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El suave aroma a chocolate se sentía en el aire, el té de menta estaba preparado y la carta de admisión a la pequeña universidad en el campo estaba entre las manos de Sunoo.

La alegría de Sunoo era incomparable, nunca se había visto tan feliz.

El omega brillaba.

La carta había llegado en la mañana, antes de que este saliera de casa hacía su último día de clases. Al fin se había graduado y podía olvidarse de las interminables horas en que este era atemorizado por alfas hormonales con un complejo de superioridad y omegas que por presión social llegaban a molestarlo por su físico.

No le agradaban sus compañeros de clase, solamente Jay, el dulce alfa de pelo rubio y olor a nuez moscada.

Volviendo al presente el omega esperaba a su padre para poder hablar acerca de lo que planeaba hacer.

Todo estaba en orden, planeaba mudarse a un pequeño pueblo tranquilo donde se encontraba su universidad donde lo formarían como maestro, también tomaría unos cursos de finanzas y administración para poder abrir su añorada cafetería o restaurante, no quería algo lujoso, solo quería un lugar al cual llamarle hogar.

El tintineo de las llaves de metal de su padre se escuchaban y sus pisadas fuertes resonaban en el gran pasillo vacío.

Su padre nunca se tomó la molestia de decorar la casa, nunca se encontraba en esta y Sunoo sinceramente estaba muy ocupado para decorar la gran casa él solo, por lo cual no habían fotografías, pinturas o jarrones con flores.

─Sunoo ─su padre saludó quitándose sus gafas y tomando una botella de agua del refrigerador─. Seguirás subiendo de peso si sigues con esos hábitos alimenticios ─señaló al delicioso pastel de chocolate que estaba en la mesa.

─T-te lo prepare a ti, papá, tengo algo que decirte.

Sunoo se escuchaba emocionado y nervioso.

─Yo también tengo algo que decirte, ¿Cuándo planeabas decirme? ─sacó un sobre color azul marino de su maletín.

Un nudo en la base del estómago del omega se formó.

─Te aceptaron en Princeton y Yale, y tienes una buena beca. 

─S-sí, e-el señor Murphy...

─Sabes que detesto cuando tartamudeas, me recuerdas a tu madre ─su tono de voz frío hizo que el omega se estremeciera de miedo.

Aclaró su garganta─. El señor Murphy me pidió que enviara cartas a esas escuelas por representación de la e-escuela...

─Esto es excelente, Sunoo. Hablé con unos compañeros de trabajo y perfectamente te pueden ofrecer un buen puesto en la empresa en que trabajo, también puedes ser un buen autor.

Sunoo bufó.

Otra vez era su padre depositando sus sueños en él.

─Y-yo no voy a aceptar la beca, no iré a ninguna de esas universidades.

El alfa rió─. ¿Estás bromeando, o delirando? ¿Qué otro plan tienes? 

─Me aceptaron en una universidad para estudiar pedagogía... ─el omega tartamudeó un poco por la intensidad en que el alfa lo miraba.

─¿Pedagogía? ¿Planeas pasar toda tu vida enseñando el abecedario con un salario pésimo? ─el tono despectivo en la voz de su padre lo hizo enojar.

─¡También planeó tomar unos cursos de finanzas para poder abrir mi propio negocio!

El alfa rió amargo─. ¿Una pastelería acaso? Sunoo, esto es ridículo. No, y es mi última palabra.

El omega detuvo a su padre enfrente de la puerta por la que este estaba apunto de salir─. ¡Es mi vida!

El alfa le soltó una cachetada, después lo tomó por los hombros y lo alejó de él para después tomarlo del brazo fuertemente haciendo al omega chillar por el fuerte amarre que lo lastimaba. 

El alfa lo acercó a la tarta de chocolate y la tiro al suelo.

─No permitiré que los demás digan que mi hijo es un estúpido maestro y barato pastelero. Tus pobres decisiones de vida me parecen estúpidas y sin sentido, Sunoo. Nunca me habías decepcionado tanto. 

Las frías palabras llenas de odio y veneno encogieron el corazón del omega, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas.

El alfa salió estrepitosamente de la cocina, dejando a su hijo reprimiendo las lágrimas mientras levantaba el pastel que se encontraba derramado en el suelo. 

El nudo en la garganta de Sunoo lo hacía querer gritar y llorar de impotencia, pero este reprimía esto para no hacer ruido. 

