Oscuridad
LA ALDEA
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel.
Pareja: Winterbones (Brock Rumlow x Bucky Barnes).
Derechos: Pues no sé, ya no queda nada.
Advertencias: Esto es un Omegaverse, con algunas pequeñas diferencias para más placer. También hay algo de violencia, sangre y cosas no muy gratas. No comencemos si ya hemos leído esto. Sobre aviso no hay engaño. Una historia de encargo.
Gracias por leerme.
*****
Oscuridad.
Día 144
Isla Alónnisos, Grecia
Misión: protección de Omega.
Brock encontró que en su estado de lobo gigante era poderoso, casi al punto de ser un dios entre los demás humanos por su fuerza y resistencia casi milagrosas siempre y cuando no se topara con otro Alfa que tenía capacidades similares. Su recuperación fue rápida, vigilado por Winter cuyo aroma gritaba al viento que estaba esperando un hijo suyo. Un cachorro. La idea se le antojaba ridícula porque todavía no estaba del todo a gusto con eso de que eran más que simples personas y que siendo Omega, el soldado era capaz de darle crías. Era como un cuento fantástico, solo que recoger los cadáveres de su gente lo trajo de vuelta a la realidad, HYDRA vendría para saber por qué las comunicaciones se cortaron o por qué hubo un mensaje de SOS antes de perder todo enlace con ellos.
—Ellos vendrán —bien observó Winter— Debemos marcharnos.
—Así como estás, no.
—Resistiré.
—No voy a arriesgarte.
—Mis señores —la anciana se unió a su charla, pues estaban ahora viviendo en la aldea— Uno y otro hablan con razón y puede haber una solución para ambos.
—¿Cómo, abuela? —quiso saber Brock.
—Las cuevas inundadas, hay una parte que el agua no alcanza, para un ser humano es imposible la escalada, no para un Alfa. Pueden ocultarse ahí mientras llegan los otros, cuando se marchen al no encontrar ya nada, pueden salir.
—¿Y qué pasa si no se marchan?
—Lo harán, de la misma forma que mi señor estuvo ahuyentando a su gente, aquellos que pisen la isla sentirán que deben irse cuanto antes.
—Oh, eso me pasó.
—No hay de qué preocuparse, mis señores, simplemente tendrán que esconderse unos días. Yo les prepararé comida para que no deban salir, después pueden volver. El cachorro necesita crecer en su lugar de origen, es lo más sano. Si un Omega se mueve de lugar en lugar durante la gestación, puede perjudicar a la cría.
—Parece un buen plan —Brock intercambió una mirada con Winter quien asintió, meditando sobre los pros y contras.
—Entonces me iré a prepararles sus alimentos.
Aquella idea bien podía ser una total locura sin sentido, el aroma de su Omega hizo que Rumlow aceptara porque si algo tenía claro, era que su familia, su pequeña Manada no debía ser lastimada. Una vez que tuvieron sus guarniciones y ropa listas, Brock se transformó una vez más en un lobo, dejando que Winter se subiera a su lomo, echando a andar hacia las cuevas inundadas con la guía de la anciana y un par de hombres que les explicaron dónde se encontraba ese escondite inaccesible a manos y pies humanos. No fue difícil para él, en esa forma de lobo todo se miraba y olfateaba diferente, mucho más claro. Solo tuvieron que nadar un poco antes de encontrar ese camino que sus patas encontraron sencillo de trepar.
Una vez dentro de la cueva, se instalaron con un fuego y una tienda para descansar. Estando solos, Brock no dejó pasar la oportunidad de tomar a su Omega a sus anchas, sin interrupciones o miedo a ser encontrados. Podían respirar cierta libertad y aprovechó eso al máximo, esta vez siendo paciente para disfrutar mejor de ese cuerpo que se entregaba a él con tanta docilidad, ronroneando al aroma de su cachorro en ese vientre que llenó de su semilla hasta que se hartó y marcando esa piel que le pertenecía con sus colmillos, con un suave masaje en el hombro izquierdo de Winter porque sabía del dolor que solía causarle ese brazo metálico.
