Capítulo 4.- Conoce a Roger Kellogg

Roger no pudo comenzar su día de una mejor manera. Ahora no solo era extremadamente apuesto, también era un héroe. No entendía cómo es que ningún periódico hablaba de su hazaña, ¿para qué ese hombre le había tomado una foto? Pero no se preocuparía por ello. Él solo pudo subir su selfie salvando al magnate Charles West, y su foto se estaba propagando por los diferentes medios informativos. Definitivamente ir a ver la competencia de Cindy fue la mejor decisión.

Volvió a observar su obra maestra y de nuevo tuvo ese presentimiento de haber visto antes al tal Charles.

—Roger, tengo una emergencia, te quedas a cargo de las salas VIP.

Roger asintió despidiéndose de su amigo y compañero de ejercicios Dan.

Buscó su batido de huevo favorito, y ya estaba listo para empezar su día.

Tan solo caminar unos metros, adentrándose a las salas VIP, vio un rostro conocido. Un hombre delgado, que vestía un gran suéter muchas tallas más grandes de la ideal, y que lucía perdido.

—¡Hey! ¡Periodista! —llamó acercándose a él—. ¿Dónde está la foto de ayer?

Nathan lo reconoció y sus ojos se iluminaron, quien pensaría que encontraría en ese gimnasio al amigo de Cindy Love.

—Disculpa, no pude escribir el artículo, pero sin duda lo haré.

—¿Qué haces aquí? ¿Vienes a entrenar? Realmente te hace falta amigo.

Nathan asintió sonriendo, no se ofendería ante la opinión del hombre musculoso frente a él.

—Me hace falta, pero no, no vine a entrenar. En realidad vine a buscar a un amigo que entrena aquí.

—Hum. Te ayudaré a buscarlo, y te recomendaré una dieta proteínica y un régimen de ejercicios para que ganes masa muscular. Aquí en estos bebés —señaló sus bíceps—, está la clave para tener sexo desenfrenado cada noche.

Nathan sonrió asintiendo, aunque internamente creía que ese hombre era un total idiota. Estaban caminando en el concurrido gimnasio, hasta que Roger se detuvo un momento.

Roger se acercó al hombre frente al espejo con las pesas, estaba ejerciendo mal la fuerza y pronto podría sufrir una lesión.

Charles se alarmó cuando unas manos presionaron su cintura.

—¡Oye! ¿Qué te pasa? —gritó soltando la enorme pesa, haciendo que el suelo vibrara un poco.

—No estás alineando bien la espalda, toda la fuerza debe ir... —Roger calló al reconocer al chico frente a él—. Pero si es el que no sabe nadar —comentó contento.

—¡Tú! —exclamó Charles molesto.

—¡Charles! —Nathan corriendo se acercó. —Te estaba buscando.

—¿Qué es lo que... —Charles no pudo terminar de cuestionar porque un flash lo cegó.

Roger se había colocado tras Charles y ya estaba subiendo la foto con la descripción:

"@Charleswest vino a visitarme en agradecimiento por salvarle la vida #gymday"

De inmediato una notificación llegó al celular de Charles, que vibraba en el suelo. Antes de preguntar por qué la foto, decidió ver, no que fuera algo del trabajo. Al tan solo notar la foto su rostro enrojeció de la rabia.

—¿Qué es lo que pasa contigo? —gritó yéndose sobre Roger para acabarlo, siendo detenido por Nathan.

—¿Qué te pasa bro? Es solo una foto.

—Que quede claro que no me salvaste la vida, no te debo nada, y en definitiva, ¿quién dijo que quería ser salvado? Sigue colocando fotos de mí y te denunciaré. Te enfrentarás cara a cara con mis abogados.

—Claro porque con esos brazos de espagueti jamás podrás enfrentarte a mí puño a puño —retó Roger. Su buen humor tenía un límite, y Charles West lo estaban sobrepasando.

—¡Brazos de espagueti! Estoy muy bien tonificado, a diferencia de otros —refutó Charles, presionando los puños para que sus bíceps y tríceps resaltaran más.

—Esto es estar bien tonificado. —Roger hizo la pose de Hércules con sus brazos elevados a los lados, mostrando su musculatura.

—No. Esto es un buen cuerpo. —Charles se sacó la camiseta mostrando aquel abdomen de lavadero.

—¿Esto es en serio? —exclamó Nathan.

