Capítulo 7.- "Si la vida de tus amigos ayuda en tus planes, úsala"
Roger despertó con el rostro más escalofriante a su lado, un tanto asustado y aturdido se alejó, revirando al otro lado para toparse con otro rostro, con colmillos, muchos dientes y saliva que lo saludó con el más terrorífico de los gruñidos. Gritó alejándose del borde de la cama y abrazando a Cindy para colocarla entre él y Judas.
Cindy despertó más por el fétido aliento de su mascota que por el jaloneo de Roger. Judas de nuevo, molesto y hambriento intentó arrancarle la nariz a Cindy, pero las rueditas en sus patas traseras lo lanzaron de nuevo al suelo.
—¡Judas! Ya basta de despertarme así todos los días —regañó Cindy intentando restregarse los ojos—. Estoy empezando a creer que sí es un peligro tenerte —bostezó.
—¡Estás empezando a creer! Ese bicho es un peligro —aseguró Roger levantando bien las cobijas de la cama para que Judas no se encaramara por ellas—. Además necesitas una cama más alta. Un día de estos vendré por mi desayuno y te encontraré con las tripas afuera.
—¡No grites Roger! ¡Mi cabeza! —¿Por qué su cabeza parecía tener a una banda de jazz adentro?
—¡No grites tú! —gritó fuerte en su oído luego del estruendoso grito chillón de Cindy.
—Ya, ya, cálmate, siento que me voy a morir y de paso hoy tengo que ir a trabajar. ¿Qué hora es?
—¡Trabajo! ¡No! Me estoy perdiendo la clase de TRX.
Ignorando que su cabeza parecía pesar diez veces su tamaño regular, Roger hizo a un lado a Cindy y bajó rápido pisando en el proceso algo suavecito, muy carnoso, por suerte reaccionó justo antes de que Judas clavara los afilados dientes en su pie. Despavorido abrió la puerta que daba a su departamento asegurándola con los pasadores.
—Ahora sí Cindy, deshazte de esa cosa o no me volverás a ver en tu vida —advirtió desde el resguardo de su departamento.
—¡Bah! Para lo que me importa. Judas siempre estará por encima de cualquiera, mucho más si se trata de un chico lindo.
Roger volteó los ojos pero no tenía tiempo para discutir con su excéntrica amiga. Observó por un momento la puerta que conectaba su habitación con la de Cindy, era una puerta de emergencia, que usó más de una vez cuando quiso escapar de alguna obsesiva o bipolar chica con la que había pasado una buena noche, y a las cuales prefirió dejar solas, a que por su cuenta se fueran antes de dar la cara y decirles que no las volvería a llamar nunca más. Su filosofía era:
¿Para qué dar la cara si puedes huir?
Tal vez fue esa frase que antes solía imprimir en cada una de sus camisas lo que hizo que Cindy se hiciera su amiga, aunque él casi podía asegurar que su rara amiga lo deseaba en secreto.
Dejando de pensar, porque la verdad sentía que cada vez que lo hacía, sudaba, se cambió rápido, tomó sus llaves y corrió hacia el gimnasio, no podía perderse su clase de TRX, ya casi sentía que se estaba quedando sin músculos.
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Charles no sabía cómo saldría de tanto trabajo. Comenzó su día siendo despertado por su secretario que lo jaló y lanzó a una bañera de agua helada. Su dedo del pie estaba hinchado, ¿cómo pudo olvidarse de tenerlo lesionado? Ahora cojeaba más que ayer, tenía un dolor de cabeza de los mil demonios y debía prepararse para la junta que tenía a las diez de la mañana. Llevaba desde las cinco de la mañana en la oficina intentando acomodar papeles y entendiendo los temas a tratar en la junta. Si algo salía mal su padre lo mataría.
—Señor West, ya llegaron, lo esperan en la sala de juntas —anunció su secretario.
Se encomendó a todos los santos, aunque en realidad no se acordó del nombre de ninguno y comenzó a decir nombres de dioses griegos, supuso que si había algo allá arriba, o allá abajo, lo cuidarían.
