▦ Capítulo 14
Los libros cayeron a sus pies junto con parte de su dignidad. A estas alturas sabía muy bien que el título de príncipe no tenía valor en absoluto. El respeto debía forjarse, no con más respeto, sino con fuerza. Era una lástima que siempre estuvieran subestimándolo.
— Eres débil. La fuerza no se consigue en una biblioteca. Preferiría como rey a alguien que practicara todo el día en el campo de entrenamiento. Sólo alguien así tendría la capacidad de defendernos.
Eran solamente unos pubertos, infantiles y molestos. Loki siempre lo dejaba pasar, porque no eran el único par que llegaba a hacerle comentarios crueles. Por ningún motivo se permitiría rebajarse a ese nivel tan pueril.
— Si tú por lo menos supieras cómo llegar a la biblioteca ya sabrías que arrojar las pertenencias de otros es bastante grotesco —contestó Loki imperturbable, mirando de soslayo los libros que yacían en el suelo.
— Peleemos —propuso el muchacho guerrero—. Nosotros dos contra ti. Si nos demuestras que tu magia puede vencernos te dejaremos en paz.
— No tengo nada que demostrarles —el joven Loki retrocedió un paso. No pensaba iniciar un combate en el pasillo del palacio; así les pudiera dar una paliza, sabía que Odín le reprendería.
Eso era lo que pasaba y era parte de su triste realidad. A veces prefería escapar de estas situaciones antes de enfrentarse a Padre de Todo, porque hiciese lo que hiciese, parecía que el mayor nunca estaba conforme con su forma de actuar.
— Porque eres débil —sentenció el chico mientras sonreía, impulsado a dar rienda a una pelea allí mismo.
El príncipe de cabellos azabaches sabía defenderse, y estuvo a punto de detener ese puño cuando una figura se interpuso.
— Mi hermano no es débil —pronunció Thor mientras sostenía el antebrazo del aspirante a guerrero—. Si son tan fuertes como presumen entonces enfréntese a mi. Si me vencen, entonces pueden pasar al siguiente nivel y enfrentar a Loki.
El joven bufó por la intervención, arrebatando su brazo del agarre del adolescente rubio. Hizo ademán de marcharse junto con su compañero, pero antes, dedicó una mirada de desprecio a Loki.
En un abrir y cerrar de ojos, Thor ya lo había mandado al suelo de un golpe.
— ¿Sabías que ese es un gesto bélico? Traté de advertirte. Tal parece que no te importó —habló Thor con gracia, dado que el de abajo se encontraba noqueado.
Había pasado tiempo, tiempo desde la última vez que Loki se había sentido respaldado por Thor. Era un periodo de cambios, tantos que los últimos momentos amenos podían distinguirse dentro de su infancia, cosa que ya se había quedado algo atrás. Era bueno saber que, ante el ligero distanciamiento, Thor siempre iba a ser el mismo. El rubio era el único que lo protegía, y el hecho de que eso no hubiera cambiado le hacía regocijar internamente. Lástima que ahora su orgullo sufría de altibajos y no podía demostrar a Thor cuan aliviado se sentía de tenerlo.
— Esta no es tu pelea —soltó entre dientes el azabache mientras se agachaba a recoger con apremio sus libros.
— No, pero eres mi hermano. Cualquier pelea tuya se convertirá en mía —se agachó junto con él, tratando de ayudarle.
Loki le apartó la mano y, posteriormente, se incorporó con sus cosas en brazos.
— No es así. A puesto a que Odín te reconocerá en la cena por lo que hiciste, pero, ¿y si yo lo hubiera dejado inconsciente? ¡Entonces yo sería el malo de la historia! —la voz le tembló, más que nada por la furia que le invadió.
— Loki...
El mencionado se dio la vuelta, alejándose de su hermano y negándose a escuchar más. Era una lástima que se encontrara tan ofuscado como para agradecer a Thor. Últimamente no era sincero consigo mismo, todo por el simple hecho de que existían otras cosas que le decepcionaban.
Fue en esa adolescencia, cuando Loki dejó de ver en su interior. Evadía y estallaba, y a pesar de que esto sólo había durado una etapa, se llevó el arrepentimiento de no haber valorado todo lo que Thor hizo por él...
▦
De pronto las ganas de practicar se le habían ido al dios del engaño. Ni siquiera tuvo que hacer un movimiento de manos para cerrar el portal; la cabeza se le había abrumado de pensamientos, haciéndole perder el hilo de su magia. Ahí, solo en la azotea, la ciudad adquiría una tranquilidad fuera de lo natural. Todo dejaba de ser más ruidoso, todo parecía moverse un poco más pausado. Sólo una palabra podía definir su estado: conmovido.
