▦ Capítulo 20

Era un alivio que Loki tuviera algunos pendientes que atender con su club de ajedrez. De no ser así, seguramente la situación hubiera pasado de las risas a la incomodidad. Pero no todo había acabado allí. Sin más remedio, Peter encontró el momento oportuno para explicarle a Michelle la situación; desde la llegada del dios a la tierra hasta lo referente a todo lo sentimental. Debía convencer a su amiga de que Loki no significaba una amenaza, esto para que no siguiera ideando conspiraciones dentro de su cabeza.

Al finalizar las clases, Michelle alcanzó a Peter en el umbral de la salida.

— Peter, te debo una disculpa —dijo Michelle, quien había tenido el resto de las clases anteriores para meditar todo lo que el castaño le había contado.

Con un gesto interrogativo, Peter demostró no entender a que se debía la disculpa.

— Ya sabes —la chica se encogió ligeramente de hombros, con sus manos aferradas a las asas de su mochila—. Por interrumpir lo que fuera que estabas arreglando con Loki. Aunque igual dudo que te hubiera ido mejor sin mi presencia. No es que sea una experta en estas cosas, ya que de hecho fui yo quien confundió un enamoramiento con una manipulación mental, pero sí sé que existen varios pasos antes de llegar a un beso.

Peter ya no sabía si la chica venía a disculparse o a repasarle todo lo que había salido mal ese día. Aún así se tomó el momento con gracia.

— Bueno, es ese caso cabe decir que Loki omitió muchos pasos conmigo también —dijo con una ligera sonrisa.

— No es de extrañar si hablamos de la misma persona que quería conquistar el mundo de la noche a la mañana.

El silencio se cernió sobre ellos cuando un alumno pasó a un costado de donde se encontraban. Ya que eran de los últimos en salir no se vieron interrumpidos por el tumulto de estudiantes que se dirigían de regreso a sus casas.

— Loki no es la misma persona que era antes —agregó Peter.

— Lo sé, me lo dejaste claro. Así como también me dejaste claro cuánto te gusta Loki —los labios de Michelle se curvaron en una delicada sonrisa.

Peter desvío la mirada, como si eso pudiera ayudar a desaparecer el ligero rubor de sus mejillas.

— ¿No vas a esperar a Loki? —inquirió la morena, entornando los ojos por un breve segundo.

— Voy a darle su espacio. Además, quiero tener algo más de tiempo antes de encontrarme con él en el departamento —dijo Peter—. ¿Vas a quedarte a dibujar en la sala de castigos?

— No, de hecho pienso ver los partidos de ajedrez en esta ocasión. Puede que haya pensado que Loki estaba tratando de conquistarnos de nuevo, pero eso no le quita el ser un tipo genial. Voy a asegurarme de entablar una verdadera amistad esta vez —admitió Michelle, haciendo un ademán de girarse y volver al interior, aunque antes añadió—: Deberías hablar con May. Seguro ella dará mejores consejos que yo.

El castaño sopesó la posibilidad, asintiendo un par de veces para sí mismo antes de encontrar mirada con su amiga.

— Gracias, Mj.

Y sin más, Peter continuó su camino.


Extraño era entrar a su apartamento con el olor de comida dándole la bienvenida. Seguro May estaba experimentado en la cocina otra vez, lo que llevaba a Peter a sospechar que no pasaría mucho antes de que empezara a oler a quemado.

— Ya llegué —avisó el castaño mientras depositaba su mochila sobre el sofá de la sala, dirigiéndose hacia la cocina.

— ¿Cómo te fue, Peter? —preguntó la mujer, girando la cabeza justo a tiempo para recibir a su sobrino, no despegándose de la estufa para poder cuidar bien la comida—. ¿Y Loki?

— Bien. Loki se ocupó con su club de ajedrez —explicó al encontrarse parado a un lado, sin estorbar.

— Ya veo —dijo la mujer regresando la vista a su labor.

Peter no tardó en notar que la guía de May era la revista de cocina que tiempo atrás Loki había adquirido. Preguntándose cómo había llegado a su poder, ella misma le reveló la respuesta sin haberla pedido siquiera.

— Mientras estuviste en Oregón Loki me convenció de usar más seguido los sartenes —empezó a platicar May—. En mi día libre nos pusimos a cocinar juntos. Probamos bastantes recetas y al final no supimos que hacer con tanta comida —una risilla se le escapó—. Lo bueno es que Loki se acordó de los nuevos vecinos del piso, así que fue a llevarles la cena. Creo que por primera vez alguien tendrá una buena impresión sobre mi comida.