—Buscaremos quien pueda quitarlo o hacerlo menos doloroso —susurró en un descanso, los dos desnudos y tendidos en el suelo recuperando sus alientos— Te lo prometo.
—¿Cómo vamos a escapar de ellos?
—Peleando.
—¿Lo lograremos?
—Debemos buscar a los otros... como nosotros, me refiero. Si les pedimos ayuda seguro podrán echarnos unas garras.
Winter bufó apenas, sonriendo. —Apestas a protección. Sobreprotección.
—Tú a hogar.
—No sé... no sé si este cachorro pueda... todo lo que me han hecho...
—Hey —Brock sujetó el mentón del soldado— Vamos a estar bien, los tres. Así tenga que exterminar una nación entera, no te van a tocar.
—Gracias, Alfa.
Al no tener la programación encima y estar consciente más días de lo permitido, Winter comenzaba a ser más humano. Sus memorias eran demasiado imprecisas, lo que hablaba del daño recibido por esa infernal máquina en la que lo sentaban misión tras misión. No importaba, un día todo estaría bien, Brock confiaba en que al menos encontrarían algún poblado o villa escondida donde el resto de los hijos de Licaón estuvieran viviendo. Si había entendido bien a la anciana, había más de ellos desperdigados por el mundo, no eran muchos, pero Licaón era un ser inmortal y por lo tanto, un día no muy lejano, la humanidad dejaría de ser lo que eran ahora y se convertirían como ellos.
HYDRA moriría de envidia de saberlo.
El olfato cada vez más desarrollado de Brock pudo detectar la llegada de un nuevo grupo de infiltrados que por supuesto, lo que deseaban más que otra cosa era al Soldado de Invierno, desaparecido en acción bajo circunstancias que los aldeanos desconocían. Bien podían torturarlos y ellos no mentirían al decir que nada sabían pues esa noche había sido Rumlow el único responsable de la matanza. No se quedaron mucho para su agrado, en menos de una semana se dieron por vencidos. Sus aparatos y expediciones arrojaron lo mismo que fue para ellos, con la diferencia de que tenían a un Activo perdido.
Proteger a Winter sería el más grande reto que iba a enfrentar en los siguientes días, Brock no olvidaba que esa organización jamás cedería algo tan preciado como su arma mortal viviente. Sabía demasiado y era demasiado. Cuando no hubo más rastros de aromas desconocidos, salieron de su escondite en el corazón de la montaña, encontrando a unos aldeanos maltrechos por torturas, pero siempre tan tranquilos. Aunque fuesen Betas, eran más resistentes que las personas comunes y en sus costumbres, sangrar por sus señores como llamaban a los Alfas y sus parejas, era todo un honor.
HYDRA no se pararía por ahí de nuevo, no luego de semejantes fracasos y creyendo que alguien se había robado a su Activo o bien este había aprovechado el momento para escapar. Eso permitió que pudieran quedarse los siguientes meses entre los aldeanos que todo les proveyeron, explicándoles más sobre eso de ser un Alfa o un Omega. Para Brock la experiencia fue algo sorprendente, no más asesinatos, órdenes o cuerpos sin vida tirados por ahí. Todo era más tranquilo, lo que agradeció para entrenarse mejor en su papel de Alfa y futuro padre. Ver abultarse el vientre de Winter hizo que sus instintos cobraran otro tinte, prefiriendo tener una casita fuera de la aldea por el bien de aquella gente.
—Se mueve —declaró atónito al posar una mano sobre el vientre de Winter.
—Es un Alfa.
—¿Cómo lo sabes?
Winter se encogió de hombros. —Lo sé.
—Hay que pensar en un nombre.
—George —sugirió Winter— Como mi padre.
—¿Lo recuerdas?
—No, no recuerdo su rostro, pero sé que se llamaba así.
—¿Recuerdas... tu nombre?
