❄️ESPECIAL DE NAVIDAD❄️
Una a una, las lágrimas van cayendo, fundiéndose en la escarcha del pavimento. Lidiaba con el hecho de que el frío ya no era su amigo, su rostro enrojecido era la prueba, sin descartar el llanto que también había favorecido. Desamparado se sentía, frustrado del abrigo que no cumplían sus expectativas de protegerlo de las álgidas temperaturas ahora que el sol se escondía. Bien se justificaba que llevaba ahí desde el término de la última clase del año, deseando quizá que el clima lo matara. Ya no sabía que quería. Hundiéndose en su indumentaria invernal en vago intento de resguardar calor, encontró aquel aroma que tanto influía en sus emociones; recordó que la bufanda era prestada y de Peter.
Una calada de aire gélido apaciguó lo que en su interior hervía. Se sentía tan fatal, incomprendido. No entendía por qué la opresión crecía y le impedía sentirse pleno. ¿Acaso no lo había dado todo por él? ¿En qué se había equivocado?
Mirando a la ventana, se lo preguntaba, ignorando las voces que no trataban otro tema más que de la festividad y costumbres que se llevaban a cabo en esa época del año y de las que Loki se sentía ajeno. Pero esa era la menor de sus preocupaciones.
Descubrió que Peter llevaba tiempo observándolo. Él le sonrió cuando fue atrapado y se acercó. Loki hubiera preferido que no lo hiciera.
—Has estado muy callado —volteó una silla para sentarse en frente—. ¿Estás bien?
No, últimamente no, y no era el frío lo que le amargaba. Tenía inseguridades cuando hace meses habría jurado nada le faltaría a su lado. Se sentía tan impotente de no abastecer una necesidad aparentemente inexistente. También se sentía enojado, de aquel tipo de furia que se tiene cuando uno pierde la rienda de sus sentimientos y teme llorar al no entenderlos.
—Está pensando en toda la ropa que te tendrá que regresar esta Navidad —bromeó Michelle, implementándose a la conversación—. No me sorprende que esté tan serio.
Loki no respondió con gracia. Ni siquiera respondió. Su aura enigmática apagó la llama de una amena conversación. Por suerte, Ned era lo bastante despistado como para notarlo.
—¿Eh, quieren ir a patinar esta tarde?
Los dos amigos le miraron extrañados. Ellos no hacían eso, eran unos nerds.
—Solo bromeaba —sonrió Ned—. Pero hablo en serio. ¿Quieren ir a mi casa? Recibí mi regalo de navidad con anticipación y creo que voy a necesitar ayuda para armarlo.
¿Por qué nadie parece querer comprenderlo, o siquiera importarle?
—No tengo nada mejor que hacer —señaló la morena.
Antes de acceder, Peter buscó la aprobación en la mirada de Loki.
—¿Por qué lo miras así, Parker? —y casi a la fuerza, se entrometió Thompson con la inseparable sorna de su voz—. No me digas que Loki decide por ti. Pensé que eras el hombre de la relación.
Para Flash, un bozal esta Navidad. Esperaban sus deseos se volvieran realidad.
Entonces, Loki se incorporó de su asiento, tan grácil y serio que todos creyeron que le cerraría la boca sólo como él sabía hacerlo. Sin embargo, su lengua de plata dejó mucho que desear; él se enmudeció, le tembló la mirada.
Peter confirmó que su novio no estaba bien y se levantó para hacer algo al respecto.
—¡No me toques!
Tras sus palabras, Loki presenció la sorpresa que había despertado en sus amigos y pareja. Se arrepintió de haber gritado, y al mismo tiempo, no; quería que lo escucharán, que por un segundo él tuviera la oportunidad de decirles lo que había sufrido para llegar hasta aquí, todo lo que estuvo escondiendo para encajar en la vida "normal" de Peter.
Aun cuando buscó contra la muerte la línea del tiempo correcta para coincidir con él, temía haberse perdido.
El rostro atónito de Peter lo trajo de vuelta a la realidad, y con ello las ganar de llorar. Cuando sus ojos empezaron a nublarse, el instinto lo hizo correr empujándolo antes de desmoronarse.
