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Florencia
Festival de la Música
Cuando el actor y su asistente personal llegaron unos minutos antes de la presentación en público, les recibió el encargado del lugar dándoles la bienvenida y un folleto con el itinerario para que disfrutaran de la música y la ópera en cualquier momento del día. Él solamente debía decir unas palabras para dar la apertura del festival y luego quedarse un rato a escuchar la orquesta.
Amarilis se quedó en un rincón para transmitir en vivo y sacar algunas fotos para luego subirlas a sus historias y al perfil de su jefe también, ya que tenía acceso a su cuenta.
Demetrio saludó a todo el público, habló un poco de lo que representaba la música para las personas y dio oficialmente la apertura del festival, todos se pusieron de pie para aplaudirlo, dio las gracias y se bajó del escenario.
—Demetrio, vení para acá —le hizo un gesto con la mano su asistente—, estamos en vivo, ¿algo para decirles a tus fans? —formuló.
—¡Los amo! ¡Gracias por tanto cariño! Si están en Florencia, acérquense, estoy en el festival y seguramente me quedaré una hora u hora y media, así que, si quieren venir los espero —expresó y tiró un beso con su mano luego de una sonrisa.
La chica cortó la transmisión y se guardó el celular en el bolsillo.
—El vivo fue con tu celular y subí varias cosas a tu perfil.
—Perfecto. ¿Nos sentamos? Tenemos dos asientos en primera fila.
Él dejó que ella pasara primero y se sentó en el último asiento del pasillo para dejarlo a él del lado del hombre que estaba invitado también.
—Nos quedaremos media hora y saldremos. Quizás para ese momento habrá algunas fans, ¿no crees?
—Sí, supongo que sí.
Hablaron todo cerca de sus oídos para no molestar a los demás, pero Amarilis cada vez que el italiano se acercaba a su oreja para hablarle, se sentía nerviosa, le daba un cosquilleo tremendo en la boca de su estómago y cada vez le gustaba más.
Para la media, salieron como le había dicho a su asistente y se encontraron con varias chicas esperando por él. La argentina se mantuvo al margen de él con sus fans para que las demás pudieran tener unos momentos a solas con su ídolo.
No le gustaba meterse cuando Demetrio estaba con sus fanáticas sacándose fotos y firmando autógrafos, le parecía que cada cosa debía tener su lugar y eso era lo que estaba haciendo, prefirió sacar fotos de la ciudad con su celular y enviarlas al chat grupal, y durante la noche, subiría una a su perfil.
—Ciao! Puoi scattare una foto con noi? (¡Hola! ¿Podrías sacarte una foto con nosotras?) —Quiso saber una chica junto con otras dos.
—Ciao! Con voi? Però io non sono la famosa, è Demetrio. (¡Hola! ¿Con ustedes? Pero yo no soy la famosa, es Demetrio.
—Lo sapiamo però sembra una buona ragazza, sei la sua assistente personale, e allora vogliami anche una foto con te, se tu vuole (Lo sabemos pero pareces una buena chica, eres su asistente personal, y entonces queremos también una foto contigo, si tu quieres) —las tres le sonrieron.
—Ok, sta bene, faciamo la fotografia insieme (Ok, está bien, hagamos una foto juntas) —les dijo con una sonrisa.
—Grazie! (¡Gracias!) —gritaron las tres.
Se sacaron una foto grupal y de a una con ella, le dieron dos besos cada una y se fueron contentas compartiéndose las fotos entre ellas, tanto de Demetrio como de la joven.
Los dos se quedaron allí hasta que el último fan tuvo su foto y el actor se acercó a la chica para hablarle:
—Me estás quitando el protagonismo —emitió con burla y risas.
—Lo siento, querían fotos, me extrañó mucho cuando me la pidieron porque les dije que yo no era la famosa, pero querían sacarse la foto de todas maneras.
—Tranquila, fue una broma lo que te dije, no me molesta para nada. Lo que sí me sorprende es que te quedes en un rincón para darles lugar a las demás.
—Creo que esa es la idea principal, darles el lugar a las fans, no que yo me meta también en el medio, porque no toco ni un pito entre medio de vos y tus fans. Digo... es ridículo que me quede a tu lado como si fuera tu guardaespaldas.
—Debí conocerte de antes.
