▦ Capítulo 31

¿Dónde está él?

La voz significó una guía en medio de la nada, aunque el entorno no dejó de denotar ausencia aún después de definirse, de ser constante y palpable.

Ahí estaba otra vez, en la misma avenida que había sido testigo de su derrota, o más bien, de su pérdida, porque Stark no se daba por vencido, no hasta probarlo con su propia muerte.

— ¿Dónde...?

Al girar, saliendo de un estado entumecido, encontró la figura de Peter. Le estaba hablando a él. No entendía a que se refería hasta que su panorama se aclaró: Loki yacía en el suelo. La culpa de su óbito se la llevaba una flecha que sobresalía de su pecho. Su rostro, lívido, descansaba mirando hacia su dirección con unos ojos vacíos y sombríos. Loki era la clara imagen que Tony deseó ver cuando éste intentó conquistar Nueva York. Ahora, contemplarlo lo ponía incómodo, nauseabundo por sentimientos.

— Peter —pronunció Stark mientras evitaba bajar la mirada. El poder reproducir su voz debió ser casi un milagro—. Lo siento.

— Tiene que volver, tiene que volver, señor Stark —suplicó Peter de una manera tan apagada, pero tan dolorosamente necesitada.

El menor apreciaba sin aliento el cuerpo entre ellos, rodeándolo sin prisa alguna, siendo su deseo de verlo revivir manifestado tácitamente por su cansina expresión corporal.

Peter llegó hasta él, inaugurando una nueva perspectiva de su desconsuelo.

— Tiene que volver, por favor, señor, él tiene que volver —siguió rogando.

¿Cómo decirle a Peter que Loki ya no iba a volver aunque quisiera?

Tony estaba dispuesto a abrazarlo, porque entre todos los regresos, el de Peter era el que más había ansiado. Dio un paso adelante, deteniéndose por el inusitado destello; el joven delante de él empezó a brillar hasta reverberar y encandilarlo.

El blanco lo cegó.


Para cuando Stark abrió los ojos, la oscuridad reinó. Se incorporó sobre el colchón, sudando en frío. No tardó en hallarle forma a cada una de las sombras de la habitación puesto que las memorizó en las acostumbradas horas de insomnio.

Tenía esa y muchas más razones para no dormir: porque sus sueños se transformaban en una reminiscencia de lo que había pasado hace cinco años.

Sí, mitad de la vida se extinguió porque un titán de tegumento morado adquirió la suficiente fuerza para que, con un soplido, apagara la mitad del universo, entre ellos, todo lo que había sido un mundo para él.

No existía noche en la que no los pensara, en la que no se lamentara con internas represalias y preguntas que sacaban lo peor de su sentimentalismo. ¿Por qué seguía con vida? Claro, no estaba ahí para dirigir los panegíricos de cada uno a los que consideró amigos, pues su presunción al hablar opacaría las buenas acciones de los caídos.

No, él no estaba ahí para eso. Su fuero interno le gritaba que él tenía el coraje, tanto como Thor y otros secundarios, de vengar, no la tierra, sino todo un universo.

Tony no se molestó en encender las lámparas para hurgar en el cajón de la mesita de noche. Con el tacto, buscó una tela fibrosa. De ahí, sacó la máscara del Hombre Araña, la cual pesaba al ser usada como bolsa. La tomó de abajo y dejó que un móvil aterrizara suavemente sobre su palma.

Después del incidente, se había dado a la tarea de buscar objetos personales de cada una de las personas que habían sido arrebatadas injustamente. Ese era su modo de tenerlos presentes, no como un recuerdo, más bien cuidándolas hasta tener la posibilidad de devolvérselas el día que pudiera traerlos de vuelta, porque algo estaba decidido: ese no era el fin.

