[ C a p í t u l o - (3 7) : La-recamara-de-Hessen-Brook]


*Contexto histórico*

La recamara de Hessen Brook es un pequeño espacio, formado usualmente por láminas de metal y concreto, que se utiliza usualmente en experimentos para la retención o abstinencia sexual. Este experimento, perteneciente a inicios del siglo XX, fue propuesto por Max Hessen y Denzel Brook, quienes querían comprobar que tan eficaz era la abstinencia en pacientes con ninfomanía.

En un inicio, con las investigaciones psicoanalíticas de Sigmund Freud, así como también las posturas de condicionamiento clásico, de Ivan Pavlov, el experimento fue llevado a cabo en diversas partes de Europa, aunque a mediados del siglo XX se instaló la primera recamara de Hessen-Brook en Estados Unidos, cuando la guerra fría estaba en su auge.

Tras diversas revueltas sociales, la hipersexualización de la década de los 70's – 80's y las represalias legales que se encontraron de frente con la intención de globalizar las recamaras de Hessen-Brook, este experimento fue detenido y prohibido en todos los continentes y países posibles.

El experimento quedó en la historia de la psicología como un capítulo oscuro y oculto sobre la modificación de la conducta y la función de la fuerza de la libido.

***

-Es hora de que pongan manos a la obra con la mujer de la habitación. Se de sobra que ambos son homosexuales. No se preocupen, me encontré en el mismo lugar que ustedes... ¿Pero realmente son homosexuales? Nadie más que ustedes pueden saberlo, sentirlo o decirlo mejor. Sin embargo, aquella premisa no me hace creerlo del todo. Así que haré esto.

Tan rápido como el Dr. Wayne dejó de lado la narración, comenzó a reproducirse una canción. Era una canción mala, muy mala, pero tenía cierto tinte sensual. Era música tranquila, con un bajo sencillo, una guitarra cálida, sin batería, solo la guitarra, un bajo y un pequeño teclado, que sonaba de vez en cuando. La música fue seguida por un cambio de iluminación en la recamara metálica. La luz fue cambiada por un tono rojizo. Un tono rojizo y leve que elevó las facciones de la mujer que estaba en el suelo, con cabello rojo y mirada destrozada, pues estaba en un lugar muy peligroso, un lugar desagradable en un todo.

-Ahora es cuando les pregunto, ¿realmente les gusta ser homosexuales? ¿No les gustaría, por lo menos en este lugar sin normas ni control, hacer algo que no deberían hacer? Es hora de dejarse llevar. No tienen porqué tener control de sus impulsos naturales, biológicos. En esta sala nadie saldrá como criminal. Están en un lugar seguro, un lugar sin visitas, ni vistas. Un lugar en el cual solo ustedes se encuentran.

La voz del Dr. Wayne se cortó, a la par que la música siguió y las luces rojizas comenzaron a tintinear. Dhúl no hizo absolutamente nada, más que cubrirse de las luces y ocultar sus genitales. No sabía que pensar. No obstante, tras él, comenzó a darse cuenta de que aquel otro hombre se despegó de la pared, con una erección y acercándose a la mujer. La mujer comenzó a alejarse, sintiendo miedo. Buscó acercarse a Dhúl, y cuando este mismo sintió el rostro en su pantorrilla de aquella pobre mujer, miró con detenimiento quien era.

-V-V-Via-Via- ¡¿Vianney?!

Al notar como aquel otro sujeto se acercaba a Vianney, con intenciones sórdidas, decidió que no podía quedarse de brazos cruzados. Notando que estaba distraído, Dhúl conectó una patada en la cien, haciendo que este cayera al suelo y se sostuviera su cabeza. Alejó a Vianney hacia la otra esquina de la recamara.

- ¡¿Qué mierda te ocurre?! ¡¿No ves que tenemos solo esta oportunidad?!

- ¿Oportunidad de qué? – Respondió Dhúl al otro sujeto - ¿Oportunidad de violar a una pobre mujer? Eres un enfermo, amigo – Dhúl se puso en defensa para proteger a Vianney.

-No quieras ocultar esas pasiones ante mí. Eres como yo.

- ¿Qué mierda quieres decir? – Cuestionó Dhúl ante aquella aclaración.

