▦ Capítulo 19
El estentóreo sonido de la alarma rasgó sus sueños. Al encontrarse en un lugar no habituado para dormir, se entorpeció intentando buscar su móvil. Encontrándolo, se incorporó para sentarse, siendo más consciente de la solidez bajo su cuerpo. Había dormido en el suelo y, a decir verdad, no le favoreció mucho.
Peter recargó sus espalda en la base de su propia cama, recobrando entonces las imágenes de ayer. No hizo falta girarse para asegurarlo, puesto que, si Loki estuviera presente seguro ya se hubiera burlado de él. Aquello era un recordatorio más de que las cosas ya no eran lo mismo. Cuanto deseaba que el señor Stark hiciera su inoportuna aparición y le remarcara cuanto la había cagado; necesitaba ese sentido del humor para sobrevivir.
El departamento se encontraba extrañamente en silencio. Peter no reaccionó de manera inmediata, no hasta que se hizo oír la alarma secundaria. Sólo ahí fue capaz de observar la hora, dándose cuenta de que era bastante tarde.
— ¡No puede ser! —exclamó, poniéndose en pie de un brinco y yendo de allí para allá con rapidez mientras se vestía.
Ciertamente, la idea de que Loki pudiese ser el culpable le consolaba. Quería que Loki hiciera lo que le diera la gana con él, todo con tal de que le perdonara. Incluso soportaría el aparecer desnudo en la clase de gimnasia. Porque, sí, esos eran sus pobres pensamientos.
Como habría de de esperarse, Peter interrumpió en la mitad de la primera clase.
— Parece que el viaje a Oregón le ha confundido de horario, Parker —habló el profesor, tal vez como broma, pero sin ningún tinte de serlo en su voz.
Esto despertó, por lo mínimo, una perezosa risa de parte de los alumnos.
El profesor dejó en paz el pizarrón y con expresión seria encaró con el muchacho que aguardaba en la puerta. Con un gesto de cabeza le indicó que no siguiera ahí parado y entrara de una vez.
Peter apretó sus labios en una sonrisa, encaminándose hacia su lugar. Fue inevitable no fijarse en Loki. No le era difícil, ya que éste ni siquiera le veía. No obstante, antes de pasarlo de largo, una parte suya rogó por cruzar la mirada con él. No sucedió. Y al llegar a su lugar, ya tenía una respuesta: Loki no había atrasado su despertador.
— Peter —musitó Ned a un lado—, que alivio verte. Al ver llegar a Loki sin ti creí que él pudo haberte hecho algo.
— No, Ned —pronunció de igual manera, con los ojos aún puestos sobre Loki, insistentes en no aceptar esa realidad.
Durante la siguientes clases, toda su atención se negó a abandonar a Loki. Lo observaba, como si esperase que en algún momento él volteara y intercambiaran una fugaz, pero significativa mirada. Pero el azabache actuaba como si él no existiese. Loki se comportaba como cualquier estudiante, elaboraba apuntes, participaba, compartía un comentario una que otra vez con los compañeros de al lado y, descaradamente, Flash se había convertido en el nuevo blanco de sus travesuras. Cualquiera diría que Thompson sufría de una racha de mala suerte, sin embargo, Peter conocía el provenir de esas pequeñas maldades. No sabía cómo sentirse al respecto. Se trataba de un sentimiento muy pensado instalándose en su pecho, incapaz de poder soportarlo, ya que él quería ser el blanco de esas travesuras, quería tener la atención de Loki de vuelta a él. El error había sido el suyo, y aún se negaba a tomar las consecuencias.
— ¿Seguro de que no quieres hablar de lo sucedido? Aún te noto algo fuera de ti —habló Ned mientras que se encontraban tomando asiento en el comedor.
Con la vista en la bandeja, Peter suspiró antes de alzar su vista hacia su amigo. Le iba a ser sincero.
— Ned, aprecio que te preocupes por mí, pero no quiero volver a hablar al respecto. No estoy así a causa de Liz...
— Y menos mal —interrumpió Michelle al sentarse frente a ellos—. Sólo un tonto sufriría por algo que nunca tuvo.
Eso sonó despiadado para Peter, aunque lo tragó como la verdad que era. Y sí, menos mal que no estaba agobiado por eso.
— No sé si estar orgulloso de que lo hayas superado o preocupado de no saber la causa que te tiene así —admitió Ned con una ligera arruga hundida en su entrecejo. Peter siempre le contaba todo (a excepción de aquello de ser el Hombre Araña).
Con un confuso Ned y una aura interrogativa emanando de Michelle, el castaño meditó, viendo que su opción era una y que tenía que confesar la verdad. Peter alzó el rostro, buscando las palabras e, inesperadamente, encontrando de manera efímera la mirada de Loki, apartándola éste último en un santiamén. Pudo haber sido un segundo, pero muy bien Peter pudo captar algo en su expresión: «Estúpido Parker». Y sí, usando su apellido, pues dudaba que el dios quisiera dirigirse de una manera afable hacia él. Usar el apellido siempre era más respectivo y duro.
