[ C a p í t u l o - (2 6) : C r i a t u r a s ]


-Dejame ver si entiendo – Dijo Grant algo alterado - Me estás diciendo que, aunque parezca una mujer común y corriente, en realidad es una bestia amorfa, ¿de acuerdo?

-Si – Dijo William – Fue extraño para mí el cómo es que ella comenzaba a cambiar de forma de manera tan repentina y solamente podía sentir en ella una inhumanidad tan aberrante que sería imposible describirla. Esto, sobre todo por los fetos. Me causaron un horror indescriptible. Me inquietaba, además, todo aquello que involucrara a esa mujer.

- ¿Su nombre es Erika?

-Erika Woodhouse. En su vestido, en la zona del torso, había una etiqueta o placa con ese nombre. No recuerdo con claridad que tipo de objeto era. Pero sabía que ese era su nombre por lo que había escrito allí.

-Bien... por las características que me redactas, puedo tener un cincuenta porciento de seguridad que es un parásito del espectro Olhem.

- ¿Qué? – Preguntó Edward.

-Oh, cierto. Les explicaré esto. En el lugar del cual provengo se encuentran en presencia diversos tipos de espectros. Están los espectros de la buena y mala suerte, los cuales se dividen en dos tipos; arbitrarios y justos. Los arbitrarios tienen diversos nombres y se originan de oriente; los justos, sin embargo, son provenientes de Europa, como los Olhem. Estos espectros se caracterizan por ser similares a los humanos, por lo menos, en su fisiología; eso incluye, escabrosamente, su propia epidemiología.

- ¿Eso que quiere decir?

-Significa que tienen enfermedades, virus, bacterias y, como es de esperarse, parásitos que pueden ser igual o peores que los vistos en la tierra, ya que son espectros que tienen más tiempo en la tierra que nosotros; los humanos.

-No es por sonar un poco discriminador... pero no creo que tu seas humano... – Dijo Edward mirando a William de reojo y a Grant.

-Entiendo tu punto... Para tu alivio, yo antes era un humano. Si bien la humanidad en mi se desvaneció por cuestiones lejos de la comprensión de ustedes y mía, eso me ha otorgado un conocimiento nunca jamás adquirido por alguien igual.

- ¿Ese conocimiento que dicta?

-Primero; hay diversas razas humanas. Ustedes son la rama proveniente de los homínidos. Hay otras ramas como la de los certópidos, los cuales tienen semejanzas con los caballos. O la rama de los jálargos, que conservan aspectos de las aves.

-Interesante – Dijo Edward - ¿Hay más?

-Ese es el primero. Es segundo es que existen diversos tipos de espectros. Muchos de ellos generados por la humanidad y otros que nacieron antes que ella. Así como otras especies de objetos, seres y criaturas sobrenaturales originadas antes y después del nacimiento de la humanidad, cuentan con una basta gama de enfermedades, virus, bacterias, parásitos y demás padecimientos. Muchos de estos desconocidos y otros ya estudiados por los arqueólogos, necropidemiólogos y varios brujos de diversas categorías.

-Fascinante – Dijo William con cierto nivel de envidia.

-Sea como sea... ¿Qué podemos hacer para erradicarla o evitar que haga algo malo? – Preguntó de forma serena Edward.

-Ese es el problema... ¿recuerdan que les dije que estaba un cincuenta porciento seguro de que fuera eso?

-Si.

-Eso quiere decir que puede ser eso... o algo más, fuera de vuestro conocimiento... y me aterra que del mío.

-Lo que si se puede deducir es que, si lo que dice William es cierto, Grant, es algo que puede camuflar de forma exitosa. Ese pequeño arrebato maniaco de acariciar su vientre no se si pueda ser una pista, pero es útil, ¿no?

-Demasiado útil – Dijo William – Cuando estuve en contacto con ella, pude notar que tenía bebés. Estos mismos en una etapa demasiado temprana de desarrollo y me preocupa pensar que... pudieron ser reales... o alguna consecuencia de lo que puede ser algo indescriptible.

-Me preocupa lo que sea que sea ella. Solo... solo no se acerquen a ella...

-Un detalle más Grant – Dijo William – Por lo que tengo entendido, la criatura que nos ocupa... tiene cierto repudio al calor o a metal caliente.

- ¿Calor? ¿Es vulnerable al calor?

-Parece ser que a calor en altas temperaturas. O metal caliente. Si, parece ser que sí.

-Entonces tengo un setenta por ciento de seguridad en creer que puede ser algo que conozco. Por la descripción que me otorgas, de tentáculos y la posesión de un cadáver, tal vez estemos frente a un diente de león.

- ¿Qué? ¿Esto es una broma? ¿Un diente de león? – Preguntó eufórico Edward.

