[ C a p í t u l o - (1) : L Y N X ]
El caso fue llevado a las autoridades. Simplemente hubo, como siempre, un chequeo normal, lleno de mucho misticismo.
Las huellas en el arma no eran claras en lo más mínimo y los oficiales parecían no prestar atención, siendo indiferentes ante lo que fuera ocurriendo. Loren, con los nervios en ella, fue recluida en su hogar, como una medida de protección preventiva; uno de los oficiales que dio con el cadáver de su novio, dijo que era necesario mantenerlo así, para procurar la seguridad de Loren.
Sin embargo, esto le parece un tanto sospechoso a Loren, debido a que no se siente segura, si no más bien, como si fuera una especie de reclusa. Sentía que los oficiales, los jueces y, en general, todos aquellos que escucharon los gritos de aquella ocasión, tenían la creencia de que ella había sido la culpable.
- ¿Por qué no puedo salir? – Preguntó Loren, al oficial que mantenía a Loren en su departamento.
-No podemos dejar que estes sola – Dijo el oficial, con un tono serio, en exceso – Podemos correr el riesgo de que algún demente esté afuera esperando a que tu salgas.
-Pero...
-Se que estas nerviosa, y te puedo comprender... y a mí me gustaría también que tu comprendas la seriedad de esta situación.
Loren no dijo absolutamente nada y dejó su confianza completamente en el oficial, quien, con su seriedad y su porte arrogante, más no malévolo, emanaba una sensación de tranquilidad.
Pasaron las horas, los días y las semanas. Nunca dieron con el culpable, o eso parecía ser.
En una mañana, de las tantas donde Loren había despertado por inercia y no por el policía, quien vigilaba desde la sala de estar. Al salir de su recamara, encontró al oficial fuera de ella, en el pasillo.
-Ash – Dijo Loren – No pienso salirme... solo necesito usar el baño.
-No lo creo.
El oficial, rápidamente, la tomó por la fuerza y la empujó contra la pared con fuerza y con los brazos por detrás. Loren, confundida, no sabía que decir, a la vez que sus manos eran encerradas por unas esposas y escuchaba una voz en el fondo.
-No se que estabas pensando cuando le hiciste daño a ese pobre joven, Loren Parr ... solo sabemos que pasarás un largo tiempo en la cárcel por lo que has hecho... tienes todo el derecho de permanecer callada y todo lo que digas será usado en tu contra.
Sin ninguna forma de librarse, dejó que la bajaran en pijama, con fuerza, y la metieran a la patrulla, siendo observada por sus vecinos en el condominio. Todos ellos, indignados, veían a Loren. Muchos de ellos, en el instante que ella veía, se decía en su mente frecuentemente que muchos de ellos le habían pedido ayuda; incluso algunos fueron apoyados con dinero para su estadía.
Sintiéndose traicionada, gritaba con fuerza, buscando salirse. Al instante en que un golpe de macana dio hacia la reja que divide a los criminales del asiento del conductor, guardó silencio rápidamente.
- ¡Cállate! – Dijo un oficial – Si no quieres que te demos una golpiza, será mejor que guardes silencio.
Ella, con impotencia, empezó a llorar por su incomprensión de lo que había ocurrido, ya que no sabía nada en lo más mínimo; ¿Acaso algo malo había pasado?
Aunque su evidencia fuera sumamente obvia, Loren no supo que hacer. Ya habiendo llegado a la jefatura de policía, fue encerrada en la prisión de espera, por llamarle así, donde aguardó por un abogado. Al no tener dinero, el oficial que estaba cerca de la cárcel, con un tono amable, aunque serio, le dijo que ella tendría uno por cortesía del gobierno.
Loren, al escuchar eso, decidió solamente esperar. Pasaron las horas y nadie llegaba. Estar con el pijama le hacía sentir incomoda, y más aún al tratarse de una prisión en soledad. Aunque, si ella prefería esa incomodidad ante un daño causado por otro criminal a lado suyo, creyó que era lo mejor estar, así como estaba.
Ya luego de tres horas, uno de los oficiales abrió su celda y le dijo:
-El comisionado quiere hablar con usted.
- ¿Ha pasado algo?
-Eso es algo que no me incumbe saber... tendrá que verlo usted misma.
El oficial ayudó a Loren a ir con calma a un cuarto de paredes blancas, con poca luz en él; en realidad, era una de las dos habitaciones de la cámara de Gesell.