Michelle notó en donde se detenía la mirada de Peter. Se giró para poder encontrar el origen de su momentánea distracción, acertando con la respuesta.
— Loki —dijo la morena al girarse de nueva cuenta.
— ¿Te peleaste con Loki? —inquirió Ned—. Bueno, eso tiene más sentido.
Michelle pudo los ojos en blanco.
— Ned, ¿quisieras traerme una soda? —preguntó Michelle de pronto, mirando al moreno con una peculiar sonrisa antes de agregar—: Y sí, una soda. De las que están en la máquina expendedora al otro lado del instituto. No quiero tomar este insípido jugo —siendo un poco más fría con sus palabras, sacó el jugo de su bandeja, demostrando que hablaba en serio.
El moreno se levantó rápidamente con la disposición de obedecer. Michelle a veces podía ser aterradora.
Cuando Ned se alejó, Michelle volvió la mirada hacia Peter, quién le contemplaba con cierta perplejidad por el cambio drástico de actitud.
— ¿Pensaste en lo que te dije el otro día? —quiso saber Michelle, refiriéndose a la conversación que habían tenido en el aula de castigos.
Peter soltó aire, en definitiva aliviado. Michelle era bastante perspicaz y seguro ya se daba una idea de todo lo que estaba pasando. Era la persona indicada para hablar.
— Tenías toda la razón. Loki era la razón. Lo negué varias veces, pero creo que, después de todo, ahora soy más consciente de lo que ocurre dentro de mí —dijo, inclinado ligeramente hacia adelante, como si aún la conversación necesitara de cautela.
— Y entonces, ¿qué pasó? —había una ligera sonrisa jalando de los labios de Michelle. Era un alivio de que su amigo tuviera ya una idea lo que sucedía con él.
— Bueno —Peter hizo una breve pausa, tratando de poner en orden los hechos y arremolinándose primordialmente a lo que desató todos aquellos sentimientos—. Loki tomó el primer paso. Ahí fue donde me di cuenta. Fue inesperado, me sacó de mi. Yo no supe reaccionar y actúe mal. Entonces Loki se alejó...
— Necesita distancia —interrumpió Michelle, entendiendo totalmente como si se lo pusieran en palabras escritas—. Ya sea para buscar la forma de llegar a ti de nuevo o para desecharte al contenedor de basura.
Peter frunció sus labios. No le quedaba duda de que la chica llegaba a ser muy cruel con las palabras que usaba.
— Imagino que esperarás por una señal para hacer algo —prosiguió la chica.
— Pues es que no sé que hacer.
— Lo sabes —aseguró—. Si él ya dio el primer paso, entonces te toca a ti. Lo vas a enfrentar primero, sin titubear. No es momento de quedarte a pensar. Vas a perder si no le demuestras de lo que tú eres capaz de hacer tratándose de él.
Michelle le inspiraba tanta seguridad. Peter casi deseó pedirle que cambiaran de lugar, no obstante, llegó a contagiarse con aquel vigor, muy a pesar de que muchos detalles no terminó por especificar.
— Bien, eso haré —concluyó Peter, irguiéndose sobre su asiento.
— Me alegras que hayas vuelto, Peter. O sea, al cien por ciento. Este es quién eres tú. Un Peter decidido.
Algo flaqueó dentro de Peter. El hecho de que Michelle pusiera tantas esperanzas en él le hacía retener más temor de que pudiera fallar. Pero como había dicho, no había tiempo de pensar, porque de hecho ahora observaba cómo Loki se levantaba de su lugar. Ahora o nunca.
— Si no vuelvo en tres minutos, quiero que vengas a interrumpir, ¿sí? —pidió Peter.
— ¿Por si las cosas se salen de control? —inquirió la chica con una ceja enarcada.
— Por si las cosas se salen de control —repitió Peter, disimulando su nerviosismo.
— Cuenta conmigo.
— ¿Qué se va a salirse de control? —preguntó Ned, habiendo llegado apenas unos cuantos segundos antes.
Peter ni siquiera se pudo dirigir a su amigo, enfilándose hacia Loki. Tuvo que acelerar un poco el paso al verlo salir del comedor. Lo alcanzó poco después de haber atravesado la puerta, encontrándose con él en el solitario pasillo. Peter lo tomó del brazo, igual que aquella vez en la que lo detuvo en el jardín.
— Loki.
Y era aquí donde el ímpetu provocado por una concisa charla se esfumaba. Los ojos esmeralda, sin llegar a ser fríos, lograron congelarle las palabras. Justo en ese momento deseaba que la tierra lo tragara para tener más tiempo de pensar su discurso.
Loki permaneció en silencio, inquisitivo ante lo que fuera a decir Peter. Se encontraba bastante sorprendido por la brusquedad del encuentro, así no lo pareciera. Sabía guardar muy bien las apariencias bajo aquel rostro hierático.
— Perdón —soltó Peter por fin.
Loki alzó los hombros de forma casi perceptible, llevando su mirada a divagar como si aquello no le dijera nada.