—Lo he intentado, pero no puedo... solo sé que alguien me llamaba "Bucky".
—Bucky no es un nombre de persona, es más un sobrenombre. ¿Así te decía tu madre? ¿Tus hermanos?
—No lo sé.
Rumlow alcanzó una mano de Winter, besando sus nudillos. —Está bien, regresarán a ti.
—¿Y si no?
—Crearemos unas nuevas memorias.
Encontró algo interesante sobre esa isla que iba a ayudarle más adelante. La tierra era diferente, tenía un aroma que no era igual, había una suerte de químico que aludió a la presencia de Licaón o bien de su sangre derramada al transformarse. Como fuese, ese olor iba a recordarlo cuando salieran al mundo en busca de su propia raza de cambia formas. Brock pasó esas siguientes semanas viviendo una vida que no creyó entre gente que lo hizo sentir como si fuese ese dios que meditaba a solas parecía existir en su interior. El tiempo del parto llegó, la anciana ya les había explicado previamente todo lo que iba a suceder y cómo los ayudaría, Brock estuvo afuera dando de vueltas alrededor buscando calmar sus nervios o iba a matar a todos ahí mismo, hasta que escuchó un llanto fuerte de un bebé.
Su hijo.
Corrió tan pronto como le abrieron la puerta, encontrando una imagen que jamás creyó iba a contemplar: un recién nacido en los brazos de Winter, pegado al pecho de este para succionar leche entre tiernos quejiditos que sonaron a gruñidos. El olfato de Brock tuvo un nuevo aroma: un Alfa. Su cachorro era otro Alfa, otro cambia formas sano y perfecto. Fue a la cama, acariciando la mejilla sudada de Winter con sus cabellos algo despeinados pero tranquilo, no quiso pensar en que un parto era mucho más sencillo que cualquier entrenamiento de HYDRA, prefiriendo besar su frente y tomar entre sus brazos al bebé luego de que terminara, sonriendo la verlo bostezar.
—George.
Por un breve, un brevísimo momento, Rumlow pensó que podrían vivir para siempre en la aldea, que todo estaría bien y nada malo sucedería. Un par de aviones pasando de largo lo cambiaron de opinión. Aunque HYDRA no estuviera sobre ellos en ese lugar, podrían volver o alguien llegaría por alguna razón y estarían en grave peligro. Debían encontrar a los suyos, resguardarse con ellos para proteger a su cachorro como a su Omega. Cuando pasó el tiempo de recuperación de Winter, fue que dejaron esa aldea no sin que Brock encontrara que iba a extrañarlos, muy raro para él quien jamás había sentido esa necesidad. Alejarse de la isla fue un sentimiento nuevo para él, la sensación de melancolía y que estaba dejando un lugar que era bueno para ellos lo hizo jurarse encontrar un hogar más seguro para su pequeña Manada.
Fueron hacia Europa Oriental, el olfato de Brock detectó una comunidad en Rumania, viajando con gitanos que parecían saber de ellos igual como lo hicieran en la aldea de esa isla. Tuvieron muchas precauciones que rayaron en la paranoia, dos hombres con un recién nacido era algo raro, más si uno de ellos parecía muy agresivo a simple vista y otro andaba todo el tiempo con las manos enguantadas. El pueblo al que llegaron era todos cambia formas para su sorpresa. Apenas pusieron un pie en las cercanías, sus habitantes fueron a verlos, olfateándolos a la distancia, reconociendo sus aromas antes de permitirles la entrada.
Brock se dijo que la aceptación tuvo mucha influencia de su cachorro, pues Winter fue rodeado por otros Omegas apenas estuvieron en el salón principal del pueblo, todos queriendo conocer al bebé, presentarle otros niños que correteaban por las calles empedradas. Había Alfas, no muchos, eran más Betas, encargados de mantener el pueblo y alejar indeseables. Les dieron una casa para vivir, luego de escuchar la explicación de Rumlow sobre su persona como el origen impreciso de Winter. No tuvieron problemas, varios de ellos habían renunciado a sus identidades como seres humanos ordinarios pues las cosas no siempre funcionaban en el mundo allá afuera.
