🎬36📸
Roma, Italia
Puente Milvio
Era pasada la medianoche cuando ambos decidieron dar una caminata por el puente luego de asistir a la Ópera, no había personas que caminaran cerca de ellos y agradecieron por no tener espectadores con oídos y ojos curiosos.
La noche era calurosa y el cielo estaba lleno de estrellas, se quedaron mirando el río y fue el turno de Amarilis para hablarle, solo esperaba no trabarse cuando fuese el momento de decirle la verdad.
—Tengo que agradecerte todo lo que hiciste por mí hasta ahora, desde darme trabajo hasta tener regalos extras, desde mayo hasta agosto mi vida cambió un montón en poco tiempo. Intento pensar que me adapté bastante bien. No solo en ir a las corridas de un lugar al otro sino a formar parte de tu mundo también. —Dio una pausa y reanudó la conversación—, lo más importante para mí fue que me dejaste ver el hombre detrás del actor, no sos de esas estrellitas que siempre se la pasan como si fuesen súper importantes las veinticuatro horas del día. Me sorprendió ver que no eras así y que no sos así, tenía algo desvirtuado todo eso, te tenía como un inalcanzable, una estrella famosa que solo se rodeaba de flashes, lujos y mujeres hermosas. Y que jamás se iba a fijar en alguien como yo, no me considero tan fea, pero no pensaba que vos, un súper actor internacional, se fijaría en mí, en su asistente.
—Somos dos, Amarilis. Yo siempre pensé que tú eras inalcanzable para mí.
—¿Inalcanzable? ¿Yo para vos? —Abrió más los ojos sorprendiéndose ante tal confesión.
—Sí —giró la cabeza para mirarla—, ¿qué te parece raro? Yo soy hombre antes de ser actor y me fijo en esas cosas, me parecías muy linda, pero cuando te dije que gustaba de ti y me rechazaste, me quedé como un estúpido.
—Porque no estás acostumbrado a recibir un no por respuesta.
—No estoy acostumbrado a decírselo a alguien, esa es la diferencia. Se me ponen de frente y no las esquivo, hasta que te conocí. El desliz con Chloé fue porque me sentí decepcionado.
—No fue desliz, ¿por qué lo tomas así si no tenemos ninguna relación?
—Porque sentí que me traicionaba a mí mismo, porque en vez de seguir insistiendo, busqué lo más fácil.
—Ya pasó, no te sientas mal —le dijo.
La asistente se acercó más a él y lo abrazó por el brazo que tenía más cerca y apoyó la cabeza sobre este.
—¿Y si no funciona? —Se lo preguntó sin mirarlo.
—¿Por qué crees que no funcionará si desde mayo tenemos algo que ni siquiera los dos sabemos qué es?
—¿Desde mayo? —cuestionó y se rio—, qué convincente, señor Cabassi.
—¿Por qué creías que los fines de semana no salía e intentaba estar cerca de ti? Para verte, para pasar más tiempo contigo.
—¿En serio? Nunca sospeché que hacías eso solo para verme.
—Ahora lo sabes. Me gustas mucho, Amarilis.
—Y a mí también me gustas mucho, Demetrio. Me gustaste de antes también, pero por miedo no quise decirtelo. No sé, porque las fans se podían enojar más, te podían tirar mucho odio, porque tu carrera como actor se podía ver afectada, no sé, se me cruzaron miles de cosas en ese momento cuando me lo dijiste.
—Supongo que te entiendo, pero no puedes esquivar lo que sientes y reprimir un sentimiento por los demás, por cómo podrían reaccionar o no.
—¿Y acá me vas a besar? —Le formuló con algo de risitas.
—¿No te parece romántico bajo las estrellas? —cuestionó él.
—Sí.
Demetrio miró a su alrededor y ubicó a Amarilis entre la baranda del puente y él, se inclinó de a poco y sus labios se rozaron, la joven tenía su respiración desequilibrada por los nervios y la emoción, hasta que el hombre culminó por unir su boca contra la femenina. Con lentitud le fue dando un beso tras otro para que ella se acostumbrara y supiera que todo estaba bien. Al separarse, se miraron a los ojos y sonrieron.