Sí, lo había visto todo. Y no era como si los impropios insultos le hubieran afectado en lo más mínimo. Peter le había defendido por algo que él consideraba una tontería y eso era lo que le descolocaba el corazón. El simple hecho de que el castaño se hubiera atrevido...
— ¿Qué has hecho, Peter? —murmuró al aire.
▦
El tic tac del reloj no hacía un buen trabajo en aminorar el peso del tiempo. Aunque tampoco lo hacía aquel video acerca de la motivación protagonizado por el mismísimo Capitán América. Ahí se encontraba de nueva cuenta y ni siquiera se sentía fuera de sí. Realmente necesitaba ese tiempo a solas, aunque no pasó mucho antes de que el chistar del alguien lo sacara de su ensimismamiento.
— Peter —llamó Michelle, quien se encontraba a la izquierda del castaño y como a dos lugares de distancia. No estaba susurrando, sin embargo, sí empleaba un modo de voz más suave y quedo.
Peter giró la cabeza en su dirección. No había percatado de su presencia allí, o puede que sí, con la diferencia de no haberle otorgado la suficiente atención.
La chica mostró la cara de su libreta, en la que había estado trabajando los 45 minutos anteriores. Un dibujo a lápiz de un Peter pensativo o tal vez distraído. Y no era lo único. Había dibujado también una nube sobre su cabeza y era fácil adivinar que Loki era el que se encontraba plasmado dentro de la figura.
Para Peter, el dibujo no adquirió mucho sentido, seguramente por la parte en la que Loki se incluía en la imagen. Pensaba que a Michelle le gustaba dibujar personas en crisis, y él no se sentía como tal. A menos que no estuviera entendiendo que tipo de crisis había querido plasmar la morena en su arte.
— Te absorbe, Peter —habló con convencimiento Michelle. Sabía que el profesor no se despertaría por nada del mundo, por lo que no le importó iniciar la conversación—. No te das cuenta, pero lo hace.
— ¿De que hablas? —inquirió Peter, susurrando a diferencia de la chica.
— Golpeaste a Flash. El Peter que yo conozco jamás se atrevería a recurrir a la violencia. Y más importante aún, el motivo fue Loki —dejó la libreta a un lado para recargar su codo en la butaca y sostener con su mano su cabeza ladeada mientras observaba a Peter como si ella sí pudiera verlo todo claro dentro de esa cabeza.
Con un suspiró, el castaño permitió una pausa en el ambiente, reclinándose sobre su lugar e intentando tomar el tema de la conversación.
— No podía permitir que hablara de esa manera —murmuró.
— Pero te abalanzaste sobre él. ¿Hubieras hecho eso antes? Porque él sí ha hablado así de otras personas pero no te he visto hacer algo al respecto.
— Sí, lo hice, lo siento. No puedo regresar al tiempo, ¿sí? Todo pasó y ya —se dejó caer sobre el respaldo, manteniendo aún su mirada apartada.
— No, no puedes regresar al tiempo... pero si pudieras, ¿cambiarías tus acciones? —cuestionó Michelle, entornando sus ojos suavemente.
El silencio obteniendo dictó la respuesta.
— Le das prioridad a Loki —prosiguió la chica—. ¿No crees que eso signifique algo?
— ¿Algo además del hecho de que ahora lo considero un amigo? No lo creo.
La chica sacó el aire de sus pulmones en un gesto de frustración, enderezando su postura tras haber puesto los ojos en blanco.
— Estás muy abstraído, Peter. Date cuenta de eso —empezó a recoger sus cosas metiéndolas en su mochila—. No digo que no seas el mismo, pero algo ha cambiado desde que él entró en tu vida.
Esas fueron las últimas palabras que Michelle le dijo antes de marcharse, las mismas palabras que se quedaron suspendidas en el aire cuando Peter se encontró tratando de entender a que venía toda esa charla, si es que se pudiera llamar así. A veces la chica tenía ideas extrañas, mas no por ello eran desechadas. Todo lo que le dijo en ese rato lo dejó meditativo hasta que el castigo finalizó.
▦
El brío de su andar se encontraba menguado en comparación a la actitud con la que había salido aquella mañana. El problema en sí ya no era lo que había sucedido, sino el cómo tendría que encarar los hechos con May. La escuela ya había avisado desde que se dictó el castigo, lo cual significaba que su tía ya estaba más que informada. Tendría que pensar en un buen argumento para explicarle el porqué de su comportamiento en esta ocasión.