—Algunos hermanos han muerto, sea porque se suicidaron o terminaron muertos —explicó una joven Beta que los ayudaba con la atención a George.
—¿Los asesinaron?
—Si pierden el control, Licaón aparece.
—Mantiene a los suyos en bajo perfil —Brock suspiró, mirando a su cachorro dormir en una cuna de mimbre con Winter vigilándolo— Si nos descubrieran... nos convertirían en armas.
—Así es, por eso nunca debemos revelarnos ante los demás.
—Esto suena como si... olvídalo.
—¿Fuéramos seres sobrenaturales? —sonrió la joven— He terminado, me retiro.
Esas semanas que estuvieron en Rumania le supieron a gloria, igual que a Winter cuya memoria comenzaba a recuperarse, trocitos pequeños que iban diciéndole de dónde era. Al parecer, era de Brooklyn, Nueva York, atrapado por HYDRA décadas atrás porque lo que recordaba definitivamente no era del mundo moderno. Brock escuchaba atento y algo asombrado esos recuerdos mutilados, preguntándose qué tanto habían tramado con el Soldado de Invierno, temiendo por él por esas mismas razones. Una noche, George no estuvo en paz, llorando todo el tiempo pese a que ambos hicieron todo lo que anteriormente les habían recomendado. Como si fuese una suerte de premonición, algunos de los Betas del pueblo llegaron para despertar a todos.
—¡Están buscándonos!
Desaparecer era una especialidad en ambos, solo que debieron tener cuidado con su cachorro, un cosquilleo inexplicable atacó la piel de Brock, algo andaba muy mal. Siguió a un grupo que dijo conocer una ruta de escape que los guiaría a otra comunidad en Alemania, una larga travesía en plena madrugada. George sollozó de nuevo, esta vez Rumlow supo a qué se debía el cosquilleo. Licaón. No entendió por qué estaba atacándolos, ¿acaso no protegía a los suyos? Nadie de ellos había salido ni tenido contacto con gente extraña durante ese tiempo. ¿Qué pretendía ahora?
Sus ojos fueron a su Omega y su cachorro, tragando saliva. ¿Licaón los quería? No podía entender esa mente, solo huir lo más aprisa de él en la camioneta en la que abordaron. Lo vio por el retrovisor, aplastando los demás autos olfateándolos. Los quería a ellos sin duda. Fue una cacería que se le hizo eterna hasta que las llantas ya no resistieron, teniendo que bajar para correr a toda prisa.
—No te detengas, sabes a dónde ir.
—Brock...
—¡Huye!
Winter era mucho más veloz y certero, él podría llegar a la comunidad antes de que Licaón pudiera alcanzarlo o saber su ubicación. Todo dependía de que fuese capaz de detenerlo el tiempo suficiente pues la nieve comenzaba a caer. Brock se transformó, ese instinto protector llevándolo a prepararse para la pelea que se avecinó, sosteniendo la mirada rojiza de Licaón quien pareció ver a su viejo adversario de deudas pasadas, mostrando sus colmillos dispuesto a atacarlo. Revivió ese momento en la isla, golpeándose contra rocas y árboles, no cediendo, ahora tenía más fuerzas y sabía controlarse mejor. Hincó sus colmillos tan fuerte como pudo, rompiendo los huesos del gran Alfa hasta que este rugió, sus músculos aumentando de tamaño y con ello su dominio.
La pelea fue más dispareja, pronto Rumlow estaba a merced de Licaón, este aullando en victoria antes de sujetarlo del lomo y azotarlo contra una roca hasta dejarlo inconsciente. Cuando despertó, la pesadilla de Brock se había vuelto realidad. Estaba en una celda de cristal amplia, rodeado de varios científicos de HYDRA que lo observaban haciendo anotaciones. Tragó saliva, mirando alrededor cuando su olfato detectó algo más.
—¡NOOO!
