▦ Capítulo 21
— ¿Y qué es exactamente una cita? —inquirió Loki ante tal petición.
Con un inicio de semana de por medio, Peter esperó hasta el viernes por la noche para poder preguntarle a Loki si quería tener una cita con él. Vaya que aquella contestación no le tomó por sorpresa, pero tampoco era como si hubiera ensayado una respuesta para esa pregunta. ¿Cómo podría convencer al contrario de que una cita significaba más que el hecho simple de salir?
— Se trata de salir. Tú y yo. Nadie más. Pasar un rato a solas, divertirnos —explicó Peter mientras revisaba que el agua de la tina estuviera a una temperatura acogedora. De haber estado conversando con Loki, terminó actuando como un servidor, encargándose de prepararle el baño sin que éste se lo hubiera pedido. Tal vez había sido un pretexto para no abandonar el cuarto tan pronto y así poder proponerle la cita.
— No suena muy diferente a lo que a veces hacemos —discernió Loki, sentado sobre el mueble del lavamanos.
Era muy cómico que, en el transcurso de los últimos días, Peter estuviera detrás de él cada que fuera posible. Si antes siempre se les veía juntos, ahora era más palpable la cercanía que compartían.
Peter se incorporó, dejando de darle la espalda a Loki. No podía negar que el contrario tenía la razón.
— Poniéndolo así suena muy absurdo tener una cita —el castaño empezó a acercarse a Loki, jugando con sus propias manos—. Pero es más especial. Hacer algo diferente que merezca la pena ser recordado —trató de convencer Peter, ya frente al dios.
Loki sonrió ladino. El mueble sobre el que descansaba le confería unos cuantos centímetros de altura. No demasiada ya que aún tenía al alcance el rostro de Peter.
— Bien. Entonces tendremos una cita —confirmó Loki, llevando su mano a acomodar el mechón rebelde que descansaba en la frente del castaño, quedando posteriormente embelesado por aquel candor de sus ojos avellana.
Peter sonrió feliz, sintiendo pronto las manos de Loki encontrarse por detrás de su nunca, obligándolo a acercarse poco a poco. Se sentía tan agradecido de ser correspondido.
En ese momento, un carraspeo se sobrepuso al sosiego del ambiente. May estaba allí, recargada al marco de la puerta, regalándoles una simpática sonrisa a ambos chicos cuando voltearon.
— Ya me voy a dormir. Estoy tan casada —avisó, ignorando el hecho de haber interrumpido—. Así que de una vez les deseo buenas noches. Espero se dediquen a dormir mientras yo esté descansando —quiso bromear la mujer, fingiendo una mirada severa.
A Loki le causó gracia el comentario.
— De no ser así nos aseguraremos de no hacer mucho ruido —le siguió la corriente el azabache.
Peter miró a su tía, después a Loki. Tardó unos segundos en captar el mensaje de la conversación.
— Que niños tan traviesos —rió May, haciendo amago de irse. Entonces, volvió a plantarse en el umbral, como si quisiera cerciorarse de lo bien que se veía esa parejita junta—. Dulces sueños —dijo para esta ocasión encerrarse en su habitación.
— Si me disculpas, voy a tomar un baño —recordó Loki, dándole un par de ligeras palmadas a Peter en su hombro.
Peter se separó, dejando a Loki el espacio suficiente para que bajase de ahí. Antes de cerrar la puerta detrás de él, se volvió hacia el contrario.
— Si necesitas algo puedes llamarme.
El adolescente de cabello negro ya estaba sentado en el borde de la tina, ensimismado por aquel sentimiento de cariño que le tenía al midgardiano. Estando a punto de contestarle, su mano bajó a rectificar el estado del agua. Su brazo se crispó como si se hubiera quemado, sacándola de inmediato.
Peter, no habiendo cerrado la puerta, alcanzó a presenciar la escena.
— ¿Todo bien? —preguntó al entrar, colocándose a un lado de Loki.
El dios trató de fingir que todo estaba perfectamente. Por dentro recriminó al enamoramiento por hacer de él alguien más distraído. A pesar de poseer una cubierta aesir, no dejaba de ser sensible al calor por su naturaleza jotun.
— Está muy caliente —expresó con cautela mientras se secaba en la holgada playera que portaba, una con el estampado de "I SURVIVED MY TRIP TO NYC", que casualmente era de Peter.
Peter metió la mano a la tina. Estaba caliente, no hirviendo, lo cual lo dejó sumamente extrañado.
— Es que no soporto el calor —explicó Loki con apremio.
— Ya veo —Peter suspiró sobre su lugar.
Algunas cosas adquirían más sentido sabiendo eso. Ahora entendía por qué Loki siempre prefería dejar enfriar el chocolate caliente que tomaban por las noches.