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Nathan sabía que Charles lo odiaría de por vida, pero no pudo hacer nada al respecto, o era eso, o que lo despidieran del periódico, no podía darse el lujo de perder el empleo que tanto le recordaba a su padre.
"Charles entenderá que tuviste que hacer un artículo sobre el sueño frustrado del hijo del magnate West, ¿lo entenderá?".
Nervioso y arrepentido, apagó el celular. Últimamente estaba descubriendo que una filosofía más se estaba haciendo parte de su vida:
"Si la vida de tus amigos sirve para tus metas, úsalas".
Sí, estaba siendo un completo desgraciado al respecto. Acongojado encendió la laptop para comenzar con aquel artículo que se supone sería su reivindicación como periodista.
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Fue desconcertante para Charles que casi todos los ejecutivos comenzaron a tararear en cuanto él entró. La canción se le hizo conocida, pero lo ignoró. A medida que iba transcurriendo la reunión de vez en vez interrumpían para hablar de alguna nota musical en x canción, y sí él sabía cuál era. Evadió las preguntas e intentó ignorar las risas bajas, al parecer todos se burlaban de lo mismo, pero él no estaba enterado.
Lo último fue que insistieron en que para comodidad de él, la próxima reunión se realizara en un bar Karaoke, que los representaba a ellos como Japoneses, y que ya sabían era una de las aficiones de Charles.
Charles palideció pero solo asintió. La reunión parecía no haber acabado mal, al menos eso le alegraba, pero sabía que toda esa alegría era acosta suya, pero... ¿Qué había hecho él?
Corrió al baño a verse en el espejo, pero no había nada malo con su aspecto.
—¡Hey, Charles! —dijo Sebastian entrando al baño muy animado—. Me enteré que todo fue bien en la junta, felicitaciones. Por cierto... que malo lo de atorarte con saliva, yo creo que habrías quedado, aunque a mi tío no le habría gustado ese cambio de profesión.
—¡¿Qué?! —Si antes estaba pálida ahora creía ser transparente. De inmediato el cuerpo se le puso frío, no podía ser lo que estaba creyendo.
—Hablo de tu audición, ibas bien primo. Yo antes quería ser bailarín de Hip – Hop, pero los negros me cayeron a golpes y me quitaron las ganas.
—¿Mi papá sabe? —preguntó sujetándose del lavamanos para no caerse.
—Creo que todo el mundo sabe —respondió cabizbajo.
Charles supo quién fue el desgraciado que filtro la información y se lo haría pagar. Acabaría con ese insecto.
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No era el mejor día para que Cindy estuviera en la cocina probando nuevos platillos. El Cheff volvió a decirle que la prefería lejos de él, pero tampoco pensaba perder el trabajo, tenía que reunir el dinero para la nueva película de Mr. Bean, aunque ya estaba pensando que podía sacarle más dinero al chico neutro. Tal vez inventarle que Judas necesitaba nueva medicina, o una nueva andadera. Sí, podía aprovecharse del chico neutro.
En vista de que no la dejaban hacer nada, y los ricos olores la estaban mareando, decidió salir a revisar un poco sus redes sociales, le quitó el celular al pobre chico de limpieza que siempre era víctima de sus robos exprés. ¿Por qué Cindy usaba celulares ajenos? Simple, porque Riky la había bloqueado de todos ellos.
Pudo ver el Instagram de Riky y casi lloró al ver lo feliz que se veía en esa selfie tomada la noche anterior en el bar. Debajo de esa foto estaba la de una tipa toda explotada, en una foto que obviamente él tomó a escondida. La ira, ni los celos se encendieron en Cindy, porque ella jamás tendría celos de una mujer tan desgraciada como aquella. Era un castigo de Dios nacer con una cintura tan pequeña y unas caderas tan grandes, y maldad de la ciencia colocarle esas bolas de plástico en los senos y el trasero. ¿Cómo podía esa pobre mujer caminar con ese peso en su parte frontal y retaguardia? Sentía verdadera lástima de ella.
Tal vez Riky también sentía lástima, le había tomado una foto para demostrar el grado de abominación de la sociedad. Sí, eso debía ser.
