[ O r i g e n e s - (IV) :E z r a - B e k e r ]
El incendio
Golpea, esquiva. Golpea, esquiva. Golpea, esquiva. Gancho derecho. Gancho izquierdo. Gancho. Gancho. Gancho. Estas eran las palabras que usualmente este chico escuchaba diariamente, durante tres años, todos los fines de semana, cuando no tenía que trabajar.
Esta es la trágica historia de los periódicos de la zona. Un sitio técnicamente tranquilo, aunque con ciertos sociópatas abundando en todas las zonas habidas y por haber. La campana del boxeo era algo que el pequeño Ezra siempre escuchaba, desde esa época hasta que logró encontrar un trabajo.
Ezra se caracterizaba por se un joven tranquilo, bastante sencillo. Se pasaba la mayor parte de su tiempo contemplando las estrellas. Era algo casi esotérico hacer eso para él. El cielo era quizá lo más curioso para él. Usualmente lo veía con calma todas las noches, No sintiéndose alterado por nada. Le tomaba fotografías al cielo siempre que le parecía curioso. Habían cielos pálidos, repletos de nubes, lluviosos y oscuros, otros eran rojizos, con nubes separadas y en mayoreo, y también, tomaba fotografías de los atardeceres. Iba a la terraza de su casa a tomar las fotografías con tranquilidad, paciencia y algo de calma y esfuerzo. Su hermana subía a esperarlo para acompañarlo mientras tomaba fotografías al firmamento.
Con colores fantásticos jamás antes vistos, Ezra no podía sino sonreir al momento de rencontrarse con su hermana, quien era su mas grande amor. Su familia, desde hacia años, habían olvidado por completo a sus hijos. Su padre era uno de los mejores mecánicos de la zona y siempre cumplía con su labor de ser el mejor, sin fallar a su palabra en lo más mínimo. Siendo siempre justo y alguien muy responsable. Su madre era una buena ama de casa y en ocasiones, ayudaba a su padre con arreglos del taller.
En realidad, sus padres no estaban usualmente en casa. Desde que Ezra tiene recuerdos, su hermana ha sido su mayor responsabilidad, inclusive más que la escuela, sus múltiples trabajos y el boxeo. Siendo mucho más de lo que significan esas cosas. No se sentía realizado su si hermana no estaba allí para apoyarlo o si no era ella una causa de su mejora como persona. Era algo extraño para muchos ver una relación así. No era muy frecuente que hermano y hermana se llevaran de esa forma. Tan cercanos e íntimos. Pero no se trataba de una relación incestuosa, en lo más mínimo, sino de una amistad real, mucho más duradera y sincera que las normales.
Siempre pasaban las tardes unidos, ya sea jugando juegos de mesa, viendo la televisión o riendo de anécdotas divertidas que a cada uno le ocurrían en la escuela. No eran cosas muy grandes o que pudieran hacer mucha diferencia. En realidad, la simpleza era lo que ellos buscaban al momento de convivir realmente.
De hecho, uno de los mayores aportes que hizo su hermana a Ezra fue la idea de que este se metiera a practicar boxeo y competir en líneas amateur, como una especie de consejo. Su hermana quería practicar boxeo igual, o ese era su deseo. No obstante, la perdida de una mano le había impedido cumplir el sueño, o al menos, cumplirlo como ella quería, sintiéndose menos motivada ante esto.
Su hermana quería, que de algún modo, su hermano cumpliera su sueño. A pesar de no ser mayor que él, deseaba con todas sus ansias que Ezra fuera un excelente boxeador, mucho mejor de lo que ella pudiera aspirar nunca más. Esto fue algo que, al escuchar Ezra, se lo tomaría más que personal.
Con ayuda de su hermana, buscarían el mejor lugar para entrenar boxeo en toda la cuadra, dando con un pequeño gimnasio, donde había también otros deportes en práctica, los cuales también le llamaban la atención a su hermana. Ella sabía que el boxeo tenía y podría ser la vida de Ezra, a como diera lugar. En el caso de ella, era un caso perdido para sí misma.
Cada día llevaba a Ezra al gimnasio con la esperanza de que el mismo pudiera superar su nivel en el boxeo. Además de esa práctica, él hacía ejercicios de calentamiento, los cuales le hacían tener un físico formidable a Ezra. Su hermana no podía creer en que se había transformado su hermano. Musculoso y veloz como una hiena y mortal como un escorpión en el boxeo aficionado, o al menos, eso parecía para ella. Ezra comenzó a competir en torneos de boxeo ganándose el respeto de las personas mientras estaba en sus primeras y más prolíficas etapas de desarrollo como un boxeador de ligas mayores.
Quizá lo peor de todo era la envidia que sentían los entrenadores del gimnasio a lo que Ezra estaba consiguiendo. Pero eso era normal en las nuevas promesas que salían de allí, después de un tiempo, se sentían orgullosos de lo que significaba tener algo así con ellos, entrenando y siendo la maravilla viviente de los nuevos tiempos del arte marcial sin ser arte marcial. El deporte violento más inteligente que ha existido, o al menos, dentro de los más coloquialmente aceptables. Todo era una maravilla tanto para él como para su hermana. Salvo que en algunos momento sentía bastante estrés por lo que fuera a ocurrir. Estar en el mundo del boxeo es algo que requiere esperar todo menos algo realmente esperable. No es que sea un sitio repleto de sorpresas, sino que las personas que participan se caracterizan por actuar y pensar de formas bastante peculiares. A veces no teniendo lógica, pero siendo arbitrarias (Es decir, teniendo una sola vertiente que los hiciera actuar, aunque fuera en contra de la lógica, carente de sentido y fuera en contra de las reglas.