Se sentía en la dimensión desconocida. Muchos se habían acercado, entre ellos muchas chicas para ver el espectáculo. Incluso algunos hombres tomaban fotos. Nathan no tenía tiempo para pensar que él entre los dos ejemplos de Mr. Músculo parecía el chico del comercial de la avena, a la que la brisa se llevaba volando.

—¡Eso! No me hagas reír. —Roger que amaba estar desnudo se quitó la camisa y de pasó arrancó su short. —El instituto de investigación científica usó mi cuerpo para hacer sus nuevos afiches educativos de los músculos del cuerpo humano.

—Falta que comiencen a hacer competencia de pesas, desnudos —murmuró Nathan intentando alejarse de allí.

—¡Competencia de pesas, hecho! —gritaron al unísono.

—Si yo gano subirás una foto a tu Instagram dándome las gracias por haberte salvado la vida y dirás que soy el más apuesto entrenador—propuso Roger—, en cambio si tú ganas yo borro las fotos y puedes denunciarme si quieres.

—Si yo gano, borras las fotos, te denunciaré, dirás públicamente que todo fue un invento tuyo y que solo hiciste montajes para ganar fama. Ese es el trato.

—Bien, no me intimidas.

Se dieron las manos, y todos los que estaban a su alrededor aplaudieron. Nathan incluso fue empujado al final del salón. Se sorprendió de lo rápido que unos hombres de allí prepararon dos enormes pesas. Levantarían cien kilogramos.

En un día cotidiano de Charles y Nathan, cosas así no ocurrían, pero allí estaban, con uno intentando ver entre la multitud, y otro agachado como si estuviera en una competencia olímpica, preparándose mentalmente para ganar.

—El primero que deje caer la pesa pierde.

Roger y Charles asintieron, y un grito inició aquella rara apuesta.

Ambos lograron sostener la pesa sobre sus cabezas. Charles respiraba intentando conservar las fuerzas, en cambio Roger estaba con su rostro de batalla, mostrando los dientes, gritando y haciendo ruidos extraños. Charles lo miró desde el espejo, no entendía si era una táctica para desconcentrarlo, así que cerró los ojos y continuó con su régimen de respiraciones.

Roger hacía un quejido más raro que el otro, pareciera que se estaba rindiendo y pronto se desvanecería, pero el que de verdad estaba perdiendo la noción de la realidad era Charles, su ejercicio de respiraciones solo provocó que más del aire necesario entrara a su cuerpo y poco a poco se sentía desfallecer, sin poder escuchar más los jadeos de su rival, soltó la pesa antes de caer desmayado.

La pesa cayó con gran estruendo y rebotó. Charles estaba mareado, así que dio un paso hacia adelante, tambaleándose. En el segundo rebote, la pesa cayó en su pie derecho. Roger que celebraba se detuvo para hacer una mueca de dolor, Charles se demoró en gritar solo porque su cerebro aún no procesó el dolor.

—¡Ay!!!!!!!

Charles sacó su pie debajo de la enorme pesa y cayó sentado en el lustroso piso de madera. Nathan corrió a socorrerlo, y el gerente del gimnasio llegó alarmado.

—¡Roger! ¿Qué has hecho? Arregla esto porque él es uno de los socios más importantes de este lugar, asegúrate de que esté bien y vuelva o estarás despedido.

Roger tragó saliva. Se arrodilló al lado de Charles ayudándolo a levantarse.

—¡No me toques! —Charles lo empujó, pero perdió el equilibrio, se afincó de su pie malo y gritó del dolor.

—Apóyate en mi Charles, iremos a la clínica. —Nathan pasó el brazo de Charles alrededor de su cuello, intentaba verse preocupado aunque solo quería reír a sus anchas.

—Tendremos que cargarlo —sugirió Roger.

Charles gritó que no, pero entre Nathan y Roger hicieron una silla y comenzaron a llevarlo pataleando hasta la salida del edificio de cuatro pisos que componía el gimnasio. Se supone que debieron ir al estacionamiento, pero en cambio en la confusión salieron a la calle. Roger pensaba pedir un taxi, pero frente a ellos estaban sus dos amigas bajando de uno.

—¡Cindy! —gritó Roger sonriendo.

Nathan sabía que aquello no podía ser una simple casualidad, el cosmos lo estaba ayudando a mantener su empleo.

