🎬32📸
Berlín, Alemania
Hotel The Ritz-Carlton
Lobby
Demetrio por alguna extraña razón se sentía nervio, más que las veces que se sentía cada vez que tenía una presentación o una entrevista. Estaba con esmoquin como la etiqueta lo requería y como se debía vestir para esa clase de Festivales. No estaba nominado y tampoco las películas que había hecho, solo iba como un invitado más, pero los nervios eran producto de saber cómo Amarilis se iba a aparecer frente a él, si el vestido iba a ser corto, mediano o largo, ajustado o voluminoso y debía reconocer que últimamente no lo dejaba pensar con mucha claridad, solo por el hecho de saber que todavía no se animaba a decirle sus sentimientos hacia ella.
El taconeo de las sandalias de la joven sobre cada escalón que bajaba le aseguraba al actor un acercamiento a él sin atisbos de dudas. Comenzó a levantar la cabeza y miró el pie enfundado en la sandalia dorada que descendía hacia el escalón siguiente y luego el ruedo del vestido largo de color naranja fuerte, de a poco fue levantando la vista para mirarla de frente cuando la tuvo cara a cara.
—Mamma mia, che bellezza (Madre mía, qué belleza) —admitió hipnotizado.
Amarilis no llevaba exceso de maquillaje y a Demetrio lo había dejado hechizado de nuevo, tenía un par de aros y una fina gargantilla, un recogido fresco y una vincha con pequeñas piedras completaban el atuendo, junto con una cartera de mano dorada.
—Grazie —le sonrió.
—¿Nos vamos señorita?
—Sí.
La muchacha juntó las manos hacia delante sujetando su bolso y caminó al lado de su jefe que le llevaba una cabeza y poco más todavía.
El chofer los esperaba en la entrada del hotel y este le abrió la puerta para que entrara la asistente, Demetrio le avisó que iría del otro lado.
El viaje hacia el festival era tranquilo y en silencio, el hombre miraba hacia adelante para no mirarla y sentirse como un tonto.
—¿Elegiste tú el vestido?
—Tu hermana me preguntó si quería usarlo porque habían ido a la suite de tu familia varias chicas para ayudarlas a vestirse y maquillarse. Yo no tenía pensado maquillarme por alguien y tu mamá envió a dos de ellas a mi suite.
—¿Mi madre? —La miró incrédulo.
—Sí, aunque te parezca mentira.
—No sé si me parece algo raro, desde que empezó a tener sus citas con la psicóloga que es seguro que cambió, quizás le hizo ver de diferente manera las cosas. De todas maneras, es un avance que haya querido que las chicas vayan a tu suite.
—Sí, porque la última vez que nos vimos la cosa no fue tan buena... Pero, cuando ayer llegaron y me saludó, me pidió hablar conmigo en algún momento.
—¿Se lo aceptaste?
—Obvio que sí.
A las tres menos cuarto de la tarde, el chofer los dejó frente a la entrada del festival y ambos se bajaron, Demetrio ayudó a su asistente a bajarse del coche y los fotógrafos no perdieron el tiempo en continuar sacando fotos.
—No tenías porqué ayudarme, estamos haciendo ver a los demás, cosas que no son —le dijo entre dientes mientras no perdía la sonrisa.
—Déjame por un momento disfrutar de esto, Diosa Romana —confesó mirándola penetrantemente a los ojos.
—Solo vos sos el Dios Romano, no yo.
—Aunque no quieras, mis fans y las tuyas, te llaman así —sonrió con picardía.
Mientras el actor saludaba, se sacaba fotos y respondía a las preguntas que le iban haciendo, Amarilis entró al establecimiento para saber de lo que iban a decirle sobre la sorpresa que le habían comentado el día anterior. Cuando la supo, estaba segura de que a su jefe le encantaría.
A las cuatro en punto de la tarde, el festival comenzó y todos se ubicaron en donde se les había asignado el asiento, Demetrio en el primer asiento del lado del pasillo interno y Amarilis en el último asiento del otro lado, toda la familia de él se encontraba en el medio. Antes de que el festival finalizara con casi todos los premios entregados, el broche final fue una mención especial a cinco nominados con la categoría de actores europeos en auge. Entre ellos estaba Demetrio. El actor se sorprendió cuando se vio en pantalla dentro de la nominación sorpresa y se echó hacia delante para mirar en dirección a su asistente.
Apenas las nominaciones pasaron, se abrió el sobre para nombrar al ganador de la mención especial, fue el actor italiano quien ganó dicho premio y este se sorprendió por demás cuando escuchó su nombre y apellido. Amarilis comenzó a grabar el vivo desde el perfil de Demetrio.