"Riky, extraño tu aliento fétido en las mañanas, y ese sonido que hacías al tomar el café, extraño tus besos, tu cuerpo. Yo te recuperaré, así sea lo último que haga en mi vida".
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Roger tomó prestado el celular de su amigo August para poder actualizar sus redes ese día. En lo que saliera del gym se compraría un nuevo cell, pero ya había hecho una encuesta de qué modelo le venía mejor, y eran miles las sugerencias, algunas chicas incluso se ofrecieron a comprarle uno. Su vida era tan maravillosa.
Charles llegó como alma coja que lleva el diablo, al gimnasio, no demoró en divisar a Roger en una esquina absorto en su celular, y un grupo de mujeres a su alrededor intentando llamar su atención, bufó y sujetó a una de las mujeres de limpieza pidiéndole un favor. Se acercó con sigiló, se aseguró que la señora tuviera el celular preparado y enfocado en ellos.
Tocó el hombro de Roger llamando su atención, en cuanto este reviró, antes de que pudiera reconocerlo, estampó su puño derecho en toda la nariz de Roger. El golpe hizo crujir su puño, pero estaba seguro que eso que sonó no fue su puño sino la nariz de Roger quebrándose.
Roger cayó desorientado, la nariz palpitando y la sangre llegando a sus labios. Sentía que no podía respirar y alzó la mirada intentando entender, hasta que reconoció al chico West allí frente a él, sonriendo.
Charles no se quedaría solo con romperle la nariz al gallo Kellogs, así que aprovechando lo aturdido que estaba lo pateó en el estómago, antes los gritos ahogados de los presentes.
—¡Tenías que subir el video! Aprende a ser hombre.
Una patada más acertó en su objetivo y jamás se sintió tan vivo. Roger se debatía entre respirar, ponerse de pie y darle un parado al niño rico, no entendía por qué nadie llegaba en su auxilio, pero se arrastró hasta los pies de Charles y antes de que otra patada se clavara en sus costillas, clavó su codo en el dedo lastimado de su atacante.
Charles aulló de dolor, dio un salto hacia atrás chocando con una máquina de pesas, cayendo irremediablemente. Roger aprovechó para lanzársele encima golpeándole la mejilla. Comenzaron a rodar, uno más lastimado que el otro, Roger esforzándose por respirar, hasta que inmovilizó a Charles debajo de él.
—¡Maldito, quítate! ¡Suéltame! —gruñía Charles intentando liberarse.
—¡¿Qué se supone que hice, idiota?! —gritó intentando suprimir el dolor. La sangre de su nariz caía en gotas sobre el rostro de Charles.
—¡Agh! ¡Tú sangre!
—¡Tú hiciste esto!
—Te lo mereces. Tenías que subir el video a las redes, mi vida está arruinada por tu culpa, mi padre me desheredará y todo porque crees que puedes ser gracioso, meterte con la vida de todos y no tener consecuencias, pero las tiene, tus idiotas bromas tienen consecuencias, y no siempre podrás irte y olvidarte —gritó.
Roger cada vez entendía menos, más cuando algo dentro de su cerebro le decía que Charles no se refería solo a eso que supuestamente él había hecho, iba mucho más allá de eso, pero no podía recordarlo.
—Yo no subí ningún video —dijo cansado soltando a Charles e intentando hacer algo con el horrible dolor de su nariz—. ¿Acaso no recuerdas que no tengo celular? Porque el poco hombre de tu persona aún no me compra mi cell, tampoco ha colocado la foto en Instagram, y mejor no seguimos contando, el único sin palabra poco hombre aquí entre los dos, eres tú.
La pelea se retomó, hasta que Roger tropezó y cayó sin reflejos sobre una de las máquinas de pesas, golpeándose en seco la nariz de nuevo, el dolor fue tan bárbaro que a los segundo cayó inconsciente.