Se lanzó contra el cristal, ni siquiera se dio cuenta del momento en el que se transformó, haciendo que los científicos retrocedieran y luego corrieran a sus aparatos. No le importó, todo lo que quiso era romper el cristal porque no lejos de ahí estaba su Omega, aunque no su cachorro. Lanzaron un gas sedante que no funcionó en él, alguien murmuró algo a lo lejos y fue fuego lo que usaron para calmarlo, quemando su pelaje y parte de su piel. Brock cayó, rugiendo todavía con sus ojos rojizos buscando del otro lado de la amplia puerta un vistazo de Winter.
—Sorprendente —habló una voz en ruso— Es tal como nos lo prometió.
Brock aulló herido, tratando de entender. ¿Acaso Licaón los había entregado a HYDRA? Levantó apenas su hocico tratando de olfatearlo, sin conseguirlo. El ardor en su cuerpo era demasiado, estaba perdiendo la consciencia. Antes de que sus párpados se cerraran, escuchó un lamento, luego un grito y el aroma de su Omega lleno de terror.
No... por favor, no...
Cuando despertó, se encontró con una muy desagradable sorpresa. Su cuerpo humano estaba adherido a una suerte de armadura, que impidió se transformara en lobo, todo lo que sucedió fue que rompió sus amarres y calcinó a los soldados que aparecieron con sus puños. Esa armadura de cierta forma podía utilizar su fuerza de Alfa transformándola en fuego. Lo habían hecho un arma viviente como lo hicieran con el Soldado de Invierno.
—Estás despierto, capitán.
Helmut Zemo estaba ahí, lo cual no era ni remotamente bueno. Brock jadeó, cayendo de rodillas porque ese esfuerzo lejos de ser gratificante lo agotó.
—Ah, creo que debemos hacer ajustes, nada que no pueda solucionarse pronto —sonrió el barón, examinando su máscara y armadura— Te hemos llamado Crossbones, suena bien para un lobo como tú ¿no crees?
—Mi...
—El Activo está seguro y a salvo en su cámara criogénica. Según nuestros estudios, en su nueva forma fue capaz de procrear, pero la criatura que engendró está perdida. La encontraremos, tenemos un aliado poderoso con grandes poderes.
—¿Licaón?
—¿Crees que tu llegada a la isla fue un mero accidente? —sonrió Zemo cruzándose de brazos detrás de su espalda— Estábamos buscando gente que tuviera los dones del gran Alfa para nuestras filas, ya lo habíamos intentado desde hace tiempo, teníamos fallos. Cuando Licaón nos planteó el experimento en la isla, aceptamos —el hombre se inclinó para sonreírle— Yo fui quien envió al Soldado de Invierno, porque vamos, ¿por qué no hacerlo una versión mejorada? Fue una sorpresa lo que pasó, aunque tiene una gran ventaja si lo piensas bien.
—No se atrevan... no lo toquen...
—Tú tienes cosas qué hacer, si es que no deseas que lo despertemos. Hagamos un trato, Crossbones, demuéstrame que eres un Alfa digno de las filas de HYDRA y te doy mi palabra de mantener intacto a tu Omega. Si es que te llega a recordar la siguiente vez, pero nadie lo habría tocado, es lo que te importa ¿no es así?
Gruñó, conteniéndose porque su cuerpo dolió cuando sus puños se incendiaron. Esa estúpida cosa lo torturaba cada que usaba su poder Alfa. El barón ladeó su rostro muy satisfecho del resultado.
—Pórtate bien y prometo que no le haremos nada al cachorro cuando lo encontremos. Lo necesitamos, Crossbones, sería el primer vástago en HYDRA que además habrá heredado naturalmente las bondades de tu raza además del suero. No lo podemos perder. Si haces todo cuando te diga en el momento en que te lo pida, lo adoptaré como un hijo mío, así no lo verás tumbado en una mesa de operaciones. ¿Aceptas?
—Si los tocan, HYDRA se acabó.
—Ese es el espíritu.
