🎬 4 📸

Casa de Amarilis

Cuando abrió la puerta de la entrada, se encontró con su madre y el actor.

¿Qué corno estaba haciendo en su casa? —Pensó en su interior arqueando una ceja y viendo la escena tan agradable y descolocada a la misma vez.

—¿Me perdí de algo? —formuló mirando a ambos.

—Hola, mi amor —se puso de pie para agarrar la bolsa que tenía en la mano su hija—. Bruno me dijo que vendría a casa tu futuro jefe. Habría sido de mala educación no recibirlo.

Demetrio solo observaba la escena mientras bebía de su café.

—Me estaba contando tu madre que vas a aceptar mi trabajo.

—Vaya... la noticia voló —acotó por lo bajo—, ¿le pidió a Bruno la dirección de mi casa? —interpeló dudosa.

—Sí, me tomé el atrevimiento de pedírsela. Te pido disculpas por la intromisión, solo lo hice con el fin de saber si ibas a darme un sí o un no, porque hace tres días que no recibí una llamada por tu parte.

—Habría esperado, por lo que sabía, usted está de vacaciones.

El actor quedó muy sorprendido cuando le hablaba con formalidad.

—Vaya —rio—, no compartimos la misma edad pero no veo mal que me llames por mi nombre y te dirijas a mí con informalidad, me haces sentir bastante viejo.

—Pues seguiré tratándolo con formalidad, por lo menos por ahora.

—Está bien, no te insistiré. Por lo menos ya sé que vas a aceptar mi propuesta de trabajo —ratificó y sorbió un poco más del café—, ¿leíste el comentario que te dejé en el perfil de Bruno por tu cumpleaños?

—Lo dudo mucho porque no tengo instagram —acotó con sarcasmo.

—Vas a tener que abrirte una cuenta, porque algunas personas te contactarán por ahí.

—De acuerdo, señor Cabassi.

—Salvo que quieras que te la cree yo —guiñó un ojo—. Tengo pensado un nombre fabuloso para que te reconozcan.

—Me imagino cuál podría ser —revoleó los ojos.

La asistente personal de la estrella.

Amarilis estalló de la risa.

—Modesto debe ser su segundo nombre.

—Solo tengo un nombre, ya tiene demasiado significado Demetrio como para que mis padres me pusieran un segundo nombre.

—Entiendo. ¿Hace mucho que está en la casa?

—Una hora.

—¿No trae guardaespaldas con usted? —preguntó curiosa.

—No, es la ventaja de que no me conozcan en este país... —comentó y miró el fondo de la taza de café—. Hay que hablar del tema del contrato y es extenso.

—En otro momento, por favor. De todas maneras tiene vacaciones.

—Sí, pero unos días antes tengo que volver, tengo una premiere.

—Algo de eso me contó Bruno.

—¿Tienes problema en reunirte conmigo en el bar del hotel? —Se levantó cuán alto era y Amarilis tuvo que levantar la cabeza.

—¿Cuándo?

—Mañana por la noche.

—Prefiero durante el día, sino le molesta.

—La noche o el día, es lo mismo.

—No para mí, no acostumbro a caminar de noche porque no tengo coche.

—Te salió una rima —acotó con gracia y los dos rieron—, en serio... te traeré yo a tu casa.

—No, o es por el día o deberá estar Bruno para llevarme —puso los brazos en jarra enfrentándolo.

—Tu amigo no va a estar cuando tengamos que viajar y tarde o temprano vas a tener que estar a solas conmigo en ciertos momentos, es así —dijo con seriedad—. Por la manera en cómo pones las excusas o planteos me inclino a pensar que algo te pasó con alguien.

—Es mi modo de ser. Nadie me hizo nada —habló con sequedad.

—Entonces trata de cambiarlo porque así no vamos a llegar a ninguna parte.

La argentina tuvo que apretar la boca para no contestar algo brusco y le habló con tranquilidad.

—Bueno, mañana a la noche, ¿le parece a las siete de la tarde?

—No es noche, pero está bien para mí.

—Bien entonces —acotó con un rintintín y arqueando una ceja.

—Me retiro. Agradezco el café, señora Barrera —le respondió a la mujer con una sonrisa y ella quedó encantada.

—Fue un gusto, señor Cabassi —expresó contenta y aceptó un beso en cada mejilla.

—Buenas tardes y hasta pronto, señor Cabassi —le extendió la mano la joven.