Esa noche el omega se durmió con el corazón sintiéndose vacío y un plan desesperado en su mente. 

Días después el omega se encontraba tomando su diploma de las manos de un alfa mayor, estrechó su mano y Sunoo bajó del pequeño escenario con su diploma en sus manos.

La ceremonia fue larga y todos sólo esperaban que esta acabara para poder irse a su fiesta de graduación que estaría llena de alcohol y drogas, poder presumir sus costosos trajes y vestidos y bailar hasta el amanecer.

Los planes del omega eran diferentes, sus manos sudaban y las maletas en el fondo del closet lo esperaban.

Al salir del auditorio Jay lo llevo a casa, este ya sabía del plan.

─¿Cuándo saldrá tu tren?

─En dos horas.

Jay se detuvo una cuadra antes de llegar a casa de Sunoo, apagando el motor y viendo directamente a Sunoo.

Sus ojos ya no brillaban, su sonrisa se veía falsa y sus manos temblaban.

─No tienes que hacer esto.

─Sí, tengo que hacerlo.

─Sunoo, puedes hablar con tu pa-

─No, Jay, tú no lo entiendes y espero que nunca lo entiendas. No sabes cómo es tener miedo todo el tiempo a equivocarte, a decir algo incorrecto o sentir ansiedad por querer hablar, pero esta es la gota que derramó el vaso, merezco poder elegir lo que quiero de mi vida, merezco tener la elección. N-no puedo seguir así, porque cada día veo menos la razón de vivir, la razón de respirar, y en una carrera y trabajo que no me apasiona me parece que moriré. 

El omega derramó todas las lágrimas que pudo y el alfa acarició sus manos con delicadeza.

─Te amo, Sunoo, eres como un hermano para mi, siempre estaré para ti, siempre te apoyaré... Aunque sean planes tan locos como este.

El omega abrazó al alfa.

Sabían que esta sería su despedida porque no se verían en mucho tiempo.

Acordaron el asunto de las cartas.

El omega se reportaría cada semana con una carta a él y a su padre, podían ser de un pequeño párrafo, una oración o incluso solo la frase "estoy vivo".

Sunoo le hizo prometer a Jay que nunca le diría su paradero a su padre, nunca le diría dónde está, o que está haciendo exactamente.

Sunoo quería paz y felicidad, y estaba dispuesto a sacrificar todo por esta.

Al entrar a la fría casa acarició con sus dedos las paredes blancas.

Su respiración se detuvo por un momento al ver a su padre frente a él con un ramo de flores.

─Hola, hijo.

Sunoo le dio una débil sonrisa, no habían hablado desde la pelea de la otra noche.

─Disculpa por no poder estar este día contigo, pero unas cosas del trabajo me atrasaron... Pero mira, te traje tus flores favoritas ─Sunoo sonrió débilmente y tomó las flores.

─Gracias, papá... Y-yo...

─Sunoo, sé que lo de la otra noche te lastimó, pero créeme que lo hago por tu bien. 

Sunoo había sentido por un momento esperanza, esperanza de que aceptaría su error y se disculparía, pero no lo hizo.

El omega le dio un abrazo a su padre, el cual lo sorprendió.

El omega sabía que posiblemente era la última vez que lo haría. 

─Te quiero mucho, papá.

─Te prometo que esta noche te llevaré a cenar, pero justo ahora tengo que irme al trabajo.

El omega asintió y soltó a su padre, quien depositó un beso en la frente de su hijo.

El alfa salió de su casa, minutos después su pequeño cachorro abandonó la casa.

Dejó su llave, tomó sus maletas y se fue.

Dejó las flores detrás junto con una carta.

Esa misma noche el alfa llegó a su hogar exhausto y al no notar la presencia de su hijo y solamente encontrar la carta... Lloró.

El omega despertó con pequeñas lágrimas en sus ojos y un poco asustado.

El brazo de su alfa envolvía su cintura, y abrazando fuertemente al omega.

Sunoo se volteó para poder ver a Sunghoon.

Sunghoon.

Su dulce alfa.

La luz de la luna acariciaba la cara de su alfa, resaltando su perfil y haciéndolo ver cien veces más hermoso de lo que ya era.

Acarició su cabello y dejó un tierno beso en su frente.

─Te amo, alfa mío.

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