Su confesión tomó por sorpresa a Amarilis, pero ella se limitó a responderle algo que se le cruzó por la cabeza.
—Bueno, ya no importa, por lo menos nos conocimos.
Los dos se miraron y se sonrieron, y un fotógrafo capturó aquel momento.
—Ahora que tenemos el día libre, vayamos a ver algún hotel de por acá, el primero que tenga disponibilidad, lo reservamos.
—¿Y si tiene solo un cuarto con una cama? —preguntó preocupada ella.
—No sería la primera vez que te acuestes con un hombre, aunque no hagas nada, ¿o sí? —Su respuesta la dejó inquieta y asombrada, sintió sus mejillas más coloradas que de costumbre, pero tuvo que decirle otra mentira.
—No, claro que no es la primera vez, pero es raro siendo jefe y asistente.
—Bueno... Puedes quedarte tranquila conmigo porque yo no soy tu exjefe.
Amarilis solo asintió con la cabeza.
—Esta ciudad es preciosa, el Duomo es perfecto, no puedo creer que esté pisando suelo florentino y viendo estas maravillas —giró en su eje de lo contenta que estaba y sacó su celular del bolsillo del abrigo—. Tengo que hacer una videollamada.
—¡Hola, mamá! ¿Cómo estás? —Le tiró un beso y saludó con la mano.
—¡Hola, hija! Todo bien, ¿y vos?
—Acá todo bien, estoy con Demetrio.
—¡Hola! —Saludó con la mano.
—¡Hola! —dijeron Alba y Gustavo.
La chica se sorprendió de ver a su padre participar de la videollamada después de la conversación que tuvieron, donde a ella la dejó con un sabor amargo en la boca y triste también.
—Vinimos a Florencia porque Demetrio tenía una presentación y como tiene unos días libres estamos buscando un hotel para que descanse.
—Tú tienes que descansar, ya te lo dije, será lo mejor —la miró a ella y luego a la pantalla—, las pastillas le hacen bien, pero yo quiero que descanse mejor, y como tengo días sin trabajo hasta el primero de junio, decidí que lo mejor era quedarnos acá y no viajar para Roma. ¿Ustedes qué opinan? —Les preguntó a los padres de su asistente.
Ambos quedaron perplejos y con las cejas levantadas, y fue Gustavo quien habló:
—Si crees que le hará bien, por nosotros no hay problema. Creo que con el golpe que tuvo, lo más conveniente es que descanse y no se mueva mucho.
—¿Viste? Coincidimos en algo —sonrió de lado mientras la miraba.
Amarilis sonrió sin mostrarle los dientes.
—Vamos a buscar un hotel acá, volveremos al hotel donde estamos y mañana regresaremos a la ciudad para ya instalarnos en la habitación que reservemos —explicó el actor.
—¿Habitación o habitaciones? —preguntó su padre, comenzando a cabrearse.
—Habitaciones, pero si no encontramos dos, es posible que tengamos que compartir el cuarto —admitió el italiano—, es época del festival de la música y casi ningún hotel está disponible, difícil va a ser conseguir dos habitaciones. Y siendo como soy, que me gusta el lujo, veremos un hotel de 3 a 5 estrellas, su hija no se merece menos que eso.
—Fui de campamento con Bruno y Fausto, así que podría dormir en un hotel de 2 estrellas también.
—Ya lo aclaramos eso, Amarilis.
—Lo sé, pero a falta de hoteles disponibles con las estrellas que querés... Podríamos estar en uno con dos estrellas.
—Fijémonos en los que están cerca del Duomo.
—Ah, hablando de eso —les dijo a sus padres mirando la pantalla—, quiero que vean lo que les mostraré —expresó su hija y giró la cámara para que sus padres vieran La Piazza del Duomo, La Catedrale di Santa Maria dei Fiore, Il Battistero di San Giovanni, entre otros.
—¡Qué belleza, Lis! —exclamó su madre.
—No puedo creer que esté en este lugar —admitió con la voz temblorosa—. Parece irreal. Después les mandaré más fotos —les contestó y volvió a girar la cámara para verlos.
—Nos alegramos mucho, hija —dijo su padre sonriéndole.
—Gracias, papá —su voz continuó trémula y sus ojos llenos de lágrimas.