Extrañaba su capacidad de retener las lágrimas.
Perdido en las calles, halló consuelo en una banca helada que descansaba en soledad, lo que él necesitaba en ese preciso instante. A la larga, descubrió que eso era lo último que quería.
Hahahahaha
Yoooo, I'll tell you what I want, what I really, really want...
Dio un respingo sobre su asiento, buscando entre sus bolsillos la fuente de aquella música que le llegaba con estruendo hasta los tímpanos. No podía creer que tuviera durante meses ese tono de llamada.
...So tell me what you want, what you really, really want
I'll tell you what I want, what I really, really want...
Peter estaba tratando de comunicarse con él. Esto, junto con la desesperación de hacer callar esa cosa, lo llevó a lanzar el celular lejos de él. Debió estrellarse, puesto que el sonido que perturbaba su tristeza se había apagado.
Alzó la mirada, consciente de la escasa luz que le quedaba para volver a su morada, presintiendo también ser observado. Al otro lado de la calle, inmóvil entre el par de transeúntes que pasaban, Thor aguardaba con el aspecto de otro midgardiano más.
—Thor —susurró, casi titiritando, levantándose en esperanza y corriendo a su encuentro.
El claxon de un par de autos lo acusó de cruzarse indebidamente pero eso no le importó cuando aterrizó en los cálidos brazos de su hermano.
—¿Qué haces aquí? —inquirió con un deje de alivio.
—El dios del trueno debe ser capaz de localizar tormentas, incluso cuando éstas suceden en los ojos de mi hermano —se separó sólo para trasmitir su calor a sus congeladas mejillas.
De haber tenido una daga a su alcance, Loki lo hubiera apuñalado por tanta melosidad en su habla.
—Deberíamos buscar otro lugar o vamos a congelarnos —animó Thor a moverse.
—Nunca había deseado tanto ser un gigante de hielo hasta ahora —comentó Loki, a la par de Thor mientras frotaba sus brazos.
Con una leve carcajada, Thor rodeó a Loki, compasivo, teniendo en mente el sitio perfecto al cual acudir.
▨
Stark ofreció tazas de chocolate caliente a sus invitados, y un café para él. Los acompañó en la cómoda sala de sillones modernos a punto de aclarar que él no fungía como terapeuta.
—La depresión es una enfermedad. En mi humilde opinión deberías llevarlo con un psiquiatra, siempre debió de ir con uno, lo supe desde que lo conocí.
Sin tener idea de lo que esas cosas significaban, Thor sonrió en acuerdo.
—Mi buen amigo Stark, ¿dónde podríamos encontrar a uno de esos?
Stark rodó los ojos, preguntándose cuánto tiempo tardarían los dioses en identificar el sarcasmo.
Quien fulminó a los dos mayores fue Loki, poco paciente para ese tipo de comentarios.
—Esto no es un chiste —masculló—. Podrían olvidar que soy un adolescente y simplemente tratarme en serio.
Thor se sintió culpable, lo que deseaba era ayudar a su hermano y al parecer no estaba siendo de utilidad.
—Bien, seré serio —habló Tony a la defensiva—. Lo que pasa, Loki, es que te casaste con Peter sin que éste lo supiera.
—Esperen, ¿hubo una boda?
Sí, Thor, la hubo, y no estuviste invitado.
Esta vez fue el turno de Loki de torcer los ojos.
—¿Y qué querías que hiciera, qué llegara y le confesara que nos habíamos conocido en otro espacio temporal en donde él era con suerte un súper héroe y yo un enemigo venido de otro mundo, qué nuestro amor venció las adversidades y qué he venido a buscarlo para quedarme a su lado el resto de nuestra fugaz vida? —repuso Loki—. Decirle la verdad lo asustaría o le causaría una crisis existencial.
—Ahí está el problema, tienes la verdad atada en la espalda, ¿cómo no te vas a cansar si retienes tantas experiencias y sentimientos que no puedes compartir por su "bien"?
—¿Entonces nadie se casó? —intervino el rubio, algo perdido.
—¡No! —exclamaron ambos al unísono.
Loki se echó rendido al respaldo de su asiento, buscando su taza y abstrayéndose al tomar pequeños y repetidos sorbos. Con esa actitud cómo no tratarlo como a un niño.
