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Fue el actor el primero en subir el secreto que Bruno le había dicho y subió la historia con un enlace hacia la noticia.


A ver si después de esto te sigues riendo y sigues insultando...

La co-protagonista de Demetrio Cabassi en la película Buio, tiene un secreto que no todos o casi nadie sabe y es que la actriz que siempre ha dicho que nunca ha tenido hijos, ni parejas anteriores, sí lo tiene. Tiene un niño de cinco años, que se llama Eugenio y su expareja es un empresario español. El niño vive con la madre de Flaviana, ¿por cuestiones de protección o porque en verdad no quiere que sepan que es madre? ¿Flaviana negó a su hijo solo por fama o por querer meterse con el actor del momento Demetrio Cabassi?

A mí me importa poco si eres madre o no, pero me choca que hayas negado a TU HIJO por unos minutos de fama o por querer salir conmigo. El mundo del espectáculo está lleno de actores y actrices que tienen hijos y/o parejas, y en verdad me molesta que hayas ocultado de esa manera a alguien que te pertenece como si fuese un error.

No diré más nada sobre el asunto. Buenas noches.


Ambos se durmieron luego de un escándalo en las historias de Instagram.

Durante la siguiente mañana, desayunaron y se vieron en la entrada de sus departamentos, dándose los buenos días y caminando hacia el elevador con sus valijas.

—La noche de ayer estuvo ardiente, ¿no? —comentó el actor.

—Sí. ¿Crees que hice mal en decir todo eso? La verdad es que me superó la situación y quise frenarla de alguna manera.

—Hiciste bien, por lo menos dejaste en claro lo que pensabas de todo ese tema.

—Ya me tenía cansada y solo espero que deje de molestar, me tiene sin cuidado si me pide disculpas o no, no me importa.

—Yo creo que con lo que puse anoche, va a dejar de joder. Bruno te lo dijo, ¿verdad?

—Sí, aunque le dije que pensaba decirte que era mejor que no publicaras nada, porque no quiero que te echen mierdas a vos.

—Amarilis, el mundo del espectáculo es así y no iba a quedarme de brazos cruzados cuando te estaba insultando, los dos sabemos que lo hizo por despecho.

—Lo sé, pero en parte me siento un poco mal por toda la situación.

—Eso es porque eres buena y no piensas que la gente puede hacer daño realmente.

—Puede ser, siempre le quiero ver el lado bueno a la gente, pero después me acuerdo del cerdo de mi exjefe y se me pasa eso de considerar a todos gente buena.

Demetrio se rio y salieron del edificio para meterse dentro del coche de Gennaro donde los recibió con una sonrisa y los buenos días.


🎬🎬🎬


Milán

Hotel Dei Cavalieri Milano Duomo

Cuando el conserje le entregó a cada uno una tarjeta magnética con diferentes números por delante, se fueron hacia el elevador para apretar cada uno el botón del piso correspondiente.

—Dime que no pediste para ti una habitación simple.

Amarilis se mantuvo callada.

—Lo hiciste —se giró para mirarla—, ¿por qué?

—Estoy gastando de tu sueldo, Demetrio, es lógico que yo decida cuál habitación quiero para vos y cuál quiero para mí.

—Pero antes teníamos dormitorios iguales.

—Hasta que me di cuenta de que era desubicado de mi parte pretender el mismo cuarto.

—No seas tonta, la cuenta con la que pagas las estadías es de una cuenta que yo abrí aparte para los gastos generales de viajes, impuestos y demás cosas, no es mi sueldo como tal. Me cabrea que pienses así y me cabrea más saber que elegiste una habitación inferior a la mía.

—Demetrio, es normal que pida esa clase de diferencias, vos sos el famoso, no yo.

—¿Me ves como un famoso o como un hombre?

Su pregunta la dejó tan descolocada que se puso nerviosa y porque no sabía qué responder a lo que le había preguntado.

—Te veo como un famoso.

Y la terminó de cagar. Fue lo primero que se le pasó por la mente, lo primero que dijo para no exponerse tanto, lo primero que pensó para no terminar sufriendo por alguien que no la iba a ver como una mujer, si no como su empleada, su asistente.

La puerta del ascensor se abrió y salieron para caminar hacia sus dormitorios.

—Después me iré a ver lo de hoy para organizar to... do —lo último que dijo ni lo escuchó.

Demetrio nada de lo que le había dicho después escuchó, se quedó con que lo veía como un famoso, ni siquiera como un hombre, solo como un jefe, como un artista cinco estrellas.