-Los dientes de león no son solo un organismo compuesto de pétalos extraños que sirve para pedir deseos. Dentro de si contiene un microrganismo desconocido, por ahora. Solo unos cuantos y yo sabemos de él. La característica presente en él es que, en caso de que un cadáver entre en contacto con él, activa un mecanismo de defensa que le hace ser flexible y, con pequeñas ramificaciones, camina sobre la sangre pútrida del cadáver. Se introduce en el centro de su cuerpo, es decir, su abdomen y controla cada órgano, hasta convertir al cadáver en un muerto viviente. La diferencia es que son capaces de remplazar la apariencia muerta por unos momentos, más no permanentemente.

- ¿Eso explica por qué solo la hemos visto dos veces? Bueno, en realidad yo una y William otra.

-Es correcto, Edward.

- ¿Y que se relaciona esto con el calor?

-Los dientes de león tienen una capacidad que les permite ser hidrofóbicos, conservarse en la tierra y duplicarse con el viento. Sin embargo, son vulnerables al fuego o las altas temperaturas.

-Entonces... ¿Qué hacemos?

-Ninguno de nosotros tiene algo inflamable, ni siquiera desodorante.

-Yo sé de un lugar que puede servirnos – Dijo William.

Ambos lo observaron.

- ¿Qué lugar es ese? – Preguntó Grant.

-La sala de calderas, quizá tenga otro nombre, pero es lo primero que tengo en mi cabeza. Está repleta de tubos de metal ardiente. Puede ser funcional, hasta cierto punto. De no ser por uno de esos tubos, la criatura me hubiera arrancado una pierna.

-Vulnerabilidad al calor – Dijo Edward – Es algo extraño eso, para una criatura con tal fisiología.

-Que nada te extrañe, Edward – Dijo Grant – Cosas como esas, sino es que más rocambolescas se presentan todo el tiempo.

-Solo nos queda encontrar a Erika – Dijo William – El problema viene con algo que he estado pensando.

- ¿Qué se te ocurre William? – Preguntó Grant.

-Me atormenta la idea de una forma un tanto... hiperbólica.

William se acercó a la puerta para cerciorarse que estaba cerrada completamente; que nadie interrumpiera su privacidad, nada ni nadie.

-Me parece algo descuidado que la gente en esta supuesta academia deje pasar cosas como esas.

- ¿Qué? – Preguntó Edward.

-Piensen, ¿de que otra forma una criatura así estaría en un sitio supuestamente bien vigilado?

- ¿Me estás diciendo que la vigilancia no es muy buena?

-No, Edward – Dijo Grant – Quiere decir que es fácil escabullirse, aunque no lo intentemos.

-Grandes conclusiones, pero ninguna sirve de nada. En realidad, mi temor está encaminado a otra cosa señores.

- ¿Qué te aterra William? – Preguntó Edward.

- ¿Y si ellos fueron los que trajeron a la criatura?

-Eso es imposible.

-No... no es imposible.

- ¿Qué te hace decirlo?

-Edward... Tu notaste que la Dra. Sandy tenía la manía de usar muñecos vudú. Notaste que Jessica no es un ser humano, ni siquiera se le puede considerar un superhumano. La gente de este lugar es peligrosamente curiosa y causa una angustia en mí.

- ¿Te angustia que estemos frente a ficción pura?

-Me aterra creer que la ficción sea real.

- ¿Por qué te daría miedo eso? Tenemos a Grant.

-La presencia de Grant... con respeto hacia ti, Grant, me causa un colérico pensamiento.

- ¿Qué clase de molestia tienes William? – Preguntó Grant.

-Si la ficción se vuelve realidad, entonces estamos condenados a que todo sea posible, inclusive las muertes más grotescas y las torturas inenarrables más recónditas de la crueldad de la naturaleza.

-Estás exagerando, William – Dijo Edward.

- ¿Me estoy exacerbando por nada, o soy menos colérico por lo grave de esto?

- ¿Temes que la fantasía se haga realidad?

-Temo que ya no exista fantasía alguna.

-No entiendo tu idea, William.

-No debes de entender... Solo necesitamos hacer algo pronto...

- ¿Tienes alguna idea?

- ¿Aparte de llevar a la criatura a la sala de calderas? Creo que el uso de alguna sustancia inflamable podría funcionar en esa cosa. Sin embargo, creo que ese tipo de cosas no están a nuestro alcance... a menos de que...

- ¿Qué? – Edward notó que William planeaba algo.

- ¿Saben ustedes si hay algún despacho de los encargados en esta prisión disfrazada de academia?

-No creo que se nos sea accesible tal cosa.

-Para ustedes. Solo necesitan buscar donde menos puede ser probable.

- ¿Qué significa eso? – Preguntó Grant.

-Hay que encontrar posibilidades donde solo hay fracaso. Así que, solo les pido que, por esta vez, me ayuden a buscar algo. Algo que puede ayudarnos. Ese algo no lo conozco, pero está allí, lo sé.

Edward y Grant se mostraron escépticos, pero su única opción, para desgracia de ellos, era el albino optimista.

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