Bueno fue que Pepper se encontró presente, acudiendo desde la cocina para sentarse a un lado de su marido.
—Tony tiene razón, Loki ¿Crees que no fue complicado para mí aceptar lo que pasó? Sin embargo, la carga la llevamos entre los dos —su sonrisa era tibia y reconfortante al momento de tomar la mano de Tony entre las suyas.
Además, la pareja de casados combinaba muy bien con aquellos suéteres a juego, azul y blanco, que bien se podían definir dentro del estilo navideño que Loki identificaba.
—Hermano, creo que lo mejor que puedes hacer es decirle la verdad. Si lo amas, que sepa entonces el motivo que te ha llevado a su lado, por más difícil que sea para él procesarlo. Si él te corresponde sabrá cómo lidiar con los hechos y ya no te sentirás solo —así fuese producto de lo recién concluido, decirlo de ese modo fue un refuerzo al pequeño apoyo que todos los presentes en esa sala trataban de darle a Loki—. Ya no eres el dios del engaño, pero sigues engañándote al fingir ser alguien que no eras. Tú tienes un pasado y una vida antes de ésta, ¿cómo pretendes querer a una persona cuando no eres capaz de mostrarle todo lo que tú eres?
—Yo sabía que era una mala idea, desde un principio —musitó Stark a Pepper, como poseedor de toda la razón.
—Y en aquel momento no pudiste hacer nada al respecto, los veías tan felices y lejos de cualquier preocupación —susurró la rubia.
Tony cabeceó para no dar afirmación con sus propias palabras.
Con la vista fija en el último sorbo de su chocolate, Loki meditó. Seguía en un constante aprendizaje de ser sincero con lo que sentía. Lo difícil le era exteriorizarlo, más con los humos de adolescente hormonal que cargaba, pero ya no podía retenerlo más.
—No quiero que Peter me deje —admitió, con pequeña humedad asomando por su lagrimal y voz gastada en melancolía—. A veces pienso en lo que dijo Strange y me da miedo tantear la posibilidad de que en esta línea del tiempo él y yo no terminemos juntos. No deseo que eso pase, de otro modo todo lo que sacrifiqué sería en vano.
Thor se aproximó, tomando la taza ajena para apartarla y así estar dispuesto a un abrazo cuando el contrario lo necesitara.
—Si llegaste tan lejos para encontrarlo, no creo en un esfuerzo sin recompensa. El destino los quiere juntos, no importa lo que haya dicho Strange.
—Y más si el destino lo forja uno mismo —corroboró Stark.
¿Ya iban a pagarle? No se la jugaba de terapeuta para que se tomasen su chocolate caliente y se largaran de a gratis. Aunque, a decir verdad, le dio gusto verlos, más con las fechas navideñas rodeándolos.
—¿Qué harás entonces? —inquirió Pepper.
—No sé ni por dónde empezar —suspiró—. Le grité sin querer y lo dejé solo.
—Llámale —aportó Stark.
Una mueca se formó en el rostro del azabache, pasando por su mente el momento exacto en el que se deshizo de su celular.
—¿Qué pasa?
—Aventé mi celular y creo que se descompuso —confesó por fin con cierta vergüenza.
—Uh, control de ira. ¿Y si mejor lo llevamos a un psicólogo? —Stark volteó a ver a Pepper y ésta no se vio muy encantada de seguir con su broma, por lo que prosiguió—. Bien, te obsequiaré de Navidad uno nuevo y es todo lo que podré hacer por ti.
—Navidad, todos hablan de eso —soltó Loki—. Lo único que entiendo es que un viejo canoso y gordo es el ícono de esta temporada y le trae regalos a todos; dudo de que sea verdad, pero también hay planes de cenas familiares e ideas de ser caritativos. ¿De qué se trata todo este absurdo cuento?
Pepper y Tony cruzaron miradas, listos para explicar un poco más de lo que aquella tradición significaba.
▨
—Peter, perdón por interrumpir, pero, ¿podrías pasarme esa pieza gris de allá?
El castaño observó las dos docenas de legos entre las que había varias del mismo tono. Poco paciente para acertar las necesidades de su amigo, tomó todas en un puño y se las pasó toscamente.