—Hasta mañana —le tomó la mano y la besó de nuevo.

Cuando las dos mujeres quedaron a solas, su madre le habló;

—Es divino, Amarilis.

—¿Tuviste en la adolescencia tu época fan?

—Claro que sí.

—Pues no lo parece —hizo un mohín y revoleó los ojos burlándose de ella.

Alba, su madre, se rio y le palmeó el brazo uniéndose al chiste de su hija.

—No puedes negar que tiene una presencia y una altura que te roba el aliento.

—Sería tonta negarlo —admitió y le contestó otra vez—. Mañana por la tarde-noche quiere reunirse en el bar del hotel para hablar del contrato.

—Está bien, es lo que corresponde, así te despejas todas las dudas que tengas.

—Papá y vos se dan cuenta que si firmo, la vida de ustedes y la mía quedará expuesta, ¿no? Querrán saber todo, aunque le podría pedir al señor Cabassi que no los meta a ustedes.

—¿Eso es lo que te preocupa?

—Un poco sí.

—Estás pensando en los demás y no en vos, Lis. Deja de pensar un poco en tu alrededor y enfocate en vos misma.

—Me preocupa porque la gente no tiene por qué saber sus vidas.

—Te lo entiendo pero a veces esas cosas son inevitables. Solo tenés que calmarte y tratar de no pensar tanto, agobia pensar tanto y más en una jovencita como vos —manifestó y la tomó del brazo—, vení, ayudame a preparar un postre.

En el medio de la preparación, Amarilis le confesó lo que en verdad le había pasado con el jefe anterior y su madre se sorprendió, y la abrazó quedándose preocupada.

—Tranquila, mamá —le sonrió—, no me hizo nada, cuando quiso subir más su mano por el muslo, me levanté y le di una cachetada, así que no pasó a mayores.

—Era lo menos que tenías que hacer. Yo le hubiera dado una patada en las bolas —la chica se echó a reír.

—Lo habría hecho también pero podía haberme denunciado, así que le di la cachetada sabiendo bien que me despedía, aún si no me despedía, iba a renunciar.

—Fue lo mejor que hiciste, mirate ahora hacia dónde estás a punto de ir.

—Fue una casualidad que viniera acá a pasar sus vacaciones y más casualidad fue que Bruno lo entrevistara.

—Casualidad o destino —admitió su madre con una gran sonrisa.

Amarilis asintió con la cabeza y siguieron charlando de otras cosas, como por ejemplo del listado que debía de hacer para el viaje y ambas se pusieron a armarlo.


🎬🎬🎬


Alvear Palace Hotel

Lobby Bar

Demetrio la estaba esperando sentado en un rincón del ambiente mientras bebía un cóctel y miraba por el gran ventanal. Faltaban pocos minutos para las siete de la tarde y creía que la chica no se iba a presentar.

El ruido de tacones contra el suelo de mármol hizo girar la cabeza de varias de las personas que estaban en el lugar, incluyendo al actor que ladeó la cabeza y empezó a mirar desde el calzado que llevaba puesto hasta la cara.

—Perdón por llegar sobre el horario.

—No te preocupes, son las siete recién —replicó y le ofreció el asiento que estaba al lado de la joven—, por favor.

La muchacha se sentó.

—¿Algo para beber? —Le preguntó.

—Por ahora no, gracias —dejó la pequeña cartera en un costado de su cuerpo—. ¿Y bien? Lo escucho.

El hombre sabía que no daba vueltas y a pesar de no gustarle que fueran directamente al tema principal, tuvo que hacerlo. Sacó del sobre de madera, algunos papeles con su firma y se los dio vuelta para que quedaran de cara a su vista así podía leerlos sin complicaciones.

—Léelo bien y tranquila. No hay apuro y cualquier duda, me dices.

—Perfecto —asintió con la cabeza también.

Amarilis leyó todo con atención dos veces, incluyendo la famosa letra chica y dejó los papeles sobre la mesa.

—¿Y bien? —Levantó las cejas al mirarla.

—Todo me parece bien salvo unos detalles.

—Dime cuáles.

—¿Por qué siendo su asistente debo viajar y presentarme en los eventos públicos con usted? Solo seré la persona que organice su agenda mas no hacer acto de presencia.

—Serás parte fundamental de mi vida laboral y necesito que estés en todo momento porque a veces hay cambios de esquemas que se resuelven al instante —justificó y ella siguió con otra de las cláusulas.

