▦ Capítulo 23
Reunidos en el desayuno, la tía May fue la principal impulsora de la charla. Tenía mucho que decir acerca de su cita del día anterior, tanto aspectos positivos como negativos. Peter estaba ensimismado, así que su participación no era muy activa. No podía concentrarse demasiado cuando los sucesos de ayer seguían rondando en su cabeza; aquella imagen sí que causaba estragos en su inocencia. Aunque era oportuno que, después de concluir que no iba a aceptar salir con aquel hombre nunca más, May terminara por interesarse en cómo les había ido a los chicos.
— ¿Y qué tal les fue en su cita? —cuestionó la mujer.
— Bien —se atrevió a decir Peter, dejando a Loki, tácitamente, como responsable de contar los detalles de la salida.
Con la atención en su plato, May se limitó a pronunciar un 'ajá'
Peter dio un trago a su jugo, sintiendo el peso del silencio. Sin inmutarse, llevó su mirada a buscar el apoyo del azabache. Loki estaba tomando un vaso de leche, sin el apuro de limpiar el hilo blanco que deslizaba por la comisura de su boca. Siendo indirecta o la más pura coincidencia, el castaño no pudo evitar atragantarse con el jugo.
Jugarle la travesura a Peter casi le cuesta el mismo destino. Loki empezó a reír y, acto siguiente, May miró a ambos adolescentes como si se estuviera perdiendo del chiste.
— Es que sucedieron muchas cosas —explicó Loki al dejar su lugar para dirigirse al espacio de la sala, el cual no tenía restricción de pared y permitía ver la tele desde el comedor. Loki se echó al sillón, esperando que aquel aparato mostrara algo de lo sucedido ayer en las calles—. Y es que Stark apareció en medio de la cita y nos pidió ayuda para una misión.
Peter se encontraba limpiándose el mentón, resignado a la crueldad de Loki de dejarlo en evidencia. Mientras que la noticia de las calles congeladas se vio en pantalla, alguien llamó a la puerta. Y ya que May prestaba atención a lo que Loki contaba, Peter se ofreció sin palabras a ir a ver de quién se trataba. Al abrir, se encontró con alguien que no recordaba haber visto en su vida.
Detrás de la puerta, había un chico como de su edad, tal vez un poco mayor. El cabello rubio y la alta estatura lo hacían alguien muy destacable, razón por la cual Peter creyó en su primera impresión que se había equivocado de número, pues la joven que cambiaba de novio cada mes vivía al lado y no allí.
— Hola —saludó el rubio con una encantadora sonrisa, la cual prosiguió con un titubeo—. Sólo para asegurar, ¿si es aquí donde vive Loki?
— Sí... —la pregunta lo dejó ligeramente desconcertado—. ¿Y tú eres?
— Ryan. Me acabo de mudar al piso —y tras una brevísima pausa, agregó—: ¿Está Loki?
Peter frunció el entrecejo.
Bien. ¿Quién era el inusualmente atractivo Ryan y por qué estaba buscando a Loki?
El castaño se sintió obligado a reducir un poco la apertura de la entrada, por si acaso el contrario se atrevía a asomarse en busca del nombrado. Deseó en esos momentos poder igualar la altura del contrario, pero le bastó con apoyar su brazo en el marco de la puerta y mantener su rostro alzado.
— Puede ser —contestó Peter, tratando de que su aire fuese seguro. Sin ser consciente en el instante, se estaba moviendo por un impulso llamado 'celos'. Era la primera vez que actuaba así—. Depende para qué lo busques.
Ryan pareció extrañado por el cambio de actitud.
— Pasa que el otro día...
— Lo viste entrar aquí y te pareció muy lindo —quiso complementar Peter sus palabras. Este tipo de chicos siempre buscaban algo que conquistar. No iba a permitirle acercársele a Loki. A su Loki.
Ryan echó un vistazo a su alrededor, algo incrédulo.
— No sé qué pasa contigo, amigo. Yo sólo venía a devolver los envases y a agradecer por la comida que nos llevaron, nada más —declaró el rubio mientras mostraba la bolsa con los envases.
Y el cimiento sobre el que se había encaramado Peter se había derrumbado.
Idiota.
— Oh —fue lo primero que salió de su boca mientras tomaba la bolsa—. ¿No podías empezar por ahí? Loki no es el único que vive aquí.
— ¿Y yo que iba a saber? Mi hermana dijo que fuera a agradecerle a un tal Loki —se exculpó Ryan.
Como si no fuera lo bastante vergonzoso ya, al cerrar la puerta Peter se percató de que tenía público. Loki seguía en el sofá, tirando panza abajo y con los codos hincados sobre el apoyabrazos mientras que sus manos servían de soporte para su cabeza; mostraba una gran sonrisa en su rostro. May seguía en la silla, con la misma inusitada expresión. La televisión ya se encontraba apagada.