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Después de ver las redes sociales de Riky, y de intentar cazarlo a la salida del laboratorio donde trabajaba, quedó tan cansada emocionalmente, que no tuvo ánimos de ir al centro a comprar la cena de Judas. Recordó tener el número del chico neutro y ya que él debía hacerse cargo de los daños colaterales, decidió enviarle un mensaje, especificándole que con carácter de urgencia encontrara las ratas más gordas para su Judas.
Cindy intentó entrar a su departamento, pero Judas no escuchó razones. Intentó incluso entrar desde el departamento de Roger, pero en lo que Judas la vio se encaramó en la cama y fue cuestión de segundos en los que Cindy pudo escapar de los dientes de Judas. Ahora estaba allí en el pasillo comiéndose un dulce de pata de vaca.
—¡Oh, hola! —exclamó Nathan al verla allí en cuanto salió del ascensor.
—¿Tienes las ratas? —preguntó ansiosa.
—Sí, aunque no están muy gordas, el hombre de la tienda, y el de otras tiendas más, dijeron que te estás acabando la oferta de ratones de laboratorio, que pronto tendrás que hacer un pedido al criadero, porque ellos no se dan abasto. Antes los niños eran los que lo compraban para experimentos en el colegio, o los que crían culebras, pero tu Dragón come mucho, además que te saldrá más barato hacer el pedido a... ¿el criadero? No sé ni cómo se llamen esas cosas. ¿Qué haces aquí afuera?
—Judas debe estarse acabando el mueble mientras estás tú aquí hablando de la fábrica de ratones. Dame las ratas esas y esperemos que le sirva de algo, de todas formas creo que Roger tiene un filete en su refri, lo que pasa es que a Judas le gusta cazar su alimento, estuve a punto de comprarle un conejo, pero... —Jamás admitiría que ese conejo le dio ternura, nunca—. No creo que sea bueno para Judas comer animales que hacen popo en forma de pelotas, ¿no?
Nathan asintió solo para llevarle la corriente.
—Luego vi un lorito en la tienda que bien podía servir, pero el loro se puso a silbar una canción, ¡una canción! ¡Fue tan trágico! —Casi podía recordar el día que lo compró y ya estaba dispuesta a lanzárselo a Judas, y el loro comenzó a silbar, fue tan melancólico que lloró abrazando al loro en el pasillo del edificio. Lloró durante todo el silbido del loro. Hasta que llegó Graciela le quitó al pobre ave y lo llevó hasta el bosque para liberarlo. —Así que lo liberé —culminó evitando las lágrimas—. Lo de Judas son los ratas, así que espero se entretengan unos dos minutos.
Abrió la puerta y rápidamente lanzó el contenido de la bolsa. Pudo ver que los ratones se dispersaron, pero ella cerró de inmediato para darle privacidad a Judas.
—Ven, entremos por el departamento de Roger.
Cindy sacó su llave y abrió el departamento contiguo. Nathan se quedó observando lo lindo y limpio que era el departamento, era grande, todo en blanco y negro, muy minimalista, olía bien. Siguió a Cindy, quien se dirigió a la cocina para sacar una pieza grande carne y le indico que la siguiera. Entraron a lo que suponía era la habitación de Roger y continuaron a una puerta que los llevó a lo que ahora sabía era la habitación de Cindy.
Ella se cercioró de que Judas no estuviera allí y cerró rápidamente la puerta. Se escuchó el golpe del cuerpo de un veloz Judas contra la puerta y luego los rasguños para querer tumbar esa barrera entre él y el platillo principal.
Nathan estaba que daba saltos mortales de felicidad, ¡estaba en la habitación de la acosadora de feos! Un salto enorme en su investigación. No había sentido tanta emoción de estar en la habitación de una chica, desde que tenía trece años y Ana Park lo dejó subir a su habitación para que le enseñara matemáticas, se sintió tan ganador aquella tarde. Aunque ahora la emoción era distinta, se debía a conocer la cueva del fenómeno en estudio que era Cindy Love.
—¿Judas siempre es así? ¿Nunca es cariñoso? —preguntó ante los gruñidos y raspones que se escuchaban a fuera.