▦
Siendo desplazado el pequeño incidente de la noche anterior, al día siguiente dicha cita se llevó a cabo. Nada extraordinario. Un restaurante lindado al centro de la ciudad con un ambiente bastante juvenil. Estaban en la zona de terraza, con la vista urbana envolviéndolos.
Loki sorbió a la pajilla de su bebida, desviando la vista hacia la calle y no hallando la manera de decirle a Peter que imaginaba que las citas eran algo más extremo que sólo pasear por la ciudad y terminar en un lugar para el almuerzo. No obstante, no iba a imponer queja alguna. Tenía a Peter para él solo y eso era lo que más le satisfacía.
Mientras revisaban la carta en silencio, algo pasó fugaz en la calle, provocando una brisa que hizo volar unas cuantas servilletas de las mesas que se encontraban afuera.
Peter y Loki intercambiaron una mirada entre ellos, seguramente preguntándose que había sido eso.
Entonces el objeto volador, o más bien dicho, la persona voladora, retrocedió con algo más de desaceleración.
Con ustedes, el fantástico Iron-man.
— ¿Disfrutando del tiempo libre, eh? —inquirió Stark en cuanto descubrió su rostro, demostrando que esta vez era él en carne y hueso. Se mantuvo en el aire, aunque a poca distancia del asfalto.
— Señor Stark, ¿qué hace por aquí? Pensé que aún seguiría en su luna de miel —habló Peter, medio entusiasta de ver al hombre presente.
— Yo también lo pensé, pero el trabajo llama —el mayor miró hacia el frente, siendo perceptibles unos gritos aterrorizados en la lejanía. Chasqueó la lengua. Sí, tenía mucho trabajo que hacer.
— Creo que debes acudir cuanto antes. Al parecer algo muy feo está pasando en la siguiente cuadra —intervino Loki, esperando que Stark dejara de interrumpirlos.
Stark todavía lo meditó.
— Y yo creo que la hora de la limonada terminó, cuernitos —repuso el millonario—. No he olvidado que me dejaron hablando con un par de ilusiones. Es hora de que me devuelvan el favor. Andando.
No queriendo perder ni un segundo más, Iron-man retomó su camino a gran velocidad.
Peter se levantó de su lugar, respondiendo no sólo a la orden de Stark sino al llamado de la justicia. Traía el traje en la mochila, pero para eso tuvo que empezar a desvestirse primero.
— Que buena vista, Peter —mencionó Loki a su lado, dejando que su mirada barriera de pies a cabeza el cuerpo bien trabajando del castaño.
Peter dejó pasar el comentario, poniéndose su traje y, en seguida, corriendo junto con Loki en dirección al desastre.
— Supongo que tendremos que posponer la cita para otro día —dijo Peter tras ponerse la máscara.
— ¿Qué tiene de malo ésta? —inquirió Loki, quien no parecía nada molesto por el rumbo que habían tomado los planes.
El dios atrasó sus pasos hasta quedar detrás de Peter, siendo su siguiente movimiento el de saltar a su espalda, aferrándose a él como un koala. Peter entonces lanzó su telaraña para elevarlos a ambos hacia el cielo, trasladándose de esta forma para llegar más rápido al destino. No era como si lo hubieran planeado, ambos estaban muy sincronizados.
El Hombre Araña aterrizó en el borde de un edificio que encaraba con la procedencia del problema. La calle estaba congelada, había hielo por todas partes, y Stark estaba luchando con la causa del caos.
— ¿Qué son esas cosas?
Loki bajó de la espalda de Peter, logrando ver así el panorama con mayor precisión. Lo que observó le ofuscó los sentidos. Él sí sabía contra quiénes se enfrentaban.
Gigantes de hielo.
Uno de esos extravagantes seres alzó su puño hacia el hombre de hierro. Peter evitó el golpe con su telaraña al bajar, entrando en acción.
— Que bueno que llegan. Pensé que me dejarían charlando con estas bestias—habló Tony sarcásticamente al quitarse a un pesado de encima, lanzándolo contra un local congelado y provocando que esquirlas de hielo volaran tras el impacto.
— Señor Stark, ¿qué son estos? —preguntó Peter al detener el brazo de uno de esos gigantes. El frío casi destroza el material de su traje. El gélido tacto que amenazaba con atravesarlo lo movió a actuar rápido, soltándolo y haciendo una acrobacia para poder saludar al adversario con una patada en la cara.
— No lo sé, pero dudo que sean de este planeta —afirmó Stark.