— Eso suena estupendo —mencionó Peter, algo asombrado, no por el hecho de que May estuviera mejorando en la cocina, ya que esto le daba gusto, sino por el hecho de que Loki se hubiera tomado el tiempo de enseñarle.

— Ahora nos queda esperar que pueda obtener una cena decente para esta noche. Creí que Loki llegaría temprano a echarme una mano —dijo con una expresión risueña.

— No eras tan mala cocinera. Lo harás bien —animó Peter desde su lugar, recargándose en la barra de la cocina. Buscaba hallar las palabras adecuadas para iniciar 'esa' conversación con May, que sabía que debía de tener con ella, y no precisamente impulsado por el consejo de Michelle.

Sin nada que fuera pronunciado, el silencio se llenó con el burbujeó de la olla que cocía la pasta. May estaba muy atenta en lo que hacía, pero claro, también en Peter.

— ¿Quieres contarme algo? —preguntó la mujer.

— ¿Qué? No —repuso Peter de inmediato. Lo había tomado desprevenido la infalible intuición de May—. ¿Por qué habría algo que contar?

— Sigues aquí —respondió May con la sabiduría de haber convivido con aquel chico la mayor parte de su vida, por no decir toda—. Si sigues aquí es porque quieres decirme algo. De otra manera ya hubieras ido a tu habitación.

Peter suspiró.

— Bien. Sí tengo algo de lo que quiero hablar contigo —afirmó rendido.

— Te escucho.

El menor empezó a merodear por el espacio, encontrando la manera más sencilla por la cual empezar.

— Es que... me gusta alguien —confesó.

May, quien no había despegado los ojos de sus acciones, otorgó importancia al asunto, dejando la estufa a fuego lento para girarse a encarar con su sobrino. Sosteniendo aún el cucharón, fue a apoyar sus manos a los costados de sus caderas. Al parecer el tema que estaban a punto de tocar le era de mucho interés.

— Supongo que no se trata de la misma chica que se fue a Oregón —indagó.

— No, no es ella.

May enarcó una ceja.

— Entonces, ¿quién es? —la mujer giró unos noventa grados para no descuidar del todo la comida—. ¿Va en tu grupo?

Peter no había dejado de ocupar sus pies, moviéndose con cautela de un lado a otro. La segunda pregunta provocó que se le escapara una tenue risa de nervios. No sabía que reacción tendría May tras confesárselo, no obstante, también tenía el consuelo de que todo iba a salir bien, pues no había persona más comprensiva que ella.

— Sí. Va en mi grupo y... hasta vive en el mismo techo que yo —Peter terminó a un lado de May, con la mirada perdida en el guiso.

— ¿Estás tratando de decirme que te gusta Loki?

Como un niño apenado, los trémulos ojos de Peter se alzaron para encontrarse con la mirada de su tía, haciendo aquel gesto de apretar sus labios mientras que asentía con su cabeza.

Con un apenas perceptible suspiro, la mujer bajó la mirada, revolviendo el guiso con el cucharón que nunca había soltado.

— ¿Sabes? Creo que por fin puedo darle explicación a la vez en la que te encontré en ropa interior con Ned en tu habitación —mencionó la mujer finalmente.

— May —se quejó Peter, sintiendo la seriedad disiparse en el ambiente. Esperaba May estuviera diciéndolo en broma—. Eso no tiene nada que ver. Ned es mi amigo.

— Obvio que no estoy hablando en serio, Peter —dijo entre risas la mujer, buscando el contacto visual del contrario—. Pensé que una broma te vendría bien para dejar de lado la tensión —le regaló una sonrisa, desocupando sus manos esta vez para tomar a Peter de los hombros—. Sabes que te amo, Peter, sea quien sea la persona que te guste.

— Gracias, May —pronunció Peter en un susurro, dándose el lujo de respirar con más facilidad.

Con cierta dicha, la mujer recordó no dejar quemar la comida, pues en un segundo podrían estar nadado en humo.

El tema no se zanjó ahí. Con el interés de May, Peter terminó dando un resumen de lo que había pasado entre él y Loki —haciendo omisión de algunos contextos, por ejemplo, el de la fiesta. Más allá de que Loki se trasladó con un portal hasta Oregón, May se enojaría si le dijera que se escapó del hotel en la noche con sus amigos para ir a dicho evento—.

