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Milán, Italia

Sabbadini Joyería

Habían llegado con el coche del hotel a la inauguración de una renombrada joyería, que abría sus puertas por segunda vez y Demetrio era el cliente exclusivo del lugar.

Amarilis se dio cuenta que era la misma marca que la bolsa de joyería que él le había regalado, la estrella de asistente y la que llevaba puesta en cada ocasión que debía presentarse con él. Como aquella tarde.

Al bajarse del vehículo, la chica de inmediato habló con uno de los hombres de seguridad que estaba allí para cuidar del artista y del público que lo estaba esperando desde hacía tiempo.

El actor fue saludando a medida que iba de atrás el de seguridad, se sacó fotos, firmó autógrafos mientras que Amarilis hablaba con el personal de la joyería para que todo fuese ameno y agradable para los presentes.

A pesar de que la marca diseñaba solo joyas femeninas, para la misma tener a Demetrio Cabassi como un cliente exclusivo y que siempre aceptaba las invitaciones, era importante.

La inauguración duró unas cinco horas aproximadamente en donde hubo un pequeño cóctel, más invitados y un regalo para cada mujer de su familia, entre ellas estaba el regalo para Amarilis.

Cuando se metieron dentro del coche que los llevaría de regreso al hotel, Demetrio le entregó una de las bolsas.

—¿Para mí? —Se sorprendió.

—Sí, mi familia recibe joyas cada vez que me invitan a algún evento de ellos, mi madre y mi hermana. Ahora tú.

—Pero no soy parte de tu familia.

—Eres mi asistente y ellos se ofrecieron a darte un regalo, elegí yo la joya, pero puedes ver las otras dos para elegir la que quieras.

—No, si la elegiste, será linda. Muchas gracias —sonrió contenta—, nunca recibí un regalo así tan caro, empezando por el prendedor de la estrella que me regalaste.

—¿Y crees que no mereces cosas así?

Levantó los hombros sin tener idea.

—No lo sé, me cuesta creer que recibí algo sin pagarlo.

—Amarilis, este mundo es así. Todos nos beneficiamos, en las entregas de premios internacionales, cuando las mujeres lucen joyas, todo es para que la marca se vea y de paso se luzca la persona. Te vas a acostumbrar a esto.

—¿Acaso ya tenés pensado renovarme el contrato? —Lo miró asombrada.

—Me está yendo bien, bastante bien, tengo más presentaciones, más invitaciones a eventos y más ofertas de papeles para películas, creo que me convienes, Barrera.

—Son pocas las cosas que me llegan a mi correo y a mi perfil, Gennaro es quien me pasa toda la información.

—Lo sé, pero sin ti, mi carrera hubiera sido complicada de nuevo.

—O capaz que no, vos no lo sabes.

—Llegaste en el momento justo, creo que... más que el destino, eres mi Diosa Fortuna, ¿sabes quién era?

La Diosa Fortuna, de la buena suerte, la que lleva la Cornucopia en la mano izquierda y un timón. Representa la abundancia y el rumbo de la vida.

—Leíste de mitología romana.

—Me gusta, la romana y la griega, me parecen historias increíbles.

—Bueno, esa eres tú, Fortuna. Mi Fortuna.

Amarilis quedó de piedra ante tal confesión y solo le agradeció el halago.

Al llegar al hotel, subieron con el elevador para que los dejara en el piso que les correspondía estar. Ya allí, cada uno se dirigió a su cuarto.

—¿Quieres beber algo en la terraza? Son las diez y algo de la noche todavía.

—Está bien y de paso te cuento el horario en el que sale el vuelo mañana hacia Berlín.

—Me parece bien.

Lo único que dejaron dentro de sus suites fueron los regalos y ella se volvió a cambiar el tampón. Juntos subieron a la terraza y cuando las puertas se abrieron se encontraron de frente con el exjefe de su asistente y a su nueva jefa de área, porque Amarilis intuyó que era su reemplazo. Demetrio se puso entre este y ella para que el tipo ni siquiera se atreviera a olerla. Los hombres cruzaron miradas, más la del actor fue como si le echaba dardos.

Una vez sentados en la terraza y con la vista nocturna de la ciudad, esperaron para ser atendidos.

—¿Te encuentras bien?