Loki seguía arriba, no pudiendo reaccionar rápidamente cómo Peter. Trataba de hallar una explicación, porque años atrás había creído destruir la raza. Claro, podían existir sobrevivientes, sin embargo, nada parecía tener sentido al verlos allí en la tierra.
Eran un trío. Todos robustos y haciendo honor a la palabra gigante. Eran un muy reducido séquito como para tratarse de un intento de conquista. Stark estaba entretenido con el mismo jotun que segundos atrás había lanzado; Peter burlaba a otro con su gran agilidad, deslizándose en el intersticio de sus piernas mientras que hacía un comentario gracioso respecto a la lentitud del ser.
Al margen de la pelea, estaba el tercer jotun. Severo como los otros. Llevaba una capa de piel peluda sobre sus hombros. Paseaba la mirada con precaución, como si esperara el momento para poder intervenir y ayudar a sus compañeros. Loki había puesto su mirada en él, siendo espectador del objeto que se hizo presente en sus manos. El Cofre de los Antiguos Inviernos. ¿Cómo había llegado a sus manos? El azabache no tenía idea de por dónde empezar a hilar una respuesta.
— Ese es mío —dijo para sí mismo, decidido a no alargar su entrada a escena.
El gigante de hielo tenía la intención de usar el poder del cofre a su favor para deshacerse del contratiempo de aquellos defensores. Antes de que esto pudiera ocurrir, Loki lanzó el cofre lejos de sus manos con su magia.
— ¿De dónde sacaste eso? —el dios llegó amenazante, con un par de dagas en sus manos.
El jotun lo miró perplejo por la extraña fuerza ejercida, después volteó a ver hacia dónde se había deslizado su fuente de poder. Permaneció estático, dudando entre atacar a la insignificante figura o echar carrera por el cofre. Al final, tomó la segunda opción.
Al mismo tiempo, Loki se vio corriendo también, pero el cofre volvió a quedar en manos del gigante, el cual ni siquiera se molestó en volver. Se había dado a la fuga.
Lidiando con el monstruo azul, Peter alcanzó a ver a Loki desapareciendo al doblar en la calle. No era que subestimara la fuerza del dios, pero le preocupaba que tuviera que enfrentarse con una de esas cosas él solo.
— ¿Dónde lo sacaste? —una ilusión se interpuso en el camino del gigante, haciéndolo frenar de inmediato. En cuando menos se dio cuenta, ya se encontraba rodeado por la multiplicación del mismo individuo.
— ¿Quién eres? —preguntó el jotun con voz ronca, retrocediendo cauteloso. Sólo había visto magia así una vez en su vida.
— No has contestado a mi pregunta —repuso el verdadero Loki al tomar el frente de todas sus demás copias, acercándose al contrario—. ¿Vas a hablar o dejarás que termine contigo?
— ¿Un débil midgardiano terminará con mi vida? —preguntó incrédulo el jotun, dejando que el contrario se abalanzase a arremeter contra él.
El gigante detuvo las intenciones del contrario de apuñalarlo, envolviendo con su puño su antebrazo. Sonrió, esperando ver a su contrincante retorcerse de dolor por el tacto helado, sin embargo, al alzar la vista, una mirada de fuego le esperaba.
Una sonrisa se pintó en los labios azules de Loki.
— Soy Loki, hijo de Laufey, legítimo heredero de Jotunheim —dijo con altivez, respondiendo a la anterior pregunta—. Como puedes ver, no soy un simple midgardiano.
El gigante de hielo se quedó estupefacto por la identidad revelada. Había cosas que no cuadraban, pero las marcas que había en el tegumento del pequeño jotun no mentían sobre su origen: era hijo de Laufey.
— Te toca a ti —prosiguió Loki—. ¿De dónde sacaste el cofre? —con su mano libre clavo su otra daga al abdomen de su adversario.
Con una queja, el gigante hincó una rodilla sobre el asfalto que se congelaba debajo de ellos, quedando a la altura del contrario. Respiraba con cierta dificultad, mirando a los ojos de su atacante sin rastro alguno de hostilidad.
— El Ragnarok ya llegó —su respuesta no podía ser más escueta y precisa.
La gravedad de lo dicho provocó que Loki enterrara aún más profundo su arma. No lo podía creer. Tenía lógica, ya que el cofre estaba allí en vez de en la bóveda de Odín. ¿Qué demonios estaba pasando en Asgard? Tratando de procesar los hechos, el dios se separó, no olvidando tomar posesión del instrumento. Se mantuvo meditativo, eso hasta que a lo lejos escuchó la voz de Peter, la cual le hizo reaccionar acerca de su aspecto. No podía permitir que lo viera así.