—¿Cariñoso? Él... La única vez que pude acariciar su panza y cabeza fue cuando tú lo noqueaste. Él siempre ha sido abrasivo, yo creo que tuvo una niñez muy traumática, tal vez fue un huevo que dejaron huérfano, o el último huevo en reventar su cascarón. Creo que le dolió que lo separaran de su madre y sus hermanos, tal vez tuvo un padre que lo golpeaba, todo eso ha creado una coraza en sus sentimientos y por ello actúa así, impidiendo que se le acerquen.
Nathan asintió por ser condescendiente aunque por dentro pensaba en sí de verdad ella creía en esa historia de drama y terror. Grabó mentalmente toda esa historia, algo le decía que podía tener que ver con Cindy y su síndrome.
—¿Tú tuviste una infancia feliz? —se atrevió a preguntar.
—Claro... ¿Por qué quieres saberlo?
—¡Por nada! Es solo una pregunta lógica, hablando de... infancias de Dragones de Komodos, es lo más lógico preguntar por la infancia de nosotros... sí, eso...
—Eres muy raro chico neutro.
Cindy al notar que los rasguños pararon, decidió abrir la puerta y lanzar el filete muy lejos, para encerrarse de nuevo.
La habitación de Cindy era particular en muchos aspectos, en demasiados aspectos; en su cama casi pegada al suelo y con una cabecera muy grande y llena de agujeros, parecía un poco gótica; en el enorme televisor que componía el monitor de su computadora, en los miles de peluches de ET el extraterrestre. Nathan pensó seriamente, en dónde los había conseguido. En los muchos otros tantos peluches de Mr. Bean, tenía hasta un Mr. Bean en tamaño real al lado de su cama, una lámpara del mismo personaje, una afiche de Rumplestinsky, así como muchos otros de Rem y Stimky; pero lo que llamó más la atención de Nathan fue la pared izquierda cubierta de fotografías, recortes y calcomanías.
—¿Todos los amigos que has tenido? —preguntó sin quitar la vista de todos esos chicos, adolescentes, niños o adultos ya, que posaban al lado de una cada vez más cambiante Cindy Love. Algunos posaban con ella, otros estaban solos.
—Son mis ex novios.
—¡Tantos!
—Sí, soy bastante popular en mi ramo —comentó orgullosa.
Nathan volvió el rostro a la pared. Oh, sí, estaba consiguiendo oro esa tarde. Ni siquiera podía contar mentalmente la cantidad de chicos que estaban allí.
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Graciela estaba llegando a su edificio después de un largo día de estar disfraza de Pippa la cerdita esa rosada, cuando vio un alboroto y una ambulancia frente al gran complejo que era el gym dónde Roger trabajaba. Por curiosidad se acercó para toparse con un inconsciente Roger que llevaban en la camilla metiéndolo en la ambulancia, y con un Charles esposado que también subían con el equipo médico.
No querían dejarla acercarse pero mintió diciendo que era novia de Roger así que la dejaron subir. Nunca en su vida pensó ver a Roger de esa forma, temió por su vida, pero luego que comenzó a revolverse y supo que lo más grave era su nariz rota, respiró e incluso una pequeña sonrisa se escapó de sus labios. Charles estaba a su lado y ella agradecida le dio un beso en los labios que descolocó a Charles.
—Gracias por darle una paliza, hace tanto que alguien debió hacerlo por mí.
Los paramédicos se miraron los unos a los otros, pero no dijeron nada, Graciela era demasiado linda para pasar por alto lo que fuera.
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—Tu dijiste que ibas a ayudarme a que Riky vuelva conmigo, así que trabaja —ordenó Cindy tomando asiento en su cama.
Nathan algo incómodo se sentó en uno de los troncos de madera que estaban en una esquina de la cama.
—Necesito la lista de estándares.
—No, claro que no. Ya sabemos que Riky es el indicado.
—Digamos que hay que apelar a los celos —inventó.
—¡Celos!
