▦ Capítulo 15
Dentro de la cena, Peter se vio obligado a tratar los hechos con May, y por consiguiente, con Loki. La compresión fue rotunda por parte de su tía, quien no se enfocaba en un arrebato de rebeldía, sino en la iniciativa de haber defendido a su compañero. Aunque por el contrario, la aptitud de Loki desilusionó un poco al castaño. Parecía que para el dios el asunto le era indiferente, como si el hablar mal a sus espaldas no fueran en absoluto un agravio ¿Y qué esperaba? De igual manera había censurado bastante las palabras de Thompson, pues con presencia de May sabía muy bien que sería la primera ofendida y ella no querría dar por zanjado el asunto. Él ya disipado de todo humor furibundo, lo único que deseaba era dejar el caso en el pasado. Incluso en su fuero interno ya había perdonado a Flash, pues no era para nada rencoroso. La única posibilidad que cabía era que éste le guardara resentimiento por el golpe, pero no era como si llegara a preocuparle.
▦
Al día siguiente todo continuó su rumbo como si los sucesos de ayer no hubieran marcado lo suficiente como para crear un cambio en el ambiente. Loki estaba de vuelta y la rutina escolar avanzaba con normalidad.
— Peter, tienes que ver esto —la voz de Ned se tiñó de entusiasmo, soltando un leve golpe al brazo de su amigo para llamar su atención. Mostró la pantalla de su celular, dejándole ver la noticia mientras que él mismo la citaba—. ¡Liz va a hacer una fiesta de cumpleaños este fin de semana! Es tu oportunidad.
Michelle, quien algunas veces se dedicaba más a leer que a comer en la hora del almuerzo, descubrió su rostro del libro, demostrando como siempre lo atenta que era con el exterior.
— ¿Hablas en serio? —inquirió en un gesto que le hizo arrugar el entrecejo. A veces le era difícil creer que ese chico en verdad se encontrara en el Decatlón Académico—. ¿En Oregon? No sé si estés informado pero ese lugar se encuentra al otro extremo del país.
La chica lo había dicho, Peter ya no tenía porque repetírselo a su amigo.
— Tiene razón. Ni si quiera podríamos ir —suspiró el castaño, viendo cómo su pudín de chocolate abandonaba su bandeja por obra de la mano de Loki.
— ¿Quién es Liz? —inquirió el azabache con la vista en el postre que acababa de robar. No se veía muy interesado, como si sólo preguntara por no quedar ajeno a la conversación.
— Una chica del Decatlón Académico. El año pasado ella se encontraba en el último curso y ahora está muy lejos de aquí —contestó Peter, un poco tenso al hablar del tema.
— ¿Así hablas de las demás personas? —intervino Ned, dirigiéndose ahora hacia Loki para contar todo el detalle que su amigo había omitido y que consideraba de vital importancia—. Liz es la chica que le gusta. Lo mejor de todo es que ella también le correspondió, pero como ya te dijo Peter: se mudó muy lejos de aquí.
— Toda una trágica historia de amor —concluyó Michelle volviéndose a meter entre las páginas de su libro.
Loki no dijo nada, dándole prioridad a esa delicia de chocolate.
— Como sea —Peter quería cambiar de tema. No era que Liz no importara, de hecho a veces se sorprendía pensando en cómo sería si las cosas hubieran tomado un giro diferente al actual. Sí, la había querido, pero ya había pasado tiempo y era un poco complicado seguir manteniendo la esperanza que aún albergaba Ned respecto a la relación. No le inquietaba el hecho de que si aún le gustaba o no, sino el como todo se quedó flotando en el aire, como si las últimas palabras compartidas no hubieran sido suficientes para dejar todo claro entre ellos. Ni amigos, ni algo más que amigos. Eso era lo único que lo perseguía; el que ni siquiera hubiera tenido algo estable con ella, fuese lo que fuese.
— Vamos, amigo. Liz es perfecta para ti, no deberías de rendirte fácilmente —continuó Ned—. A puesto a que ella sueña con que aparezcas un día en su ventana y... —el moreno empezó a imitar sonidos de besuqueos.
— Ned —le otorgó un codazo, tratando de que se detuviera con eso.
— Sigan soñando, perdedores. Supongo que sólo podrán vivir eso en sus oscuras fantasías —comentó la morena sin despegar la vista de su lectura. Aunque Peter fuera su amigo, no conservaba muchas expectativas de esa relación.
En ese momento, Thompson pasó al lado del comedor. No fue entrometido en esta ocasión, dejando en claro que el acto de Peter lo había ahuyentado... por el momento, tal vez. Pasó muy rápido y con la cabeza gacha, como si tratase de evitar cruzar mirada con algún miembro de aquel grupo, especialmente con la de Loki.
— Ah, Flash —llamó de pronto Loki antes de que los pasara por alto, tomando también por sorpresa a los de su misma mesa.
