🌊 ፧ 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗲́𝗶𝘀 • ✦⁾
Sunoo llegó a la habitación después de su conversación con su padre.
La casa estaba totalmente en silencio y esperaba llegar y encontrar a un Sunghoon dormido, acurrucado entre las sábanas como era costumbre.
─Hola, cerecita ─el alfa se encontraba sentado en la cama esperando por su omega.
La caja entre sus manos era de color celeste y tenía un lazo de color rojo.
Eran mediana y se veía de un material resistente.
Sunoo sonrió─. ¿Sabes que no era necesario que me regalaras algo, verdad?
─Sé que tienes un regalo escondido en el fondo del armario, bebé.
Sunoo rió y sus mejillas se calentaron.
─Quería sorprenderte, alfa tonto.
─Te conozco mejor que nadie, cerecita.
─Si ─la sonrisa cálida del alfa hizo sonreír a Sunoo.
Sunoo se acercó al armario y sacó una caja color amarillo con un moñito color verde.
Los dos se dieron miradas cómplices e intercambiaron sus regalos.
Al abrir la caja Sunoo se dio cuenta de la cantidad de cosas que había dentro.
Una copia de Emma de Jane Austen, un suéter color amarillo con pequeñas flores por todas partes, un collar de perlas y muchos chocolates.
Sunghoon al abrir la caja encontró un suéter de color rojo, un gorro tejido a mano y un juego de anzuelos para pescar, además encontró un disco vinyl de Elvis Presley.
─Me encanta, Hoonnie. Gracias ─el omega abrazó suavemente al alfa quien rió.
─Yo también amo tu regalo, cerecita. Pero tengo un regalo más que darte.
Sunghoon se acercó al buró al lado de su parte de la cama y de su cajón sacó una cajita rectangular.
La puso suavemente en las delicadas manos de Sunoo quien sonrió con emoción.
Al abrirla encontró un lindo anillo, este estaba con una cadenita de oro haciéndolo un collar.
─N-no es una propuesta de matrimonio, sino que una propuesta para que tú me permitas cortejarte ─el alfa tomó el collar entre sus manos, este se veía diminuto en las grandes manos del alfa─. Te amo, Sunoo, y quiero estar contigo toda mi vida, quiero marcarte, casarnos y formar una familia contigo.
El omega vio asombrado al alfa, sus mejillas estaban rojas y sus sonrisa no se ocultaba. Asintió con la cabeza.
─¡S-sí! ─saltó sobre el alfa envolviendo sus piernas alrededor de su cintura y sentándose en su regazo.
Empezó a dar muchos besos alrededor de la cara del alfa que disfrutaba de los mimos de su lindo omega.
El alfa alejó un poco a su omega y lo volteó para poder colocar el collar en su lindo cuello, al abrocharlo dejó un beso en la parte de atrás de su cuello donde el broche estaba.
─¿Por qué en un collar, alfa?
─Te conozco, cerecita. Todos tus anillos terminan llenos de masa de galletas o perdidos en la playa.
El omega rió y asintió.
Su alfa lo conocía muy bien.
Se acostaron, teniendo solamente la luz de la luna como su única iluminación.
Las manos de Sunghoon estaban en la cintura de Sunoo, y Sunoo acariciaba los mechones de la parte trasera de la cabeza de Sunghoon.
─Te amo, Sunoo ─Sunghoon susurró.
─Yo también te amo, Sunghoon ─susurró Sunoo.
El sueño se adueñó de los dos quienes se quedaron dormidos con una sonrisa en sus rostros y las bellas palabras en su cabeza.
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Al despertar la mañana siguiente el omega sintió frío, intentando acurrucarse más cerca de su alfa para que este le diera calor, pero en lugar de encontrarse con el pecho calientito de su alfa, sintió una fría almohada con una funda de algodón.
Era extraño, usualmente despertaba con su alfa dándole mimos o simplemente apreciando el bello rostro de su alfa. El omega frunció el ceño, obviamente su alfa estaba mimándolo demasiado.
El omega se deshizo de las cobijas y tomó la bata que usa en las mañanas, apretándola más al darse cuenta del frío que hacía y de la nieve que caía afuera.
El omega salió de la habitación encontrándose con la casa vacía.
Empezó a sentirse triste y solo hasta que escuchó unas risas en la parte de atrás de la casa.
La casa de Sunoo era curiosa, muy pequeña, pero con técnicamente un bosque detrás de esta, claro que Sunoo mantenía su huerto protegido, protegido de conejitos que robaban sus frutas y verduras.
Pero si, había un gran bosque detrás, el cual el omega recorría a veces con su perro y llevaba leña a su hogar cuando era necesario, un trabajo muy pesado y que le molestaba pero que Sunghoon decidió tomar como suyo después de vivir un mes en la casa.
Al abrir la puerta trasera y apretarse más a su bata, el omega se encuentra con su alfa, su padre y Jay riendo mientras cargaban madera y la acomodaban junto a la puerta trasera.
Gaeul los acompañaba corriendo detrás de ellos y con una rama en su hocico.
Sunoo se abrazó a sí mismo mientras observaba a los alfas trabajando y bromeando entre sí.
Esto hasta que su alfa se dio cuenta de su presencia.
La nieve caía y el gorro que le había regalado estaba en su cabeza protegiéndolo del frío.
─Omega, ¿Qué sucede?
─Desperté y no estabas ─el omega hizo un puchero que Sunghoon encontró adorable.
─Perdón, bebé, pero la nevada parece que será más fuerte y necesitamos la madera para la chimenea.
El omega asintió y rió al ver a su padre batallando con la hacha, este nunca había sido un gran fanático del trabajo manual.
─Hola, papá.
─Buenos días, Sunoo. Sunghoon nos contaba sobre su bote en la playa, esperábamos ir a verlo, pero parece que la nevada no nos lo permite.
El omega rió.
Una brisa fresca pasó haciendo que el omega temblara, su alfa preocupado se acercó a él y lo abrazó llenándolo de su calor y olor.
─Cariño, regresa adentro. Esta muy frío y no quiero que te enfermes.
El omega asintió y entró a la casa.
Empezó a preparar un almuerzo sencillo para su familia.
Disfrutaba del olor a panqueques y una sonrisa en su rostro al sentirse completo.
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