—¿Y después de esto? ¿Qué sigue? —Volvió a inquirirle con curiosidad.
—Nos seguiremos conociendo, sabemos que los dos gustamos del otro, dejemos que todo fluya entre nosotros —admitió él sujetándole las manos—, Amarilis, yo no quiero ocultar lo nuestro, es decir... —comentó, dio una pausa y retomó lo que estaba diciendo—, todavía nos falta bastante para dar varios pasos, pero podemos decir que estamos bien juntos, que queremos conocernos más y que nos queremos, ¿o no?
—Tenés razón. ¿Pero no crees que va a ser peor?
—No me lo parece, tenemos muchas fans que adorarían que nos vean juntos, el shippeo que nos hacen es gigante y les encantaría saber que decidimos conocernos mejor para posible pareja.
—Me acabas de dar un beso, yo creo que algo más que jefe y asistente somos, ¿o no?
—Sí —rio ante su comentario y la abrazó por los hombros.
Le dio un beso en el cuello y otro en la mejilla, era la primera vez que la tenía así. Abrazada a él y le encantaba. Le encantaba todo de ella, su cara, las facciones, su cuerpo, lo simpática y buena persona que era, y su perfume.
—Dentro de tres días tenés una gala benéfica de una marca de joyas en Milán —le recordó y le comentó otra cosa—, Demetrio... no quiero que me saques el puesto de asistente. Me gusta lo que hago.
—No tenía pensado sacarte el puesto o buscar a otra, haces muy bien el trabajo y estoy más que conforme.
—Me alegro, otra cosa... La marca de joyas te ofreció una suite para el día de la gala y para un segundo día, el hotel es de ellos. Le dije que aceptabas.
—Me parece perfecto. ¿Te dieron a ti otra habitación?
—Estaban en eso, pero les dije que, si había que pagarla, no había problema, que lo hacía.
—Puedes compartir mi suite también, ahora que pasamos a otro nivel.
—Es tentador —rio ante su ofrecimiento y sus propias palabras.
—Que compartamos la suite y la cama, no quiere decir que debes sentirte en la obligación de tener sexo conmigo, Amarilis.
—No, que no pienso eso, tranquilo. No sería la primera vez que tengamos que dormir en la misma cama.
—Yo te lo quise decir para que te quedes tranquila.
—Igual, se va a ver un poco mal.
—Estás pensando mucho, Lis. La mayoría de las personas que se conocen en citas, en esa primera noche se acuestan juntos, tienen relaciones, porque es obvio que no van a jugar cartas —Amarilis se rio ante el chiste—, puede funcionar con los meses siguientes a verse como puede que no, nadie les dice nada. Viven la vida.
—Pero yo lo encuentro un poco raro, no me gusta que en la primera cita me tenga que acostar con ese hombre.
—Bueno... yo soy uno de los que se acostaba en la primera cita, o tenía sexo a las horas de conocerla. Así que, no te puedo decir mucho.
—Bastante calzón flojo resultaste ser, Cabassi.
—¿Acaso a ti no te gusta el sexo? —Sonrió al preguntárselo.
—Si se da sí, después de un buen tiempo, obvio —lo recalcó y encima le siguió mintiendo.
—Entonces, ¿compartes conmigo la suite que me ofrecieron? Si comentan algo que te entre de un oído y te salga por el otro.
—Está bien, pero voy a tener que decirles a mis papás de esto que los dos estamos teniendo.
—Me parece perfecto, yo haré lo mismo con mi familia —sonrió de oreja a oreja—. Soy muy feliz, Amarilis —le confesó tomándole una mano y besándosela mientras la miraba a los ojos con fijeza.
—Me alegro y yo también lo soy —le correspondió a la sonrisa.
Regresaron al coche sin tomarse de la mano para que nadie de las personas que estaban caminando todavía por las calles, los vieron sospechosos, bastante había sido que se besaran en el puente sin que las personas los miraran.
—¿Qué te parece si vamos a tu departamento hacemos una videollamada con tus papás y los míos, y les decimos?
—¿Te parece tan rápido?
—¿Piensas esperar más tiempo?
