-Esta practica no solo fue con intensiones frívolas – Comenzó a hablar la Dra. Sandy – Deben de comprender la importancia de la expresividad, las posturas, los brazos y como toda su complexión puede ser fundamental al momento de relacionarse con otras personas... y con ustedes mismos.
Las palabras de la Dra. Sandy parecían ser más una platica hecha por un gurú barato, quien podría enseñarte a conseguir inclusive la inmortalidad, por una modesta cantidad de un millón de dólares; un estafador de palabras vacías, que dejaba a la psicología, en la mayoría del tiempo, como algo risible; manchando el nombre de la disciplina.
-Deben de entender que no estoy aquí para ayudarlos gratuitamente, sino que lo hago porque es una obligación, por lo que si quieren tomar mis clases, deberán pagar cada una con cien créditos... En caso de no tenerlos... – La Dra. Salty se percató del nerviosismo de los criminales, por lo que no dudó en tomar una marioneta o maniquí como los que había tenido para la práctica.
Este maniquí tenía un extraño parecido con Loren; la figura de maniquí era la misma, y la parte donde se encontraban sus ojos, eran tan similares a los de ella, por lo que esto inquietó un poco a Loren, quien vio la Dra. Sandy acercaba una pequeña navaja de afeitar cerca de la cabeza del maniquí.
-Si no pueden pagarlo... Me veré en la deshonrosa molestia de hacer esto – De un tajo fuerte, causó un pequeño corte en la cabeza de madera, debajo del ojo derecho, causando que Loren sintiera un dolor cortante en su mejilla derecha; ella no gritó, solo gimió de dolor y agachó su cabeza mientras cubría su rostro con sus manos; de estas comenzó a escurrir sangre.
Loren no podía creer en lo más mínimo que era lo que había pasado. Ni siquiera tenía sentido, mucho menos con lo que había vivido hasta ese entonces. Loren no quería hablar de ello ni mucho menos. Solo deseaba que eso no fuese real. No quería que aquel accidente, aquella cortada, de casi tres centímetros, le dejase marca o fuera más dolorosa de lo que se sintió. Tampoco quería llamar la atención, y fue ello por lo que no gritó de dolor; pero era impactante y el ardor era insoportable.
-Quiero que eso quede como una muestra de que todos ustedes no son solo más que simples pruebas para mí, y para el resto de la academia. Por lo que, si quieren tener algún tipo de respeto por parte de nosotros, deberán acatar lo que digamos.
En el silencio del aula, todos pudieron solo hablar en voz baja; todos coincidían con mensajes que mostraban horror y nervios en todo su sentido absoluto. Nadie medió palabra que representara amenaza alguna para nadie; excepto Loren.
-P-p-púdrete – Dijo con voz baja, tan baja que nadie pudo escucharla, más que ella misma; era mejor así. No quería más problemas de los cuales tenía hasta ese momento. Cabían pocas posibilidades de que eso fuese un sueño o algún sentimiento hecho por la mente; el dolor y la sangre eran tan reales como su odio.
-Esta clase es quizá la más importante para todos ustedes – Dijo la Dra. Sandy, quien dejó la marioneta de Loren para poder hablar de forma concentrada – Todos ustedes, en esta materia o este foro de platica, van a aprender como comportarse en sociedad, como actuar de forma correcta. Entenderán que inclusive el lenguaje no verbal influye mucho en cómo te ve el mundo. En caso de que no quieran comprender, usaré estos muñecos como yo lo deseé.
La Dra. Sandy levantó un muñeco, el cual tenía la matrícula M – 308. Lo puso en su mano y comenzó a acariciarlo en su estómago. De inmediato William comenzó a sentir cosquillas en su pecho. No pudo contener la risa y decidió salir del aula, para no incomodar al resto de los reos; las carcajadas no se podían detener.
William salió disparado del aula. No obstante, cuando la puerta se cerró, la Dra. Sandy les dijo a los reos:
-Odio que se salgan del aula sin mi consentimiento – Tomando fuerza, tomó una pequeña aguja y comenzó a intentar perforar el lugar del pulmón izquierdo, hasta lograr perforarlo. Rápidamente repitió el mismo proceso con la aguja, solo que esta vez en el estómago. Todos sintieron como su pecho se encogía al ver como con brutalidad la Dra. Sandy se proyectaba hacia el muñeco y lo lastimaba.
Cuando William regresó de afuera, parecía estar cansado y sin poder moverse. Se sentó en su banca e intentó hablar, sin poder mediar palabra.
-Señor – Dijo la Dra. Sandy - ¿Cómo se siente? ¿Le ha quedado claro que no debe salir de mi aula sin mi consentimiento?
William no podía hablar, parecía que algo lo había asustado, o se había lastimado.
-Señor... No me haga volver a hacerlo.
-Entend-enten-entendí – Dijo William tartamudeando y con un liquido rojizo, casi morado emergiendo de su boca; apresuradamente comenzó a limpiarlo con la manga de su gabardina, a la par que sostenía su pecho con ambos brazos, como si se tratase de algún enfriamiento o un dolor emocional.
