▦ Capítulo 10
En el santuario de Strange, Wong se encontraba despreocupadamente recopilando y ordenando un par de libros de la sagrada biblioteca. Caminando en disposición de dejar algunos tomos en sus respectivos lugares, divisó un par de pergaminos sin guardar en uno de los escritorios, convirtiéndose el hecho en suficiente motivo para desviar su ruta. Dejando caer la columna de libros al borde de la mesa, empezó a poner orden al papeleo, sintiendo por breves segundos un cambio en el ambiente, el cual se disipó y lo dejó con la idea de que sólo había sido su imaginación. Tomó los libros de vuelta, notando como el peso era menor. Sopesó la carga sobre sus manos, no estando muy seguro, aunque finalmente lo dejó pasar como una distracción suya.
Nadie podría poner un pie dentro del santuario sin que él no lo supiera. ¿De qué debía preocuparse?
▦
— Demoraste más de lo que prometiste —reprochó Peter en cuanto vio salir a Loki de la librería. Él había estado esperándolo afuera, no por darle privacidad al contrario, sino por estar disponible en la calle por si llegaba a haber algún asalto o algo en lo que pudiera participar heroicamente para ejercer su magnífico papel del hombre araña.
— Nunca te fíes de mis palabras. Pensé que ya lo habías aprendido —Loki empezó a andar por delante del castaño, como siempre.
Peter exhaló, rodando sus ojos al cielo.
— Supongo que compraste algo. No quiero que me digas que lo has robado o hecho algún truco raro para conseguirlo. Si nos empieza a perseguir un oficial te juro que te entregaré.
— No olvides que soy civilizado. ¿Crees que me rebajaría a algo tan primitivo como robar? —inquirió en defensa, bajado el ritmo de sus pasos para ahora caminar a la par del contrario.
Peter lo meditó, y tras varios segundos, reaccionó. ¿De dónde Loki podía obtener dinero? Tuvo que detener sus pasos abruptamente para confirmarlo, sacando su billetera y revisándola. Volvió a ver a Loki, con una tensa expresión de desacuerdo, sonsacando en el azabache una suave risa que revelaba la culpabilidad su delito.
Loki tenía que admitirlo: era divertido molestar a Peter. Podría decir que éste último era la única razón por la que soportaba los días en Midgard, pero eso era algo que nunca admitiría en voz alta.
— Dios del engaño, eh. Comienzas a ser muy irritante —concluyó Peter, guardando su cartera en su bolsillo mientras dejaba pasar la travesura por décima vez.
— Esa era mi intención —acompañó con una sonrisa pletórica mientras volvía a acelerar el paso.
Loki lo rebasó como de costumbre, y en el trasiego de distancia, una revista resbaló de la mochila mal cerrada del azabache, la cual Peter alcanzó a tomar en sus reflejos.
— ¿Con que esto fuiste a buscar? —cuestionó mientras examinaba el tomo.
Loki giró con un aire medio asustado, mirando lo que Peter sostenía entre manos y jalando su propia mochila a su alcance para confirmar que no haya sido lo único en resbalarse. Logró alterarse menos al verificarlo.
— ¡Dame eso! —arrebató la revista de las manos de Peter, enrollándola y guardándola de mala gana.
— ¿Te avergüenza el que ahora sepa que fuiste a comprar una revista de cocina? —molestó el castaño con media sonrisa.
— No —Loki alzó la barbilla para demostrar que no había vergüenza alguna—. Es mejor. Para que te enteres de una vez por todas que ya me cansé de la comida china, de la pizza y de la comida quemada de tu tía.
— Cierto, olvidaba que los dioses son de gustos refinados. ¿Sabes?, ni siquiera estoy molesto de que hayas tomado mi dinero; supongo que todo se recompensará cuando te vea intentar cocinar algo —dijo con intención de molestar.
Y al tiempo de haber pronunciado esto último, un hombre bastante robusto y grande interfirió en el camino, plantándose justo frente a Peter y haciendo al chico casi chocar con él.
— ¿Peter Parker? —llamó la voz áspera del misterioso hombre.
— Ah, ¿y tú eres? —preguntó Peter, algo abrumado de pronto por la imponente figura, debatiendo en si usar su telaraña o esperar un poco más para descifrar si se trataba de un peligro o no.
Loki estuvo atento, indagando con la mirada para darse cuenta de que aquel hombre no era el único sospechoso. Con la intuición de que podían encontrarse rodeados para un mal mayor, cortó el pensamiento de acción que Peter llevaba dentro de su cabeza y simplemente actuó. Llevó su mano a señalar con una cuchilla el cuello del hombre en frente, pero éste fue más ágil de lo que aparentaba y tomó el brazo del azabache, manipulándolo y doblándolo por detrás de su espalda al tiempo en el que le hacía pegar pecho contra un choche estacionado junto a la acera.
Esa fue la iniciativa para Peter. Dada la rapidez de la acción, pudo hacer su movimiento una vez Loki se encontró bajo la fuerza del ajeno. Lanzó su telaraña al rostro del hombre, cegándolo, cosa que Loki aprovechó para liberarse.
— Tercera vez que te salvo —dijo Peter, no teniendo el tiempo para comprender la situación. Se quedó mirando a Loki, percatándose en menos de un segundo que ya no era él sino una ilusión. Lo supo gracias a que la imagen desvaneció al tiempo en que un quejido ahogado se escuchaba detrás suyo.
— Ahora te salvé yo —remarcó Loki, dejando caer el cuerpo de un hombre que había intentado atacar al castaño por detrás.
— ¿Iniciaremos una competencia para ver quién salva a quién? —se acercó, sin dejar de estar alerta, pasando por encima del cuerpo degollado por la daga del dios—. Tenemos que irnos.
— O tal vez me iré yo. Te están buscando a ti, yo no quiero problemas —se había cruzado de brazos, aún con su arma en mano. ¿Quién diría que el hombre araña era un héroe con demanda?
Los agudos sentidos de Peter le advirtieron una aproximación, llevando su mano a detener un dardo que estuvo a nada de clavarse en el cuello de Loki. ¿Un tranquilizante? Ni siquiera tuvo el tiempo de examinarlo, sintiendo una ofuscación que amenazaba con privarle de sus defensas. Mareado, llevó su mano al cuello, no sabiendo en que momento le habían atacado a él. Lo último que pudo observar antes de sumirse en la oscuridad fue la preocupación en el rostro de Loki.
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