***

Cindy tenía una semana libre en el trabajo. Su mascota Judas no tenía comida, y nada mejor que ir a comprarle algo cerca del trabajo de Riky. Muy común en ella, no se encontró con Riky, en cambio se encontró con Graciela, que se le pegó como mosca, así que sus planes de acosar a Riky muy directamente, se fueron al caño. Allí estaba volviendo con la comida de Judas en una bolsa, y comiendo pasas, cuando tres hombres lindos se acercaban a ellas.

Sintió el aroma de sus colonias, la mezcla de sudor con perfume, aquella combinación de rostros sudorosos atractivos, y dientes blancos alineados, todo aquello, convirtió el delicioso sabor de las pasas en su boca, en un ácido muy amargo que regurgitó. Las arcadas casi la hicieron vomitar, pero cubrió su boca y pudo devolver ese líquido ácido al fondo de su estómago.

***

Todos miraron asqueados la escena de Cindy tragándose su vómito.

—Cindy, cochina —exclamó Graciela alejándose un poco de ella.

Graciela aún no notaba a los tres chicos tras ellas, cuando lo hizo, miró con fastidio a Roger pero observó con gran atención a Charles.

El cabello castaño del hombre que sostenían, estaba mojado por el sudor, pero caís sobre su frente, cubriendo un poco aquellos ojos azules eléctricos. Los músculos de sus brazos estaban bañados de pequeñas gotas de sudor, pero eso los hacía ver más atractivo.

—Hola —dijo coqueta—. ¿Qué te pasó?

Charles le respondió con una sonrisa, no iba a negar que la chica era linda.

—Una pesa le cayó en el pie, lo llevamos a una clínica —contestó Roger.

—No te pregunté a ti zopenco. Deja que él conteste, aseguro que su voz es muy sexy. —Charles iba a contestar pero Graciela continuó. — Yo hice un curso de enfermería, podría revisar tu pie en mi departamento, para qué ir a una clínica.

—¿Enfermera tú? Si lo único que haces es trabajar de mesera en un bar, esperando que Blake Shelton te descubra como su hija perdida del country, pero ya estás vieja Graciela.

—¡Roger, cállate!

No aguantando más le propinó una buena cachetada a Roger, él soltó a Charles para sobar su mejilla, haciendo que Charles cayera con su pie malo.

—¡Auch! —se quejó lanzando todo su peso en Nathan.

—¡Mira lo que hiciste inútil! Ayúdame a llevarlo a mi departamento.

—¿Qué? ¡No! —Charles no confiaría en esa gente loca.

Graciela no escuchó las quejas de Charles, solo pensó en el estado deplorable de su departamento.

—Cindy iremos al tuyo.

—¡¿Qué?! ¿Yo? ¿Por qué?

—Al único lugar al que iré es a una clínica. Nathan llévame a mi auto.

—¡No! —gritó Nathan—. ¿Charles de verdad quieres que esta noticia se filtre a la prensa?

—¿A qué te refieres?

—Llegarás a un clínica y en dos minutos todos hablaran de que el gran magnate, el heredero al imperio West lloraba porque una pesa rebotó en su pie, ¿quieres eso?

—¿Estás sugiriendo que vayamos al departamento de la loca? ¡Dios! Llévame a mi auto.

—Lindo, te aseguro que puedo curar tu pie, nosotros vivimos aquí en el edificio de enfrente. Solo es cuestión de cruzar la calle.

***

Charles no supo cómo se dejó convencer, pero se encontraba en aquel elegante ascensor con Cindy Love en una esquina alejada tapándose la nariz y revolcándose del asco.

"¿Tan siquiera no puede disimular?"

Siguió con la mirada fija en Cindy, notó la bolsa blanca que llevaba en las manos y esta comenzó a moverse, brincó asustado, pero intentó disimularlo cuando todas las miradas se fijaron en él.

***

—¿Por qué en mi casa? No entiendo. ¡Agh! Tendré que limpiar todo luego muy bien. Y no se me acerquen mucho —advirtió Cindy.

Nathan no entendía cómo Cindy vivía en un edificio tan elegante, y en una de las mejores zonas de la ciudad. Estaba a punto de conocer la guarida de la acosadora de feos y se sentía como una chica adolescente a punto de conocer a los de One Direction. Sí, él mismo reconocía que estaba más emocionado de lo comúnmente aceptable.

Cindy abrió la puerta de su departamento, pero su vecina la llamó y alejando a todos a empujones fue hacia ella.