—No, pero no creí que tan rápido. Pareces Rayo McQueen.
Ambos se rieron a carcajadas y de a poco volvieron al edificio.
Ya una vez dentro del departamento de Amarilis, le ofreció un café y se sentaron en la isla de la cocina. Demetrio fue el encargado de realizar lo que le había propuesto, y no se olvidó de agregar a Bruno al chat grupal.
—Hola a todos, ¿cómo están? —Les preguntó a todos los que estaban presentes.
—Hola a los dos, acá todos estamos bien —dijeron los demás.
—¿Ustedes cómo están? —cuestionó Alba.
—Estamos bien, mamá. Recién llegamos de una invitación que le hicieron a Demetrio en el palacio Santa Clara para una ópera.
—¿Y cómo la pasaron? —Fue el turno de Zinerva.
—Estuvo bonita —respondió la chica—. Aunque un par de veces tuve que codear a tu hijo porque se dormía —rio.
—No estoy acostumbrado a las óperas.
—No, pero por respeto tenías que mantenerte despierto.
—No estuve descansando los días anteriores.
—Claro... el calzón flojo estuvo activo —escupió ella con sorna.
Las cinco personas que estaban en la videollamada se la quedaron mirando con asombro y luego ella se excusó.
—Fue un chiste de algo que pasó, no es nada de importancia.
—Creo que sospecho algo con eso que dijiste —acotó Bruno.
—Bueno... ¿vas vos o yo? —Quiso dejar a un lado lo que comentó su amigo y miró a Demetrio.
—Voy yo, porque te vas a enredar —emitió el actor y miró a las familias—. La señorita y yo nos estamos conociendo mejor.
Un golpe contra el piso se escuchó en el lugar de Bruno, y no lo vieron más hasta que llegó gateando al escritorio y apareció frente a la cámara.
—Perdón, me caí. —Se disculpó—, ¿es en serio lo que acabas de decir?
—Así es.
Bruno tan contento como estaba empezó a tirar papeles por el aire y a gritar como un loco.
—Bueno... parece que estás contento, Brunito —dijo su amiga.
—Contento es poco... me terminaron de alegrar el día —respondió súper contento—, qué genial es esto.
—Lo que te pido es que ni por casualidad abras esa boca que tenés —le advirtió su amiga.
—Tranquilos, yo cierro el pico —hizo un gesto con los dedos sobre los labios.
—¿Y ustedes? ¿No dirán nada? —Fue el turno de Demetrio hablarles.
Zinerva se echó a llorar en el hombro de Enrico y su padre habló por ella.
—Parece que se emocionó.
—Nosotros también estamos contentos, la noticia nos tomó un poco de sorpresa, pero estamos felices de saber que tengan ganas de conocerse mejor —manifestó Alba.
—Creo que ya sabes lo que pienso, Amarilis —opinó Gustavo.
—Sí, lo sé, papá, pero estás contento, ¿o no? —Le sonrió.
—Sí, claro que sí.
—¿Y hubo beso ya? —La curiosidad de Bruno no tenía límites.
—En el puente Milvio de aquí.
—¿Recién? —Abrió más los ojos.
—Recién —sonrió con felicidad Demetrio.
—Madre mía —se abanicó Bruno con las manos.
—Ay exagerado, que solo fue un besito.
—Pero un besito de esa boca, madre mía, te deja sin aliento —todos se rieron con el comentario de Bruno, pero el padre de Amarilis se puso todo colorado.
—No quiero saber los detalles, por favor —acotó Gustavo.
—Que la agarró de los cachetes y le enterró la lengua hasta la garganta, así hizo, Gustavito —rio con el chiste que hizo.
Los demás no pudieron evitar reírse a carcajadas.
—Gracias por los detalles, Bruno —comentó el padre de Lis y se terminó por reír.
—Que no fue así, solo fue un beso común y corriente —dejó en claro la chica.
—Me imagino, porque siendo como sos no creo que le permitas tanto —admitió su amigo—, solo fue un chiste para poner un poco de humor a la conversación.
—Lo sabemos, no te preocupes —respondió Demetrio.