Amarilis se dio vuelta para mirar en dirección a su jefe y lo vio dentro de una tienda de café.
—¿Estás enojado? —Aprovechó en preguntarle a su papá.
—¿Por qué?
—Vos sabes, por lo de ayer. Lo que te dije... que me gustaba.
—No, no estoy enojado. Tu mamá me hizo recapacitar y sé que cuando se gusta de alguien, una persona no se fija a cuántos kilómetros de distancia está y ni de qué nacionalidad es, aunque hay excepciones, pero jamás pensé que te gustaría un europeo.
—Ni yo... Pero bueno, me gusta solo a mí, de la otra parte no hay nada y sería muy tonto decirle que me gusta por diferentes motivos, porque es re pronto y porque él está para buscarse alguien mejor que yo.
—No me gusta que te hables así, Lis —la regañó su madre.
—Perdón, pero es la verdad —volvió a girarse—. Se está acercando.
—¿Moca? —Le ofreció.
—Gracias —sujetó el vaso de plástico en la mano.
—¿Les gustó lo que les mostró Amarilis?
—Mucho, es hermosa la ciudad —admitió Alba con una sonrisa.
—Bueno, los dejo, nosotros tenemos que buscar hotel y regresar al otro —comentó su hija.
—Está bien, hasta pronto, nena —le dijo su madre mandándole un beso con la mano y otro su padre.
Ella cortó la videollamada.
—Te hará bien que vengan en el verano, Amarilis. Vi la manera en cómo te pusiste.
—Fue un poco por la ciudad también, porque estoy contenta de estar acá. Estoy viendo muchas cosas en tan poco tiempo de vivir en tu país, que estoy absorbiendo todo como una esponja.
—Me alegro —le sonrió.
Mientras caminaban por el centro, fueron entrando a los hoteles para buscar dos cuartos disponibles. En ninguno había lugar hasta que dieron con el último del día, un hotel que estaba a casi unas seis calles del centro.
Quien los atendió les dijo que había una única suite disponible y ambos decidieron reservarla, Demetrio pagó, pero ella llenó un solo formulario. Iban a quedarse desde el día siguiente hasta el treinta y uno de mayo inclusive.
Cuando salieron y caminaron hacia el centro de nuevo, Amarilis casi se desmaya del dolor que estaba sintiendo desde hacía una hora atrás en el costado.
—Vamos a buscar un taxi para que nos lleve al hotel, te estás descomponiendo del dolor, ¿verdad? —dijo preocupado al verla sosteniéndose el costado.
—Sí, es terrible. Desde hace una hora que me tiene fastidiosa y estoy peor porque tengo hambre.
—Te entiendo, tengo hambre yo también, compraré algo para comer antes de subir al taxi.
—Te daré plata.
—Ni se te ocurra, Amarilis. Es mejor que no hagas tanto movimiento, hoy hiciste demasiado, compro algo y busco un taxi.
—Está bien.
Diez minutos después, se metieron en el coche que los llevaría al hotel mientras comían un cono de pizza cada uno.
—Está buenísima —acotó la chica mientras masticaba—. Tengo que decirte que no puedo creer que comas así siendo quien sos.
—Te sorprenderías al saber que hasta pasta con aceite comí durante mucho tiempo y agua del grifo de la cocina.
La argentina giró la cabeza para mirarlo con atención, jamás se hubiera imaginado que un hombre como él había pasado por esas cosas.
Al llegar al hotel luego de casi media hora, fue la chica quien se ofreció a pagar el taxi y se bajaron, ella con un poco de lentitud.
Eran las siete de la tarde cuando entraron a la habitación y lo primero que Lis hizo fue descalzarse y sacarse el blazer.
—Estabas muy linda hoy —confesó Demetrio mirándola.
—Gracias —dijo vergonzosa—. ¿Querés bañarte primero?
—Ve tú, lo necesitas más que yo.
—Bueno. Intentaré hacer rápido.
Una hora y media después, estaban sentados en el restaurante para pedir la cena.
—Parece que al final, no vamos a poder tomar esa sesión de spa —dijo el hombre.
—En este hotel no, pero si querés la podés tomar en el otro. Supongo que hay.
—Es cuestión de fijarse.
—Me gustaría saber más de lo que me contaste dentro del taxi.