Estaba desanimado, no lo suficiente para darle una falsa idea a sus amigos de que la relación estaba menguando. No podía sentarse y tratar de enfriar el asunto sin que pareciera resignarse al hecho de que en los últimos días Loki se sentía inalcanzable. Y no podía rendirse, enamorado de ese modo debía encontrar el camino en donde se sintiera a la par con él. Confiaba en que sólo era ese tipo de conflictos que las parejas enfrentan tarde o temprano y se saben superar cuando el amor es recíproco.
—Cálmate, ya te comunicarás con él —dijo Michelle, atendiendo la preocupación antes expresada por éste—. Dale su espacio, es lo mejor en algunos casos.
—Tiene razón. Así como es Loki es mejor retroceder. No querrás tenerlo cerca cuando está enojado —Flash lo decía por experiencia propia.
Ned alzó la cabeza para participar también, aunque volviendo a desviar el tema.
—¿Me pueden recordar qué hace él aquí? —cuestionó señalando al moreno.
—Pensé que Loki se enfureció por mi culpa, lo menos que podía hacer era acompañarlos y ayudar a Pet —posó su mano sobre el hombro del aludido en señal de compañerismo.
Era poco convincente, todos los presentes sabían que desde que Loki llegó al instituto el muy infame joven Thompson se había quedado sin muchos amigos.
—¿Pero por qué se enojaría? —sacó la pregunta Peter, buscando alguna opinión que le fuese de apoyo—. No recuerdo haber hecho algo que le ofendiera.
—Recordemos de quien estamos hablando —intervino Michelle—. Loki puede hacer drama hasta por el pudín que no le cedes cuando te lo pide.
—Es diferente —defendió—. Él de pronto empezó a actuar extraño, creí que se le pasaría y con lo de hoy confirmo que no.
—Tal vez ya no te quiere. Se dio cuenta de que eres muy perdedor para él.
Si Flash no quería que sacaran de su fastidioso trasero de ahí debería ser menos pesimista.
—¿Qué? ¡No!
—Ni un millón de años —sentenció la morena—. Peter y Loki son mi inspiración, si ellos rompen atentaré contra mi propio cuerpo y dejaré de comer hasta que ellos decidan volver por mi bien.
—Eres muy extraña —dijo Ned a Michelle.
—No lo soy, ser defensora del arte es distinto —tras dirigirse a Ned, dedicó una rápida mirada a Thompson—. Aun así, puedo asegurar que no se trata de eso.
—Bueno, en ese caso puede que a la relación le falte un poco de... —hizo un seña obscena con las manos, considerando que la mamá de Ned se encontraba en la cocina y ellos en la sala (porque no cabían todos en la habitación).
Con expresiones y quejas, los otros tres se escandalizaron por tener un tema como ese sobre la mesa.
—Vamos, ¿cuánto llevan de relación, tres meses? —prosiguió el moreno—. No seas tan lento, Pito Parker. Quizá todo se mejore con una... —signó lo que supuestamente sería una 'mamada', usando la boca y propasando el nivel explícito de los ajenos.
—No, por favor —pidió Ned aún con gesto atentado, no queriendo invocar una imagen que no le sería agradable a su cabeza—. No hables de esas cosas, estamos en mi casa.
—Solo intentaba ayudar —se rindió Flash.
Queriendo olvidar el asunto, Peter volvió a tomar la palabra.
—¿Podemos concentrarnos? Si Loki quisiera terminar conmigo lo diría. Si quisiera un poco de... acción, creo que también lo expresaría.
—Touché —afirmó MJ.
—¿Y hablaste de algo con él en los últimos días? —agregó Ned antes de que quisieran sacar otro tema relacionado a lo sexual teniendo a su madre tan cerca.
—No mucho —dijo tras pensarlo—. Planes para las vacaciones y de invitarlo a pasar la cena navideña conmigo.
La respuesta la encontró en lo que dijo. Concientizó: Loki era extranjero, y por lo convivido con él, ajeno todavía a las costumbres estadounidenses. Quizá ahí descansaba el embrollo. Si para Loki la Navidad no significaba lo mismo, haría que este año se sintiera bienvenido.
