▦ Capítulo 27
El alba en la región brindaba una hermosa pintura que presenciar, con pálida luz y vientos frescos. Desde muy temprano, Heimdall ya se encontraba tomando las riendas de todo Asgard, imponiendo orden y apoyo, aunque no esperó escuchar, de entre todas las vidas, una familiar voz pidiendo por el don de su mirada omnipresente, deseo que no dudó en conceder.
— Mi rey —pronunció solemne y con escondido alivio.
Thor estaba vivo. Por lo visto, había perdido un ojo. Lo más extraño era que su larga cabellera había dejado de existir. Pero Heimdall no se fijaba en los detalles.
— Heimdall —pronunció Thor con un aire serio. Dio un vistazo a su alrededor, confirmando el bienestar de su pueblo.
— Es bueno saber de usted. Después de que Asgard estalló me fue difícil encontrarlo.
— Seguiría perdido de no ser por unos interesantes amigos que me encontraron. Ofrecieron llevarme a Midgard a cambio de un lugar donde pertenecer, así que ya voy en camino.
— Ahora los veo —mencionó el moreno tras una pausa, logrando ver cada una de la compañía del dios.
Thor empezó a decir algo más. Para ese entonces Heimdall había dejado de escuchar. Cerca de donde sus ojos se cernían, la nave de Thor no era la única con destino a la tierra. Detectaba una gran concentración de poder, de individuos.
—... no sé si lo hayas buscado, pero me interesa saber cómo está mi hermano...
— Necesita refuerzos —lo interrumpió Heimdall.
El desconcierto se volvió parte de la expresión del rubio.
— Loki está en peligro.
▦
El paisaje urbano los acogió para el medio día. Según las indicaciones de tráfico que habían estado pasando, debían encontrarse en Charlotte, una ciudad de Carolina del Norte.
Dando vueltas por las avenidas, Peter sugirió hacer una parada para comprar a May algún recuerdo. Loki, por su lado, acechaba con la vista un lugar al que los midgardianos denominaban 'comida rápida'. Así que primero se cumplió el capricho del dios y después se dirigieron a una tienda de souvenirs. No estaba permitido entrar con comida. Inusitadamente, Loki no había puesto resistencia a las exigencias del local, conformándose a esperar afuera. Peter no entendió a que se debía esa falta de devoción para romper las reglas, pero al hacer la compra y salir lo comprendió.
— Nunca había probado algo así —comentó Loki bajo el encanto del pollo frito.
Ahí estaba el mismísimo dios del engaño, acompañando su estilo con sus gafas oscuras —cosa irónica ya que seguía igual de nublado que ayer—, rodeando con uno de sus brazos un bote de dicho alimento.
Fue inevitable pensar en el gran progreso de Loki. Antes se jactaba de que comer de pie y en un lugar público era toda una indecencia midgardiana. Ahora parecía que no le importaba, viéndose aún más descarado al sostener el envase tamaño familiar. La imagen le hizo esbozar a Peter una sonrisa divertida.
— ¿Qué? ¿De qué te ríes? —quiso saber Loki.
— De nada, de nada —el chico de Queens retuvo las ganas de reír, rodeándolo para dejar la compra sobre el asiento del auto—. Es que te ves lindo.
Detrás de sus lentes, Loki entornó sus ojos, no creyéndole en absoluto. Lo iba a molestar por eso.
— Ah, ¿sí? —se acercó—. Dame un beso entonces.
Ante tal propuesta, Peter tuvo que huir de los grasosos labios de su pareja, cosa que no consiguió por mucho. Recibió un beso que le abrió el hambre. Menos mal que había mucho pollo frito para el almuerzo.
El plan era hacer del día un paraíso de risas y travesuras; hacer las cosas a su manera e iniciar el caos. Había tanto por hacer en una ciudad desconocida si te ponías a pensar, y, sin embargo, el destino les puso en bandeja de oro el entretenimiento. Paseando en el convertible, fueron espectadores de como un par de camionetas violaban el límite de velocidad. Eran seguidas por patrullas, mas éstas no poseían mayor ventaja. El instinto de justicia despertó en Peter, aunque no actuó en seguida considerando que a Loki no le interesaría hacerse el héroe.
— ¿Qué estás esperando? —cuestionó Loki, demandando unirse a la fiesta.
Esa respuesta alentó a Peter a pisar el acelerador.