El mencionado detuvo sus pasos en seco, y a pesar del titubeo, se dio la vuelta con suma lentitud, mostrándose bastante tenso.
No había certeza de si Loki había estado prestando atención al tema de Liz o había estado esperando todo ese tiempo a que Flash se apareciera frente a sus narices. Fueran cualquiera de las dos opciones —o incluso ambas—, decidir actuar le tomó todo lo que demoró en acabarse el postre. El envase vacío yacía sobre su bandeja y el azabache ya se encontraba encarando con su víctima.
— Creo que tienes algo en el hombro —agregó con sencillez el dios, con los codos sobre la mesa y los dedos de sus manos entrelazados entre sí mientras sus ojos adquirían un brillo maléfico.
Thompson se había alterado desde que escuchó al contrario pronunciar su nombre. Podo jurar que Loki tomaría cartas en el asunto respecto al problema de ayer, pues lo conocía y sabía que alguien como él no se quedaría de brazos cruzados. No obstante, se quedó ofuscado ante lo que prosiguió. Hubiera tenido tiempo de suspirar de alivio sino fuera porque al revisar encontró una tarántula caminándole por el hombro.
Fue una reacción inexorable. El comedor se llenó con los despavoridos gritos de Flash. Se oía cual niña al tiempo en que se retorcía y bailaba tratando de quitarse de encima al arácnido. Era obvio que para esas alturas todos en el comedor ya se encontraban riendo y tomándolo con bastante gracia.
— Nadie que dice que mi trasero es exuberante sale ileso —aseguró Loki con orgullo, inclinándose hacia Peter para dirigirse exclusivamente a él.
Peter sonreía divertido por el desenlace de los acontecimientos, siendo su expresión interrumpida al escuchar a Loki. No podía procesarlo todavía.
— Espera, ¿tú...? —preguntó, sintiendo la vergüenza aparecer por haber mentido ayer con el: "Flash dijo que tu cabello es un desastre". Tal parecía que era imposible engañar al mismísimo dios del engaño.
Loki adivinó que Peter internamente estaría debatiendo la manera en la que él había adquirido tal conocimiento. No pensaba dar explicaciones del cómo lo había hecho: un buen mago nunca revela sus trucos.
— Nada se me escapa, Peter —la sonrisa abierta reveló la complicidad de su intención, guiñándole un ojo a Peter antes de salir de su lugar. Pensaba ir a buscar más pudín. Era la cosa más exquisita que había probado en todos los nueve mundos desde que había llegado allí.
— ¡Ahora está en mis calzoncillos! —se escuchó a Flash con desesperación, siendo aún la burla de medio instituto.
— ¡Que no tienes nada! —insistía un profesor que se había acercado ante el alboroto. Por poco y consideraba que aquel chico acaba de perder la cabeza.
Fue en ese momento en el que Peter cruzó miradas con Ned y con Michelle, iniciando en el grupo otra rondas de risas. Era realmente gratificante que al final Thompson obtuviera su merecido.
▦
La noticia de Mr. Harrington fue un aliciente más para el buen ánimo que se estaba formando en ese día.
— Dado el primer lugar que obtuvimos en la nacionales, se nos ha invitado con privilegio a la gran exposición de ciencias en Oregón —anunció el asesor del grupo, esperando transmitir la efusión que él mismo poseía a los jóvenes pertenecientes al Decatlón Académico—. ¡Preparen sus maletas!
Los compañeros del club reaccionaron con alborozo, pues un viaje hacia allá requeriría de hospedarse unos cuantos días. Ned y Peter interceptaron sus miradas al instante, diciéndose mucho con el simple hecho de verse entre ellos. Eso sólo significaba una cosa:
— ¡Sí, iremos a Oregón! —clamó con brío Ned, empezando a dar puñetazos al aire como si golpeara una bolsa de boxeo inexistente, tratando de desembocar toda su emoción.
— Iremos a Oregón —repitió Peter con media sonrisa de no creer la noticia que acababan de darles.
— ¡Vas a ver a Liz! —chilló de entusiasmo el moreno—. ¡Esto es el destino, amigo!
Sí, no cabía duda de que si iba a Oregón por ley tendría que ir a ver a Liz después de todos esos meses. Peter tenía que arreglar las cosas con ella.
— Jaque mate —pronunció aquel chico moreno del club de ajedrez, dejando a su contrincante sin ninguna salida.
Era la primera vez que Loki perdía en una partida de ajedrez, eso a excepción de todas las demás veces en las que dejaba ganar intencionalmente a sus compañeros para no ser siempre el que saliera victorioso. Estaba distraído, lo sabía. Y era porque había dos palabras que lo habían distraído desde la hora del almuerzo y actuaban tras bambalinas dentro de su conciencia:
Oregón. Liz.
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