—Cindy, no importa si eres lindo, feo o neutro, a todos los hombres nos gusta lo difícil. La novia del mejor amigo, es la cosa más perfecta que pueda existir, la hermanastra sexy, la mejor amiga que conoces de toda la vida y que está enamorada de otro chico, una lesbiana, o un chico hetero. El punto es que los hombres amamos eso que nos costará mucho esfuerzo, lo que nos hará sentir ganadores, ¿por qué crees que Riky se fue?
—Porque me acosté con su primo Rainer. —Nathan se quedó con la boca abierta. —Él estaba deprimido, y bueno... pasó. A veces me cuesta eso de la fidelidad. Pero él ni sabía cuándo me cortó. Yo fui la que se lo dije, él solo me dijo que merecía algo mejor, por favor. Yo sé que me quiere, pero sus amigos le metieron cosas en las cabezas, es algo así como esa canción de Happy Ending de Avril Lavigne, le lavaron el cerebro a mi Riky.
—Ves, te digo que los hombres una vez creen que ya tiene a la mujer a su lado pierden el interés. Tú vas muy rápido en la relación, lo noté con Greg, lo asustaste.
—Ha ni que fuera bebé.
—Pero las relaciones no son así. Existe el cortejo, el coqueteo, las citas, luego los besos y después más, pero si vas de buenas a primera a la cama, no esperes que haya un mañana.
—¿Por qué las cosas tienen que ser así? ¿Para qué perder el tiempo con algo que nunca tendrás? Si no te gusto esta noche, no te gustaré en las siguientes. Si no piensas acostarte conmigo hoy, no lo harás luego. Si te gusto quieres todo conmigo y punto, sino solo es perder el tiempo y romper sentimientos, por qué ser amable si luego solo le romperás el corazón. Esas son cosas que hacen los lindos y por ello viven sufriendo, hay que ser práctico, ir directo al grano.
Nathan sintió que su vida se iluminó, había tanta sabiduría en las palabras toscas de Cindy Love. Bien podía arrodillarse y rendirle pleitesía, ¿podía ser que estuviera viendo frente a él a la próxima Mohatma Ghandi?
—Tienes razón, hay que ir directo al grano. Para qué dar señales confusas, para qué ilusionarte y que luego vuelvan enamoradas de un extranjero y con una sortija en el dedo. ¿Por qué ser siempre el buen amigo? —Estaba ido pensando en que Cindy Love podía ser una genio, pero luego cayó en cuenta que debía obtener la lista, no podía darle la razón, debía reaccionar. —Pero —carraspeó—, ir por etapas aumenta el deseo, las ganas de luchar por algo. Si Judas, por ejemplo, fuera tan dócil como un conejo, con el mismo aspecto, pero dócil, ¿tú lo querrías tanto como ahora?
Fue una pregunta muy difícil. Cindy intentó imaginarlo, pero sus mañanas serían un tanto aburridas sin él en su vida. Le gustaba esa parte de adrenalina de no saber en qué momento terminaría siendo el desayuno, almuerzo o cena de Judas. Así que negó.
—¡Ves! Tienes que encender esa chispa del deseo en Riky. Hacer que luche por ti. Dame esa lista y encontremos a alguien para ti.
—Pero si es buscarme a alguien que solo le de celos poco importa que cumpla lo de la lista o no, será mentira, ¿no?
—Será mentira, claro, es solo que... —Las ideas se le estaban acabando, ¿desde cuándo era tan bueno mintiendo? —... ¡Riky conoce la lista! Si Riky te ve saliendo con alguien que esté fuera de la lista sabrá que es una mentira y se nos caerá el teatro.
—Tienes razón. Fue por la lista que comenzó a molestarse y se fue. Un día Roger la dejó sobre la mesa y él la leyó y se ofendió, no sé ni por qué.
—¿La lista la tiene Roger?
—Él tiene el resumen de la lista, yo tengo la original, la que inicié cuando tenía diez años.
Cindy se puso de pie, fue hasta el escritorio al lado derecho de la habitación y agachándose sacó una carpeta azul grande de hojas plásticas. La carpeta tenía adelante letras irregulares pegadas que formaban la icónica frase; "no desees nada que no puedas alcanzar".
Solo la abrió en la primera hoja de la que extrajo una hoja algo amarillenta y muy rallada.