Peter y Stark llegaron a la calle, habiendo derrotado ya a los otros seres. Ahí en medio, se encontraba el tercer extraño de hielo, el cual no significó ninguna amanezca al encontrarse hincado y sosteniendo la herida. No era muy alentador que no hubiera rastro de Loki.
El Hombre Araña se aproximó al gigante.
— ¿Dónde está Loki? —preguntó, tratando de no perder el control.
El jotun, sereno, negó con la cabeza.
Stark descubrió su rostro.
— Que conveniente. Se nos escapó el brujo —concluyó el mayor.
— ¡No es cierto! —defendió de inmediato Peter—. No pudo haberse ido. Él no escaparía.
— Niño...
Detrás de un auto una figura se dio a la fuga. Antes de que Tony terminara la oración, Peter ya había extendido su brazo, lanzando una telaraña a los pies del extraño ser, el cual se cayó de bruces contra el suelo. Una especie de caja azul deslizó por el hielo tras la caída.
— ¿A dónde crees que vas? —el de mallas rojas se acercó, viendo como la criatura intentaba arrastrarse con la intención de alejarse. Al ver la piel azul, supuso que era uno de ellos.
«Estoy perdido» pensó Loki antes de que fuera obligado a voltearse, aún en el suelo.
El Hombre Araña retrocedió un paso ante la imagen. Era tan parecido a Loki... Era Loki. Tuvo que retirar su máscara para cerciorarse, mostrando al tiempo un rostro bastante sorprendido.
— ¿Loki?
Sus facciones no cambiaban en nada. Lo distinto era la piel teñida de un extravagante azul. Y ni que decir de los rubíes de su mirada. Sus ojos fulguraban, y pronto Peter percató que era por el miedo.
— ¡No me mires! —vociferó Loki, tratando de retroceder sin poder quitar la trampa que mantenía sus pies unidos.
— ¿De dónde salieron, grandulón? —Stark seguía metros atrás, cuidando al gigante y tratando de dialogar un poco.
Peter estaba asombrado como para hacer caso a esas palabras. La imagen de Loki era única.
— ¡Eres lo más increíble que he visto en mi vida! —exclamó Peter, como un niño encantado.
Loki se detuvo, mirándolo con extrañeza.
— ¿C-cómo haces eso? —preguntaba Peter, no haciendo un buen trabajo para retener su emoción—. ¿Todo este tiempo has sido así? Wow, fantástico.
— ¿No te parezco repulsivo? —preguntó Loki, con temor a que Peter retirara sus palabras. Es que nadie nunca le había dicho algo afable respecto a esa apariencia de jotun.
— Para nada —el castaño suspiró, poniéndose en cuclillas frente a ese exótico Loki. Comprendió un poco más lo que sucedía, haciendo que su rostro perdiera ánimo—. ¿No te gusta cómo te ves?
Loki titubeó al negar con la cabeza.
— Los gigantes de hielo no son bien vistos en Asgard —murmuró, colocando su mirada en cualquier lado excepto en los ojos del contrario. Se sentía expuesto—. Soy un monstruo.
— Para mí no —Peter le extendió su mano para ofrecerle ayuda—. Para mí eres todo menos eso.
La vista del dios se fijó en su mano, tomándose su tiempo antes de confiar en la sinceridad de sus palabras.
— ¡Santo Dios! —se expresó Stark al llegar a un lado de Peter—. ¡¿Qué es esa cosa tan horrible?! Parece un renacuajo azul.
Loki frunció su ceño, dedicándole a Stark una mirada llena de fiereza. Estaba a nada de meterle hielo hasta donde no.
Rato después, Happy había llegado a recoger a los menores.
— Buen trabajo, chicos. Hurra —decía Stark mientras que los niños se retiraban hacia el vehículo negro, ninguno de los dos se volteó para despedirse. La sonrisa se borró de su rostro—. ¿Es en serio? ¿Se van a ir sin más? No pueden dejarme así.
Stark estaba con casi todo el cuerpo hecho un bloque de hielo.
Loki, quién no abandonaba la característica añil de su piel, se giró sin dejar de avanzar, sacándole la lengua a Tony.
— ¡Sigues siendo muy infantil! —alzó la voz para que lo alcanzaran a escuchar.
Nota mental: no volver a decir que Loki es horrible ni por chiste. Hasta Peter se había enojado con él. Pero qué lío obtuvo juntándolos a estos dos.
El vehículo se marchó, dejando que Tony se las apañara por sí solo, ya que el equipo de apoyo que se encargaría de sacar a esas criaturas aun no llegaba. Lo bueno fue que el gigante sobreviviente se encontraba a un lado.
— Si me sacas de aquí te invitaré a comer Shawarma. Apuesto a que nuncahas probado algo así en tu vida —le habló al gigante.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top