—Con respecto al salario, me parece exagerado, puede bajarlo a veinte mil euros al mes y si quiere a los seis meses, todo depende de cómo vaya, lo sube a treinta mil.

—¿Estás segura?

—Sí. Otra cosa, necesito un profesor de italiano, porque mi nivel de italiano es básico y da asco.

Demetrio se rio.

—De acuerdo. Consigue uno aquí para estas semanas y yo te lo pago, ya cuando estemos en Italia yo te conseguiré otro y lo pagaré también porque yo acepté tenerte como mi asistente.

—Está bien. Necesito otro favor, de ser posible.

—Dímelo y veo si puedo.

—Sé bien que si firmo el contrato, la vida de mis papás y la mía estará súper expuesta a rumores. Y le pido si puede, que aunque sea la vida de ellos, quede a un margen de todo ese bullicio. Son gente normal y acostumbrados a vivir tranquilos, yo posiblemente pueda lidiar con esto, pero no sé si ellos.

—Te comprendo y no te preocupes, por tus padres no tengo problema en dejarlos al margen, puesto que después de todo son ajenos a la vida que llevarás tú a partir de que firmes el contrato.

—Exactamente. Tendré que acostumbrarme a lidiar con los rumores, es el precio que se paga, aún así yo pagaré por mantenerlos fuera de esto, digo... si usted puede hacer eso.

—¿Qué cosa? —cuestionó frunciendo el ceño.

—¿No tiene a alguien conocido para que no publique nada de la vida de mis padres?

—Sí, no pasa nada con eso, me contactaré con él y asunto arreglado.

—Perfecto entonces, ya que todo está hablado, ¿qué necesitaría más?

—Que firmes por supuesto —le dijo y sacó un bolígrafo del bolsillo interno del saco.

Amarilis con nervios tomó el birome y firmó las páginas. Lo mismo hizo con las otras hojas que Demetrio le entregó siendo una copia para ella. Cuando se las entregó, el hombre hizo los cambios en ambos contratos con lo que había pedido la joven.

—Listo, quiero saber algo, ¿sabes conducir?

—Sí, mi papá me enseñó.

—Te sacaré una licencia de conducir internacional y un permiso por trabajo, incluida una visa, que te las gestionaré aquí mismo porque de otra manera no vas a poder ingresar, ya luego en Italia, se reforzará el permiso, por la visa no sería problema porque te dura 90 días, cada tres meses se renovará. Pero antes de los 90 días podríamos realizar los trámites de la ciudadanía italiana, por si te interesa. Es una ventaja para trabajar sin estar pendiente de la visa.

—Por ahora me basta con estos permisos.

—De acuerdo —emitió y miró su reloj pulsera—, son las ocho y media. ¿Quieres cenar?

—Pues le iba a decir que no pero está bien. Sé que si debe llevarme a mi casa le tomará una hora más o menos y perderá tiempo para cenar.

—No tendrías que preocuparte por eso pero me agrada que hayas aceptado cenar —sonrió con amabilidad—. Nos dará ventaja para ayudarte a crear una cuenta y un correo electrónico nuevo. El número personal puedes seguir teniendo el mismo.

—Una cosa... Puede haber una posibilidad para que no me den la visa y el permiso, de ser así, va a tener que conseguir otra persona —respondió con razón.

—¿Por qué crees eso? —Unió las cejas mirándola con atención.

—Por nada en especial pero es una posibilidad y debería tener una segunda opción en vista —manifestó—. Si quiere, puedo llamar a Bruno para preguntarle si él conoce a alguien más.

—Yo no quiero una segunda opción y no llamarás a tu amigo. Ya firmamos los contratos.

—Pero puede romperlos si yo no puedo viajar, porque todo parece muy bueno y a veces no suceden las cosas.

—¿Por qué eres tan pesimista? —Frunció el entrecejo con preocupación.

—Porque a veces una situación te lleva a pensar las cosas de manera diferente y por más bueno que se mire no siempre hay una confirmación.

—Comprendo pero por ahora debes pensar que todo saldrá estupendo.

Amarilis asintió con la cabeza y Demetrio pidió la carta del menú. Entre los dos pidieron un par de aperitivos para compartir y un refresco para él, y un agua tónica para ella. En el transcurso de la cena improvisada, la joven le pidió que por el momento no abriera ningún perfil y tampoco creara un correo electrónico. A pesar de ver rara su petición, se la aceptó.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top