De Peter sólo había tomado la máscara que él mismo le había creado y su móvil. No había tocado esas cosas desde que las guardó en su cajón, pero hoy había soñado con el chico y su alma dolía de forma inconmensurable. Con ese afán que el mocoso tenía por grabar, lo más posible era que hubiera algo en su memoria, cualquier cosa con lo que pudiera escuchar su voz o presenciar su sonrisa. Eso le ayudaría a recordar por quiénes seguía allí luchando.

Por alivio, había mucho material reciente de hace los años que pasaron. Desinteresado a las miniaturas de imagen, Stark reprodujo cualquier grabación.

Ahí estaba Peter, hecho un ovillo en la parte trasera del convertible que él pudo reconocer por ser el obsequio que le había dado la vez que se vieron y discutieron. El castaño no era el autor de ese video, y resultó fácil deducir quién sostenía la cámara frente a aquel rostro adormecido.

«— Peter —canturreó».

En pantalla se vio como una mano se extendía, una con las uñas pintadas de negro, picando la mejilla del nombrado con el dedo índice.

«— Despierta —el gesto de apretar su cachete con malicia no coincidió con el tono dulce su voz.

En la reproducción, Peter despertó con una mueca de dolor, llevando su mano a sobar su mejilla mientras miraba desubicado la cámara que tenía en frente.

«— ¿Ese es mi celular?».

«— Sí, duh».

Antes de que la cámara cambiara de perspectiva, se alcanzó ver a Peter tallándose los ojos. El movimiento indicó que Loki fue a sentarse su lado, enfocando en esta ocasión el océano que le daba un aire limpio al horizonte. Desde el inicio, la melodía de las olas se mezclaban con del esporádico canto de las gaviotas como música de fondo.

«— ¿Cuál va a ser el plan el día de hoy? —preguntó Loki».

«— Podría quedarme aquí y admirarte todo el día —bromeó Peter, aunque tampoco tan en broma».

El mando pasó, a forzado consentimiento, a mano del castaño. Algo se removió inconforme en la consciencia de Stark al ver a Loki participar en pantalla.

«— Me enfermas —Loki desvió la mirada con una sonrisa».

Al parecer Peter trató de capturar el rostro ajeno, razón por la cual pronto el azabache se vio orillado a usar sus propias medidas. Se escuchó un leve quejido de Peter seguido de la desorientación del enfoque a un punto muerto en donde ya no se podía apreciar a ninguno de los dos adolescentes. La risa de Loki se escuchó un par de segundos.

A buena manera, Stark no tuvo que tomarse la molestia de detener el video, puesto que acabó primero.

Apagó el celular, quedándose observando a la nada mientras que sopesaba el mismo entre sus manos. El sueño y lo recién visto le dejó reflexivo, preguntándose qué tan lejos se podía llegar. Pronto iba a romper las reglas del tiempo y a regresar a un pasado seguro en donde podrían adquirir ventaja y vencer. Por lo tanto, muchas cosas caerían en la apuesta, no obstante, existía algo que no quería dejar al azar: el bienestar de Peter.

¿Cómo salvarlo y, a la vez, salvar su corazón...?


Había un séquito de soldados escoltando al tirano intergaláctico, el tal Loki que presumía venir de un insólito lugar llamado Asgard.

De entre los hombres bien erguidos y uniformados de SHIELD, uno carecía de estatura por un par de centímetros y otro superaba la media. Por el momento, a nadie se le ha pasado por la cabeza que hay dos personas infiltradas, ni siquiera lo han de sospechar a pesar de que, entre soldados, pueden reconocerse. Todos seguían su ininterrumpida marcha sin tener la noción de que se perdería el control apenas llegaran a un punto ciego del pasillo en donde ninguna cámara llegara a registrar el inconveniente.

Aunque tal vez existía una excepción, porque Loki, inesperadamente, estaba sonriendo, como si reaccionara al presagio del caos.

Una descarga eléctrica retorció a los todos menos a dos. Estos cedieron al suelo, algunos inconscientes, otros en un estado obcecado.