—Sí, no te preocupes. No esperaba encontrármelo de nuevo con la cantidad de personas que hay en el hotel.

—En este horario es donde hay más gente, sobre todo para venir a beber algo. ¿Quieres pedir algo para comer también? Aunque sea algo para compartir mientras bebemos.

—Como quieras.

Comieron algo, bebieron y charlaron.

—La salida del hotel es a las dos de la tarde, el vuelo es a las cuatro de la tarde, organicé para que directamente no se pierda tiempo en regresar a Roma y viajar desde allá.

—Está bien. Es lo que hubiera hecho yo también. A veces no se consiguen vuelos y tienes que regresar a la ciudad donde vives o a la más próxima para tomar el vuelo. Así que está bien, Amarilis.

—Saqué para clase turista, no encontré otra cosa. Perdón —se apretó los labios entre sí poniéndose incómoda.

—Clase económica sería, ¿no?

—Sí.

—No importa, es poco el tiempo de vuelo. No es un tema que me moleste, creo que ya te has dado cuenta de que no soy de esos actores que, si no quieren primera clase o su avión privado, no viaja.

—No, ya me estoy dando cómo sos.

—No es un tema de capricho sino un tema de tamaños, a veces los asientos de la clase económica los hacen estrechos y yo no entro bien la mayoría de las veces.

Amarilis se rio ante la confesión de él.

—¿En serio a veces no entras?

Él negó con la cabeza.

—Bueno, para la próxima compro para primera clase.

—No, está el avión privado. Después del festival viajamos a Madrid en ese avión. Mi familia viajará con él a Berlín.

—Está bien, como quieras. Después me das el teléfono del piloto para arreglar los vuelos.

—Me encargaré de eso yo.

—Soy tu asistente, tendría que encargarme yo de eso también.

—De acuerdo, te lo daré. No quiero cargarte con tanto, Amarilis.

—Me pagas para esto, Demetrio.

—Lo sé, pero quiero echarte una mano también para que no te sea agobiante.

—Sinceramente estoy disfrutando todo. Es cansino, no te miento, pero me gusta también. Sobre todo, eso de conocer países.

—Me alegro. Brindemos por eso —le dijo levantando su copa y la chica la chocó con la de él.

—Si vos no podés, se lo voy a preguntar a Gennaro o a Daniela, quiero hacerme la ciudadanía italiana.

—Me parece perfecto, brindemos por eso también, yo te acompañaré para que te la tramiten.

—¿Seguro? Vas a estar demasiado ocupado con los rodajes, aunque no sé cuánto tiempo tardan para dártela.

—Tú no te preocupes por eso, en agosto se vence la licencia, viendo el calendario de las cosas que tengo, podemos hacer un espacio para que te saques la ciudadanía.

—Si crees que vas a tener tiempo, está bien, pero no quiero que te compliques por mí. Por eso te decía de pedirselo a Gennaro o de última a Daniela.

—No es ninguna complicación para mí, Amarilis. Yo te dije de hacerte ciudadana porque creí que sería bien por un tema de no estar pendiente con las licencias laborales y para que me acompañes a Estados Unidos.

—Hablando de eso, todavía no organicé el calendario de los siguientes meses, pero me pareció leer algo de la MET Gala en lo que me envió Gennaro. ¿Te gustaría participar?

—¿La MET Gala? —Abrió más los ojos—. Por supuesto que sí.

—Entonces cuando ya lo organice, te confirmo la asistencia.

—Presente, profe —le dijo un chiste.

—Tonto... —rio ella también.

Demetrio le sonrió mirándola con atención a esos ojos que lo estaban cautivando cada vez más.

Regresaron a sus suites alrededor de las doce de la noche deseándose las buenas noches y cada uno posteó algo en sus redes sociales.


🎬🎬🎬


Berlín, Alemania

The Ritz-Carlton Hotel

La fachada del hotel era preciosa, pero lo que más la impactó a Amarilis fue el interior.

—Madre mía la escalinata que tiene —abrió los ojos sorprendiéndose con la opulencia que tenía el interior del hotel—. Es precioso y lujoso también.

—Estaba entre este hotel y otro que es un poco más de palacio. Me fui por este.

—Este está hermoso.

—Y todavía no viste el resto del hotel y tu suite.