-Tome asiento – Dijo el comisionado, con lentes, cabello oscuro y peinado, con canas a los lados, un bigote canoso, ojeras, delgado, vestido con un traje y una placa, sin el saco sin abrochar y con la corbata afuera, al igual que la camisa – Soy el comisionado Eastwood.
Loren saludó de mano a el comisionado Eastwood, mientras ella tomaba asiento. La mesa era lisa, y había un vaso de agua, del cual ella podía tomar.
-Mire – Dijo el comisionado sentándose – Se que usted no fue lo que hizo lo que pasó... no creo que usted pudiera ser alguien tan cruel para asesinar a un joven.
- ¡Exacto! – Dijo Loren con enervación.
-Si... por favor, baje la voz – Dijo susurrando el comisario.
-Perdón – Dijo Loren susurrando.
-A pesar de que usted y yo sepamos la verdad, hubo un problema con el revolver. Al parecer las huellas que se encontraron allí, eran idénticas a las suyas, muestra que tomó el oficial que la cuidaba en su periodo como protector de testigos. Se que es poco ético, y le pido disculpas por ello. No obstante, testimonios allí presentes, como sus vecinos, dijeron que usted era la verdadera culpable de lo que había ocurrido.
-Esos bastar...
-Por favor, no usemos esas expresiones, para no apoyar a lo que ya han dicho.
-De acuerdo...
-Perfecto... y con base a ello no podremos sacarla de aquí, y usted tendría que pasar un periodo de cinco años en la cárcel, cumpliendo su condena.
- ¿Cinco años?
-Se que puede ser poco, se que puede ser mucho... no se como crean ustedes, ajenos al criterio judicial, como sea las sentencias. Sin embargo, debido al testimonio que la defendió, del oficial que tomó sus huellas y ante algunas fallas en el caso, su sentencia quedó en cinco años... Pero, hay una oportunidad para cambiar esa situación.
Loren miró fijamente al comisionado.
-Esta oportunidad – Continuó -, tiene que ver con una iniciativa que esta resonando en todas las cárceles del mundo, y también en todos los lugares que han de tener culpables de crímenes, a pesar de no haberlos cometido.
- ¿Cuál es esa iniciativa?
- ¿Has escuchado de LYNX?
-No... espere. Si, he escuchado acerca de la academia de criminales. Ha sido un anuncio que he visto tantas veces, siendo ya algo molesto.
-Eso me parece bien... creo que usted podrá salir en menos de un año, si es que toma esta iniciativa y permite ser transferida con los pocos reclusos que han sido clasificados para lo que el programa.
Loren pensó un poco las palabras que le dijo el comisionado. No podía creer que ese tal programa LYNX, fuera real y no un chiste político o una campaña antidrogas. Era real, no un chiste del peor gusto que ha existido, si no algo que pasó en verdad; Loren lo sentía prácticamente igual a un caso que le había mencionado su difunto novio, sobre una chica que murió en una cisterna, y su padre, tomando oportunidad de la tragedia, la usó para sacar algo de dinero, con ropa, un sitio web, una serie de televisión y el culmen máximo llegó con una película.
Pareciendo un chiste, no se tomó en serio lo que el comisionado había dicho... Sin embargo, al escuchar la posibilidad de poder salir en menos de un año, no quiso desaprovechar la oportunidad de hacer posible su salida en menos de lo que creía que podía pasar en la cárcel.
-Aceptaré – Dijo Loren.
- ¿En verdad?
-Si...
- ¿Está segura?
Loren pensó un poco, hasta que pudo preguntarle algo importante.
- ¿Cómo puedo evitar que algo malo me suceda allí? Hay muchos criminales y no quiero que nada me ocurra.
-No te preocupes. Yo estoy sumamente relacionado con el patrocinador del instituto LYNX. El Dr. Rubens Rivers es un viejo colega mío, por lo que será mas sencillo para mi poder procurar una calidad de cuidado en un instituto de criminales.
Loren se quedó en silencio.
Solamente asintió con su cabeza y decidió aceptar, moviendo la cabeza arriba y abajo.
El comisionado sonrió y le dio la mano.
-Le aseguro que nada malo va a ocurrirle mientras yo siga con vida, mi promesa es palabra.
-Gracias comisionado – Dijo Loren con tranquilidad.
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