—No es algo muy lindo de contar, me fui a vivir solo hace cinco años atrás, más por la relación difícil que tenía con mi madre, ella quería que siguiera una carrera universitaria y yo quería otra cosa, ser actor. En la discusión, me dijo que no iba a costearme la carrera actoral.
—Espera... ¿Sos actor con título? A ver, que suena mal, ¿no sos actor porque alguien te descubrió sino por haber hecho una carrera? —Levantó las cejas y abrió más los ojos estando sorprendida.
—No tan así, mi madre quería que estudiara arquitectura, yo elegí otra cosa. Obviamente habiendo optado por esa carrera que la mayoría dice que no se gana nada, me tuve que costear todo solo, conseguir un trabajo y a su vez estudiar. Comí pasta con aceite, arroz blanco, comida en lata, papas fritas de paquete, agua del grifo. No me da vergüenza decirlo, es parte de la vida y de lo que lamentablemente te toca para conseguir lo que quieres —reflexionó frotándose la barbilla.
—No, pero los padres deben apoyar las decisiones de sus hijos sea mala o buena esa decisión, es la vida que cada uno quiere, nadie puede imponer, ni siquiera los padres.
—Es cierto, pero mi madre es una persona difícil, por eso quiero que mi hermana se vaya de la casa para tener la vida que quiere y se merece, le ha prohibido muchas cosas por miedo a que la tomen como una tonta.
—Pero así nunca va a sentirse segura.
—Exacto, por eso quiero que se vaya.
—¿Y a Gennaro cómo lo conociste?
—Estaba casi siempre en la entrada de la universidad donde yo estudiaba actuación y era nuevo también, él trabajaba de otra cosa muy distinta a lo que hace ahora, le fue mal y tuvo que enfocarse en lo que es ahora, representante de artistas. Un día me explicó la situación, me dio la tarjeta y que si quería podía llamarlo en cualquier momento. Lo llamé a la mitad de año de empezar la carrera, porque le comenté que había visto algo para una publicidad —explicó con detalles—, así de caradura fui —rio—, le dije que si quería podía ser mi representante siempre y cuando pusiéramos desde un principio las cosas claras y eso implicaba el dinero también —habló—, le pareció bien y de a poco él fue contactándome con gente para hacer fotos, pequeños papeles en series y películas, algunas pasarelas, cosas bastante básicas, hasta que un año me agarró mal, no quería hacer nada y Gennaro prácticamente me molió a palos, nos agarramos a las trompadas.
—Ay Dios, Demetrio... ¿en serio? —preguntó con algo de risa.
—Sí, iba bien mi carrera, no podía quejarme, pero quería algo más de notoriedad, me consiguió el papel con el que salté a la fama, gracias a un conocido de Gennaro, pero después del furor de la película, todo se calmó, estuve como medio año sin hacer nada, y eso me mató por así decirlo, venía de una exposición buena por esa película y luego sentir que todo se había mermado, fue terrible para mí —confesó sin tapujos y sin remiendos—, viví de fiesta en fiesta, mujeres, la vida fácil. Y Gennaro no lo soportó, fue cuando me dijo que así no iba a trabajar más conmigo, o buscaba a alguien o se terminaba.
—Entiendo que te haya pegado mal no tener más trabajo, pero la vida de todos los actores es así, no siempre consiguen trabajos buenos o los consiguen, pero cada cierta cantidad de meses, porque pienso que una grabación de película o serie, lo que fuese, lleva meses para ser filmada, editada y distribuida, es así. ¿Te dijo eso después de los seis meses en que te agarró ese estado?
—Sí y aunque me costó creerlo, mis padres estuvieron también, me apoyaron, no sé si algo cambió en ellos, sobre todo en mi madre, pero me apoyó cuando me pasó eso de no saber qué hacer, o sí sabía qué hacer, pero preferí evadir lo que me estaba pasando con mujeres y fiestas.
—Por lo menos pudiste enfocarte en lo que te gusta y dejar atrás esa vida. ¿Alguna vez...