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Le quedaba claro que el 24 y 25 eran fechas representativas de tal tradición por lo que Loki procuró volver antes. Despegarse el terreno midgardiano le fue favorable para la meditación y la búsqueda del obsequio perfecto; iba a darle a Peter algo hecho por manos de otro mundo —literalmente—, además de la verdad. La Navidad era el recordatorio de dar todo de sí a los seres queridos, sabiendo entonces que la razón residía en la boca de Stark, aunque seguía sin aceptar que su impulsor definitivo se viera influenciado por aquello que nombraban "espíritu navideño". Era momento de abrirse hacia él, dejar de pretender que sus vidas serán normales por el simple hecho de esconder, y confiar en que su Peter, sea de la línea que fuera, seguía siendo el muchacho del que se enamoró.
No olvidaría esa invitación a una cena navideña, mucho menos al brindar su nuevo número a su querida confidente MJ cuando se encontraba lo bastante arrepentido como para que las primeras palabras compartidas por Peter fueran vía textual. Ella debió pasarle el dato al chico ya que los recordatorios no faltaban y, dejándolo por visto, lo único que se dignó a responder en señal de su confirmación fue un: ¿Puedo llevar a mi hermano?
Loki quería pasar su primera Navidad con Thor también, él era su hermano y apoyo, y detestaría no incluirlo cuando se trataba de pasar tiempo de calidad con los seres queridos.
—¿Crees que sea una gran idea llevarme a la cena? —inquirió Thor, lejos de poner eso a cambio cuando ya se encontraban en el edificio de apartamentos.
—¿Por qué no? A Peter le alegrará saber que tengo familia.
—Creo que no entendiste. Soy Thor, dios del trueno, también miembro de los Vengadores. No quiero llamar la atención.
Sentía que antes habían tenido una discusión similar, pero de eso hace tiempo como para si quiera querer acordarse.
—Todo va a estar bien. Contigo presente será más sencillo asimilar la verdad. Además, ese gorro te disimula muy bien.
—Gracias —Thor sonrió infantil y tontamente—, lo conseguí en una tienda de supermercado, vi que la mayoría se llevaba uno.
Se respiraba un aire distinto, a su paso los adornos florecían, puertas que se abrían para recibir con un abrazo a quien esperaba afuera con los regalos comprados de último segundo. En el piso de Peter y frente a la puerta, Loki se animó con una mirada de Thor a tocar.
Michelle abrió, con aura misteriosa hasta divisar al rubio alto que acompañaba a su amigo.
Por primera vez Loki presenció una impresión genuina en ella.
—Ella es Michelle Jones, una amiga mía —presentó Loki a su hermano y luego viceversa—. Creo que ya conoces a Thor.
Antes de que las preguntas curiosas los retuvieran en la entrada, Loki se movió hacia el interior, presenciando el ambiente festivo dentro del departamento donde un árbol abarrotado de esferas y adornos hacía ver menor el espacio de la sala, misma donde Ned se encontraba boquiabierto a punto de gritar a los cuatro vientos que Thor estaba acompañándolos.
Convenientemente, Peter salía de su habitación, adorable con un suéter verde de lana y de estampado navideño color rojo. Esa alegría en su ojos avellana de verlo le brindó a Loki la energía que tanto necesitaba. Sin querer que la atención se desviara hacia Thor, fue a recibirlo, pedirle perdón y expresarle lo mucho que lo había extrañado con una sola acción que lo abarcaba todo: un abrazo.
—Peter...
No le permitió hablar con ese beso que plantó en sus labios. Resignado y sin quejas, cerró los ojos y disfrutó del afecto. Con Michelle y Ned atosigando a Thor, nadie se percató en la miel que derrochaban los dos adolescentes en su reencuentro.
El castaño tomó la palabra apenas disolvieron el cariño.
—Lo siento, siempre hablando de planes para Navidad que no me detuve a pensar en lo poco familiarizado que te encontrabas con la tradición. Lamento tanto no haberlo considerado.
Loki parpadeó perplejo, ante una sospecha de haber sido descubierto y entendiendo al instante de dónde Peter había llegado a esa conclusión. Le pareció adorable no ser el único preocupado y ser recibido en sus brazos sin explicación previa.