"¡La lista!".
Cindy se quedó observando la delicada hoja, y Nathan estaba intentando leer las letras en la parte trasera, cuando el celular de Cindy comenzó a sonar.
Nathan hizo el intento de sujetar la hoja, pero Cindy la atrajo hacia ella en un movimiento reflejo, a la vez que contestaba y colocaba el teléfono entre la oreja y su cuello.
—¡¿Que a Roger le pasó qué?!
Graciela continuó explicándole a Cindy y ella observó atentamente al chico neutro.
—¿Qué pasó? —preguntó una vez ella colgó.
—Roger tuvo un accidente y está en la clínica. ¿Me acompañas?
—¿Está grave?
—Así parece lo van a operar. ¡Vamos!
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En el auto de Nathan llegaron rápidamente a la clínica. La enfermera les indicó la habitación dónde estaba Roger. Él estaba esperando entrar a cirugía para arreglar su nariz fracturada. Toda su cara estaba hinchada, el morado se extendía desde la nariz hasta el borde de sus ojos.
—Cindy, me estoy muriendo —murmuró echándose a morir.
—Te ves como si te estuvieras pudriendo —exclamó—. Honestamente así me gustas más.
—Cindy, mejor cállate.
Graciela siguió tomándole fotos a Roger disfrutando mucho de la situación, podía decir que era uno de sus mejores días.
—Cindy véngate del niño rico ese. Se lo llevaron preso, ve y dale una buena tunda en mi nombre, no dejes esto sin una venganza.
—¡¿Él niño rico?! —preguntó Natahn con el corazón en la boca.
—Charles le dio esta paliza a Roger porque creyó que él subió el video de su audición a la web.
El mundo de Nathan se vino abajo. Cómo pudo olvidarse que tenía un asunto pendiente con Charles.
—Lo llevaron preso por agresión. Supongo que irá a juicio, pondré todo el peso de la ley para que lo refundan en la cárcel, le pagaré a algún preso para que se divierta con él —dijo Roger, callándose debido al dolor en las costillas—. Lo que el chico rico no sabía es que cada parte de este cuerpo está asegurada.
—Sí, hasta sus diminutas bolas —bufó Graciela, causando una carcajada en Cindy, y un ceño fruncido, que debido al dolor, hizo gritar a Roger.
—Mi jefe es rico, podrás sacarle mucho dinero como soborno. Oh, por favor, Roger, pídele que nos financie el viaje a Londres para poder ir al estreno de Mr. Bean —pidió Cindy emocionada. ¿Cómo no se le ocurrió antes? Extorsionar a un millonario debió ser siempre su plan A.
—¿El estreno de Mr. Bean? El niño rico tendrá que organizarte una cena con él o se refunde en prisión.
Cindy celebró, Graciela negó con la cabeza, y Nathan palideció más a la vez que poco a poco salió de la habitación, debía buscar a Charles y rogarle perdón.
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—¡Charles eres una completa vergüenza! —gritó su padre en aquella pequeña sala de interrogatorios de la comisaría—. Mira que ir a darle una paliza al hijo de los Kelloggs, y de paso grabar todo el suceso, ¿pero qué tienes en la cabeza? —gritó zarandeando bruscamente la cabeza de Charles hasta pegarlo fuertemente contra la mesa de metal.
—Papá déjame explicarte, yo...
—No hay explicación. Bastante pena vengo pasando con eso de que mi hijo quiere ser cantante, adicionando para un concurso local de mala muerte, porque ni siquiera te buscaste The Voice, o algo de categoría, no.
—Eso solo fue un juego, papá, yo...
—¡Un juego! ¿Qué hacía jugando en horas de trabajo? ¿A dónde va a ir a parar la remodelación del hotel si tu andas jugando por allí? Charles no dejaré que sigas haciéndome pasar vergüenzas, contigo el apellido West está cayendo en la comedia.
—Papá, perdóname, yo jamás... —Se estaba esforzando por no llorar de la rabia.