Cada uno entró a su dormitorio y dejó la maleta para tirarse sobre la cama.

Él para calmar la bronca que tenía encima y ella para descansar por la molestia que había empezado a sentir en el costado del torso.

Luego se puso de pie, se aseó un poco y tomó la cartera para salir de allí e irse al lugar donde realizarían el evento de aquella tarde.

Al salir Amarilis a la acera de la entrada del hotel, Demetrio la estaba mirando por la ventana y supo con claridad lo que debía de hacer en su ausencia.

En la calle, por indicaciones que le había dado Gennaro, llegó al lugar del evento y entró para saber todo el itinerario. Se presentó ante las personas que organizaban la presentación del perfume masculino y después de dos horas y media donde ya tenía todo lo necesario, y de haber pasado por un par de tiendas, regresó al hotel a pie también.

Al pasar la tarjeta por la ranura de la puerta se encontró con dos mucamas que estaban acondicionando y limpiando de nuevo la habitación.

—¿Me equivoqué de cuarto? —Frunció el ceño—. ¿Por qué están aquí?

Buon pomeriggio, signorina (Buenas tardes, señorita), el señor que estaba con el botones se llevó su maleta al piso donde se encuentra el señor Cabassi.

Los ojos de Amarilis se abrieron de par en par.

Estaba que echaba humos de las orejas.

Grazie per avermelo fatto sapere, ti lascio la scheda magnetica (Gracias por dejármelo saber, te dejo la tarjeta magnética) —con una sonrisa se retiró de allí y cerró la puerta para dejarlas solas.

Grazie, signorina. (Gracias, señorita.)

Fue de inmediato al piso de Demetrio y cuando estuvo frente a la puerta, golpeó sobre esta. Él le abrió enseguida como si estuviera esperando por ella.

—Estoy furiosa —dijo enojada levantando la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Y yo también. Pasa —abrió más la puerta.

La chica solo bufó y entró. El actor cerró la puerta de nuevo.

—Llegué a la habitación y me encontré con dos señoras que estaban limpiando todo. Me quedé sorprendida y hasta confundida porque por un momento creí que me había equivocado de cuarto.

—Jamás podrías entrar en otro porque las tarjetas tienen una especie de código que solo abren su respectiva puerta.

—Entonces, ¿dónde metiste mi maleta? —Se cruzó de brazos.

—En la habitación de al lado.

—Bueno, dame la tarjeta —abrió su mano para que él se la entregara.

—No tan rápido. Sigo enojado, así qué, vas a tener que hacer algo por mí.

—No me caen en gracia los jefes chantajistas.

—Soy el famoso, ¿acaso no te acuerdas? —cuestionó con sarcasmo.

Amarilis entrecerró los ojos ante su comentario filoso.

—Ah, viene por ahí la cosa... ¿Y qué se le ofrece al señor Cabassi? —preguntó con altanería y con la barbilla en alto.

—Quiero que me traigas la merienda —se sentó en una de las sillas frente a ella y se cruzó de piernas.

—¿Eso? —Levantó las cejas y se rio—. Bueno, te pediré un poco de todo y la traeré con un carrito, ¿te parece?

—Me parece. Muévete —le habló casi en tono de orden.

La muchacha apretó la boca para no contestarle algo y giró en sus talones para salir de allí e ir al restaurante para pedir por una merienda completa.

Demetrio casi se carcajeó cuando le vio la expresión de su rostro, la argentina estaba furiosa. Él aprovechó en sacar el vestido que tenía colgado en el armario para que quedara suspendido desde la manija del clóset.

Su asistente tardó bastante en regresar con un carrito y varios platos, una taza, una tetera con agua caliente, café, leche y todo lo que había a la hora de la merienda. Apenas escuchó el golpe, él le abrió de nuevo.

—Pase camarera —le hizo un gesto con la mano para darle acceso a que entrara.

A Demetrio le divertía la situación.

—Uno de los mozos tuvo que ayudarme porque casi se me vuelca el carrito de lo pesado que estaba —se quejó con frustración, pero el actor solo se rio.

—Y bueno, es parte del trabajo de ser asistente. Hay que conformar al famoso, ¿o no?

—Por supuesto —apretó los dientes y le dio una sonrisa.

Los ojos de Amarilis fueron directos al vestido de color mostaza que estaba colgado del picaporte del clóset, parecía de satén, al cuerpo y con un tremendo tajo en una de las piernas.

