[ C a p í t u l o - (1 9) : E s p é c i m e n ]


-Uno de mis álbumes favoritos es "OK computer" de Radiohead – Dijo Ezra, sentado junto a Lewis, quien hablaba con él sobre música.

-La música de Radiohead es buena, aunque prefiero un poco más a Nirvana. Su música solían ponerla en la radio cuando mi padre me dejaba en la preparatoria – Dijo Lewis – Pero para gustos hay colores.

-Radiohead tiene una canción que me parece interesante, más que nada porque es una adaptación de un libro de George Orwell; 2+2=5 – Dijo Edward

- ¿Qué tiene que ver esa suma? – Preguntó Lewis.

-Ese es el nombre de esa canción.

-Oh... ¿Y de qué trata?

-Es una canción inspirada en 1984 de George Orwell.

-Ohh... ¿Y de qué trata 1984?

-Una disculpa – Dijo William acercándose al trio, el cual estaba hablando tranquilamente en uno de los sofás de la gran estancia - ¿Han visto a Grant y a Loren?

-Se encuentran en la habitación de Loren – Dijo Edward – Pero no los interrumpas.

-De acuerdo – William se alejó de ellos lentamente.

William siguió su camino por los pasillos, viendo varios prisioneros que, al igual que él, continuaban un paso sin rumbo con sentido. De entre todos ellos, uno de los prisioneros le llamó la atención. Era más bien una mujer, vestida con ropa muy chillona; tenía tonos pastel como rosa, amarillo y azul. Era como ver una muñeca Barbie. No era totalmente desagradable, pero era incómodo para William.

La cabellera de esa mujer era rubia, con algunos destellos o con sus puntas de color rojizo. Era bastante curiosa su composición facial. Sus labios tenían una anatomía tan extraña que parecían que ella se estuviera riendo sin mostrarlo. Los hoyuelos ayudaban mucho con su rostro y la nariz puntiaguda no era un problema. De perfil era más atractiva. Sus ojos eran grandes, su mirada, apagada.

-Disculpa – William habló con un tono más "humano" para no ser tan hostil con su léxico – Quería saber si usted podría prestar un paño húmedo o algo parecido.

-Ehh – Dijo la mujer – No tengo ninguno, en verdad lo siento, lo siento, lo siento.

Se disculpó compulsivamente.

-"Seguramente tiene baja autoestima, o tal vez solo es muy complaciente" – Pensó William.

-No se disculpe señorita – Dijo William, haciendo una reverencia – Por cierto, tengo una duda acerca de usted. Me pareció muy curiosa su forma de vestir.

La mujer se sintió un poco incomoda por las palabras de William, siendo la parte de como juzgó su vestimenta lo que más le afectó.

- ¿Por qué te pareció curiosa, si se puede saber? – La mujer habló con un tono más serio.

-No es nada en realidad – Dijo William – Solo que es muy...

-Muy... ¿Qué? ¡¿Desagradable?! ¡¿Repugnante?! – Estalló molesta la mujer.

-Iba a decir pintoresca y agradable... pero si quieres verlo así... – William se alejó de la mujer.

-Oye espera – Dijo la mujer, después de que William se desvaneciera rápidamente.

-"¿Quién será ese sujeto?" – Pensó la mujer, quien siguió caminando con sus brazos ocultos en sus pantalones holgados de colores chillones.

***

-"Vaya espécimen más extraño" – Pensó William mientras caminaba hacia la celda de Loren – "Era una mujer un tanto alegre, en su aspecto, pero tenía una mirada muy reservada u obstruida por algo... algo que no le permite avanzar. No sería mala idea intentar hablar con ella... Se muestra algo irritable con cosas que afecten a su apariencia, o al menos, como viste... Hmm"

William se acercó a la celda de Loren, donde pudo notar que la puerta estaba un poco abierta. En la pequeña entrada pudo mirar, un poco, como era que Loren y Grant estaban charlando. La conversación parecía ser de algo gracioso, puesto a que ambos reían y se mostraban bastante alegres.

-No te creo que eso haya pasado – Decía Loren mientras las lagrimas de la risa no podían dejar de salir y Grant miraba con interés a Loren.

-Te digo, fue verídico... Después el soquete me dijo "Mequetrefe, no pienso dejar que la ramera de tu esposa se salga con la suya". En ese momento, me cansé y... POW – Los sonidos y las expresiones de Grant tenían esa vitalidad de un niño pequeño. Quizá eso era agradable para Loren, pensaba William.

- "Se ven muy felices los dos" – Pensó William, retomando el camino de regreso, por el que había paseado para llegar allí.

***

En un pequeño cuarto, con cuatro paredes, siendo solo una con puerta y una lampara a punto de morir, Jessica esperaba, sentada en una silla y postrando sus piernas en otra que tenía frente a ella. La suciedad y los insectos tenían una orgía en una de las esquinas del cuarto, haciendo más desagradable estar allí, pero siendo de nula importancia para Jessica.

La perilla de la puerta comenzó a girar lentamente, causando que Jessica se quitara de su posición y se sentara de una forma más formal, con tal de no recibir un castigo por algo que, a pesar de ser insignificante, pudiera costarle mucho; para su desgracia, el Dr. Martin Wayne era quien había entrado para verla. Tenía un porte serio, algo afeminado pero franco. Con su piel pálida y sus ojos decaídos, miró a Jessica.

-Hola Jessica.

- ¿Qué hay?

Martin miró detenidamente a Jessica, analizando cada punto de ella como si fuera una especie de maquina analizadora, como un scan.