-Es nuestra oportunidad para dejar de fingir.

- ¡¿Fingir?!

-Piénsalo bien. Ya de por sí es complicado buscar relacionarse con una mujer porque puede tacharte de machirulo opresor, de un violador. Es nuestra oportunidad para dejar de fingir, dejar de ser homosexuales por protocolo. Es hora de divertirnos un poco, colega.

-Yo no soy tu colega, maldito mandril – Vociferó un encolerizado Dhúl – No pienso hacer nada de lo que digas, no por protocolo, sino porque no es correcto.

- ¿Acaso no sería correcto hacerlo? ¡Ellas merecen esto y más torturas! – Maldijo aquél delgado, moreno y ojeroso hombre con calvicie.

-No... Y no pienso dejar que la toques en lo más mínimo, bastardo.

-Vamos... ¿Y qué se supone que harás, maricón?

-Veamos que eres capaz de defender, escoria – Dhúl se puso con ambos pies en arco, sus puños cubriendo su rostro y mirando detenidamente al hombre que estaba frente a él, quien no tenía ni una buena postura, ni tampoco una buena defensa.

***

- ¿Entonces nadie ha visto a Jessica? – Preguntó William al grupo. Todos estaban unidos; Lewis, Edward, Grant, Loren, Paola, Ezra e inclusive se había unido a ellos Josef.

-La ultima vez que la vi estaba por los pisos superiores – Respondió Paola. Esto le llamó la atención William.

-Yo hablé con ella ayer, o lo que creo que fue ayer – Josef se cubrió la cabeza – Ya no se cuánto tiempo llevamos aquí.

-Deja de parlotear, quejica – Lewis verbalizó su incomodidad, para solo mirar a William la posibilidad de haberse encontrado con Jessica.

-Entonces hay algo y no lo entendemos.

- ¿Qué cosa? – Cuestionó Loren.

-Es extraño que Jessica haya desaparecido junto a varias otras personas... ¿No se han dado cuenta? Vianney, Simone, Dhúl, inclusive algunos más y ellos vienen de tu grupo, Paola – William miró a Paola al terminar su discurso – Esto es extraño.

- ¿En qué sentido? – Preguntó Grant.

-No lo sé... Es como si las personas más aisladas de las demás hubieran sido... eliminadas.

-Pero Jessica no era muy distante realmente.

-Quizá no para nosotros porque solíamos hablar con ella. Pero jamás solía estar mucho en grupos. Era, por así decirlo, como si quisiera alejarse de todo y de todos.

-Eso ya no me deja con una salida lógica – Vociferó Lewis - ¿Entonces que demonios le pasó?

-Trato de pensar... – William se sentó en el suelo de la celda de Loren, donde todos estaban discutiendo la situación.

Edward, quien no había participado en la conversación hasta ese momento, propuso una idea.

- ¿Y si nos dividimos e intentamos buscarlos?

-Sería una buena idea, aunque debemos temer por lo que ocurra entre nosotros. No es normal que este tipo de situaciones se den y podemos desaparecer junto a Jessica – Remarcó Grant.

-Igual no tenemos alternativa – Refutó William a Grant, quien inseguro, no quería llevar acabo el plan.

De acuerdo. Seremos parejas – Estableció Edward.

- ¿Por qué parejas? ¿Por qué estar de acuerdo contigo? – Lewis fue violento en su declaración.

-No seas una bestia, bruto – Dijo William - ¿Si podemos ser parejas, Edward? ¿Estas seguro que podremos serlo?

-Completamente – Edward, analizando, comenzó a crear las parejas – Loren y Grant irán juntos por la zona norte, Lewis y Josef por la zona sur, Paola y William por la zona oeste. Ezra y yo iremos por la zona este.

Todos estuvieron de acuerdo con aquella propuesta, aunque realmente quien saldría completamente beneficiado de allí eran Loren y Grant. El resto eran indiferentes por las parejas; William mostró un poco de repulsión por estar con Paola, aunque no podía negarse si el objetivo era encontrar a Jessica.