—¿Me drogué? No. Primero estaba depresivo y luego me fui por el camino del alcohol y las mujeres, sentí que después de esa película iba a venir la mejor vida, pero no. Cuando vi que los meses que venían no había nada, me hundí y lo volqué en fiestas —admitió un poco avergonzado—. Repunté gracias a Gennaro y mi familia, mi representante volvió a confiar en mí, porque le di mi palabra de que jamás iba a volver a hacer eso, y de a poco intentaron como limpiar mi imagen. Hasta que llegó el ofrecimiento de ser protagonista de la saga Peones. Creí que el furor iba a ser con la película que me hizo relativamente conocido, pero no. Fue la primera película de la saga Peones. —Expresó pensativo recordando aquel momento—, después vinieron otras con más protagonismo también, hasta Buio que fue cuando te conocí.
—Todos tenemos errores, es lo que nos hace más humanos, todos nos podemos equivocar y tener un momento de depresión u otras cosas, lo bueno es que se salga de eso y aprendas de ello, sabiendo que por ese camino no es.
—Fue Gennaro quien me insistió para tener a alguien que me organice todo, porque si bien yo ya venía encaminado, como te dije antes, había presentaciones que tenía que cancelar por no acordarme o porque les decía que sí y después tenía que cancelar una de ambas.
—Entiendo, por lo menos ya no estás corriendo para un lado y para el otro... bueno, lo estás haciendo, pero es más normal, es hecho todo con tiempo y no estar viajando en el mismo día.
—Es cierto y agradezco a Bruno por ponerte en mi vida —manifestó con honestidad.
Su confesión fue algo tan sincera como si Amarilis lo sintiera real también.
—Te lo agradezco. Estoy muy segura de que tu carrera actoral será grandiosa, más de la manera en cómo interpretas cada papel. No es para inflarte el ego, pero te comes los papeles.
—¿Qué expresión es esa? —Rio ante lo que ella le dijo.
—Comerse el papel, en algo referente a películas y series, es decir como que actuaste súper bien, se sintió real.
—Muchas gracias entonces. Tengo que confesarte que duré solo un año en la carrera de actuación, cuando Gennaro me fue consiguiendo papeles, empecé a faltar a las clases y después no pude seguirla por falta de tiempo. Así que soy un actor sin título.
—No todos los actores tienen título de una carrera de actuación. No serías el único. A veces por más que tengas un título actoral, si el actor o actriz no produce algo a quien lo mira, es lo mismo que nada. Es como el escritor, si escribe y al lector no le produce nada, es como escribir al pedo. No sé, eso es lo que pienso, porque no todos los actores son buenos. Algo creíble te lo puede dar los años de experiencia en la actuación, pero si con todo eso, no conseguís nada, es como decir dedicate a otra cosa. Pero ese, no es tu caso. Con los pocos años en que estás actuando, te comes los papeles y eso al espectador le encanta.
—Brindemos por eso entonces —le dijo levantando su copa de vino y ella su vaso de gaseosa.
—¿Qué hacía Gennaro antes de ser representante?
—Trabajaba la tierra, cosechaba verduras, pero el negocio no prosperó mucho. Durante mucho tiempo Daniela lo ayudó, ella tenía de antes el local de aromatizadores, ella fue quien mantuvo la casa cuando él no estaba bien económicamente, se mantuvieron ambos con lo que Daniela sacaba por mes de la tienda, pagaba impuestos, todo, hasta que Gennaro volvió a repuntar gracias a que representaba artistas y ahora ella tiene su tienda de aromatizadores por gusto, aunque la tenía por gusto antes, ahora, es más, no tiene necesidad de trabajar, pero le gusta y aprovecha el tiempo en hacer perfumes de ambiente.
—Eso es muy bueno, que se hayan apoyado entre ellos para que la pareja tampoco decaiga. Porque es horrible cuando uno de los dos se queda corto de plata, más el hombre porque piensa o tiene esa mentalidad de saber que siendo hombre tiene que mantener una casa.
—Exacto, el hombre de por sí es como que tiene una responsabilidad ya por haber nacido hombre. Porque sabe que tiene que mantener una familia, o a quien esté a su lado, dependiendo de cómo arreglen para hacer las cosas.
—Yo pienso que cada pareja es un mundo aparte, cada uno arregla las cosas como más le convenga y nadie tiene porqué meterse, la pareja es de a dos.
Demetrio la miró con atención porque le gustaba cómo pensaba. Era bonita, divertida, con buenos valores y una mentalidad abierta que se lamentó por no decirle algo porque iba a verlo como un lanzado que se aprovechaba de la situación.
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