Su cuerpo lucía gigantesco desde mi punto de vista – Siempre he sido así... ¿Nunca lo notaste? ¡Esto que vez es la verdadera yo! – me hablaba como si la conociera, y mis sospechas se hacían más grandes - ¡Subí 25Kg en un año! ¡Estoy decepcionada por no ser más grande! – sus palabras. No entendía un carajo de lo que trataba de decir - ¡Soy una mujer gorda! ¡Soy feliz de ser gorda! ¡Y tú... puedes irte a tener sexo con tus chicas delgadas en Harvard! – sabía a qué universidad había asistido. Definitivamente la conocía - ¡Soy demasiado bella para patanes superficiales como tú! ¡Soy una princesa! ¡Soy una reina! – estaba paralizado. Había arruinado esto. Había ofendido a la persona que pretendía entrevista. Definitivamente no había nacido para ser periodista.
La chica se levantó y se fue furiosa. Cada pasó hacía que todo su cuerpo se moviera. Su hermana se le acercó alarmada. La chica me señalo furiosa. El que parecía ser el novio de su hermana, me miró desde lejos. Creí que me patearían el trasero, pero no paso. Pronto un par de atractivas chicas rubias se subieron al escenario. Un anciano subió con ellas. El anciano recito un poema y dio un pequeño discurso. La chica gorda y su hermana me veían desde lejos. La chica gorda tenía los ojos rojos. Había llorado. Una de las chicas rubias se subió al escenario con un gigantesco trofeo dorado, con pollo frito dentro.
- Así es. Hace dos años la chica que gano este premio era una simple gordita. Triste en casa. Buscando dietas, y tratando de hacer que su cuerpo regresara a su forma antigua. Ella era una atleta. Pero ese tipo de deporte ya no encajaba con ella. Cierto día su apetito le indico lo que era correcto. Esta chica ha tenido un extremo aumento de peso en tan solo dos años, y no tiene señales de querer parar. Ha pasado de ser una gordita simplona, a ser la campeona obesa más brillante de toda la historia de este condado. Ha comenzado a disfrutar este nuevo estilo de vida, y se ha olvidado de ser otra chica delgada... honestamente nos ha dado muchísimo espacio a nosotras – la chica dio una risa nerviosa, y todos en el público le imitaron - ¡Damas y Caballeros! ¡Nuestra majestad obesa! ¡Dobuita Morí! – mi rostro palideció. Ella era Dobuita. La chica que conocí en la preparatoria. La campeona de Basquetbol más linda que esa escuela ha visto.
Dobuita subió al escenario. Lucía gordísima al lado de esas atractivas y delgadas chicas. Alzó el trofeo, y el pelo debajo de sus gordos brazos era notorio. No era una chica que solo había subido de peso. Era digna de ser la mujer gorda en un circo. Sus pants estaban a punto de estallar, y ella gloriosa mostraba el trofeo y tomaba pollo frito con su otra mano. Sonreía. Me miró desde lo lejos. Ella no era la Dobuita que yo conocía. La delgada y atlética Dobuita era ahora un lejano recuerdo. Cada bocado, y cada chupada de sus grasosos dedos lo demostraban. Era una persona diferente. Yo era una persona diferente. Pero se veía feliz. No creó ser nadie para ordenarle a alguien como vivir.
Pude ver como su hermana se me acercaba. Las gordas piernas de su hermana rebotaban, y sus grandes lonjas relucían a través de su camisa. La recordaba más pequeña, y más delgada. Pero uno realmente no llega a entender las cosas de manera tan fácil.
- ¡No quiero que vuelvas a aparecerte por aquí! – dijo su hermana. No recordaba su nombre, pero podía identificarla ya que aún tenía esa liviana y linda voz - ¡Lo haces y Alán te pateara el trasero! – señalo al chico que estaba con ella. El chico comía una salchicha mientras parecía estar sobándose la panza.
Obedecí a la hermana. No quería lastimar a nadie. No soy ese tipo de persona, y honestamente no quiero serlo. Mientras me iba mire a Dobuita una vez más. Alzada y feliz. Tal vez ser gorda era la felicidad que siempre estuvo buscando. Nunca la había visto sonreír tanto. Su gorda cara. Sus gigantescas y celulíticas piernas. Sus grandes brazos. Su gran panza. Sus tres papadas. Sus lonjas. Sus adorables pies. Debajo de eso vivía la chica linda que yo conocí. Pero tal vez esa chica no era feliz.
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Mi pasado se iba junto a él. Todos me miraban con admiración. Mi bello cuerpo causaba que me vieran y sintieran que estaban protegidos. Recuerdo golpear mi barriga y hacer ruidos de cerdo mientras todos me miraban y aplaudían. Mi hermana hablaba con su novio. Él se notaba más carnoso de la cara. Tenía un trasero más grande, y le comenzaba a salir una papada y una barriga. Ella se veía con unas piernas mucho más gordas. Sus pants le quedaban cortos, y ahora se veían como shorts. Era preciosa. Éramos preciosos.
Pude ver como se alejaba lentamente. Caminando. No lo necesitaba. La comida era mi amor encontrado. No merecía observar mi cuerpo gordo. No merecía verme todas las mañanas junto a él. No merecía tocar mi barriga mientras comía. No merecía verme lavar mi celulítico y gigantesco cuerpo. No lo merecía. Daniel no lo merecía...
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