—No quiero imaginar lo que será, tan impresionante como esto que veo.

La familia de Demetrio llegaba al siguiente día para estar descansados y compartir un rato con él, luego del festival se quedarían dos días más.

Una vez dentro de la suite de cada uno, el actor se puso más cómodo y se tiró un rato en la cama mientras que en la otra suite ella se dio una ducha y luego se acomodaba para continuar organizando los siguientes calendarios de Demetrio.

Para las ocho y media de la noche Amarilis terminó de completar todo lo que le había enviado Gennaro y lo que ella había recibido también en su perfil de Instagram y en el correo electrónico. Desde el mes de julio hasta noviembre inclusive.

El hombre tocó a la puerta de su suite y ella se levantó de la silla para caminar a la puerta y la abrió.

—¿Vamos a comer algo?

—No estoy vestida muy formal.

—Estás bien igual. Ponte un par de tacos y listo. El pantalón de mezclilla va bien igual para este hotel.

—Bueno, me estrenaré los zapatos nuevos entonces —sonrió.

—Me parece perfecto. Aparte te quedaban muy bien.

—Muchas gracias. Pasa mientras me calzo los zapatos —respondió abriendo más la puerta.

Demetrio la cerró y miró la agenda electrónica para ver lo que había estado agregando más.

—¿Hay invitación para el Festival de Cannes?

—Sí —comentó y se puso el que le faltaba.

—¿Y agregaste el cumpleaños de mi madre?

—También, me lo dijo Gennaro. Y el de tu papá y el de tu hermana también. Y ya que estamos, te digo que en octubre es posible que yo me ausente un par de veces, tengo los cumpleaños de mis papás.

—El mío no lo agendaste.

—Nunca me lo dijiste.

—El veintiuno de septiembre.

—Pleno comienzo de primavera en Argentina.

—Sí. Yo me acuerdo de que el tuyo es el ocho de mayo.

—Lo es. Hablando de cosas que tiene el calendario, la persona que dirige la fundación de tu hermana, me envió un correo sobre la cena de gala que se hace en noviembre.

Le dijo aquello ya fuera de la suite.

—De acuerdo, después me pasas la fecha, el horario y el lugar.

—Me dijo que vos tenías que elegir esas cosas.

—Bueno, cuando tenga un momento libre te aviso para que le respondas.

—Está bien.

Demetrio de inmediato cambió de tema.

—Me encantan las mujeres con tacos, se lucen mucho más y a ti te quedan muy bien —volvió a halagarla.

—Gracias, Demetrio... Volviendo al tema de los cumpleaños, ¿tenés problema en que no esté con vos para esas fechas? El catorce cumple mi papá y el veinticuatro mi mamá, los dos en octubre.

—¿Y qué había en esas fechas?

—Para el cumpleaños de mi papá, caen varios días de descanso, pero el de mi mamá, un día antes tenés una presentación en un canal de televisión y al siguiente del cumple una entrevista en una radio. Podés ir con Gennaro o solo.

—De acuerdo, seré un buen chico y me adaptaré a estar solo.

—No necesitas de mí para ir a los lugares donde te invitaron. Antes que me contrataras ibas solo o te acompañaba Gennaro, no sería nada raro que estas dos veces pase lo mismo.

—Tienes razón, tranquila. Pero vas a visitarlos con una condición.

—¿Cuál?

—Que viajes con el avión privado.

Amarilis abrió enorme los ojos.

—Estás re loco, no voy a viajar en tu avión privado por una ocasión familiar mía. Eso es un disparate y es injusto para vos. Es tu plata, Demetrio. Sacas la plata para los gastos del avión y tus empleados de tu bolsillo, de lo que te dan en los trabajos, no puedo aceptarlo.

—Hazme caso.

—¿Vos querés que me enganche algún fotógrafo y empiecen a especular? —cuestionó con ironía y él la miró con atención—. Entonces viajaré con un par de vuelos comunes, como gente común. Te estoy protegiendo de alguna manera.

—No necesitas hacerlo porque yo quiero que viajes en mi avión privado.

—Pero no soy más que tu asistente personal y por tal motivo viajaré en vuelos comerciales normales.

—Lo que tú digas, Amarilis. —Dijo un poco molesto y se notó en su tono de voz.

