▦ Capítulo 16
— May, hay un monstruo debajo de mi cama. Es horrible.
— Jaja, que gracioso, Loki —convino Peter con cierta ironía desde su lecho.
La mujer se detuvo en medio de la habitación, cruzando los brazos con tal de fingir encontrarse ofendida.
— Loki Laufeyson —regañó May en juego—. No puedo creer que digas eso. Peter no es un monstruo y mucho menos horrible —se fijó en su sobrino, no pudiendo evitar reír para cambiar su actuación y acercarse a tomar asiento al borde del colchón—. Es el chico más precioso que he visto en mi vida.
Peter se quejó al percibir aquellas palabras como propias con las que alguien se dirigiría a un niño.
— ¿Qué pasa, Peter? No me digas que te avergüenzas de eso —se entrometió Loki, asomándose desde la litera de arriba.
— Puede que sí, pero soporta mis niñerías tanto como yo he soportado las suyas —habló May, volviendo a dirigirse a Peter—. Además, con eso de que te irás unos días a Oregón tengo que desquitar mi cariño contigo. No sé que haré todo ese tiempo sin ti.
— Son sólo tres días. No creo que te vayas a morir con mi ausencia por un periodo tan corto —repuso Peter relajadamente.
— No sabes lo que eso significa para una madre. Tres días o una hora, siempre nos preocupamos y los extrañamos irremediablemente cuando se distancian —acarició la mejilla de Peter, no tardando en agregar—: A puesto a tu madre debe extrañarte de igual manera, Loki.
Peter se tensó en sus adentros. Como hubiera deseado darle más detalles a su tía de la verdadera circunstancia de Loki para evitar que temas así pudieran ser relacionados. Dudaba que el azabache contestara, no obstante...
— No tanto como yo la extraño a ella —dijo antes de apartar su figura, dejando a los ajenos con la incertidumbre de la expresión que se pudiera estar apoderando de su rostro en ese momento—. Ya hace tiempo que falleció.
— Oh, lo siento mucho...
— No importa —interrumpió Loki, quien yacía completamente acostado y mirando hacia el techo.
May entendió que había hablado de más. Volteó a ver a Peter acusándolo de no haberle advertido y en respuesta el chico se encogió de hombros y negó con la cabeza, mostrándole en lenguaje mudo que él no estaba muy enterado al respecto.
— Digan algo —dijo Loki, casi pudiendo formular en su mente todo lo que Peter y May se pudieran estar transmitiendo en aquel silencio.
May liberó un melodioso suspiro.
— Bueno, ya es tarde. Hora de irnos a dormir —dijo mientras se reclinaba para dejar un beso en la frente de Peter. Se incorporó y, seguidamente, se detuvo antes de salir de la habitación—. Buenas noches, chicos —trató de ver a Loki desde aquel ángulo, notándolo abstraído en el techo. Hubiera deseado que él contrario voltease el rostro para poder regalarle una dulce sonrisa de apoyo.
Las luces se apagaron y la puerta emitió un tenue chirrido al ser cerrada con lentitud. Peter se recostó completamente, meditativo ante el silencio que se había propagado en el ambiente.
— Lo siento...
La risa tenue y ronca de Loki rompió con su oración.
— ¿De qué te disculpas, Peter? —inquirió el azabache, con una fina curva adornando sus labios.
— No sé —admitió el contrario—. Pareciese como si hubiéramos tocado un tema muy delicado.
— ¿Y crees que ahora mismo me encuentro acostado, llorando por el repentino oleaje del recuerdo?
Peter titubeó.
— No... Aunque creí qué tal vez querrías hablar al respecto.
— Como dije, son cosas del pasado —aguardó unos momentos, mordiendo su labio antes de agregar—: Si tanto quieres hablar entonces cuéntame de Liz.
Peter dejó lo ojos en blanco.
— Ya te hablé de ella —repuso.
— No tanto como deberías. Empiezo a pensar que tal vez ya no te gusta —sentenció Loki.