— ¿Es mi imaginación o hace unos momentos tuve la dicha de presenciar celos? —inquirió Loki, gustoso.
— Ay, mi niño se puso celoso —dijo May enternecida, aún más porque su celos habían sido por algo tan insignificante y, peor aún, equivocado.
Peter rodó los ojos al cielo.
— Además, dijiste que era lindo.
Tía May rió suavemente, levantándose de su lugar puesto que ya había terminado de desayunar.
— Debes sentirte muy afortunado de tener a Peter, Loki.
— Lo estoy —aseguró el azabache al encontrar su mirada con la de Peter.
La mujer se dirigió a su habitación, recordando que ese día había que lavar ropa. En el trasiego al cuarto de Peter, ya llevaba una canasta en brazos.
Loki se había levantado de su lugar y acercado a su midgardiano favorito.
— Eres tan dulce —colocó sus manos en las mejillas del castaño.
— No digas eso —se quejó Peter, desviando la vista al no poder apartar el rostro.
El dios del engaño empezó a presionar sus cachetes, haciendo que sus labios se aplastaran de una manera graciosa.
— ¿Qué dijiste? —preguntó Loki adrede, queriendo que Peter hablara así. Al parecer, estas eran las consecuencias de tomar a May como ejemplo.
Tras un tenue suspiro, Peter se dignó a hablar.
— Que no digas eso.
Fue tan chistoso y adorable escucharlo mientras le aplastaba el rostro con sus manos. Loki permitió que la risa se apoderara de él unos segundos, y antes de dejar sus mejillas en paz, se acercó para presionar sus labios. Lo hizo una y otra vez. Y no se detuvo en el segundo, puesto que pronto se encontró atacando a Peter con pequeños y cortos besos, uno tras otro, hasta que May interrumpió.
— Peter, ¿se puede saber qué le pasó al escritorio? —la mujer salía de la habitación, plantándose fuera de ésta a esperar una respuesta.
Los dos chicos intercambiaron una mirada. Era mejor que hablara Loki.
— Fue un accidente. Ned quería saber quién era el más fuerte entre Peter y yo, y nos descontrolamos un poquito —excusó Loki, fingiendo ingenuidad.
May los miró con los ojos entornados, como si tratara de creer en la justificación dada.
— Fue culpa de Peter —agregó Loki sin perder tiempo.
El comentario logró que se le dibujara una sonrisa a la mujer.
— Ustedes no tienen remedio, ¿verdad? —dijo mientras volvía al cuarto a seguir recolectando la ropa sucia.
— Y de hecho sí fue tu culpa —musitó Loki, volviendo sus ojos a Peter, quien tenía las mejillas ligeramente enrojecidas.
— Fue tú culpa —repuso Peter en un susurro.
— ¿Mía? No me hagas mencionar en que estaban ocupadas mis manos.
— Pero tú iniciaste...
May salió de la habitación. Loki y Peter hicieron como si aquella discreta discusión no hubiera pasado, regalándole una sonrisa a la castaña cuando pasó a un lado de ellos.
▦
Esa tarde, el capricho de Loki por salir los llevó a pasear por las avenidas, aunque con el transcurso fue más que obvio que el destino ya estaba preestablecido por el mismo chico.
— Dudo que esto sea una tienda de souvenirs —comentó Peter al subir los peldaños de la entrada de dicho edificio extraño.
— Porque no lo es —respondió Loki—. Venimos de visita.
— ¿Al menos tenemos invitación? —Peter escudriñó la fachada estilo mansión cuya impresión caía en el enigma de lo que se pudiera encontrar en su interior. La próxima vez trataría de no aceptar las disposiciones de Loki sin antes saber en qué se metía.
— ¿Acaso importa? —Loki apoyo sus manos en sus caderas, arqueando una ceja ante la espera.
Peter hizo un leve puchero, a punto de llamar a la puerta cuando un tremendo tirón lo dejó desubicado. Ahora estaban en un lugar distinto, frente a unas fastuosas escaleras. Tuvo que mirar en varias direcciones, ya que el tener a Loki al lado no le sirvió como referencia ante el cambio tan drástico.
— Supongo que vienes a entregar lo que me robaste —el tal Dr. Stephen Strange se enfilaba hacia ellos bajando las escaleras.
— Yo no lo llamaría así. Considéralo como pedir prestado —dijo Loki mientras hacía aparecer el libro de portales por detrás de su espalda, mostrándolo para entregarlo a Strange con una amplia sonrisa.
— ¿Le robaste? —inquirió Peter, recuperándose apenas.
— Dije que lo pedí prestado.
En cuanto Stephen tuvo lo que le pertenecía en su poder, se trasladó cerca de uno de sus libreros, trayendo consigo a los visitantes con tal de no perderlos de vista. Al pobre Peter se le volvió a mover el mundo, como si no fuera suficiente con habérsele movido una vez. Por su lado, Loki seguía estático ante los cambios repentinos de lugar.