El más alto de los soldados miró al compañero en pie, quien en desconfianza le apuntó con su arma. Este alto sujeto supo que se había equivocado. Descargó antes de que el contrario pudiera disparar en contra suya.

— Lo siento, Stark —se escuchó bajo el casco protector—. No me avisaste que cambiaste de posición.

El soldado que hacía el esfuerzo por incorporarse del suelo debía ser al aludido. Seguro se comió su comentario por la alteración provocada por la sacudida eléctrica o por no ponerse a discutir en un momento tan crucial.

Este extraño dúo tomó al dios del engaño y se echó a la fuga antes de que se reportara el retraso del aprisionamiento. Una nave los esperaba arriba. La estrategia no estuvo tan mal ya que los disparos empezaron cuando ellos ya estaban en el aire con lo que querían.

Stark y Thor se quitaron los cascos y descubrieron sus identidades a Loki, distintas a las apariencias contemporáneas. Stark había sufrido algunos estragos de la edad cuando, por su lado, Thor carecía de una larga cabellera y de un ojo en su cuenca derecha. Loki estaba sentado, mirándolos como si ya no existiera nada en todos los nueve mundos que lo sorprendiera.

— Como puedes ver no somos unos de tus monos voladores que vienen a rescatarte —empezó Tony, mordaz.

— Lo sé —dijo Loki con un molesto tono de desinterés.

Antes de que Stark desquitara innecesariamente todo lo que había contenido por cinco años, Thor se ofreció a darle una introducción del por qué su presencia allí y el plan que esperaban cometer, el cual era obtener la gema del espacio, de la mente y, después, la del tiempo, que seguro encontrarían siguiendo las pistas del nombrado Stephen Strange. Con esas gemas a la mano, tenían una ventaja mayor para empezar de nuevo.

— Y por eso necesitamos que cooperes —finalizó el millonario.

El dios del trueno estaba sentado al lado de Loki, despojándolo de las esposas. Lo trataba con una delicadeza que no precisamente provenía del cariño de hermanos, sino del dolor de la perdida. Tenerlo de vuelta y vivo era algo que nunca imaginó. La próxima vez no subestimaría el intelecto de un midgardiano; el mismo Stark y Banner —con ayuda de un tal Scott Land que salvaron de un mundo cuántico por accidente— lo habían hecho una realidad.

— ¿Y qué gano con eso? —Loki sobó sus muñecas sin despegarle el ojo a Stark.

— Alejarte de un despiadado y cruel destino en donde tu única utilidad será servir de bocadillo a Thanos —el tiempo había oxidado la ironía de Stark. Sonaba más intencionado de lo que quería aparentar.

El de cabello marrón se alejó para ir a la cabina de comando. Por el contrario, Thor permaneció sentado al lado de Loki, admirándolo con melancolía y una sonrisa forzada. Su mano palmeó el hombro de su hermano momentos antes de que sus miradas se encontraran.

— Iba a decir que hay dolor en tus ojos, pero sólo tienes uno. No suena tan bien decir: 'hay dolor en tu ojo'. Se oye raro —mencionó Loki de una manera tan natural y llena de confianza.

Esto llegó a extrañar a Thor. No recordaba que Loki gozara de un sentido del humor tan simple y escueto. Él podía ser desalmado y no lo estaba siendo, además de que mostraba poca asimilación de las presencias de otro tiempo. ¿Acaso no tenía curiosidad de lo que deparaba el futuro del que habían venido?

— Te daría un abrazo si supiera que no me apuñalarás. Se lo debía al Loki que se fue. Supongo que ni esa promesa puedo mantener porque él no es el mismo que está aquí conmigo —suspiró, mirando unos momentos al suelo con nostalgia antes de levantarse con objetivo de alcanzar a su amigo.