— Entonces debes ganártelo otra vez —concluyó May. Era redundante mencionar que apoyaba aquella relación.

— Pero no sé cómo.

— De la manera más sencilla y honesta —respondió su tía mientras se encontraba sirviendo la cena—. No tienes que hacer nada del otro mundo. Yo te ayudaré con los detalles.

Peter a apenas si tuvo tiempo de sonreír, puesto que el ruido de la puerta principal abriéndose le hizo sentir una opresión en el estómago. Loki había llegado.

Después de la cena, Peter se quedó a recoger los platos, tomándose el tiempo de repasar los consejos y la sugerencias de May, pues no pensaba perder ni un sólo minuto. Lamentablemente, cuando llegó a la habitación, Loki le esperó dormido.

Hoy no. Mañana entonces.


Para cuando Loki despertó en la mañana, se encontró la sorpresa de que Peter no estaba en la cama. Él siempre se levantaba primero que el castaño. ¿Acaso se había hecho pipí en los pantalones? Esperaba no fuera eso, pues él habría querido presenciarlo. Sin embargo, al terminar de arreglarse y salir, se percató de que el chico no se encontraba en el apartamento.

May, ¿y Peter? —preguntó no queriendo sonar bastante interesado mientras que se servía cereal.

La mujer estaba en el sofá tomando una taza de café, a punto de irse al trabajo.

Dijo que tenía un par de cosas que hacer antes de llegar al instituto —respondió la mujer, mostrando una sonrisa cómplice que Loki no pudo ver.

El azabache trató no sentirse intrigado, pero por dentro, una vocecita suya cuestionaba: ¿Qué demonios estás tramando, Peter?

Al encontrarse en la escuela, Loki ejerció su papel de estudiante, acudiendo a su propio casillero para buscar una libreta. Hizo un muy buen trabajo al disimular que no tenía idea de que alguien le esperaba a un lado. Aún antes de cerrar el casillero ya sabía que no podía ser otro más que Peter.

— Ya sé que ayer no salió nada como lo había planeado —empezó Peter, con una pequeña pero sincera sonrisa—, pero, ¿estoy perdonado?

Loki fingió no darse cuenta de que Peter escondía algo detrás de su espalda. Le regresó la sonrisa, una más fingida, por supuesto.

— ¿Y si te dijera que no? —cuestionó Loki con su mirada altiva. No era como si realmente siguiera molesto; le gustaba jugar con Peter, hecho que nunca iba a cambiar pasase lo que pasase.

— Entonces pensaría que eres muy injusto porque tú no te has disculpado conmigo por robarme mi primer beso...

Loki frunció el ceño. Peter entendió que debía callar, de todos modos, no lo estaba diciendo en serio.

En esos momentos Ned daba vuelta por el pasillo, viendo a lo lejos a Peter y a Loki. Michelle iba con él, siguiéndolo hasta que notó que Peter escondía unas flores detrás de su espalda. Por suerte aún estaban en posición de desviarse y la morena tomó del brazo a tan despistado amigo para cambiar de camino.

— Pero ¿qué...?

— Derecho, Ned, derecho —dijo Michelle, alejándolo de allí a la fuerza.

— Lo siento —murmuró rápidamente Peter—. Tú no tienes de que disculparte por nada, estabas en todo tu derecho de enojarte conmigo y... —titubeó.

— Peter, se nos va a hacer tarde para las clases —interrumpió Loki, mirándolo seriamente.

El castaño se apresuró en ese caso a ir al punto, revelando un ramo de tulipanes amarillos. Amarillos justamente porque los había comprado pensando en Loki. No tenía bastantes ideas de cuáles pudieran ser los gustos del dios, pero le sirvió de guía la descripción que el contrario le había hecho acerca de su hogar. Tal vez el amarillo le recordara el paisaje dorado de Asgard, además de que también May se lo recomendó.

— Lo único que quiero es que volvamos a empezar, ¿sí?

— Peter —el regaño de Loki se forzó en un susurro. No podía creer que Peter se hubiera atrevido a cometer tal cursilería. No se iba a perdonar el haberse sonrojado en aquel momento por al sorpresa—. ¿Por qué haces esto? Y precisamente en la escuela.