Se guardó esa débil esperanza de que Winter hubiera tenido la suerte de encontrar a alguien que ocultara a George antes de ser capturado por Licaón. El maldito bastardo iba a morir así tuviera que dar su vida para lograrlo, pero no sería más inmortal que él, se juró Brock, mirando su cuerpo modificado por intervenciones quirúrgicas para convertirlo ahora en eso. Crossbones. Iba a demostrarles a todos lo muy equivocados que estaban, porque su Omega lo reconocería siempre, el vínculo que tenían superaba a esa máquina que borraba sus memorias o a su armadura que contenía su esencia Alfa. Unirían fuerzas y con eso, destruirían a todos esos imbéciles.
Fue la idea.
Olvidó que tan lejos podía llegar HYDRA con tal de cumplir sus planes, atestiguando con dolor el momento en que volvieron a despertar a su Omega para una nueva misión y este pasó de largo a su lado. Sabía que la armadura que portaba tenía mucho que ver, no esperaba que su vínculo estuviera roto de cierta forma gracias a esos lavados de cerebro y el collar de restricción que le pusieron pues no había cosa más peligrosa que un Soldado del Invierno Omega en modo feral. Brock no se rindió, si Winter estaba despierto era más fácil poder conectar de nuevo con él. Siempre y cuando los dejaran juntos, cosa que no sucedió. Fue enviado a una misión contra unos nuevos héroes que se hacían llamar Vengadores.
Justo cuando estaba por atacar a una mujer de su equipo, es que un aroma lo detuvo de asestar su golpe, pues esa pelirroja tenía el aroma inconfundible de George, su cachorro. La distracción le costó muy caro, porque fue atacado, destruyéndole parte de la armadura que al tener fallos también afectó a su salud. HYDRA no cometía errores, claro que no. De arrancarse esa cosa, moriría, era obvia esa clase de medidas. Brock levantó su mirada hacia el hombre que le observaba portando un escudo con una estrella en el centro.
—El collar, quítale el collar.
Crossbones no moriría en su encuentro con los Vengadores, quienes perseguían al Soldado de Invierno ignorando quién era en realidad. Rumlow perdería la vida al volver a HYDRA pues había fallado, solo que en un último tirón de fiereza Alfa se dijo el lujo de quemar el rostro de Zemo antes de recibir una bala en la cabeza, pensando en su Omega y sus cachorro a modo de despedida. Sería Steve Rogers quien rompería ese collar cuando lo viera en Winter, al fin entendiendo las palabras que Rumlow musitara, encontrándose con su viejo amigo que una vez liberado del collar, preguntó por su Alfa.
—¿Dónde está Brock?
Probablemente no era la clase de sacrificio que Rumlow hubiera deseado para sí mismo, confiar en un extraño para que liberara a su Omega y este pudiera encontrar a su cachorro bien valía su vida misma, aunque no presenciara el momento en que Winter huyera al fin de HYDRA, reuniéndose con su vieja amiga del Cuarto Rojo quien se había encargado de esconder a su pequeño George como un favor para James Barnes, el nombre real del Soldado de Invierno y quien no pararía hasta vengarse de todo ese daño causado y la muerte de su Alfa.
James hizo una lista, el último nombre era Licaón. Costara lo que le costara, se daría el gusto de asesinarlo, aunque le tomara tiempo. Después de todo, George comenzó a mostrar que sería mucho más fuerte que sus padres, adiestrado con los Vengadores, protegido por SHIELD y unos cuantos buenos amigos de su raza que también deseaban liberarse del yugo del gran Alfa. Ya no tenían que esconderse, de hecho, estaban considerando seriamente probar si podían otorgar sus dones como lo hiciera Licaón. De resultar su pequeño experimento, hasta los propios Vengadores se verían beneficiados, habría más cambia formas que ese inmortal pudiera manejar, voluntades que no sucumbirían ante él ni ante HYDRA.
Un día, James miró a su pequeño transformarse y romper tan fácil un tronco pesado.
F I N
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