- ¿Qué haces? – Preguntó confundida Jessica - ¿Quieres desnudarme con la mente?

-No es necesario. Solo necesito hacerte unas preguntas. Por lo que voy a pedirte que me des el permiso para cerrar la puerta del cuarto... ¿Puedo hacerlo?

-Como desees... No soy tu madre.

-Lo sé... – El Dr. Wayne cerró la puerta tras de él, acercó la silla hacia él, después de cerrar. Se sentó y miró a Jessica, directamente.

-Seguramente no estoy aquí porque haya obrado bien, ¿verdad? – Dijo Jessica.

-De hecho... Tengo algo que preguntar, en especial con lo que vieron las cámaras de seguridad. Y no quiero sonar un poco indiscreto, pero te haré una pregunta... ¿Quién es tu padre?

Jessica miró detenidamente al Dr. Wayne, pero no con curiosidad sino con confusión y algo de molestia en su semblante, el cual se había marcado.

- ¿Qué? ¿Mi padre?

-Si... Quizá un humano normal podría pelear de forma formidable contra una bestia. En especial contra Paola Santi, quien tiene la fuerza de un soldado de las viejas tropas fascistas... Pero tu no peleaste contra una bestia... Peleaste contra una igual.

-No entiendo lo que me dice.

-La piel pálida, el incremento en la masa muscular, las orejas puntiagudas, la mirada roja y tu aspecto infernal no son cosas que una persona normal vea todo el tiempo. Se que no hablarás tan fácilmente, sin embargo te otorgo un pequeño voto de confidencialidad, el cual puede crecer con "ciertas acciones".

- ¿Ciertas acciones? – Preguntó Jessica con asco en su habla.

-Si... Y esas ciertas acciones solo servirán si tu cooperas. Si no me dirás quien es tu padre, entonces tengo una mejor pregunta... ¿Has oído hablar de la asociación Vulgarus y Nosferatu?

La piel de Jessica comenzó a sudar de forma compulsiva.

- ¿Cómo sabes de la asociación?

-Soy miembro de ella. Soy un "clase Nosferatu". Mis ojos reales son de color azul y procuro ocultarlos para que nadie sepa de ello. Es mi secreto y ahora yo diré algo tuyo.

Martin se levantó de su silla y la movió hacia una de las esquinas del cuarto con una patada, haciendo que se cayera y produjera un ruido incomodo e insoportable.

-Eres una vampira Vulgarus. Masa muscular aumentable, ojos rojos, un ferviente deseo por la sangre y nula o poca inteligencia en tu léxico y control emocional. Eres Vulgarus por tu padre, el magnate Norman Scarlet. Tuviste que abandonar tu casa para poder cumplir tu deseo de ser una luchadora de artes marciales mixtas, o más bien para cumplir el sueño de tu padre. No podías seguir viendo sangre o podrías caer en la tentación de robarla, por lo que te autosaboteaste para entrar a la cárcel.

Jessica quedó paralizada y atónita por lo que el Dr. Wayne le había dicho.

-Jessica Scarlet. Tu y una chica llamada... Creo que se llama Kelda, son las últimas dos vampiresas con el rango Vulgarus que han sido parte de la asociación. Sin embargo, Kelda humilló al líder y abandonó todo privilegio. Solo quedas tú, Jessica.

-Eso... ¿De qué demonios...?

-Dejame terminar – Dijo el Dr. Wayne – Al parecer no comprendes que tu y yo... somos los únicos que sabemos cosas que el resto no... ¿Crees que yo no se que quieres escapar? Lo sé perfectamente porque yo también lo quiero... ¡Lo deseo! Pero no puedo hacer nada si no tengo a nadie que pueda ayudarme.

Jessica miró al Dr. Wayne.

- ¿Qué le hace pensar que yo quiero ayudarlo?

-Yo y la organización somos la familia que tanto quieres... Que deseas y que te queda. No se si sabías y dudo que te haya sido informado... Pero tu padre murió asesinado.

Jessica abrió los ojos completamente al escuchar esta noticia.

- ¡¿Qué?! – Gritó exacerbada Jessica.

-Así como lo oyes... Fue complicado creerlo, incluso para mí. Muchos afirman que fue por ir en contra del sistema y no pedir ayuda de la asociación para ser amparado. Recuerda que por ellos dos más dos pueden ser cinco, aunque no tenga sentido ¿Y sabes que ha sido lo peor para todos en la asociación? Además del abandono de Kelda, está también el hecho de hay muchos vampiros y vampiresas de clase Vulgarus que no hemos detectado.

- ¿Y eso que tiene que ver con mi padre?

-Los hijos de Éxú son una organización que nació tras el fracaso de la universidad de Nigguraths en Miskatonic, Arkham. Ellos contactaron a varios miembros de la asociación que habían sido puestos bajo "Protección de testigos" o meros informantes retirados. La corona inglesa hizo de las suyas y mataron a tu padre y quien sabe a cuantos más con esa organización. Si tu me ayudas a escapar, podrás vengarte de tu padre como es debido y sabes que eso es gratuito.

El Dr. Wayne se acercó, mirando fijamente a Jessica y exponiendo sus dientes con dos colmillos, completamente limpios.

-Tu y yo... Podremos hacer lo que nadie ha tenido el valor de enfrentar ¿Qué dices?

Jessica pensó un poco antes de hablar o decirle algo al Dr. Wayne, ya fuera por miedo a arruinar algo o por parálisis emocional por lo que había escuchado de su padre.

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