Thor avanzó unos pasos, siendo sorprendido al ser emboscado desde atrás. Unos brazos rodearon su cintura con fuerza. Fueron unos brazos delgados, esbeltos. Una cabeza se recargó en su espalda sin llegar a rebasarle. Asimiló entonces que la figura que estaba abrazándole no era la auténtica al Loki de la época.

— Estoy aquí.

El dios del trueno giró cuando tuvo la ocasión. Su hermanito estaba allí. Antes de desear una explicación a ese hecho casi imposible, necesito abrazarlo de nueva cuenta; un abrazo que acumuló cinco años de añoro.

— Hijo de... perra, sigues con vida —Tony no los dejó disfrutar del reencuentro.

— Lenguaje —recordó Banner asomándose por el hombro de éste y extrañándose por el joven Loki que contemplaba abordo.

Stark no sabía distinguir entre lo que era peor: ese Loki o el comentario que había sido obra de Steve y que había sobrevivido entre los integrantes muy a pesar del trascurrido tiempo.

— Antes de que te mate quiero una explicación al respecto —demandó Stark—. Esta versión... tú estabas muerto.

— El espacio y el tiempo es un recurso con el que puede jugar de muchas formas, y más si se tiene al cómplice perfecto.

— ¿Quién?

— Yo mismo —se vanaglorió,

Thor abrió la boca tratando de repasar la interpretación de lo entendido, puesto que allí hallaba respuesta a la duda que le había puesto a pensar una que otra vez.

Loki le ganó las palabras, ahorrándole el trabajo a su hermano.

— Sí, por eso al morir adquirí mi forma 'original'. Los hechizos de Odín no se disuelven con la muerte. Si muero en este segundo intento, lo haré como un adolescente.

— ¿Entonces nos vas a ayudar? —cuestionó Banner, cauteloso.

— No discutí con mi propia versión del pasado para intercambiar nuestros lugares y llegar aquí en vano. Claro que lo haré, esta pelea me incumbe tanto como a ustedes.


En el proceso de colocar las piezas sobre el tablero, de elegir posiciones y movimientos, Loki descubrió que Tony actuaba a escondidas, metiendo sus propias piezas, haciendo movimientos de los que nadie se daba cuenta.

— ¿A dónde vas? —según los planes, Stark no debería estar rondando por allí cuando había mucho en lo que trabajar y proponer estrategias. Loki aprovechó para enfrentarlo—. Es por Peter, ¿no?

Tony Stark se detuvo en el pasillo, sin girarse.

— Peter aún no es el hombre araña —dijo con tenue amargura, no permitiendo una intervención antes de proseguir—. Si las cosas salen bien, quiero que él no tenga nada que ver con esto.

No fue problema deducir a que se refería con eso.

— Evitarás que adquiera sus habilidades —confirmó el dios en un susurro, mirando al suelo.

— Quiero que tenga una vida normal, que arme legos, que vaya a fiestas, no que este arriesgando su vida —se giró lentamente sobre sus talones—. Si te atreves a interferir con mi propósito, te juro hacer de tu muerte una realidad y no otro de tus teatros, porque si en verdad lo amaste...

— Lo amo —interrumpió Loki—, por eso estoy aquí.

Las líneas de expresión del mayor se ablandaron en una dudosa emoción, entre el debate de estar haciendo el bien y la lamentación que vendrá posterior.

— Entonces dale la normalidad que merece —dictó Tony antes de darse la vuelta para continuar con su clandestina salida.

Era verdad, los sueños lo tenían atormentado. No soportaría ver a Peter sufrir otra vez, necesitaba alejarlo, así le costara no tener la dicha de conocerlo.

— Déjame ayudarte —había pasado el tiempo suficientemente breve para que Loki lo meditase. Ya había alcanzado a Stark y lo había detenido sujetándolo del antebrazo. Cuando este último volteó, vio seguridad en su rostro; sacrificio—, antes de que tus caprichos nos lleven al mismo destino. Prometo que ganaremos. También prometo que Peter no llegará a conocer este mundo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top