—Peter, tenemos que hablar —dijo para cuanto éste notaba la presencia del dios asgardiano en su sala.
—¿Ese es Thor? —inquirió sin creérselo.
—Por eso te digo que tenemos que hablar.
Corroborar lo que había pasado de su parte le tomaría tiempo, y como si aún no fuera adecuado hacerlo, la llegada de May y Thompson atizó la intención de posponer el tema.
Lo recién llegados venían de comprar comida lista para servir —la tía May no podía arriesgarse a arruinar la cena—, la mujer cargada de bolsas cuando Flash sólo llevaba una. Por fortuna Thor fue el caballeroso, acudiendo a para llevar la carga y depositarla en la mesa.
—Oh, gracias —la castaña sonrió, no reconociéndolo como Thor debido a su no muy parecido look—. Supongo que debes ser el hermano de Loki, avisó que nos acompañarías esta noche.
—Y tú debes ser la encantadora hermana de Peter. Es un placer, soy Thor Odison —como la mujer ya se había retirado los guantes, le fue posible tomar su mano y depositar un cordial beso en su dorso.
May se asombró y sonrosó por el poco habitual gesto. Una ligera risa se le escapó, halagada por la consideración de etiquetarla más joven de lo que en realidad era.
—Ese nombre me suena. ¿Será que eres algún artista? —bromeó, muy simpática, por cierto.
—Es Thor, miembro de los Vengadores —chilló Ned, todavía emocionado y alterado por su presencia.
En ese rato, Thompson seguía callado y sin saber cómo actuar ante una figura de adoración.
La pregunta pasó por la cabeza de cada uno de los presentes, no sacándose de la duda de qué hacía el rubio con ellos en una morada nada especial la misma noche de Navidad.
—Thor es mi hermano.
Dirigiendo su sonrisa a Peter, Loki le dedicó de manera tácita un: "y eso que aún no he terminado".
No hondó en lo que, prácticamente, todos querían saber, sólo lo suficiente para aclararles que durante su instancia había sido un mentiroso para encubrir hechos fantásticos como esos.
—¿Eso significa que tú también eres un dios y que te has mezclado con los humanos para encubrir tu verdadera identidad porque no te sientes conforme con tu vida y planeas tener una normal y ordinaria enamorándote de alguien que también es normal y ordinario? —Ned habló tan rápido que casi pareció que se iba a quedar sin aire.
—Algo así. Aunque el chico araña no es tan normal y ordinario —concordó Thor, prefiriendo no decir nada más. La mirada de Loki era intimidante y le ayudaba a cerrar la boca cuando debía.
—¿Chico araña? —cuestionó Michelle—. No sabía que ustedes hermanos hablaran en código.
Peter no supo por qué relacionó la araña encontrada en el baño la misma mañana que antecedió su primer encuentro con Loki. Le pareció mágico, como el preludio de su fortuna, como si estuviera predestinado conocerlo.
—No es por eso —aclaró el azabache—. Después te explicaré.
Tenía que tratar el tema con Peter. De haber sabido que los demás los acompañarían hubiera invitado a Thor a llegar más tarde.
—Sí, tiene que ser después —apurado como si el tiempo se le escapara, Ned se levantó y empezó a buscar sus cosas. Él tenía que acudir con su familia aunque su corazón saltara por echar la reunión por la borda y quedarse para el momento de la gran revelación.
Sopesando lo que era sensato debido a las circunstancias, Michelle soltó el pretexto de necesitar volver pronto a casa. Estaba ansiosa por respuestas, y no era la única, no obstante, consideraba que había mucho que tratar si no estaban presentes. Imaginaba Peter se encontraba inquieto al descubrir un secreto de tal magnitud en plena víspera de Navidad. Así mismo, obligó a Flash a no quedarse embobado y a mover su trasero fuera de ahí.
La morena, habiendo exigido su debida porción de comida, se despidió en la puerta, abrazando a Peter y luego a Loki, susurrándole a este último que era un maldito traidor, pero en el buen sentido. También hizo una pregunta extraña a Thor.
—¿Por qué si son hermanos ustedes dos son tan diferentes?