▦
El día acabó con ellos de vuelta en las calles para el atardecer. Habían tratado con un grupo criminal cuyo objetivo frustrado fue el de llevarse una exorbitante cantidad de dinero robado. Peter era hábil, además de fuerte, y Loki muy astuto. Fueron de mucha ayuda y no sólo se llevaron la satisfacción de haber hecho el bien, sino la diversión que obtuvieron en el proceso.
— Aún no puedo superar cuando saltaste a la camioneta en movimiento —comentó Peter, evocando el momento con gracia—. El conductor dijo: ¿Quién demonios eres tú? Y antes de atacarlo con tu daga le respondiste: ¡Soy yo!
Loki se le unió con una ligera carcajada.
— Eso fue una tontería. Tú me sorprendiste cuando les tendiste la trampa en la bodega. Usar las telarañas de ese modo fue ingenioso —halagó—. No sé por qué no formas parte de los Vengadores. Tienes más talento que todos en ese circo.
— Bueno, ya sabes cómo es Stark —suspiró—. Aunque yo abogaría para que también pertenecieras al grupo. Lucharíamos lado a lado y nada me haría más feliz que eso.
Con la vista en el suelo, Loki sonrió. Le agradaba que Peter pensara lo mejor de él y le tuviera fe.
— No —negó rotundamente y, tras una pausa, agregó—: No necesitamos a los vengadores. Hagamos nuestro propio grupo, sólo tú y yo. Seremos imparables.
La idea fascinó a Peter, viéndolo en primera instancia como algo muy romántico.
— Suena convincente. En ese caso, ¿cómo se llamaría nuestro grupo?
Loki miró a su alrededor, pensándolo. Se encogió de hombros, terminado por mirar a Peter al tiempo en que tomaba su mano.
— No creo que sea importante ahora —se apegó a él para caminar más juntitos.
La luz nocturna veló el paseo de los que parecían un par de tórtolos enamorados. Habían exprimido cada momento restante para poder divertirse a la manera tradicional y no enfrentando a peligrosos criminales, esto antes de darse a la tarea de buscar un lugar donde pasar la noche.
— ¿Podrías llenar este registro? —pidió la mujer de edad madura que servía en la recepción. Le pasó una pluma y la hoja a Peter.
Mientras tanto, Loki merodeó en el escueto vestíbulo. Había un par de sofás de color discreto, unas plantas en las esquinas y una única pecera de pared que otorgaba algo de vitalidad al lugar. Se acercó para presenciar de cerca, dando un par de golpecitos con el dedo en el cristal para intentar apabullar a los pececillos de colores. Luego su mirada fue a caer en los intersticios de las persianas. Un vehículo que le pareció familiar se estacionó detrás del descapotable, señal de que los estaban siguiendo. Vio de soslayo hacia donde Peter, notando que ya se encontraba devolviendo el registro. Nadie salió de la sospechosa camioneta, por lo que mantuvo el dato en secreto.
— ¿Está bien una habitación doble con camas individuales? —inquirió la recepcionista para confirmar.
Sin pensarlo, Peter estuvo a nada de afirmar, no obstante, Loki le rebasó el habla.
— No, no está bien —repuso el dios, recargando sus dos manos sobre el mostrador—. Quiero una sola cama y que sea grande. Mi novio y yo pensamos tener mucho sexo.
Peter se quedó boquiabierto ante tal comunicación. Suponiendo que Loki lo hacía para incomodar a la mujer y reírse de ella más tarde, no quitaba el hecho de que ni él supo cómo reaccionar.
Era de esperarse que la mayor se quedara atónita. No hubo expresión en su rostro. Después, como si recordara que tenía trabajo que hacer, se giró lentamente hacia el monitor.
— Cama matrimonial entonces.
La recepcionista no tardó en entregarles el número y la tarjeta de su respectivo cuarto. Todavía quedaban vestigios de lo mal que le había venido obtener tanta franqueza de parte de esos adolescentes que ahora se alejaban con risas. Suspiró, dando por sentado que la juventud de hoy en día no tenía remedio. Para distraerse, encendió la televisión que le hacía compañía. El canal de noticias le dio la bienvenida.
«... el programa de evacuación ha iniciado en toda la ciudad de Nueva York. Aún no se tiene en claro la causa de estas drásticas medidas...»
— ¿En serio? —la sonrisa de Peter no terminaba por creérsela.
— ¿Qué? —Loki se giró. Todo regodeo estaba marcado en sus facciones.
— Lo que dijiste. No puedo olvidar la reacción de esa pobre mujer. Fue muy gracioso.
