▦ Capítulo 3

La idea de permanecer en Midgard no era un aliciente. Si bien no tendría problema alguno al sobrevivir en dicho lugar, imaginaba que hasta que no encontrara la forma de resarcir los hechos tendría que soportar de días irritables y poco tolerantes. Al menos eso fue lo que pensó antes de que la situación dejara de ser insípida a su parecer. Si habría de tomarle tiempo, entonces habría de ser tiempo jugado a su manera.

— Gracias por tu hospitalidad —pronunció con total ironía el joven Loki cuando consiguió la libertad de sus extremidades y se incorporó del colchón, empezando a andar curioso por la habitación.

Peter se movió con él, casi como si temiese que cualquier mínima acción fuera un intento de ataque. Aún con la beligerancia desvanecida del ambiente, el castaño no podía evitar poner sus dudas al respecto. Si algo le decía su instinto arácnido era que nunca debía confiarse del dios el engaño, muy a pesar de que pareciera un adolescente con problemas de conducta.

— Ya oíste al señor Stark, ahora estás bajo mi cuidado —sentenció Peter, adelantándose unos pasos para interponerse frente a Loki y plantar su mano con firmeza sobre el escritorio, evitando que el azabache acercara su mano hacia las pertenencias que tenía sobre el estante de pared.

Loki encaró con el contrario, notando que no había mucha diferencia de altura entre ellos, inclusive podría suponer que a lo mucho era dos o tres centímetros más bajo, aunque realmente no le afectaba su nueva estatura. Y cambiando de enfoque, le causaba algo de gracia que Peter tratara de mostrar autoridad sobre él; muy bien podría apostar a que el chico se sentía, aunque sea una pizca, intimidado por su ser.

— Oh, claro que lo oí. Escuché claramente cuando me amenazó con un 'tenemos un hombre araña'. No creerás el temor que me ha infundido eso —la sonrisa en su rostro fue un gesto insidioso.

— Stark nunca dijo algo como eso —defendió el castaño, desorientado por la burla de Loki.

— Como sea. Pasa que tú te has metido en mi camino y desde este momento te voy advirtiendo que no te lo dejaré nada fácil —aseguró Loki con su dedo índice apoyado sobre el pecho del contrario y con aquella mirada felina que no hacía más que desprender cierta altivez.

Antes de que Peter pudiera hacer algo, Loki se había desviado al centro de la habitación. Lo siguió estrictamente con sus ojos, viendo como el traje holgado del contrario se transformaba y dejaba en su lugar unos jeans ajustados negros y una playera simple del mismo color, algo sin duda más acorde a la edad que ahora aparentaba el dios.

— Ojalá tuviera ese poder —susurró Peter, asombrado a pesar de la falta de confianza que le tenía.

— ¿Dijiste algo? —Loki se volteó, recibiendo una negación con la cabeza de parte del contrario.

El azabache se dirigió al closet y, como si ya se tratara de su propia habitación, empezó a explorar entre las diversas prendas colgadas.

— Oye, ¿qué haces? —Peter se acercó de inmediato, tratando de detener al contrario. Vio como éste daba con una sudadera de color verde, la cual no dudó en arrebatarle de las manos.

— Quiero esa sudadera —repuso Loki con los brazos cruzados y con un ligero mohín en sus labios.

— No tenemos la confianza como para que puedas usar mi ropa sin mi permiso.

— Bien. ¿Me la prestas? —Loki extendió su mano, forzando una expresión afable en su rostro.

— No.

Afuera, la conversación de la tía May y de Tony Stark se vio apagada con el movimiento que parecía escucharse en la habitación de Peter. Casi se podría decir que se había iniciado una pelea allí dentro.

La mujer, antes de acudir a la habitación, volvió a dirigir su mirada a Stark buscando una explicación.

— Olvidé mencionar que se llevan bastante bien —en ese instante, el sonido de varias cosas cayéndose fue el que interrumpió—. Compañeros de práctica —río levemente—. Le aseguro que este plan de formación ayudará a Peter a mantenerse a salvo.

Dentro de la pequeña pelea por la sudadera, ambos jóvenes no fueron consientes de cuándo Stark abandonó el apartamento, siendo sorprendidos —especialmente Peter—, por la intervención de la tía May.

— ¡Tía May! — exclamó Peter tratando de esconder la sorpresa, habiendo lanzado la prenda a la cara de Loki mientras que fingía que todo estaba absolutamente bien.

Loki jaló la sudadera que se le había atorado en la cabeza, provocando que su peinado quedara desordenado. Hubiera mirado a Peter con mala cara de no haber sido por la presencia de la tía.

La mayor, recargada sobre el marco de la puerta, examinó unos segundos la situación y meditó.

— Stark ya lo habló conmigo —comentó, aparentemente apacible.

— ¿Ah, sí? ¿Y que te dijo? —inquirió Peter, tratando de dejar atrás su tenue agitación.

— Todo lo que necesito saber. Créeme que he aceptado sólo porque ésta es la única medida que aún no he utilizado contigo. Seguro me pondrá más tranquila el saber que tendrás una compañía con 'habilidades especiales' para respaldarte todo el tiempo.

— ¿Qué? —se le salió sin querer al castaño.

— ¿Qué pasa con tus modales, Peter? Ni siquiera me has presentado.

El chico tenso la mandíbula, viendo a su tía y después a Loki para liberar un suspiro al final.

— Loki, ella es mi tia May. Tía May, el es Loki, mi nuevo compañero —sus últimas palabras se forzaron un poco al momento de salir de su boca, pero Peter hacia lo mejor posible por sonar calmado.

— Raramente me suena ese nombre —la mujer se acercó despreocupadamente para extender su mano hacia el azabache, con una simpática sonrisa en el rostro.

— Es un gusto.

Loki saludó con un gesto amable, haciendo fruncir ligeramente el ceño a Peter. Ya veía que aquel era todo un maestro en el arte de fingir.

— Sólo una cosa, no practiquen aquí —May se dirigió más a Peter que a Loki, para después volver a enfocarse en este último, viendo que sostenía en el brazo la sudadera que su sobrino le había lanzado previamente—. Y que amable de tu parte prestarle tu sudadera a Loki; le queda muy bien.

— Creo que te odio —pronunció Peter cuando se encontraron los dos nuevamente solos en la habitación: Peter recogiendo las cosas que habían tirado sin querer en el forcejeo y Loki haciendo suya la cama de arriba de la litera.

— Deja de sorprender cuando medio mundo lo hace. Ya me he acostumbrado.

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