El grupo salió de la celda de Edward, que parecía haberse convertido en un sitio de convocatoria para diálogos entre ellos. Todos se dividieron por completo y buscaron por toda la academia, evitando encontrarse entre ellos y evitando inconvenientes en lo más mínimo. Todos debían reunirse de nuevo en la celda de Edward para dialogar lo que posiblemente encontraron, evitándose el despropósito de re encontrarse. El perímetro estaría dividido como si fueran cuatro triángulos equiláteros, donde las esquinas se verían y nadie irrumpiría más allá de esos límites.

-Los veo luego, amigos – Edward deseó buena suerte a todos en su cruzada.

***

Zona este; Edward y Ezra.

Dirigiéndose a una oscuridad impenetrable, Edward y Ezra comenzaron con un viaje en forma de laberinto.

- ¿Cómo fue que terminaste aquí, Edward?

-Es una larga historia, aunque ya la mayoría sabe que lo hice por usar a mis padres como un experimento para mis prácticas como psicólogo. No era alguien realmente considerado con ellos.

- ¿Por qué?

-Bueno... Realmente jamás logré generar ese "afecto" de padre e hijo o madre e hijo. Era más una dependencia económica que otra cosa. No necesitaba que ellos me dijeran que estaban "orgullosos" o que estaban "contentos" por mí – En cada ocasión recalcada, Edward hizo la seña de comillas para aclarar que puede o no ser una verdad – No quiero encariñarme con los que me dieron la vida.

Ezra pensó en aquello que Edward le propuso, haciéndole una pregunta.

- ¿Te has encariñado de alguien?

-Si. De dos personas realmente agradables. Una de ellas es una mujer llamada Anna. Es mi colega de trabajo, o al menos en nuestras investigaciones y funciones en el poder judicial. Si tengo que ser realista, nuestras pláticas solo se reducen realmente a solo hablar de cosas banales, aunque adoro esas pláticas. Cuando termino el trabajo, es el único contacto humano que realmente le importa cómo me siento.

- ¿Y quién es la otra persona?

-Es como una madre que jamás sentí que tuve... La conozco solo como "Ms Abrahams", en realidad era muy fría con el resto pero cuidó de mi cuando más lo quise, y necesité. Era neurótica en un todo, aunque eso es un defecto que todo ser humano tiene, incluso si es en diferente medida.

- ¿Qué era ella?

-De manera bastante resumida, porque hay una historia detrás... Una paciente del psiquiátrico.

-Oh...

-No te sorprendas. En el mundo que vivimos es más fácil empatizar con el tipo de maniacos dentro de esos hospitales que con la gente de fuera; al menos allí son sinceros y ellos mismos; no se pierden entre tanta marginal imagen de referencia; modelos a seguir para ser algo que nunca serán.

- ¿Lo dices por famosos o por figuras políticas?

- ¿Qué diferencia hay? Son los mismos imbéciles.

- ¿Por qué son lo mismo?

-Piénsalo Ezra. Ambos son seres que se les otorga un valor por el público al cual van dirigidos. Tuvo tanta relevancia un político, como Roosevelt, como The Beatles, solo que para diferente tipo de espectadores. Ambos solo eran un grupo de monos cilindraros ayudando a no morir de aburrimiento o desolación. Y al final cuando llegaron los nuevos, como quizá Bush o Nirvana, finalmente dejaron morir a los ídolos de carne y hueso.

- ¿Entonces para ti son lo mismo?

-Si... Y ambos son consecuencia de un público con la educación específica para que funjan como una mente colmena que no sabrá jamás que es realmente lo que ven sus ojos.

-Tal vez te estás tomando más que en serio las cosas que vez o como son.

-O quizá tú no lo has visto con los ojos correctos.

-Hmm... No pienso refutarlo.

-Yo no deseo que cese esto...

-Lo digo principalmente porque he escuchado algo aquí.

- ¿Qué? – Ezra sorprendió a Edward, quien parando su parafernalia logró sentir la presencia de algo. Algo que era difícil de explicar. Un aliento putrefacto y una voz muerta, como gemidos de dolor de una anciana, provenían de la oscuridad.

Ambos, tanto Ezra como Edward no daban cabida a que clase de ser podría estarlos viendo. Era una sensación que todavía parecía ser humana, pero difícil de describir como tal. Era extraña en su composición, completamente adversa, aunque con ese tinte familiar a humanidad.

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