Charles no aguantaba el dolor, solo quería sentarse y morder una almohada o algo. Graciela empujó la puerta, les indicó que pasaran, pero cuando Roger, Charles y Nathan dieron un paso dentro una gran fiera llegó corriendo.

El gritó de Charles, Nathan y Graciela fue descomunal. En solo cuestión de segundos Charles jaló a Nathan frente a él y no conforme a eso lo empujó hacia ese monstruo.

Nathan solo sintió que cayó sobre algo con mucha carne y que le raspaba al tacto. Sus reflejos lo ayudaron a quitarse sobre Judas, pero el animal ya se lanzaba sobre él para morderlo. No supo cuándo ni cómo, pero algo blanco y vivo entró en la boca de Judas. Cindy con su palo de cepillo comenzó a alejarlo de Nathan.

—¡Judas fuera! ¡Al cuarto! Te he dicho que no salgas, no sé cuándo por fin aprenderás. Ese tipo del encantador de perros es un fraude.

Nathan aún no sabía si se había hecho en los pantalones o no, de lo que estaba seguro es que temblaba como gelatina.

—Ya te he dicho que no comas... Ah, pero yo lo entrené para que atacara a los lindos —razonó mientras continuaba empujando a un furioso Judas a la habitación.

—Pero yo no soy lindo —esbozó Nathan en medio de su miedo—. Siempre he sido el feo del grupo, el chico tierno, el mejor amigo, nunca el guapo.

Cindy encerró a Judas y comenzó a ver a Nathan, a detallar sus facciones y complexión física.

—¡Oye, sí! No eres feo ni lindo, estás en la zona neutra —concluyó sonriendo—. Odio a los de la zona neutra —agregó cambio su expresión alegre por una más fuerte.

—¿Por qué? —preguntó confundido.

—Como dice la Biblia, como no eres frío, ni caliente, sino tibio, te vomito de mi boca. O eres una cosa o eres otra, ser neutro es tan, ¡agh! ¡Patético!

La bolsa que Cindy llevaba y ahora estaba sobre el mesón, se cayó, dejando salir a tres ratones blancos que comenzaron a correr por sus vidas. Graciela gritó, y Charles asustado se hizo a un lado para que no tropezaran con sus pies.

—¡Agh! La comida de Judas ya se escapó. No importa, él los buscará luego. Ahora terminen con ese pie, odio la invasión a mi privacidad.

***

Charles se sentó en el mueble de tabla y de cojines hechos de retazos, y subió el pie para que Graciela lo inspeccionara.

Ese departamento era un circo de cosas raras, viejas y reciclables. Hasta el televisor era de esos de cola y una fea pieza de metal salía de él, sirviendo de antena.

Graciela no hacía más que coquetear con el sexy ejecutivo. Roger estaba atracando la nevera de Cindy, y Nathan la seguía con la mirada, esperando poder hablar con ella.

—¿Qué te pasa chico neutro? —preguntó Cindy molesta de ser tan observada.

—Nada... es que... ¿qué clase de mascota es esa?

—Es un Dragón de Komodo. Lo traje de un viaje que hice. Es la cosa más fea que he visto, a parte de Riky.

—¿Quién es Riky?

—Mi ex. Pero él me ama, y sé que volveremos y nos casaremos, o solo simplemente nos arrejuntaremos, ¿quién necesita un papel?

—¿Por qué casi vomitaste cuándo nos vistes?

—Cindy le tiene asco a todo lo que sea lindo y perfecto —respondió Roger sentándose al lado de su amiga—. No desees nada que no puedas alcanzar, es su lema.

Nathan lo grabó en su memoria, sería de gran utilidad para su artículo.

—¿Cómo es que ellos dos son tus amigos si odias lo... lindo? —dijo lo último apenado.

—Hombre ni te sonrojes, yo soy hermoso —bufó Roger dándose un golpecito en la quijada.

—Si mi mejor amigo fuera feo estaría enamorada de él, y qué cliché.

—¿Y tu amiga?

—Uno nunca sabe en qué momento cambie de bando, así que es mejor asegurarse que sea linda.

—¿No te dan asco?

—Sí, mucho, pero son las clases de cosas que uno hace por los amigos. Los sacrificios. Roger Kellogg es lindo, pero...

—¡Roger Kellogg! —gritó Charles desde el mueble—. Disculpen, tú eres Kellogg, como el serial ¿no? —preguntó apenado.