—Si no necesitas algo más, me gustaría ir al cuarto para dejar estas bolsas —se las mostró—, y poder descansar un rato antes de cambiarme de ropa.

—¿Qué te compraste? ¿Algo que usarás esta noche? No lo creo, vas a usar ese vestido —se lo señaló.

—Estás loco, no usaré un vestido así.

—Aceptarás el vestido, como que me llamo Demetrio Cabassi, soy persistente y no paro hasta conseguir lo que quiero, usarás el vestido, porque si bien me gustó el que usaste en la alfombra roja de Roma y más porque le hiciste un honor a mi país en vestirte como las antiguas romanas y fue un plus el color, sentí que no era tu estilo.

—¿Por qué crees que no era mi estilo? —formuló curiosa.

—Porque eres demasiado joven para usar ropa holgada. Es cómoda la ropa grande, pero no es tu manera de ser. Veo que a veces te vistes con ropa relativamente al cuerpo, pero no termina de adaptarse al mismo.

—Pero me gusta la ropa que me pongo.

—Lo sé y no te queda mal, pero en eventos de noche y alfombras rojas, vas a tener que vestirte como cualquier otra mujer, Amarilis. Mi hermana tiene veintisiete años y se viste con ropa ajustada.

—No creo que me entre un vestido así —observó de nuevo la prenda de vestir—. Y tu hermana tiene un cuerpo bonito.

La chica tenía un complejo enorme con su cuerpo, porque era en forma de triángulo, muchas caderas y trasero, y de arriba casi diminuta. Tenía un busto considerablemente normal, y no solía ponerse ropa apretada porque sentía que su cuerpo era desproporcionado.

No sabía por qué, pero al ver el vestido se acordó de nuevo de su exjefe y el intento de meterle mano cuando en el tiempo en que trabajaba para él, no usaba ropas ajustadas.

—¿Por qué crees que no?

—Porque no. Ese vestido debe ser un talle s.

—No es talle s. Un par de llamados a Daniela y a la tienda que elegí, la cual me mostró los vestidos que tenía, y listo. Ahí colgado tienes el vestido para esta noche.

—No creo que me quede bien un vestido así —miró la prenda con recelo—. Y prefiero usar lo que me traje en la maleta.

—Seguro holgado... —se apretó el puente de su nariz—, a ver... no me molesta en cómo te vistes. Puedes usar lo que quieras, pero sí me gustaría que en todos los eventos de noche te vistas acorde a tu edad y no como nuestras madres.

La joven rio.

—Tu madre se viste bien.

—Sí, pero usa ropa de su edad, moderna, pero es un estilo para una mujer de la edad de mi madre.

Amarilis se apretó entre sí los labios y volvió a mirar el bonito vestido. Era precioso, pero sentía que iba a ser la diversión de la noche al verla con una prenda tan ajustada y con un trasero como para cinco personas.

—Merendemos juntos y te llevas el vestido.

—Meriendo con vos, pero dudo que me lleve el vestido.

—Te carcomeré la conciencia en decirte que lo pagué muy caro y así por lástima vas a tener que usarlo —rio ante su chiste.

—No me hagas sentir más mal de lo que ya me siento, Demetrio, por favor —casi llora frente a él.

—Amarilis... ¿Puedo abrazarte?

—¿Qué? —preguntó consternada—. ¿Por qué quisieras abrazarme? Sos mi jefe.

—Porque siento que no estás del todo bien. Algo te preocupa y te tiene incómoda, no lo sé.

—Son mambos míos, no me hagas caso. Merendaré con vos y después me das la tarjeta, por favor.

Él solo asintió con la cabeza y no le insistió más por el abrazo.

Cuando se acordaron, habían dado las cinco de la tarde y ella se levantó de la silla como un resorte.

—Tenés que vestirte y yo también, acordate que es con corbata. Acá te dejo el itinerario que me dieron cuando fui hace unas horas atrás —le dijo sacando de su cartera el papel.

—¿Lo de mañana a qué hora es?

—A las ocho de la noche, es un desfile, y vos vas a abrir y cerrar la colección. Ya me dijeron que tenés que estar tres horas antes para elegir las ropas, maquillarte un poco y esas cosas.

—De acuerdo.

Antes de que la chica abriera la puerta, él la llamó.