— Fue gracioso —repitió Loki con una voz más tiesa, asintiendo lentamente y borrando toda expresión de su rostro. Parecía inmerso en sus pensamientos.
Las puertas se abrieron en su piso y Loki fue el primero en salir. Peter se preguntó en que momento se había perdido toda la gracia. El silencio imbuyó para que pudiera ser más consciente de lo que acaba de acaecer. Una pregunta adquirió peso sobre la balanza del pánico.
¿Acaso Loki no bromeó con lo de tener sexo?
Peter deseó caminar más lento. No tenía urgencia en caer en picada sobre sus preocupaciones. Yendo detrás de Loki, halló significado al inesperado cambio del ambiente. Seguro acababa de arruinarlo por ser tan despistado. Podía ser que Loki en verdad esperara que sucediera algo esa noche, cosa que le apremiaba a hacer un plan de acción. Debía remediar las cosas y la manera de hacerlo era tomando la iniciativa.
Ya en la habitación, Loki se dejó caer libremente sobre el colchón. La cama crujió bajo su peso. Se quedó con los brazos extendidos mirando al techo, tal como si el día lo hubiera dejado exhausto.
En ese momento, Peter seguía de pie, escondiendo su nerviosismo. Seguía cargando la mochila, casi como si fuera el ancla que lo mantenía a salvo. Había estado persiguiendo el valor para acercarse, pero antes de ejercer un movimiento, Loki se incorporó en un periquete.
— Voy a tomar una ducha —anunció.
Tras el golpe de la puerta, el castaño dejó caer la mochila a sus pies. Dejó salir todo el aire que lo presionaba y empezó a moverse de un lado a otro para finalmente terminar sentándose a la orilla de la cama. Con sus manos frotó su rostro, deseando no encontrarse en esa encrucijada. No era que dar el primer paso le aterrara, sino lo que proseguía de eso. No tenía demasiado conocimiento en tanto a las relaciones sexuales entre hombres.
Durante quince minutos el agua de la regadera acompañó sus pensamientos. Posteriormente lo hizo el sonido de la secadora. A ese paso ya había llegado a la conclusión de dejarse llevar, que podría no salir como lo planeado, pero que estaría bien, porque al fin y al cabo sería la primera vez de ambos y aprenderían en el intento.
El tortuoso tiempo por fin llegó a su término cuando Loki salió. Se apareció en el cuarto portando únicamente su ropa interior, mostrando aquel proporcional torso y presumiendo sus piernas esbeltas. El dios empezó a hurgar en la mochila, sacando la playera del pijama de Peter, en la cual se encargó de meter su cuerpo.
Cada poro del castaño se ahogó en vergüenza. Sintió de pronto que había mal pensado el asunto. Tal vez después de todo Loki lo hubiera dicho en broma y ahora estuviera callado, no por estar enojado, sino por el cansancio.
Sí, eso debía ser.
— También tomaré una ducha —dijo en cuanto vio a Loki encaminarse hacia la cama, teniendo el pretexto perfecto para huir a buscar algo de sosiego interior.
Un rato más tarde salió del baño en las mismas condiciones.
Loki seguía igual de reticente. Estaba medio acostado en la cama, poniendo un muro entre sus miradas. Fue ahí donde la hipótesis anteriormente refutada volvió a adquirir vigor. Si Loki le estaba esperando era por algo, aunque cabía destacar que la ausencia de exigencias lo desconcertaba. En verdad que tenía un gran reto a superar.
Peter se acercó cauteloso e imitó la misma posición que su pareja. En el ahora o nunca, se inclinó para menguar el espacio. Como si le hubiera leído la mente, Loki hizo lo mismo, con la diferencia de haberse movido hacia el lado contrario para alcanzar el control remoto. Peter tuvo que fingir estirarse para no quedarse con su acción a medias.
La televisión se encendió otorgando un aura desvaía a la habitación, ya que los presentes no estaban en la disposición de concentrarse en lo que en pantalla se transmitía. El sonido emergido se volvió ruido de fondo, al igual que el ajetreo de la ciudad y la lejana sirena de una patrulla. La duda fue incesante por largos minutos y colmó con el televisor siendo apagado.
— ¿Recuerdas la conversación que tuvimos ayer? —Loki terminó con su mudez.
El castaño lo volteó a ver, recuperando la capacidad de respirar con normalidad. Tratando de poner palabras en su boca, terminó por afirmar con un gesto.