Sus amigos más cercanos, dos que obtuvo trabajando de cajero y otro que obtuvo siendo un repartidor de comida rápida, le recomendaban siempre que jamás tuviera contacto con los boxeadores. A veces podían ser personas realmente violentas, en varios aspectos. Esto no solamente alertó un poco a Ezra, quien no confiaba mucho en ellos, ya que varios, además de mostrarse hostiles ante él, también tenían cierta atracción hacia su hermana, quien nunca lo abandonaba en ninguno de sus entrenamientos y mucho menos en alguno de los enfrentamientos en los cuales el tuviera que participar.
Ezra notaba como varios de los compañeros que tenían en el gimnasio se sentían seriamente atraídos por su hermana, que no está de más decir que era realmente hermosa, al igual que él, lograron tener una buena genética, siendo los más atractivos tanto de su familia como de los conocidos de entre ellos. El problema de ello era que eran utilizados usualmente como meras marionetas. En el caso de su hermana, solo era bella y por ende, por eso solo tenía amigos. Lo mismo ocurría con Ezra, quien no parecía ser más que una cara linda para todos sus conocidos, siendo superficial y algo incómodo para él.
En uno de sus enfrentamientos más importantes Ezra se hizo cargo del luchador más egocéntrico de los aficionados, quien también estaba enamorado de su hermana. Se trataba de alguien que siempre estaba sin camiseta y presumía sus músculos. Rápidamente se supo que era mera interpretación teatral o una exageración sin sentido alguno. Todo se definió cuando Ezra logró conectarle varios golpes en las costillas y en el rostro, ganchos sin parar y logrando esquivar todo golpe del más pretencioso de los boxeadores que había visto en su vida. Ezra no tenía miedo en lo más mínimo de alguien que solamente vivía de palabras e idealizaciones, más no de reales y verdaderos atributos tanto físicos como de habilidades.
La pelea terminó cuando Ezra tomó impulso y conectó un puñetazo en el centro del rostro de aquel orangután, causando que se desmayara, siendo un Knock Out absoluto. El pequeño Ezra había ganado en contra del mastodonte del lugar, quien no era más que un enorme payaso que decía varias sandeces.
Todo esto le costaría realmente caro a Ezra, o al menos, el tiene la sospecha de que fue así. Unos días más tarde, con su premio de ganancia, además de una copa algo improvisada, un poco de dinero, logró comprarle a su hermana unos lindos aretes de bronce en forma circular. Su hermana los amó completamente. Ella le pidió a Ezra que portara uno de ellos, ya que en parte había sido él la única persona a quien le tenía esa confianza para ser ella. Le dio el otro arete, siendo algo que Ezra, a dia de hoy, porta con mucho orgullo.
Al parecer, quien había perdido con Ezra lo buscaba por todas partes, lo seguía determinadamente en todos los sitios en los que le se encontrara por completo de forma imprevista. En una ocasión, dejaría de seguirlo a él para ir por su hermana. Ella estaba tranquilamente comprando verduras para que Ezra pudiera cocinar para la noche de ese día. Lo último que se supo fue que ella llamó a Ezra para preguntarle si eran tomates o tomatillos lo que debía comprar. Después de ello, el ultimo testimonio de su aparición fue gracias a una mujer que logró reportar que estaba siendo llevara a la fuerza por personas con la cabeza cubierta.
Cuando la familia de Ezra supo de ello, Ezra y sus padres habían quedado destrozados por dentro. Fue difícil decirlo tanto para él como para sus padres, quienes no querían saber más, sin embargo era esencial para poder hacer algo por su hija. Ezra no volvió al gimnasio y era usualmente visitado por sus amigos y rivales, quienes querían mucho a su hermana. De hecho, lo que más le sorprendió fue recibir un regalo especial por parte de su mayor rival. El que había perdido a manos de él y que era solo un payaso. De nombre Hermann, se sentía realmente triste por la perdida de ella. Y sabiendo los gustos de Ezra, le preparó con sus propias manos un pastel de carne. Ese gesto fue realmente curioso, aunque con un chiste de fondo.
En la noche, cuando Ezra comió del pastel de carne, disfrutando su sabor, tan diferente a las demás carnes, notó algo que emergía de entre todo el pastel. Era de color bronce. Esto impactó un poco a Ezra, pero no fue hasta que jaló de aquel objeto que encontró no solo una oreja con ese arete, sino un dedo cortado con un mensaje escrito.
Este mensaje decía "Yo he ganado, imbécil". Esto no solamente causo asco en Ezra, sino que una furia encarnada lo recubrió por completo en todo su ser. Sabía en donde encontrarse con ese sujeto, pero no estaba seguro que una pelea pudiera arreglar completamente las cosas. Fue por ello que, del taller de su padre, tomaría unos cuantos galones de gasolina y sin ser sospechoso, subiría en el auto de su padre e iría hacia el gimnasio. Pudo ver en las lejanías que el gimnasio estaba repleto de varias personas, riendo, junto al sujeto con el que había peleado, todos ellos contando chistes sobre su hermana muerta. Sabía que ninguno de ellos tuvo piedad con ella. Quien sabe que cosas horribles le hubiesen hecho. Por ello y sin mostrarse misericorde, puso todos los galones de gasolina en el auto, se hizo algunas cicatrices para que pudiera salir impune y decir que fueron ellos quienes le hicieron eso al auto y a él. Todo lo que seguía era encender la gasolina en el auto, cosa que hizo Ezra, no sin antes poner un ladrillo en el pedal para que este saliera corriendo cuando quitara el freno de manos. Al instante que lo hizo, el auto corrió a toda velocidad hacia el gimnasio, estrellándose en él, causando furor y posteriormente, explotando.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top