—El vestido es tuyo, no importa si no lo quieres usar esta noche, pero acéptalo, por favor —descolgó el vestido de la percha y se lo puso dentro de una de las bolsas que ella había traído consigo y la tarjeta magnética.

—Está bien, gracias —asintió con la cabeza también.

Media hora antes de salir del cuarto con el abrigo puesto y la cartera de mano, a Amarilis le entró una crisis de complejidad al haberse visto con el vestido que Demetrio le había elegido y el cuerpo de reloj de arena casi desproporcionado que tenía. Ridícula era la palabra exacto. Ridícula por querer sentirse sexy con un vestido que era para cuerpo de modelo y no para el suyo.

Estaba maquillada muy natural, pero con una sombra en tonos dorados, el pelo lacio por la planchita y con un par de aros y sandalias. Se sacó una foto de cuerpo entero desde el espejo del baño y se la mandó al grupo de la familia.


¿Qué les parece?


Bruni

OMG! Estás tremenda 😍

si patearía para el lado hetero,

te empotraría 🤤


Ay Bruno, vos

tan sutil 🤣🤣🤣🤣

Te aviso que solo

te veo como un hermano,

no sos mi tipo


Bruni

Ya sé que no,

si te encanta el bombonazo

que tenés de jefe, hoy

lo matas con ese vestido


El vestido me lo regaló él,

me dijo que tenía que usar

ropa acorde a mi edad en

los eventos de noche y

las alfombras rojas, y

yo estaba tipo WTF!?


Mami

¿Te lo regaló Demetrio?


Hola, mami.

Sí, pero me siento

como un matambre


Mami

Te ves hermosa, Lis.

No digas pavadas,

es el cuerpo que te tocó,

no podés pretender tener

un cuerpo de modelo con

los padres no tan cuerpos

perfectos que tenés 😂😂


Bruni

Aparte, sos latina,

la mayoría de las mujeres

son así, más de una

quisiera tener ese culo

que tenés, araña galponera 😏🤣


Papi

Hola, nena. ¿Cómo estás?


Hola, papi.

Todo bien, ¿y vos?

Dentro de media hora

tenemos que ir a la

presentación de unos

perfumes masculinos


Bruni

Nena, tirame otra noticia,

sé que tengo que cerrar el pico,

pero decime una noticia

recién sacada del horno, porfi


Mmm... a casi fin

de mes tiene que ir a Malta

para ver un ofrecimiento

de papel en una película.

¿Te gustó la noticia fresca?


Bruni

¿A Malta? ¿Nueva peli? 😱


Sí, el calendario de

este mes está bastante ajetreado


Papi

¿Te regaló el vestido? 🤨,

está demasiado apretado


Bruni

Callate, Gustavooo 😂,

tu hija se ve divinaaaaa.

Tiene que mostrar esas curvas

que tiene como buena

latina que es. Por algo

será por lo que Demetrio

le regaló el vestido 😏😏


Siento que hay algo

y no sé qué es.

Después me mentalizo

que es todo rápido,

después pienso que al

verlo casi todos los días

es algo normal lo que

me está pasando, me

pone nerviosa, siento

mariposas en el estómago,

unos nervios raros en la boca

del estómago, el corazón se

me acelera cuando lo tengo

cerca, me desespera sentirme

así porque no puedo decirle

"me re gustas" 😔, me hago

la estúpida en hacer de cuenta

que no siento nada, cuando

me encantaría que me besara 😔


Bruni

Ahhhhhhhhhhhhh

que estás enamoradaaaaaa


Amarilis escuchó un golpe en la puerta de su cuarto.


Me vino a buscar,

más tarde o mañana

hablamos, porque no

sé hoy cuánto va a

durar este evento,

un beso a todos.

Los quiero mucho.

❤❤❤❤

😘😘😘😘


Bruni

Hasta mañana,

disfruta de la noche.

Que si te come la boca

no pasa nada 😉❤😘


Papi

Pasala lindo, hija ❤😘


Mami

Un beso, mi amor

y divertite ❤😘


La chica se abrochó el abrigo, metió el celular en la cartera de mano y caminó hacia la puerta. Cuando la abrió, vio la cosa más hermosa y masculina que hubiera visto jamás.

—¿Estás lista?

—Sí, iba a ir a tu suite, pero me entretuve con mi familia.

—¿Cómo están ellos?

—Bien.

—Me alegro —le dijo mientras ambos caminaban hacia el ascensor.