-Bien – Dijo la Dra. Sandy.
Después de ello, Loren se asustó, al notar el estado de William, quien no podía moverse y parecía perder el conocimiento cuando escuchaba lo que Sandy decía; incluso hubo más escupitajos de esa sustancia, que parecía ser sangre, aunque era muy oscura para ser la de él.
La presentación de la Dra. Sandy fue referente a todo el espectro psicológico que significa como es que la falta o exceso de una expresión no verbal puede hacer daño a las personas, a la percepción que ellas tienen del mundo. Eran muchas superficialidades sin sentido, que congeniaban sin llegar a un resultado mutuo.
En sí, la discusión se centró en tratar como debían de ser o como era fácil de manifestar las emociones; sin ser intrusivo y tampoco indiferente. Todo pasó tan rápido para todos, en especial para Loren, quien no podía dejar de ver a William, quien agonizaba en la banca sin poder levantarse o siquiera hablar. Algo que extrañó a Loren fue que logró vivir o soportar el dolor mucho tiempo antes de que terminara la sesión.
Loren vio a William, repentinamente, intentar salir del aula, no sin antes causar que la Dra. Sandy le dijera a William.
- ¿A dónde cree que se dirige, señor?
William hizo caso omiso de ello y escupió un poco más de su sangre negra, manchando la pared, pero limpiándola con su gabardina, para posteriormente dejarse llevar y salir del aula. Ninguno prestó atención y Loren sentía que algo no estaba bien. No quiso averiguarlo en ese momento, puesto a que ella no quería sufrir el mismo destino, el mismo que William estaba pasando en ese momento.
El foro de discusión fue un tanto particular, ya que solamente se encargaba de poner ejemplos de posturas correctas al momento de hablar con las personas, hacer algún tipo de entrevista o contestar una entrevista laboral. Muchas cosas que se referían a como el comportamiento debía de ser. Loren sentía que solo eran sermones tras sermones, sin ningún tipo de asidero.
Cuando terminó todo, en el aula, se sitió un aura oscura que penetraba en todos los criminales, los cuales no se sentían seguros de salir, a menos de que la Dra. Sandy dijera que podían retirarse.
-Pueden hacerlo si lo desean – Dijo la Dra. Sandy – No tengo ningún problema si se van del aula en este momento. Recuerden que no aceptaré eso si se les ocurre hacerlo mientras dura el foro.
Al salir, con más tranquilidad, Loren corrió hacia el lavamanos para damas. Rápidamente la puerta se cerró tras de sí y Loren pudo ver la enorme cortada que tenía en su mejilla; era profunda y dolorosa. La sangre seca adornaba la herida como si fuera un enorme charco de lodo. Sus manos llenas de esa sustancia no hicieron más que causarle nerviosismo a Loren; sus nauseas empezaron, pero la causa no era la herida o la sangre, sino el nerviosismo y el ataque de ansiedad que su cuerpo experimentaba en ese momento.
***
Diario 024
He dejado de ser activo realmente en esta libreta. Todo se resumen a palabras sin sentido que no buscan decir nada, ni la verdad, ni una mentira, mucho menos una fantasía; todo es un vacío. No obstante ahora busco hablar, contar, redactar lo que me ha ocurrido últimamente.
Principalmente debo de decir. El Dr. Louis es un mal nacido. Me cae bien, bastante bien. Es extraño decirlo. Solo puedo ver algo similar a lo grotesco dentro de mí. Por otra parte, eso está matando lentamente a Khaled.
Me expresa lo triste que se siente con esa situación, aunque en realidad solo vive con la amenaza. En algunas ocasiones el Dr. Louis le muestra como están sus seres queridos; aquella zombi y esa masa extraña, que podría ser su hija. Ella me ha contado de lo bello que estar con ellas, que se siente seguro con Githzel, que Kyo es divertida y es casi como una mascota.
Dice insignificancias que son mucho para él. Eso es un punto bueno ¿No lo es? Se está abriendo de forma genuina conmigo y eso no podría ser sino algo magnifico. Me temo que pueda serlo más, porque llegaría un punto donde colapsaría y todo lo que he intentado con él podría verse peligrado.
Tanta atención le he prestado a Khaled que me he olvidado de Dhúl por completo; debería hablar con él.
Hablando de doctores, la doctora Sandy es un tanto... peculiar. Parece ser que domina las artes del vudú. Es un tanto curioso eso. No obstante, debo de mantenerme firme. El prisionero con mi matricula debería estar más que adolorido por el apuñalamiento en su estómago.
Espero que haber cambiado lugar con él no haya sido una mala idea.
Al menos no estoy en la cárcel. Eso es bueno.
Por lo de la sangre, creo que debería evitar tomar jugo de uva de forma tan enfermiza; de no ser porque guardé un poco, lograron creer que si me había apuñalado. Fingir cosquillas fue algo sencillo, pero el apuñalamiento fue un verdadero acto.
Merezco un Oscar.
Atte. Dolphin, W.
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