—He dejado esa etapa de mi vida atrás —comentó dramático.

Charles se sentía más que incómodo, quería acabar ya con todo, pero esa chica en cuanto le quitó las medias, no hizo más que ver con horror la deformidad de su dedo gordo y más nada.

Nathan preguntó otras cosas pero Cindy no estaba interesada en hablar con él, ni en soportar más tiempo a su nuevo jefe y su amigo de la zona neutra en su casa. Se acercó a ver qué pasaba con el pie del jefe lindo y quedó maravillada con la fealdad de ese dedo gordo.

—¡Qué feo! —exclamó enternecida—. La uña voló, tienes una pelota de sangre por dedo y de paso está quebrado.

El dedo gordo estaba doblado hacia arriba. Nathan se asomó a verlo y sintió grima de solo pensar en cuanto dolía eso. Roger tuvo una reacción similar.

—Debe doler como el infierno —comentó contenta.

—Aléjate Merlina Adams —advirtió Charles.

Cindy no le hizo caso. En un movimiento rápido tomó el dedo de Charles y lo devolvió a su lugar, escuchó aquel sonido del hueso haciendo "clic" y suspiró de satisfacción.

Los ojos de Charles lloraron sin su permiso, y un segundo después el grito de dolor se hizo presente.

***

—¿Cómo puede ser que arriesgaras mi vida por un artículo? —protestó Charles realmente molesto.

Ya por fin estaba en la tranquilidad de su hogar. Había llamado al doctor de la familia y él se aseguró de entablillar el dedo y darle unos calmantes para el dolor. Cojearía por al menos dos semanas.

—No seas dramático, no arriesgué tu vida —refutó Nathan—. Lo de tu dedo es solo tu culpa, yo solo vi la oportunidad única de saber más de Cindy Love. Además no se me olvida que no te importó lanzarme sobre la iguana asesina esa.

—Los demandaré. Acabaré con ese bastardo Kellogg.

—No harás nada. Me debes mil favores. Siempre te he ayudado en todo. Si la despides, estarías dejándome sin trabajo, y sé que no lo harás. Tú me ayudarás en todo esto, y es una orden.

.—Pero...

—Pero nada. Tú eres mi vehículo para entrar en la vida de Cindy Love. Y no quiero quejas, o... hay muchas cosas que no quieres que se sepan.

—¿Me estás amenazando?

—Sí. Odio esas frases de las películas donde dicen: No, te estoy advirtiendo.

—Eres un imbécil.

—Un imbécil que es tu mejor amigo. Por cierto alguien del gimnasio grabó la competencia, con todo y lo del dedo. Vi que Carolina lo estaba viendo.

—¡Ay, no! —Su hermana era una pesadilla.

No podía ni imaginar la humillación que le haría pasar.

***

Nathan volvió a su departamento, abrió la laptop y comenzó a escribir los apuntes de ese día. Tenía que encontrar la forma de entrar en la vida de Cindy Love, ya sabía que por ser de la "zona neutral" no tenía chance ni de ser su amigo, no le quedaría otra que usar a Charles que era su jefe, y por ende algo podría conseguir.

"No desees nada que no puedas alcanzar".

Repitió la frase que destellaba en su ordenador. Vio la foto que estaba sobre su escritorio y suspiró, tal vez si desde siempre hubiera creído en la filosofía de Cindy, ahora no estaría sufriendo. Delineo el rostro en la foto y sacudió la cabeza para continuar.

"Recuerda Nathan, no desees nada que no puedas alcanzar".

Tal vez Cindy Love podría tener a su primer seguidor. 

Sé que dije que subiría capítulo ayer pero se me hizo imposible. Ayer era el día de las madres, muchas personas en casa, un moño que me tuvo todo el día con dolor de cabeza, y una noche en la que estuve haciendo ponquesitos para una amiga de mi hermana. 

Pero aquí el capi. Espero que les haya gustado el saber un poquito más de Roger, aunque más adelante sabremos más de su vida, ya que su apellido encierra algunas cosas. 

Nos falta el capítulo de Graciela, y ya los demás tendrán otros nombres. 

Como pueden ver desde el prefacio, el estilo de vida de Cindy nació debido a un amor imposible, más bien un amor no correspondido, así que la pregunta del día de hoy es:

¿Han tenido un amor imposible? ¿A qué edad tuvieron  a su primer crush? 

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