—Ya no te quiero en los proyectos importantes de la empresa, le dejaré la remodelación del hotel a cargo de tu primo Sebastián, y ya tendré una tarea para ti mañana. El hijo de los Kelloggs ha pedido ciertas cosas con tal de no emitir cargos en tu contra. Todo lo que hay en esa lista vas a pagarlo tú, saldrá de tú dinero, y ya verás cómo cumplirlo. Ahora firma.
La orden fue clara, Charles ni siquiera leyó, solo firmó. Su padre lo dejó y luego de unos minutos fueron por él para dejarlo en libertad.
Destrozado salió, no tenía dinero, celular, nada, y de paso su padre lo había dejado. Terminó de salir a la calle para encontrarse frente a frente con Nathan. Tenía tanta rabia que podía destrozarlo allí mismo, pero no volvería a cometer el mismo error y menos enfrente de la comisaría. Lo miró con amargura para pasarle por un lado.
—Charles en serio perdóname, yo...
—¡Perdonarte! ¡Me vendiste! Sabías lo que pasaría si mi padre se enteraba de esa audición, pero no te importó. ¿Cuál es tu excusa? Ah, ya sé. Charles si no lo hacía me botaban. Yo no tengo la culpa de tus fracasos laborales, ni yo ni nadie tenemos que pagar para que el bueno para nada de Nathan, el chico neutro, mantenga su empleo. No vuelvas a hablarme nunca más porque no somos amigos.
—Charles no digas eso. Yo... sé que no tengo perdón, lo sé, pero alguien más lo iba a hacer por mí, y el artículo te hundía, decidí tomarlo, me arriesgué al hacerlo, aunque no lo creas lo hice pensando en tu bienestar.
—¡Púdrete! Ahora no tengo nada, tú y el imbécil ese me lo han quitado todo. Le diré a Cindy Love lo que planeas hacer, así te quedarás sin trabajo y comenzaras a esforzarte por uno, y a ese imbécil gallo Kelloggs, lo hundiré, le quitaré todo, así como él me arrebató todo.
—Yo puedo ayudarte a vengarte de Roger Kelloggs —se apresuró a decir, captando la atención de Charles—. Él es un famoso de las redes sociales y yo soy un importante periodista de entretenimiento, sabes que solo yo puedo hundirlo. También sabes que solo yo puedo hacer subir tu popularidad en las redes. No me perdones porque no lo merezco, pero al menos déjame pagar mi deuda.
—¿Todo a cambio de no decirle nada a Cindy Love?
—Sabes que la necesitamos.
—Bien, pero no te perdono. Y tendré bien claro que me debes una muy grande y algún día me la cobraré.
—Es justo. Te llevo a casa.
. —Vamos. Tomemos todo de esos dos raros.
Charles aceptó el brazo de Nathan para poyarse y caminar hasta el auto de su ex amigo, que ahora solo era su aliado. Estaba resuelto a acabar con Roger y no le importaba si eso en el proceso afectaba a Cindy, aunque tanto él como Nathan subestimaban demasiado el poder que el extraño dúo tenía. Cindy no pasó más de dieciocho años de su vida perfeccionando su filosofía para dejarse afectar por un chico lindo y uno neutro.
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El capítulo 8 sí se títula "La lista de estándares" y vamos a conocer un poco de la evolución de Cindy en lo que es ahora. Además que el nuevo encargo del papá de Charles lo va a involucrar más en la vida de nuestra acosadora rara favorita.
Disculpen la demora, pero saben que he estado enferma, adaptándome a la nueva rutina, los ejercicios e ir de terapia, al trabajo, del trabajo a natación, y de ahí a caer rendida en la cama. Vivo durmiendo más que una pereza, y de paso estudiar para mis clases, así que han sido unas semanas bastante locas. Ya en dos semanas salgo de vacaciones así que adelantaré más rápido.
Como vieron el título del capítulo de hoy, iré mezclando los capítulos de acuerdo a las filosofías de los personajes.
Besotes y abrazos, gracias por esperarme.
La pregunta de hoy:
¿Cuál creen que es la regla de la amistad más grande, esa que es inquebrantable?
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