— Me gusta... —vaciló—. Es complicado. No es como antes, pero algunas veces pienso en ella. Eso debe significar algo, ¿no?
¿Por qué le estaba contando eso a Loki? Era algo extraño y, al mismo tiempo, le hacía sentir más tranquilo, como si fuera la charla que nunca antes había tenido y que necesitaba.
La habitación se quedó en silencio un breve instante y, seguido de esto, Peter escuchó la fricción de la sábanas de arriba, obteniendo signos de que el contrario estaba moviéndose con la intención de bajar. Por inercia empezó a incorporarse hasta sentarse, no tardando en sentir el peso de Loki sobre el colchón. Entornó los ojos, buscando delinear el rostro del contrario bajo la penumbra.
— Déjame ver —pidió Loki con un susurro, haciendo amago de acercarse más.
El peso del azabache se inclinó hacia adelante. Peter se inquietó ante la cercanía y, tal vez un poco por la incertidumbre de lo que fuera a hacer el contrario, trató de hacerse hacia atrás.
Al notar la tácita resistencia, Loki apuró en explicarse.
— Tus recuerdos, déjame verlos.
— ¿Puedes hacer eso? —preguntó Peter algo ofuscado.
Loki asintió, percibiendo Peter el gesto en la penumbra.
— ¿Sólo para eso? ¿Me prometes que no entraras en mi cabeza y me manipularas mentalmente?
— Lo prometo —afirmó el dios con apenas una audible risa.
— Bien —murmuró Peter, enderezándose para no seguir evitando la cercanía.
Sintiéndose el uno al otro como el único medio de hacerlo mediante aquella oscuridad, Loki acercó su mano con propósito de apegar su palma a la frente del contrario, no obstante, a medio camino cambió sus planes, tomando ambas mejillas ajenas para aproximarse y apegar su frente con la de Peter.
La repentina acción le hizo sentir un vuelco en el pecho y un incipiente mar de ideas. ¿Por qué las manos de Loki siempre estaban tan frías? Tan frías pero latentes; con vida. Su frente conectada a la suya, experimentando el trasiego del frío al calor. Y de haber estado con la mente vagando, de pronto la sonrisa de Liz apareció en sus imágenes internas, teniendo la sensación de empezar a hundirse poco a poco en el recuerdo, desde el primer día que la conoció hasta el último día en que la vio. Todo pasó lentamente y, aún así, lo sintió tan fugaz cuando Loki empezó a separarse.
— Estás hecho un lío —susurró Loki.
— ¿Eso crees? —decía Peter, quien parecía estar saliendo de un letargo. Ahora parecía que la oscuridad era menos densa, pues podía distinguir con más claridad las facciones del delicado rostro ajeno.
— Sólo puedo decirte que no estás lo suficientemente seguro —Loki llevó su mano a apoyarse sobre el pecho del contrario—. Pasó tiempo, y piensas en ella, no porqué te siga gustando, sino porque te sientes comprometido desde el momento mismo en el que ella te correspondió. La cuestión ahora es: ¿ella seguirá esperándote a ti? Si no le puedes dar una respuesta a esa pregunta, supongo que nunca podrás sacártela de la cabeza.
Peter se aturdió un poco, con el corazón aún latiéndole con rapidez por la fina presión de la mano de Loki en su pecho. Tenía quitárselo de encima si quería pensar con claridad.
— Es aterrador... Que veas a través de mí —añadió mientras apartaba el tacto de Loki—. Lo pones en palabras cuando ni siquiera yo he acabado de entenderlo.
— No te esfuerces por entenderlo. Cuando la veas lo entenderás —dijo, empezando a retroceder para bajar de la cama, pero antes, Peter le tomó del brazo.
— ¿Por qué haces esto?
«Porque ahora tampoco puedo entenderme a mí mismo»
— Porque estoy en deuda contigo —pronunció, con el tacto de Peter quemándole justo en donde lo sujetaba.
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