El silencio y la quietud fue su recibimiento. Era un alivio no encontrar a May sentada en el sofá y con una mirada lo suficientemente inquisitiva como para transparentarlo al instante. Aún sin señal alguna, avanzó con cautela, encontrándose con una nota encima de la mesa del pequeño comedor.
«Salí a comprar la cena, tu favorita. Tenemos mucho de que hablar. M.»
No era como si eso significara algo malo. May no iba a gritarle o reprenderle severamente. Ella era más de charlar, como una plática que no tenía como único fin el decirle lo que estaba bien o no. Ella estaba muy dispuesta a escuchar y comprender que pasaba con él, cosa que cierto modo ayudaba más que un castigo. A veces sentía que May estaba hecha para ser una madre y él estaba muy agradecido por tenerla a su lado.
Entonces, no demoró mucho en asociar el silencio con la ausencia. Confiaba en Loki, sin embargo, la vaga idea de que se hubiera marchado le llegó como esquirlas incrustándose en su pecho.
— Por favor —suplicó para sí mismo mientras se dirigía a la habitación. Lo último que deseaba era que su día se arruinara de esta manera.
Al abrir la puerta, fue otro tipo de sorpresa con la que se topó.
— Hola, Peter.
La impresión le ganó al castaño, ni siquiera un saludo de vuelta pudo ofrecer. De entre todas las alternativas, esto era lo único que no cabía dentro de los estribos de su imaginación.
— ¿P-por qué te pusiste mi traje? —no estaba molesto, incluso había rastros en su rostro de querer reírse.
Y es que ahí estaba el 'hombre araña', colgado de cabeza sobre el techo de su propio dormitorio.
— Curiosidad —respondió Loki como si fuera lo más normal del mundo robarse un traje.
Por fin una tenue sonrisa le ganó a Peter, dejando caer con suavidad su mochila al lado para acercarse a Loki.
— Estás loco —dio por hecho mientras llevaba sus manos al borde de la máscara para retirarla, congelándose unos momentos al desenmascarar la mitad del rostro. Se quedó embelesado por aquella media sonrisa que mostraba Loki, aunque la estuviera apreciando al revés.
— La locura es una cualidad —le respondió Loki.
Peter terminó de retirar la máscara, riendo con disimulo ahora que toda la melena oscura de Loki caía hacia abajo.
— ¿Sabes?, hoy tuve un día loco. Es como uno de esos días cuando presientes que todo irá bien, pero entonces haces algo, algo que nunca pensaste hacer. Es como cuando de un momento a otro te sientes tan ligero y por sólo una cosa ya te agobias por el imprevisto peso sobre tus hombros. Lo que queda es el final del día, donde todo puede seguir igual o puedes conseguir volver a sentirte bien, y creo que justamente acabas de hacerme sentir mejor. Gracias... por tu locura —soltó de pronto Peter. Necesitaba dejar salir algunas cosas después de todo lo sucedido.
— De nada, aunque tampoco pedí opinión acerca de tu día. Estaba esperando a que terminaras porque es incómodo estar en esta posición —confesó Loki con un gesto de inconformidad, aterrizando en el suelo con agilidad apenas Peter retrocedió.
A pesar de recibir esa respuesta tan característica de Loki, Peter ya se sentía mejor. Sí, algo había cambiado, y no lo decía por el hecho de que ahora toda la habitación se encontraba ordenada y pulcra. Él mismo se lo había dicho a Michelle inconscientemente. Loki no era malo, muy a pesar de las expectativas que había tenido consigo desde el principio. Ahí radicaba su pensamiento, en el no creer que esa persona haya sido la misma que tiempo atrás intentó destruir Nueva York. Loki no era ese. Loki era la sonrisa traviesa que encontraba cada vez que lo veía; era el enigma de unos ojos esmeralda, el humor espontáneo y la complicidad hecha persona. Pero más importante aún: consideraba a Loki un amigo.
— Bien. Quítate mi traje —pidió Peter con despreocupación.
— ¿Y sí digo que no? —retó Loki alzando una ceja.
Para cuando la tía May llegó, la casa rebosaba de las risas provenientes de la habitación. Era una sorpresa que no estuvieran causando caos en esta ocasión.
— Creo que estaré en deuda con Stark —susurró May para sí misma mientras dejaba las bolsas en la mesa, feliz de que Peter tuviera un compañero a su lado.
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