Pronto el chofer del hotel los llevó al lugar del evento y le dieron las gracias. Entraron ambos con una tarjeta de invitación y el encargado les puso una pulsera exclusiva del evento. Pasaron al guardarropa donde fue el momento crucial para Amarilis porque tuvo que sacarse el abrigo y quedarse con el vestido, y la cartera de mano.

Demetrio quedó encantado y embelesado cuando la vio con el vestido que le había comprado.

—No me mires así que me siento una ridícula, decidí usarlo porque me carcomió la conciencia.

—¿Cómo quieres que te mire si estás preciosa? Lo menos que estás es ridícula. Ahora luces un vestido acorde a tu edad.

—Muchas gracias —emitió poniéndose toda colorada.

Habían llegado unos minutos después del inicio del evento y Demetrio se saludó con varios conocidos del ambiente mientras que iba presentándoles a estos a Amarilis como su asistente personal.

A medida que la fiesta avanzaba, el ambiente se llenaba del perfume masculino que estaban lanzando. La champaña, los tragos alcohólicos más elegantes y la comida más sofisticada iba y venía, pero no había un solo vaso de agua para que Amarilis pudiera tomar.

Se acercó a la barra y le pidió algo sin alcohol.

—Lo único que tengo sin alcohol es bitter.

—Perfecto.

El bartender le destapó la botella frente a ella, y luego de darle las gracias, empinó la pequeña botella para tomar del pico.

Se bebió el aperitivo tan de golpe que no se acordó que le producía hipo.

Un hombre se acercó a ella para sacarla a bailar, pero lo rechazó. Insistió y ella volvió a negarse.

—Por favor, no quiero bailar. Me duelen los pies.

—Te sentirás mejor —le apretó la muñeca.

—Que no —se zafó de su agarre.

Hipó.

—¿Por qué eres tan terca? Quiero bailar contigo.

—Y yo no —hipó de nuevo—. ¿Te cuesta entender o estás ebrio?

El hombre le apretó más la muñeca para arrastrarla hacia la pista de baile y ella movió hacia atrás el brazo sin tener éxito.

—Por favor, no quiero. Te lo estoy pidiendo con amabilidad, no quiero bailar contigo —midió su manera de hablar en público.

Demetrio llegó por detrás del hombre, lo sobrepasaba en altura, el actor debía llevarle una cabeza y poco más. Este le tocó el hombro y el sujeto se giró para mirarlo.

—La señorita bailará solo conmigo.

—¿Y por qué? Ponte en la fila cuando sea tu turno.

La tironeó de nuevo.

—¿Qué no entendiste cuando te hablé? Ella no baila con nadie, excepto conmigo —lo sujetó con fuerza del brazo y lo miró con seriedad—. Llegó conmigo, baila conmigo, se va conmigo. Capisce o non capisce? (¿Entiendes o no entiendes?) —lo miró con frialdad a los ojos.

Capisco (Entiendo) —respondió y la soltó.

Cuando ambos miraron al tipo que se perdía entre la multitud, se miraron a los ojos.

—Vas a tener que bailar conmigo, aunque no quieras, por las dudas.

Ella asintió con la cabeza mas no le dijo nada.

Amarilis agradeció de que fuera una canción tecno que no necesitaban estar pegados, pero sí se movían entre ellos. Y luego siguió otra, y otra más, y la argentina casi se cae del dolor de pies.

—Necesito sentarme —le contestó al oído y él asintió con la cabeza cuando la miró.

Apenas encontraron un lugar vacío, los dos se sentaron.

—¿Estás bien? —preguntó Demetrio en su oído.

—Sí, solo estoy cansada, si me preguntas por lo otro, ya pasó, estoy bien, pero me pareció súper pesado cuando le decía que no con insistencia.

Un fotógrafo les pidió una foto y el actor aceptó.

—Son las dos de la madrugada. ¿Qué te parece si nos vamos? —le sugirió en el oído.

La piel de Amarilis se erizó cuando le escuchó esa pregunta.

—Bueno, me parece bien, estoy cansada y me duelen los pies. ¿O vos no te sentís cansado?

—También, por eso te lo decía.

Los dos se levantaron del asiento y se acercaron a quien organizó el evento para despedirse de él. Demetrio recibió una caja exclusiva de perfumes y luego se acercaron al guardarropa para pedir sus abrigos.

Al salir de allí, pidieron un taxi para llevarlos al hotel.

Veinte minutos después, Demetrio le deseó las buenas noches con un beso en la mano como las primeras veces que se habían visto.

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