Él dedicó algunas palabras diciendo que no se esperaba semejante mención especial, que era una total sorpresa y que trabajaría para continuar con lo que le gustaba, la actuación. Agradeció a su familia por siempre apoyarlo, a su representante y esposa, y a su asistente personal que gracias a que la había conocido le había encaminado la carrera y que, si no era por la insistencia de Gennaro, y el amigo en común que tenían con ella, no la hubiera conocido y estaba agradecido por eso.
El actor de nuevo agradeció por el premio especial y se retiró junto con las dos personas que habían anunciado la sorpresa de la noche. De aquella manera, los dos anfitriones principales dieron por finalizado el festival.
Todos los invitados se dispersaron y Mellea tomó la mano de Amarilis para que fuera con ellos a ver a Demetrio tras bambalinas.
De a poco la familia lo fue felicitando y fue el turno de su asistente para darle la felicitación sin abrazarlo por miedo a que algún fotógrafo capturara el momento y de allí comenzaran a tramar teorías.
Luego del festival el cual finalizó a las nueve de la noche, todos pasaron al salón para disfrutar de una fiesta. Se sacaron fotos, charlaron con varias personas, Mellea y Amarilis se pusieron a conversar entre ellas, la primera contándole que se iba de viaje con su novio, Zinerva y Daniela entre ellas también, y los hombres entre ellos de manera grupal.
—¿Cómo te encuentras? ¿Estás mejor? —Le preguntó Daniela a Zinerva ya sabiendo que estaba yendo a la psicóloga.
—Mejor, la psicóloga me está ayudando bastante en todo lo que vengo arrastrando.
—Me alegro de que estés mejor y te sientas igual de bien. ¿Y con respecto a Amarilis? ¿Cómo te sientes con eso? ¿Cómo llevas eso de saber que tu hijo eligió a quien él quería y no la que tú querías para que fuese su asistente?
—No lo sé, a veces la encuentro sincera, otras veces rara, no sé, es como si todavía no encuentro el cierre para que todo se quede unido.
—No busques Zinerva, porque no vas a encontrar nada raro en Amarilis. La chica es así, la conozco poco, pero su manera de hablar me da a entender que es de las chicas que tienen los pies sobre la tierra. Se deslumbra por ver las cosas nuevas, pero no es antipática. Sabe bien el trabajo que tiene y ayuda mucho a tu hijo.
—A mí me preocupa si se llegan a juntar.
—¿Por qué te preocupa eso? Me parece tonto tu comentario.
—No estaría eligiendo sus propias raíces.
Daniela la miró sumamente perpleja por la respuesta que le había dado.
—Zinerva, no es una obligación o deber elegir a alguien con nuestras propias raíces para formar algo lindo, los tiempos cambiaron, la generación anterior y la actual cambió mucho también, cada persona elige a quien quiere por decisión propia y porque ve en la otra persona cosas que comparten en común y porque se gustan. No puedes pensar así, que Amarilis sea argentina no la hace menos que nosotros que tenemos nacionalidad italiana —le confesó la mujer para que ella recapacitara.
—Mi psicóloga me dijo que pienso como una persona antigua, que los cambios o las cosas diferentes y las personas de otros países las encuentro desagradables y mal vistas. Este tema surgió a raíz de lo que me pasa con Mellea y su futuro, de dejarla ir de viaje, aceptar que es mayor y que toma las decisiones por su propia cuenta.
—Y tu psicóloga tiene razón. Lo que estás pensando es muy antiguo y deberías pensar en las cosas positivas que tienen los cambios y las aceptaciones, como que Mellea vaya de viaje y haga su vida, así como también que Demetrio se puede llegar a juntar con Amarilis y lamento decirte que a cómo veo a esos dos, tarde o temprano van a terminar juntos.
—Deberé aceptarlo o quedarme amargada toda la vida.
—Zinerva, tarde o temprano vas a darte cuenta lo buena chica que es Amarilis.
—Solo espero que tengas razón.
—La tengo —le sonrió y asintió con la cabeza también—. Te aseguro que es lo más bueno que vi en una mujer de todas las que se acercaron a Demetrio, hayan sido por interés, por relación de poco tiempo, por relación fugaz, lo que sea. Intenta hablar con ella, vas a ver que te vas a llevar una grata sorpresa.
—Le he pedido que hablemos cuando ella tenga un tiempo.
—No la dejes esperar tanto tiempo a esa charla. Creo que te vendrá bien tenerla con Amarilis.