Loki quería parecer enfadado. No era creíble en su expresión.

— Loki, es que tú... —retomó sus palabras Peter, con un ápice de timidez—. Me gustas.

En eso momentos Loki se preguntó cómo es que había llegado a enamorarse de un chico tan idiota.

— Bien —aceptó Loki, tomando aquel ramo raudamente y girando sobre sus talones para irse directo a la primera clase. Menos mal que ahora tenía unas flores para cubrir sus mejillas pintadas con el color del brezo.

Peter siguió a Loki, con una sonrisa de alivio.

— ¿Te gustaron las flores?

— No voy a contestar a eso —objetó Loki.

A la hora del almuerzo, el grupo de amigos estuvo completo. Michelle no sintió la necesidad de preguntarle a Peter qué tal le había ido, pues el que Loki se volviera a sentar con ellos respondía su pregunta.

Apenas Loki tomó asiento, fue espectador de como un pudín se añadía a su bandeja. Alzó la vista, tratando de no parecer extrañado, aunque tampoco era capaz de formular un 'gracias'.

— Sé que te gusta el pudín de chocolate. A partir de ahora te puedes quedar con el mío —aclaró Peter, desviando pronto la mirada.

Loki también desvío la mirada, tratando de que una sonrisa no se apoderara de sus labios. Era pudín y nunca le haría el feo a uno. Ya veía Peter se estaba esforzando, de una manera tan tierna e inesperada que le hacía estremecer por dentro.

— ¿Eso significa que ya no robarás más mi pudín? —preguntó Ned esperanzado.

El dios sonrió con picardía.

— Nop —dijo mientras volvía a cometer asalto sobre la bandeja del contrario.

Todos en la mesa rieron, excepto Ned.

El día transcurrió, más aligerado y sereno. Loki y Peter volverían juntos al departamento, aunque antes Michelle les había pedido que aguardaran, puesto que Thompson estaba castigado y no podía perderse el gusto de dibujarlo para su colección.

Ahí, en las escaleras de la entrada, descansaban sobre un peldaño Peter y Loki, uno al lado del otro a la espera de Michelle, quien no quería llegar a la parada de autobuses sola.

— Que loco, ¿no? Hiciste que castigaran a Flash por causa tuya —comentó Peter.

— No lo dejaría poner un dedo encima de estas flores —se excusó Loki—. Se lo merecía. A puesto a que si le hubiera dado tiempo de hablar hubiera dicho: ¿te las regaló Peter? —trató de imitar el tono irritante de Thompson.

La risa de Peter le pareció muy dulce a Loki.

— Y si hubiera preguntado, ¿qué le hubieras respondido? —quiso saber Peter.

El azabache lo pensó, dejando que el silencio fluyera entre ellos. Era uno de esos momentos en los que no sabía si bromear o simplemente decir la verdad.

— Le diría que sí —admitió—. Le diría que me las regaló un tonto.

Sin voltear el rostro, Peter se quedó sonriendo hacia el suelo. Era feliz de que el dios le volviera a hablar.

Ya que se encontraban solos y sin mucho que compartir, Loki aprovechó para acercarse y depositar un tierno beso en la mejilla del castaño.

— Te perdono —dijo Loki.

Peter se sorprendió por el gesto, volteando a ver a Loki. Éste se encontraba a pocos centímetros de su rostro y le mostraba una sonrisa, signo suficiente para que se atreviera a romper ese espacio.

La cercanía profanó la quietud interior de Loki. Fue un beso fugaz, uno que permitió que sus labios se tocaran con timidez y dulzura. Fue de lo más simple, como un roce cariñoso. Una acción tan sencilla que logró hacer revolotear la cabeza de Loki. Esto era lo que quería, así el beso no hubiera durado lo suficiente como para saborearlo.

— ¿Eso es todo? —se dignó Loki de molestarlo.

Peter frunció el entrecejo. No era su culpa que fuera tan inexperto, pero estaba dispuesto a intentarlo y a hacerlo mejor, sólo que Michelle no le dejó demostrarlo.

— Chicos, tienen que ver el dibujo. Es la mejor imagen que pude haber plasmado —llegó Michelle, no percatándose de que interrumpía puesto que Loki ya se había incorporado con rapidez.

Antes de levantarse, Peter se dio cuenta de que había olvidado algo que le había recalcado May: pedirle una cita a Loki.


Arte de: karl_owo

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