—¿Y cómo siguen los demás días para ustedes? —cuestionó Bruno de nuevo.
—Con el rodaje de la segunda parte de Peones en Bolonia, muy temprano, a las seis de la mañana, así que estaremos doce días consecutivos ahí —le declaró el actor—, y el mes siguiendo igual, pero en Marsella.
—Guau, súper ajetreado, a ver si publican fotos de todo eso en sus perfiles, que la gente quiere saber —chistó él.
—Lo haremos, pero tú cierra la boca, Bruno —le dijo el italiano y este volvió a hacer el gesto con los dedos sobre los labios que cerraba el pico—. Bueno, los dejamos. Nos vamos a dormir.
—¿Juntos? —Bruno abrió más los ojos otra vez.
—Noooo, cada uno se acuesta en su cama —escupió Amarilis ya desesperada porque tenía miedo de que su padre se pusiera mal e incómodo—. Termina de tomarse el café y se va a su cucha —rio.
—¿Ahora soy un perro?
—Sí, le estuviste tirando los perros por poco desde que la viste en la cena la primera vez que se conocieron —comentó su amigo.
—Mucho antes me gustaba, desde que te di el like en tu perfil, Brunito. Cuando te sacaste esa foto con ella.
—Cierto, cómo olvidarlo.
Los padres de ambos se sorprendieron por la confesión de Demetrio.
—Pero lo importante es que se lo declaré —le dijo mirándola con admiración—, y no me arrepiento, Amarilis es... extraordinaria.
La chica se puso toda colorada ante el halago tan bonito y Bruno hacía ruidos de fondo.
—Madre mía, que hasta yo me pongo nervioso.
—Nos alegramos de que consideres así a nuestra hija —fue el momento de Gustavo decírselo—. Y esperamos que lo que decidan hacer juntos, sea una felicidad para ustedes —expresó con algo de lágrimas en sus ojos y la voz trémula.
—Gracias, papá, pero tranquilo... todavía estamos en el nivel de conocernos.
—Lo sé, pero se los quería decir para que no piensen que yo estoy en contra de esta relación.
—Te entiendo, Gustavo —dijo Demetrio.
Cada uno dijo lo que opinaba y todos coincidían en algo, que esperaban que fueran felices y que decidieran lo que decidieran iban a apoyarlos a los dos. El italiano cortó la videollamada y Amarilis quedó un poco melancólica.
—Ey, no te pongas así, ellos están contentos —le contestó sujetándola de la barbilla para que lo mirara.
—Lo sé, pero en un chat grupal con mi familia que estuvimos a papá no le gustó mucho cuando le dije que me gustabas, después en Milán cuando vos fuiste a comprar cafés para llevar, me dijo que estaba todo bien, que mi mamá se lo había explicado mejor, y que aceptaba que me gustaras.
—¿Por qué no quería?
—Soy hija única, es normal para los padres de un hijo único, que se sientan así cuando saben que él o ella gusta de alguien que no es de su misma nacionalidad, porque implican muchas cosas, entre ellas, vivir en otro país.
—Entiendo, pero ahora es bueno que lo haya aceptado, ¿o no?
—Sí, es bueno.
Lis se quedó sentada en el taburete y no pudo evitar que se le cayeran un par de lágrimas, Demetrio se las sacó y le dio un beso en los labios para luego abrazarla por los hombros y apoyar su cabeza contra su torso mientras la sostenía con una mano de la cabeza.
—Será mejor que me vaya, nos vemos mañana.
—De acuerdo, descansa y buenas noches —le dijo ella dándole un beso en los labios.
—Tú también —le correspondió y salió de allí.
Amarilis se puso de pie y caminó hacia la puerta para ponerle el seguro y cerrarla con llave. Apagó las luces y se metió dentro del dormitorio.
¡Hola! Después de mucho tiempo, acá les dejo un nuevo capítulo de la historia.
De a poco o quizás ya Demetrio se tiró a la pileta en confesarle que gustaba de ella y Amarilis de él también. Ahora que las confesiones están hechas, ¿qué creen que sucederá de ahora en más?
Las leo.
Un besito, 💜🦋🍁
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