Para las tres de la madrugada a la asistente le punzaban los pies, ya que las sandalias no tenían plataforma y el taco era demasiado alto. La mayoría de los invitados se habían ido y pocos estaban terminando de disfrutar la velada, pero la familia de Demetrio estaba cansada y quería regresar al hotel, por lo que Amarilis se disculpó con el hombre que el actor estaba hablando y el italiano estrechó la mano con el sujeto.
—¿Qué pasa?
—Tu familia ya se quiere ir, me parece que es lo ideal, son las tres de la madrugada y la verdad es que mis pies los tengo reventados también.
—¿Me estás insinuando que quisieras que te levante en brazos como aquella vez? —sugirió con picardía.
—No, aquella vez fue un caso necesario, lo de ahora es cansancio.
Demetrio se rio por lo bajo y le avisó a su familia para regresar al hotel. De a poco fueron caminando hacia la salida del lugar, pero cuando el actor vio a su asistente detrás de todo y caminando de a poco porque sus pies estaban doloridos, les dijo a sus padres que siguieran avanzando y que los esperaba a la entrada del salón.
—Ni siquiera puedes caminar bien, ¿qué altura tienen?
—Diez por lo menos, pero ese no es el problema, me las elegí sin plataforma, error mío. Van bien para un evento de pocas horas, pero no me ayudan si tengo que estar por horas de pie.
Antes de salir del lugar, Demetrio la levantó en brazos ante la mirada de varias personas, entre ellas su familia que estaban casi a la salida. Amarilis se puso muy incómoda ante el gesto de haberla levantado sin siquiera preguntarle.
—Te pasaste de la raya, Demetrio —respondió avergonzada y habiéndolo escuchado también Zinerva.
El actor la miró y le sacó la lengua sin darle importancia.
—Te estás cayendo del dolor de pies, lo menos que necesitas ahora es caminar.
—Prefiero eso antes que todos crean cosas que no son, Demetrio. Sos mi jefe y yo tu asistente, no quiero que los demás se confundan.
—O quizás tengas miedo tú de confundirte —la miró con atención a los ojos y ella quedó callada.
—Ya quisieras —le sonrió con suficiencia.
Mellea se acercó a su novio y le habló bajito.
—A este le guuuuustaaaaa —comentó con énfasis—, y muuuuchoooo jojojojo —su manera de decirlo hizo reír a su pareja que la miró con ternura y le dio un beso en los labios.
—Así como yo gusto de ti, Melle —respondió con amor.
La chica apoyó la cabeza contra el brazo de Vincenzo y siguieron caminando.
Demetrio puso los pies de su asistente en el piso y le abrió la puerta trasera del coche. Él bordeó el vehículo por detrás y se metió del otro lado.
Una vez que llegaron al hotel y subido a las suites con el elevador, cuando se abrieron las puertas, el italiano volvió a levantarla en sus brazos a la argentina.
—En serio que te pasas, Demetrio. Ya no me duelen tanto.
—Buenas noches —les dijo él a su familia y abriendo la puerta de la suite de Amarilis.
—Vos te vas a tu cuartito a dormir. —Le recalcó.
El hombre rio.
Entraron y él cerró la puerta con el pie, cuando estaba yendo hacia la cama de la suite, Demetrio pisó la cola del vestido de su asistente y trastabilló, haciendo que perdiera la estabilidad y casi a tropiezos llegó a la cama de una manera poco cómoda. Habían quedado acostados, él sobre ella.
Quedaron mirándose fijamente, ninguno de los dos emitió palabra, solo se escuchaban las respiraciones entrecortadas de ambos. La tensión entre ellos se palpaba.
—Creo que será mejor que te vayas a dormir. —Fue capaz de decirle.
—Creo que sí —intentó incorporarse y arreglarse.
—Perdón porque te tropezaste con la cola del vestido.
—No pasa nada, tendría que haberla visto.
—Y yo de última subirla para que caminaras sin problemas —se sentó acomodándose un poco mejor.
—Buenas noches —le dijo.
—Buenas noches —repitió ella.
El actor se dio media vuelta y salió de allí.
Amarilis respiró con normalidad cuando quedó a solas en la habitación, suspiró de alivio y de a poco fue sacándose las sandalias, el vestido y todo lo demás.
Demetrio subió una foto a su perfil para actualizarlo y revisó el video guardado que su asistente había grabado cuando fue nominado para la mención especial.
demetrio.cabassi Ayer paseando por la ciudad. Catedral de Berlín
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top