— Soy un idiota —agregó, recobrando las fuerzas—. Y estoy seguro de que eso ya lo sabes, aunque presiento que te sería más satisfactorio escucharlo de mí. Soy un idiota, ¿de acuerdo? Y no espero que estés feliz con esto, porque ni siquiera yo lo estoy. Tú lo dijiste: estoy en un lío. No quiero que mal entiendas mis acciones, es sólo que... estaba muy confundido. Perdóname, ¿sí? Si es que te ofendí o...
Peter suspiró. Otra vez el habla empezaba a fallarle. Y Loki no decía nada, lo cual no lo ayudaba a calmar la inquietud de su corazón.
Antes de que el silencio se volviera más tenso de lo que ya estaba, Peter recurrió a su último recurso, el cual acaba de ocurrírsele. Tal vez Loki quisiera que todo sucediera recíprocamente. Si él lo había besado, entonces ahora le tocaba devolver ese gesto.
«Si él ya dio el primer paso, entonces te toca a ti»
Con todo el valor que poseía, Peter agradeció el no haber soltado el brazo de Loki, ya que de esta manera pudo atraerlo hacia él. Tenía la esperanza de que todo se resolvería de esta manera. Lástima que sólo se tratase de esperanza.
Loki se dejó acercar, ya que Peter lo había tomado desprevenido, sin embargo, lo detuvo justo a tiempo al adivinar sus intenciones, haciendo que los labios de Peter recibieran su palma.
— ¿Qué haces? —habló por fin Loki, extrañado por su repentina determinación.
— Arreglo las cosas —dijo Peter, sintiéndose equivocado por el tono de voz que empleó Loki. Retiró de en medio la mano del contrario.
— ¿Y me vas a besar? —preguntó incrédulo el azabache.
— Eso planeaba. Se supone que estamos empezando de nuevo y te quería besar. Sospecho que el beso pasado no fue del todo agradable —el castaño empezaba a sentir el rubor correr por sus mejillas.
— ¿Querías? En pasado —sopesó Loki, aunque internamente estaba jugando con el contrario.
Peter inspiró profundamente.
— Quiero —aseguró, volviendo a acercar a Loki, siendo interrumpido por la mano del contrario nuevamente, pero además, por una voz.
— ¿Qué se supone que estás haciendo, Peter? —inquirió Michelle apareciendo a un costado de ellos.
— Estaba a punto de besarlo hasta que alguien interrumpió —enfatizó Peter hacia la chica.
Michelle se quedó anonadada. No había otra palabra para definir su reacción. También había algo de desconcierto, confusión y, finalmente, entreabrió la boca en un gesto de haberlo entendido todo.
— ¿Te gusta Loki? —tenía que confirmar su razonamiento.
— Sí —el castaño palideció. ¿Acaso Michelle no había entendido todo?
— No puedo creerlo —se permitió probar sus palabras antes de sacar la verdad—. Todo este tiempo creí que estabas bajo el control mental de Loki.
— ¿Qué? —dijeron al unísono ambos chicos.
— Sospeché que él era Loki, el mismo que vino a destruir Nueva York. Nadie lo indagaría porque al parecer todos olvidan todo en esta ciudad, pero yo, claro, no lo podía dejar —explicó, apoyando sus manos en la cintura para mirar unos momentos al suelo y después a los jóvenes en frente—. Peter, creí que te estaba controlando, metiéndose poco a poco en tu cabeza para conseguir un pase directo con Stark y así cobrar venganza.
Fuera de la gran imaginación que parecía tener Michelle, Peter se quedó perplejo, tanto que soltó su agarre de Loki.
— ¿Por qué no lo dijiste desde el principio? —preguntó Peter, no sabiendo cómo procesar el hecho aún.
— No sé. Quise ser precavida. Tal vez Loki ya ocupaba tu cabeza y si te lo decía directamente entonces él descubría que yo lo he descubierto —dijo la chica, algo frustrada de que la realidad hubiera sido menos emocionante.
La cara de Loki era de estupor. Sin duda pensaba que la chica era muy lista, demasiado, y la admiraba por ello, pero no cabía espacio para reconocerlo. Aún seguía sin creérsela. Así que, de la nada, dio media vuelta y empezó a andar por el pasillo, con un paso lento mientras inclinaba su dirección hacia los casilleros, llegando a apoyarse en uno, como si de pronto se le hubiera ido la fuerza y necesitara recargarse.
Peter y Michelle intercambiaron miradas, extrañados ante la pequeña distancia sin motivo que puso Loki. Lo siguieron de vista y, cuando éste se detuvo, pronto descubrieron por qué.
El cuerpo de Loki tembló. Parecía estarle pasarle algo, mas pronto la inesperada risa interrumpió en el ambiente. Primero retenida, después fueron carcajadas. El azabache sostenía su abdomen, no pudiendo soportar tanta diversión. Jamás había reído de una manera en la que le doliera. Y era porque Michelle era todo un caso y Peter un idiota. Ambas partes igual de graciosas.
Peter suspiró, sin moverse de su lugar. Nunca había tenido la oportunidad de ver al dios reír de esa manera, y algo dentro suyo se tranquilizaba. Sentía que, después de esto, tal vez no tendría que empezar de cero con Loki.
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