—Decías que no has vivido nada —cambió de posición, cruzando ambas piernas en dirección a Peter—. Y pasa que ahora tienes la oportunidad de obtener nuevas experiencias, de vivir. ¿Qué estás esperando?
Desviando la mirada, Peter murmuró:
— Estaba pensando.
— Espero hayas pensando en que quizá mañana estemos muertos y que te arrepentirás de no haberte atrevido a perder la virginidad esta noche —aunque tratara de no hacerlo tan evidente, estaba regañando a Peter.
— Lo siento. Yo...
Loki lo interrumpió al gatear y montarse sobre él. Se sentó a horcajadas, tomando el rostro de Peter con una de sus manos. Su otra mano empezó a sobar la hendidura de sus consistentes pectorales.
— Prométeme que la próxima vez no pensarás antes de actuar; no conmigo —dijo antes de juntar ambas bocas en un beso de reconocimiento.
La confusión se disipó poco a poco. Pese a que Peter se dejaba llevar con mesura, esto no impidió el poder desenvolverse. La última vez Loki le había pedido que lo tocara. En esta ocasión, no esperaría por un permiso. Sus manos se sujetaron a la cintura de Loki, descendiendo para poder recorrer la tela que le impedía tocar su piel. A pesar de no conocer el cuerpo de una mujer, no había comparación imaginable que se pudiera hacer. Esa era la cintura de un hombre, firme, constante. Su piel era de lo más tersa, a lo que buscó probar más al mudar el tacto a sus muslos. Ahí delineó su figura, ascendiendo por la curva que durante algún tiempo había sido su deseo escondido. Moldeó sus glúteos y los amasó, logrando percibir un estremecimiento en la boca ajena.
El azabache se mecía sobre él, con un suave movimiento de caderas que merecía ser loado. Peter casi podía sentir con cada fricción como la virilidad ajena se endurecía sobre su abdomen. Cada movimiento era una labor acuciosa que les llevaba a experimentar, de manera lenta, el crepitar de un fuego entre sus cuerpos. Fue ahí donde Peter abandonó su cautela, escurriendo sus caricias al interior del boxer.
La respuesta de Loki fue un fuerte jadeo. Su mano, enredada en la castaña cabellera, se aferró con dureza y jaló. De un tirón se rompió el apasionado beso. Peter ahogó un tenue gemido por el inesperado dolor de su nuca, dedicándole a Loki una mirada llena de ofuscación.
— Estoy enojado contigo —siseó el azabache, quien puso limite a la cercanía de sus rostros, no lo suficiente, puesto que permitía al contrario probar el aliento de su enfado—. Por un momento me hiciste creer que no me deseabas. No te voy a perdonar tan fácilmente.
Peter se quedó muy sacado de sí. Disculparse al intentar proseguir el beso parecía razonable, sin embargo, Loki tenía el dominio y lo volvió a alejar en cuanto sus labios se rozaron. Presenció entonces como Loki lo soltaba y se incorporaba sobre su lugar para deshacerse de la holgada playera que llevaba encima, dejando a la intemperie aquel abdomen de alabastro. La imagen estimuló directamente su excitación.
En cuestión de segundos, Loki había hecho un cambio de posiciones para lograr despojar de Peter de su ropa interior, haciendo lo mismo y dejando al descubierto su prominente erección. Hallando lugar entre sus piernas, empezó a friccionar miembros de ambos. Mientras lo hacía, tomó la mano de Peter, atrayéndola a sus labios. Introdujo los dedos índice y corazón en su boca, los humedeció y les dejo probar la lasciva caricia de su lengua.
Como era de esperarse, Peter no tuvo un modo de actuar coherente. Todo sucedió de forma rauda, no pudiendo objetar al control que Loki había puesto sobre todas las acciones. Estaba enfermo de calor, también de intensidad, intensidad que agradecía porque Loki despertó una manera de verlo que en otras situaciones no le parecería adecuado. Sintiendo su placer como una prolongación del suyo, se embelesó en Loki, el cual ahora lamía sus propios dedos, no sabiendo lo que esto significaba hasta que lo vio bajar la mano.
— ¿Me los vas a meter? —la voz de Peter salió medrosa, entre jadeos. Lo sintió coquetear con su entrada.
Loki, como una fiera atrapando a su presa, dibujó una sonrisa de oreja a oreja.
— Pasa, Peter, que si no tomas la oportunidad, alguien más la va a tomar.
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