—Es adoptado.
Se sintió satisfecha con eso y salió.
Flash seguía en la puerta, titubeando al encontrar modo de despedirse. Terminó por darle un fugaz abrazo a Peter y deseándole suerte con Loki. Luego se dirigió a este último.
—Lamento lo que dije la otra vez.
—Espera —interrumpió el castaño—, ¿estás disculpándote porque ahora sabes que Thor es su hermano y puede venir cuando sea a darte tu merecido?
Lo tenía en cuenta aun cuando fingió reconsiderar esa posibilidad. Tal vez no miedo pero sí respeto era lo que sentía. Igual, una amenaza de Loki le haría temblar más que una amenaza de su poderoso hermano.
—Puede ser —tanteó.
No sabía que lo imposible se hacía posible en esa época. Bendito sea el espíritu navideño porque Thompson se ha disculpado por primera vez desde que lo conoció y porque Loki lo sorprendería al abrazarlo. Hasta Peter se quedó pasmado.
—Flash, andando —apuró MJ, regresándose sobre sus pasos para jalar al moreno con ella.
Ahora el asunto quedaba más entre familia, o eso creyeron.
—Thor, podrías ayudarme a servir todo esto —pidió May, volviendo a tomar algunas bolsas. Claro que en Navidad no comerían directamente del envase.
—Por supuesto —el dios la siguió a la cocina, guiñando el ojo a Loki para recordarle que su turno había llegado.
—Peter, no olvides el regalo. Después quiero tomarles fotos —recordó May a su sobrino.
Los dos jóvenes se miraron como dos desconocidos orillados en la soledad con ningún otro propósito más que el de empezar a conocerse. Peter pronto se movió y fue a buscar un regalo debajo del árbol.
—Yo también traje algo para ti —aunque antes de hacer el intercambio, añadió:— Sígueme.
Tomando su mano, lo guio a la habitación y por la escalera de incendios, ascendiendo, a pesar del frío y nieve restante de la nevada de esa tarde, hacia la azotea del edificio.
—Antes de que quieras hablar sobre tu hermano y todo lo que seguramente estuviste escondiendo mientras salíamos —le extendió el regalo, forrado en un brillante papel verde y rematado por un lindo listón rojo—, quiero que lo abras.
Loki no pudo evitar pensar que la Navidad era tan ellos, siempre verde y rojo.
No sabía si tenía que destrozar el envoltorio o quitarlo de manera menos descuidada. Como era su persona, al final optó por no romper el papel y hacerlo despacio hasta tener una caja sobre sus manos. Al abrirla, el suéter rojo que hacía juego con el que Peter traía puesto.
De tal padre, tal hijo.
—Gracias —debido a que la intención era combinar entre ellos, dejó a un lado lo que había resguardado al regalo y se enfundó dentro de él.
Buscó entonces entre su bolsillo del pantalón el obsequio que había conseguido. Envuelto en un trozo de terciopelo, dejó que Peter descubriera por sí mismo lo que había en su interior, aunque ahora hubiera preferido buscarle una cubierta adecuada.
Dos dijes a juego, elaborados con los restos de Mjolnir y de finas cadenas indestructibles.
—Una araña y una serpiente —dijo Peter al ver cada uno de los dijes, de los cuales estaba un poco confundido.
—Puede que no entiendas su significado, pero pronto lo harás —se acercó, ambos, frente a frente.
Peter permanecía sereno, con la confianza en el corazón de él. Qué más daba si descubría algo que cambiaría su vida, lo que sentía, eso no cambiaba.
—No importa lo que me digas, Loki —tomó sus manos, manos heladas que no eran consecuencia del invierno. Él era así, y le gustaba, que su calor y su frío contrastaran—, nada de lo que siento por ti cambiará.
—No te lo diré, te lo mostraré —Loki le dedicó una sonrisa cómplice—. Cierra tus ojos.
Odín le concedió un regalo, una oportunidad de transformar lo que se pudiera decir en palabras en imágenes, en recuerdos vivos.
Juntando sus frentes, Loki le mostró a Peter de donde procedía su unión. Su amor tenía un principio y, si lo permitía, no tendría un final.
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