Entraron a The Curtain Club, un cóctel bar del hotel con un ambiente informal para distenderse un rato sin la necesidad de vestirse de manera formal. Se sentaron en una silla cada uno cerca del piano de cola de color negro y disfrutaron de la comida, aperitivos, charla y música, tanto jazz como latinoamericana. Y cuando escuchó un poquito de música de sus raíces a Amarilis se le aguaron los ojos.

—¿Estás bien? —Se preocupó al verla así.

—Sí, solo un poco nostálgica al escuchar la música, me es raro escucharla en un país tan lejano.

—Entiendo.

Continuaron conversando un rato más hasta que cuando dieron las doce de la noche subieron para irse a dormir.

Dentro de la cama cada uno subió una nueva foto en sus perfiles y ella avisando que dentro de un día Demetrio se presentaría en el Festival de Berlín.

El actor aparte de actualizar su perfil con una foto subió una historia con un fondo de color azul y la canción de Ed Sheeran, Perfect.

Amarilis ni siquiera se había enterado ya que estaba acostada.


🎬🎬🎬


Casi pisando el mediodía la joven se encontró con Mellea y en cuanto ambas se vieron, la hermana del actor se abrazó a ella contenta de verla de nuevo.

—¡Qué lindo verte otra vez! —Le dijo feliz mientras aplaudía y daba saltitos cuando se separaron.

—Me alegro de verte yo también, Mellea —sonrió—. ¿Cómo estuviste?

—Bien, aunque con la hiperactividad que me cargo, no siempre estoy quietita —respondió.

—Te entiendo, pero me alegro de que estés mejor que la última vez que te vi, se te ve muy bien.

—Muchas gracias.

Todos los demás se saludaron con ella, incluyendo Zinerva que le dio un beso en cada mejilla. La joven se sorprendió bastante.

—Luego me gustaría hablar contigo si no tienes problema.

—Por supuesto que no, cuando quiera.

—Les reservé una habitación para ustedes cuatro y otra para ustedes dos —les comentó Demetrio a su familia y a su representante con su esposa.

—Perfecto —dijo Gennaro.

—Mañana tenés que estar a las tres de la tarde —se dirigió a su jefe—, me dijeron que algunos medios de comunicación quieren hacerte unas preguntas.

—¿Pero no es a las cuatro el festival?

—Sí, pero una hora antes quieren tomarte fotos y hacerte unas preguntas.

—De acuerdo, ¿vendrás conmigo?

Amarilis sintió que la había dejado en un gran aprieto, pero luego le respondió como correspondía.

—Voy a ir con vos, porque tengo que arreglar un par de cosas que me pidieron aparte de ver cómo están acomodados los asientos.

—¿Qué tienes que arreglar? —Entrecerró los ojos al observarla.

—No seas curioso, no puedo decirlo, ni siquiera a vos que sos mi jefe. Y para que no te quedes con la duda, te cuento que le dijeron lo mismo que a mí a los representantes y asistentes, así que, mañana mientras vos respondés las preguntas y posas bien lindo para los fotógrafos, yo me enteraré de toda la sorpresa antes que vos porque lo que me dijeron hoy fue muy poquito —rio con gusto.

—En estos momentos quisiera ser el asistente para enterarme de lo de mañana. —Confesó Demi.

—Creo que sería muy difícil porque yo no tengo dotes para actuar, se me da mejor andar por atrás.

—Lo confirmo —dijo su representante—, te ha organizado la agenda hasta noviembre y estoy seguro de que para diciembre habrá algunas invitaciones más, tu cara se está viendo en casi todas partes, gracias a esta señorita.

—Muchas gracias, Gennaro —le respondió la muchacha con una sonrisa y avergonzada también—, solo hago mi trabajo, que la verdad es muy diferente al que tenía, ya que no viajaba con mi jefe. Hacía lo mismo que ahora, pero sin viajes, esto es como decimos en mi país alta categoría.

Todos rieron, sin excepciones.

Más tarde fueron a almorzar en The Pots, un par de horas después se echaron una siesta y así con tranquilidad, charlas y risas siguió el día hasta la noche donde cenaron todos en una misma mesa y luego se retiraron a dormir.

demetrio.cabassi Hermosas ♥

delirious Las rubias son mi debilidad


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