— ¿Qué planeabas con esto? —cuestionó Strange al colocar el tomo en su respectivo sitio.
— Pensé que debía aprender a lidiar con tus portales para así escapar la próxima vez que me encierres en uno —Loki dio un paso al frente, pero para ese entonces se encontraban volviendo nuevamente al lugar de recepción.
Peter parecía un ebrio tratando de recobrar el equilibrio nuevamente. Loki se hubiera burlado de él de no haber sido por el asunto importante que quería atender.
— Fingiré que confió en tus palabras, ya que de igual forma no veo que hayas causado algún estrago aún —el mayor hizo un énfasis en la última palabra—. Ahora márchense.
El hombre de la capa roja dio media vuelta y desapareció hacia su oficina, sin embargo, cierta figura irritante volvía a estar enfrente de él, invadiendo su espacio personal de tal manera que no pudo evitar que el dios pusiera un dedo encima sobre el amuleto que protegía la gema del tiempo.
— Loki —antes de que Peter se diera cuenta, ya se encontraba completamente solo—. ¿Loki?
— Veo que lo tienes bien resguardado —comentó Loki, logrando descifrar qué clase de hechizo protegía la gema—. Por eso esta vez me encargaré de pedirlo amablemente: ¿me lo prestas?
El doctor frunció su ceño. Loki no le inspiraba ninguna confianza y en sus ojos podía adivinar que planeaba algo.
— Estarías muerto antes de ponerle un dedo encima. ¿Qué tramas, Loki de Asgard?
Loki chasqueó la lengua.
— Planeaba ponerle las manos encima sin morir. ¿No crees que puedas ayudarme con eso?
— Bien. Puedo hacerlo. Después de que la gema esté en tus manos, morirás —el hechicero se cruzó de brazos—. Creí haberte pedido que se marcharas.
Loki no se iba a ir. Hizo aparecer entre sus manos el Cofre de los Antiguos Inviernos.
— Tengo algo para ti. Pensé que podría interesarte.
El mago tomo posesión de aquel extraño objeto. En era capaz de sentir el gran poder que guardaba.
— ¿Qué es esto y cómo es que lo tienes tú? —preguntó Strange, tentado a pensar que debían hacer algo para retener a la deidad de las travesuras. Desde el principio, había apostado a que su instancia en la tierra no traería cosas buenas.
— Lo llaman el Cofre de los Antiguos Inviernos. Si lo sabes manejar, puedes llevar a un mundo entero dentro de una era glacial —Loki se recargó en el escritorio, dirigiéndose al mago con seriedad—. Como puedes notar, no es un artilugio de segunda. Pertenece a la bóveda real, en Asgard, donde está protegido de cualquier individuo que quiera hacer malgastar su potencia. Ayer estaba en las calles de esta ciudad. ¿Sabes lo que eso significa? Que algo está sucediendo y que si no lo puede enfrentar Asgard, menos lo hará la tierra.
Strange colocó el objeto en una repisa, meditando esas palabras. Sonaba creíble la preocupación, pero la fama del dios no era de mucha ayuda.
— Supongamos que dices la verdad. ¿Qué conseguirás con la gema?
Loki dejó de apoyarse, llevando sus manos por detrás de su espalda mientras avanzaba un par de pasos. Finalmente, encaró con el mayor. No había sonrisas, nada que delatara un truco escondido detrás de sus palabras.
— Ver lo que nos depara en el futuro.
Aún sintiera que podía tomar esa precaución, Strange siguió renuente a la idea. Bajo ninguna posibilidad dejaría un poder tan grande en las manos de Loki.
— No puedo hacer eso —finalizó, abriendo un portal a espaldas de éste.
Loki hizo mohín, no de disgusto, de frustración. Seguro que Strange no le creía para nada. Resignado, trató de obtener el cofre de vuelta, no obstante, el hechicero se lo negó.
— Se queda conmigo.
Loki ni siquiera ánimos tenía para alegar por el cofre. Lo dejaría ahí, que más le daba. Al darse la vuelta, Peter esperaba al otro lado del portal, figurándolo, por un momento, perdido e indefenso. Antes de cruzar la línea, sus manos se cerraron en un puño, girándose sobre sus talones.
— Si tienes algo que perder, te aconsejo que tomes en serio mis palabras —insistió por última vez.
Al salir de escena, el portal se desvaneció a sus espaldas.
— Vámonos de aquí —Loki tomó el brazo del castaño, jalándolo consigo hacia la salida.
En completa soledad, Strange se quedó mirando a la nada, valorando la información que acababa de obtener.
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Para quién guste pasarse, Jairi_Sing_Heart ha abierto un apartado en donde publicará dibujos en conjunto con JulchenAwesome sobre el fanfic. Si tienen tiempo denle un vistazo. Sus dibujos son bellísimos.
Fin del comunicado.
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